07. Yᴏᴜ ᴀʀᴇ ᴄʀᴀᴢʏ?

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Estaba en los baños con Madison y la mochila roja que ahora no era tan roja, más bien era como verde con amarillo y trozos de quien sabe qué cosa.
Mi amiga la amable estaba en la esquina del baño, hablando y hablando.

—Gracias a ti superé un nuevo desafío —hizo redoble de tambores —y ese es ¡Comer mientras veo como intentas limpiar esa cosa asquerosa!

Resople y de mala gana abrí la mochila.

—Esto sí que es un desafío. Soy grande —seguía hablando.

Casi todos los cuadernos y libros estaban sucios de vómito, mi vómito. Solo me podía preguntar:
¿De dónde salió tanto líquido?

La puerta se abrió muy fuerte azotando con la pared provocando un sonido espantoso.

—¿¡Qué!?

La cara de Madison era casi la misma de un niño con juguete nuevo, excepto que no era un niño y no tenía juguete nuevo, solo estaba enfrente de un pequeño problema, algo así.

—Podrías aclararme lo que está pasando ¿cómo llegó ese vómito ahí? —Eric trataba de relajarse, claro que no ayudaba el olor que salía de su mochila y entraba a nuestras narices por el aire que respiramos.

Los ojos de Madison expresaban una plena desilusión, supongo que esperaba gritos y machetazos por todos lados. Según ella, Eric era un chico fingiendo ser una persona normal, pero que en la noche salía a matar con su machete. Creo que el olor del vómito le estaba afectando severamente.

—Aburrido. Te veo en clases, Astrid.

Y así como si nada Madison se fue y me dejó sola con el problema, mi problema.

—¿Cómo llegó eso ahí? —señalaba a su mochila.

¿Que si le iba a explicar algo que era lógico? Claro que si, era eso o morir a manos de este loco.

—Pues verás, me entraron unas terribles ganas de vomitar, así que abrí tu mochila que estaba muy cerca, abrí mi boca y... Vomité mucho. La buena noticia es que intento limpiarla.

Eric parecía enojado y a la vez tranquilo, no lo entendía.

—Bien, veo que mi mochila te ha servido de mucho...te perdono, ser rencoroso no es lo mío, claro que para que te perdone por la injusticia que has cometido tendrás que hacer algo por mi.

En qué momento le pedí perdón, que no recuerdo.

—¿Qué?.

El se arrimó al lavabo, tomando una postura seria.

—Tienes que pasar todas las clases en nuevos cuadernos —soltó como si nada —como ves están vomitados y malolientes.

Se encogió de hombros.

—No voy hacer eso, suficiente con mis tareas.

Que por cierto no he hecho.

—Si no haces lo que te digo, le diré a mi abuela —dijo fingiendo pena.

Entrecerré mis ojos, incrédula.

—No lo harías.

—¿Quieres probarme?.

Se que dije que quería obtener una expulsión inmediata pero no la quería de esta manera, solo por una estúpida mochila? Eso sería vergonzoso y malo para mi reputación ascendente de chica mala. Por otro lado, no creo que haya tantas clases en sólo dos días.

—Como quieras, pero será en tu casa —dije quitándole importancia al hecho de que acababa de perder una batalla ante un muchacho. Esto no era muy feminista por mi parte.

—Te enviaré la dirección —sonrió con victoria.

Segundos después mi celular vibró.

¡Que rápido!

Abrí el mensaje que contenía la dirección de la casa de Eric.

—Por cierto, soy Eric.

—Ya lo sabía—volteé mis ojos—Me llamo Astrid.

—También lo sabía. No creas que me caes bien solo porque la otra vez te ofrecí un pañuelo, por cierto quedatelo.

—Como sea, no pensaba devolvértelo.

Le ofrecí su mochila aún sucia, ganándome una mirada de advertencia.

—Tampoco me agradas—añadí.

La verdad no iba a ir a su casa, peor para hacerle las tareas solo porque vomité un poquito en sus cosas. Ni que fuera un delito.

***
Llegué a mi casa. Mi madre estaba en la cocina, sea lo que sea que estaba cocinando se le estaba quemando.

—Cariño, has llegado.

Dejé mi mochila en el piso y caminé hacia la isla de la cocina.

—Huele mal.

Mi madre me dio una mirada de reproche.

—Quisiera ver si tú puedes hacer algo así.

Creo que yo incendiaría toda la casa.

—Paso.

Mi madre sonrió.

—La directora Cooper me llamó por la mañana, dijo que tenias que unirte a un club recreativo... Creo que deberías entrar al de cocina.

Así aprovecho e incendio todo el colegio.

—No lo sé. Tal vez —comenté, aunque ese "tal vez" significaba un "no" —Tengo que consultarlo con mi almohada.

Llevó la olla al fregadero, abrió el grifo y dejó remojando, para que la cosa negra se suavizara y saliera de la olla con mayor facilidad.

—También habló del partido de bienvenida, ¿piensas ir?—Continuó, mientras guardaba unas verduras en la nevera.

—No... hay muchas personas en esos eventos, me estresa.

Mi madre dejó lo que estaba haciendo, frunció el ceño, claramente estaba enojada por mi indudable respuesta rápida.

—Astrid, ya hablamos de esto, hay que superar el pasado y avanzar, ser felices, todos juntos... tienes que salir y disfrutar como todos los chicos de tu edad.

Yo también fruncí el ceño, lo había superado, hace mucho.

—Sabes que no porque no salga a esas ridiculeces signifique que no disfrute de la vida? —Solté casi enojada por su rápida conclusión—...Iré al próximo evento, ¿contenta?.

Mi mamá ya estaba lo suficientemente enojada, queriendo tomar esa olla y lanzarla en mi cabeza.

—De hecho, voy a salir.

Mi mamá intrigada, dejó todo lo que estaba haciendo incluso su cara se iluminó en interés.

—De verdad, ¿con quien?

"Con nadie" quería decir.

—Con un chico de mi clase, ya sabes, tareas y esas cosas.

Es increíble cómo le cambió la cara a mi mamá, parecía muy feliz, demasiado.

—Y qué esperas, anda ponte bonita.

—¿Ya no vas a cocinar?—pregunté.

—Oh, no, voy a pedir comida a domicilio...siento que esos videos en Youtube no sirven.

—O simplemente no tienes talento en la cocina —me burlé, mi mamá me lanzó una toalla de cocina en la cabeza, haciéndome reír aún más.

Después de un largo baño, me encontraba en mi habitación.
Le había dicho a mi madre que iba a salir y ella estaba feliz, en realidad no quería ir a la casa de Eric y hacer sus tareas, aunque en cierta forma era mi obligación hacerlo, la cosa es que ni siquiera tenía mis tareas pero iba hacer las que no eran mías. El punto de esto era que yo era la pendeja más grande de la tierra.

***
Pague el taxi. Según la dirección que tenía en mi celular, me encontraba en frente de la casa de Eric, que por cierto no era una casa, parecía más bien una mansión. Dudo seriamente si estaba haciendo lo correcto al venir aquí, pero las puertas fueron más rápidas y se abrieron, una niña de aproximadamente nueve años apareció, sonriendo.

—Hola, soy Stephanie, si estas buscando a mi papi pues él no esta, si es a mi mami, ella tampoco está y si estas buscando a mi nana pues llegaste aquí en vano porque tampoco está. Solo te puedo decir que se encuentra mi inservible hermano mayor, pero dudo que lo busques a él, porque él no tiene amigos, tampoco novia y además es gruñón —habló con rapidez —Un segundo ¿eres la novia? Aunque también dudo que seas la novia porque tu eres muy bonita en cambio mi hermano es horrible. Y también gruñón, aunque tambien dije eso, pero es bueno que te deje muy claro quien es mi hermanito, tambien tenemos un gato que se llama Júpiter aunque es de mi hermanito, al igual que él es muy amargado y gruñón, por eso no me gusta jugar con él porque me rasguña y duele mucho. ¿Cómo te llamas?.

Para cuando terminó de hablar la pequeña niña, yo estaba tan alucinada y hasta con sed por lo rápido que dijo todo. Entendí la mitad de todo lo que dijo.

—Soy Astrid y estoy buscando a tu hermano que se llama Eric.

La pequeña me dio una media sonrisa y me dejó pasar al lobby de la casa, todo era muy elegante, había varias puertas y una escalera frente a mis ojos que era muy espaciosa.

—Permiso —dije estando dentro.

—La habitación de mi hermano está subiendo las escaleras al final del pasillo, por la derecha.

Subí las escaleras, giré a mi derecha.

—¡ESA DERECHA NO!—la pequeña Stephanie gritó.

Gire a mi izquierda y camine hasta la última puerta del pasillo. Toqué la puerta dos veces, tomé la manilla de la puerta y la abrí.

—¿Hola? —susurré.

La habitación estaba a oscuras, me tomé el atrevimiento de encender la luz. Todo estaba en su lugar, ordenado pulcramente excepto por un bulto en la cama que suponía que era el chico de la mochila. Corrí a la cama y me tiré encima, después de un fuerte quejido fui impulsada al piso. No salió como esperaba. No se suponía que yo terminaría estampada en el piso.

—¡Estás loca!

Escuché por encima de mí, pero yo me levanté como si nada hubiera pasado.

—Pues respondiendo a tu pregunta si, estoy loca. Tenemos que hacer tus tareas y tú estás durmiendo como una princesa, tu hermanita es más amable que tú para tu información.

—Información que no te pedí —respondió adormilado.

—Siempre eres así de reacio?

Negó.

—Solamente cuando me despiertan de estas maneras.

Eric se levantó de la cama sin camisa, solo con unos pantalones de dormir, mire sin querer su hermoso y grande trasero, creo que tiene más que yo.
Cerré los ojos, maldiciendo internamente por haber visto eso y por haber disfrutado de la vista.

—Necesito privacidad para cambiarme.

Salí de la habitación y esperé unos minutos.

—Ni que fueras el hombre más sexi del mundo...solo un poco—murmuraba de mala gana.

—Vamos, tengo que comprar los cuadernos.

Apareció Eric, haciéndome sobresaltar en mi lugar. Disimule y lo seguí.

—Mejor los hubieras comprado mañana, no te parece?—dije sarcásticamente.

Bajamos las escaleras y tomó unas llaves de la mesita que se encontraba en el recibidor.

—Vas a dejar a tu hermana sola?.

—Se queda con Mona, la niñera.

La niñera es para él o para la hermana? aunque una señora como esas no quisiera, podía ser una ladrona y llevarse a la pequeña, aunque ni cuenta se darían.

***
Estábamos en una tienda del centro comercial, comprando unos cuadernos, lápices de colores, marcadores, no sé qué tanto quiere que haga si apenas se dibujar a una persona con bolitas y palitos y cuando pintaba solía salirme de la línea del margen.

Me entraron unas terribles ganas de comer, así que no me detuve y fui al siguiente pasillo donde se encontraban los dulces, cogí las gomitas de tiburones, pero luego los deje por los de ositos, segundos después tome dos funditas de gomitas de tiburones y dos de ositos.
Eric llegó a mi lado, misteriosamente.

—¿Qué tienes? —pregunté al verlo pálido como una hoja.

—Nada —negó.

Busqué con la mirada por el lugar algo que lo estuviera incomodando, hasta que lo entendí.

—¿Te estás escondiendo de aquella chica?—señalé a la hermanastra de Lluvia que se encontraba muy cerca de nosotros, ella al parecer no se había percatado de nuestra presencia.

Eric me hizo callar y salimos de la tienda, sin mis gomitas.

—¿Sabes que odio que me hagan callar? —me ignoró —Y sabes que también odio salir de la tienda sin mis dulces?

Caminamos hasta el estacionamiento y nos subimos al coche.

—Le gustas mucho, porque le huyes?... ¿Te gustan los chicos? Si es así no hay ningún problema, no soy homofóbica, tienes toda la libertad de confiar en mí.

—No soy gay —dijo confundido —solo no me gusta y no quiero que piense que me gusta.

—Aaaah, ya entiendo —hable—, recuerdo que me gustaba un niño en la escuela, creo que todos los sabían pero él me dijo que no le gustaba porque mis pecas eran horribles y eso que eran poquitas—empezaba a divagar —Bueno, el punto fue que no le hice caso y seguía intentando, poco después me dijo que tenía novia y créeme, ella si daba miedo, una vez me agarró del cabello mientras me gritaba a todo pulmón "apártate de mi hombre, pequeña zorra". Para mi corta edad fue traumante y humillante.

Ambos subimos al carro.

—TIENES RAZÓN! —exclamó —SI TENGO UNA NOVIA ENTENDERÁ QUE NO ME GUSTA.

Se detuvo con una sonrisa brillante.

—Ese no era el mensaje que quería darte sobre mi experiencia de rechazo.

Me encogí de hombros, mientras él seguía impactado ante mi relato.

—Tu vas a ser mi novia.

¿QUÉ COSA?

—NO —me negué —NOO. JAMAS, ¿ESTÁS LOCO?

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