09. Esᴛᴏ ᴇs ᴍᴜʏ "REAL"

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Mi celular vibró debajo de mi almohada, la horrible canción que estaba de tono de llamada acababa de arruinar mi siesta.

Llamada abierta.

—¿Quién es? ¿Qué quieres?.

—En media hora estoy en tu casa.

Fin de la llamada.

Reaccioné a la voz de Eric, habíamos quedado en ir al partido de bienvenida de la escuela hoy y yo seguía en pijama, solo quería dormir diez minutos que al final se convirtieron en cuatro horas.

—Dios mio, Dios mío... mierda.

Del armario tomé un vestido amarillo y una chaqueta blanca, fui al baño por una ducha, la más rápida que he tomado en toda mi vida, cuando ya estaba lista, Eric dejó un mensaje que decía que ya estaba afuera.

Bajando las escaleras, estaba mi madre y Sebastián, viendo la dama y el vagabundo, que romántico.

—Me voy.

—No llegues muy tarde, hija —mi madre me observó mientras salía de la casa.

—Hola —salude subiendo al coche —Escuché que Harley no estaría esta noche.

Eric sonrió.

—Mientes para no ir, según mis fuentes ella estará ahí y sabrá que somos novios.

—De mentiras —aclaré obvia.

—Trata de no arruinarlo, tiene que ser muy real.

—Oye, yo soy muy profesional, casi y soy actriz.

Subí los vidrios del lado de mi ventana.
Eric bajó los vidrios, y yo los volví a subir y él los volvió a bajar.

—Tengo frío, me puedo congelar y morir y te quedarás sin novia de mentira, te lo advierto.

Eric se lo pensó mucho hasta que subió los vidrios.

—¿Te molesta si voy por comida? Mi hermana me molestó mucho para que le lleve una pizza para cenar.

—¿Tu hermana Stephanie, la más conversadora, amable y nada parecida a su estupido hermano?—pregunte fingiendo inocencia.

Eric me dio una mirada de advertencia. Claro que él sabía que tendría que soportarme.

—Si, ella misma.

—Claro.

***

—Aquí tienes.

Eric sacó de la funda de papel una hamburguesa. Tomé la hamburguesa muy alegre, demasiado.

—¿Esto es para mi?—pregunte sorprendida.

—No, es para la persona que va atrás.

Mire los asientos de atrás avergonzada de no haberlo visto, pero no había nadie. Le di una mala mirada a Eric.

—Aprendes rápido —elogie y desenvolví mi comida —Gracias.

Nunca comía en el carro, mi madre no me dejaba porque después lo ensuciaba todo, claro que no se equivocó mucho, en cuanto las advertencias ya que mi cara estaba tan embarrada que me podían confundir con un payaso con resto de salsa en la cara.

—Carajo —Eric frenó de golpe, ensuciándome un poco más —Empezaré hacerle caso a mi mamá —dije muy cabreada.

En cuanto miré a Eric, este estaba muriéndose de la risa.

—Mi hermana come mejor que tú.

Siguió riendo, mientras que mi cabello estaba por toda mi cara.

—Bien, síguete riendo y conocerás mi verdadera furia—advertí.

Eric asintió y se estacionó a la orilla de la carretera.

—Dame una liga.

—Eh?

—Una liga para recogerte el cabello —explicó.

Le ofrecí mi muñeca, donde había una liga rosada.
Recogió todo mi cabello, mejor que yo. Todo esto refuerza mi teoría de que es gay.
Y el beso?
Todo el mundo puede dar un beso así.

—Gracias.

Limpié mi cara con pañitos húmedos que encontré en los asientos traseros. Para ser un chico, él era muy precavido y ordenado, casi.
Cuando llegamos a la escuela que estaba repleta de adolescentes donde mis ganas de entrar y enseñarle a Harley que no puede ir por ahí aventando batidos de chocolate a todo el mundo sin obtener su merecido castigo, pero mis ganas se fueron por donde vinieron.

—Piénsalo bien, es mejor que le digas que no le gustas, será un poco cruel pero servirá y se alejará. No olvides de aclararle que no somos novios ni nada por el estilo, muchas gracias por el aventón y la comida, hasta prontito.

Eric salió del auto, y apareció por mí lado.

—Esa no es una opción. Va a ser fácil, solo entramos, me agarras la mano y listo, todos pensaran que somos pareja. Pan comido ¿lo recuerdas?.

No tenía miedo, pereza si, miedo no.
Salí del auto y dejé mi celular en el, no lo necesitaba.

—Bueno, si insistes... Aunque no entiendo porque no le dices que no le gustas y ya, pero no, quieres venir y armar todo este drama.

—No harás que cambie de opinión. Recuerda que me lo debes por vomitar en mi mochila que aún huele raro.

Eric tomó mi mano y caminamos juntos hasta las gradas para sentarnos.

—¿Te gusta el fútbol? —pregunté para distraerme del frío que sentía.

Eric saludo a tres chicos y seguimos caminando.

—No, ¿y tú?.

—Tampoco, creo que es un juego tonto y tosco.

Dos chicas se acercaron disimulando su curiosidad.

—Hola chicos, ¿qué hacen? —preguntó una de ellas.

—Durmiendo —dije con sarcasmo olvidando que no conocía a ninguna de las dos.

—Qué graciosa es tu amiga, Eric.

—Es mi novia—soltó con mucha delicadeza, nótese el sarcasmo.

La cara de ambas chicas se desfiguraron por completo, quería tirarme al suelo de la risa pero me contuve y la señal de que el partido comenzaría interrumpió la pequeña e incómoda charla.

Me estremecí de frío.

—Dejé mi chaqueta en tu carro, ¿podemos ir por ella?—Era una excusa para huir.

Las chicas estaban super incómodas sin saber qué hacer.

—Ahora?

—Si, ahora.

—Pero el partido ya va a empezar no quiero perdérmelo—continuaba

Apreté su mano, ya sin mucha paciencia.

—Hace un instante me dijiste que no te gusta el fútbol.

—¿Eso dije? Creo que estaba muy perdido en tus bellos ojos negros que no me di cuenta en lo que decía...

Estábamos peleando con la mirada. Las chicas reían fingiendo ternura.

—Pero te dije que tengo frío.

Eric soltó mi mano para sacarse su abrigo y dármelo.

—Esto te calentará.

Acepté el abrigo de mala gana, pero al instante de usarlo, cambie de opinión. Estaba calentito, suave y esponjoso.

—Gracias, amor—dije fingiendo una voz mimada.

Las chicas aprovecharon el momento para irse.

—Tienes dos de mis abrigos favoritos, pierdelos y pagarás las consecuencias —Eric amenazó susurrando demasiado cerca de mi cara.

Ambos abrigos eran de lo más bonito de la vida, la perfección, y no estaba en mi lista de prioridades devolverlos, lo siento por él.

—Bueno, parece que está funcionando.

Sonreí porque aquellas chicas que se acercaron a saludar ya estaban en un grupo de cinco personas contándoles el chisme, supongo que no eran de fiar.

—Te lo dije—Eric sonrió de forma presumida.

—No pretendo perderlos, relájate —agregué— tampoco devolvértelos.

—Me lo imaginaba. Por esa sonrisa de felicidad cuando te presto mis suéteres—explicó.

Después de cinco minutos viendo el aburrido y nada interesante partido, me levanté hastiada.

—Ya me canse —anuncié —esto de ver partidos no es lo mío, adiós.

Lo intente pero no funcionó, culpa mía no es.

Caminé hasta la parada, buscando un taxi que me lleve, pero recordé que dejé mi celular en el auto de Eric y también mi billetera. Camine de vuelta al auto para intentar sacar mis cosas, pero ahí estaba Harley.

Lo que faltaba.

Su postura era retadora tipo "llévame la contraria y te hecho otro batido encima" pero mi postura era de "tengo lo que tú no tienes", mi sonrisa se agrandó tanto como podía.

—Hola... ¿Vienes a echarme otro batido?

Su sonrisa fue sarcástica.

—¿Necesitas otro batido encima?

Aquí vamos.
Modo: Novia orgullosa encendido.

—Mm, tal vez, a Eric le encanta verme mojada de batido en especial si es de chocolate.

Si antes parecía odiarme, ahora en este mismo instante parecía querer torturarme, matarme, sepultarme, robar mi identidad y ser la novia de Eric.

—Solo quería aprovechar la oportunidad, decir que no festejes mucho, haré que tu vida sea la más miserable y odiarás haberte entrometido en mi futura relación.

Azotó su cabello divinamente y desapareció en la oscuridad. No me gustaba la forma en la que se expresaba como si todo lo que ella quisiera fuera para ella solamente.

—Astrid, creí que te habías marchado.

Casi.

—Mi celular y billetera, están dentro.

Mire el auto y luego a él.

—Sube. Te llevaré.

—No sé si esto vaya a funcionar —se detuvo al oírme hablar.

Volteó hacia mi.

—Mírame, ¿que soy para ti? —me lo pensé un momento, pero no tenía nada para decir —Bien, no importa, pero mírame, soy un chico que se siente acosado, literalmente, hasta hace unos días me la encontraba en todos lados. No lo sé pero me sentía invadido. Te gustaría sentirte invadida?

—Bien, eso funcionó.

—¿En serio? —preguntó sorprendido.

—Sí, me dio mucha pena.

Abrí la puerta del auto, tomé mis cosas y cerré la puerta.

—¿Qué? Dije que sí. Seguiré con esto.

Eric estaba un tanto confundido.

—Eso ya lo sé, pero ¿a dónde vas?.

—A mi casa, a donde más puedo ir a las diez de la noche?—pregunté —gracias por la comida, la sudadera y todo. Nos vemos el lunes.

—Y el plan para que tu mamá crea en esta situación —nos señaló a ambos.

Cierto.

—Mira, conozco a mi madre y ella a mi. Nunca he tenido un novio, es algo nuevo para ella, pero sabe lo malo que es mi humor, cuando llegue sola va a creer que me cabree contigo, algo que hará esto más real para ella ya que siempre dice que no habrá nadie que pueda soportarme por más de dos horas.

Sé lo pensó un momento.

—Wow, eres muy calculadora, me gusta. Como sea nos vemos el lunes.

Eric subió a su carro y fue cuando me di cuenta de que no había taxis por la zona. El partido todavía no terminaba, y no tenía quién me diera el aventón a casa.

Subí al auto al instante y me puse el cinturón de seguridad.

—Pensándolo mejor puedes dejarme en la esquina de la calle, mi madre creerá que llegué sola.

Eric torció los ojos y se puso en marcha.

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