19. Sᴏʟ, ᴀʀᴇɴᴀ ʏ ᴍᴀʀ

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Estaba sentada sobre mis maletas esperando a mi queridísimo novio, quiero decir, esperando a Eric mientras conversaba por WhatsApp con Alisha.
Ella se había ido a Europa hace unos días atrás, la extrañaba, extrañaba su curiosidad por todo, la extrañaba demasiado y eso que solo habían pasado un par de días. También me había contado todo lo que le estaba pasando, que tenía 3 meses de embarazo y que probablemente en un mes más sabría el sexo del bebe, que sus abuelos eran super diferentes a sus padres y la apoyarían si no daba en adopción al bebé, a lo que ella no estaba tan segura, le había contado sobre la disputa verbal que tuve hace unos días con Harley y que fui una PERRA, le estaba contando sobre el viaje con la familia de Eric. Habían pasado tantas cosas en tan pocos días que me sorprendía que no estuviera mi nariz desangrándose por el estrés

Yo: espero y no roncar en el viaje.
11 am.

Ali: no creo que vayas a roncar, cuidado con esos gritos de placer.

Yo: ¿que gritos?... oh, ya entendí.

Ali: sería el primito de mi bebé.

Yo: No quiero pensar en eso. No conozco a su papá y si le caigo mal, mira que no le caigo muy bien a los mayores, dicen que soy mala junta.

Ali: esa no es la Astrid que conozco, no eres así de negativa. Eres la chica que dejó sin llantas el carro del innombrable. Eres lista y muy valiente. Si no le agradas pues que se vaya por un tubo. Lo suficiente es que tengas el amor y apoyo del oscuro Eric.

Yo: Solo trataba de cambiar el tema, wow funcionó muy bien. .

La llamada perdida de Stephanie era el aviso de que ya estaban afuera de mi casa.

Yo: llegaron por mi, besos.

Me despedí de mi madre y de Sebastián, pero la primera salió corriendo al baño.

—¿Esta enferma?

—De celos, normal.

Salí de mi casa con las dos maletas, en la maleta amarilla llevaba zapatos y maquillaje, aunque en realidad era por puro gusto, no suelo maquillarme y en la maleta rosada llevaba toda la ropa, solo serían dos días y una noche pero siempre hay que estar preparadas para cualquier circunstancia.

Eric se encargo de guardar mis maletas, saludé a todos, su abuela y directora de la escuela (esto era un poco raro, ya que no sabía cómo dicerle) Stephanie y Peyton.

—Pensé que venía tu papá —le susurré a Steph, la pequeña que iba en una de sus mejores galas.

—Si —dijo volteando sus ojos —pero luego nos alcanza.

Claro, llevaba meses entrando y saliendo de esa casa y nunca lo había visto, me daba la sensación de que no era muy unido con su familia, era un tema del cual nunca pregunté aunque claro que moría por hacerlo.

La señora Peyton manejaba la camioneta, que aparentaba ser nueva. La señora Felicia o la directora, como mierda le digo? Fedi. Fe de Felicia y di de directora, me parece justo. La Fedi venia adelante con Peyton. A mi izquierda venía Steph la hermana de Eric y a mi derecha Eric.

Paramos en otra casa, una que no conocía.
De la casa salía una niña de la edad de Steph.

—Kat, siéntate a mi lado —dijo Steph.

La pequeña de rizos se despidió de sus padres, saludó a todos y tomó asiento junto a Steph, empujándome más al lado de Eric.

***

—¿Llegamos? —pregunté, abriendo mis ojos.

—No, aún no, pero quieres comer —cerré de nuevo mis ojos para seguir durmiendo —¿No? No.

***

—Bajen con cuidado, van a caerse... Te lo dije —Escuché muy cerca a Peyton.

Llegamos.

—Solo fue un raspón —indicó la pequeña Steph.

Me baje de la camioneta, adormilada. El lugar era hermoso, conservador y tranquilo y demasiado hermoso, ¿ya dije hermoso?

—Wow —murmuré ensimismada en la vista.

Estaba atardeciendo, las luces blancas en las palmeras le daban un toque mágico, podíamos ver el mar, el agua reflejaba el atardecer, era fantástico.

—Es muy bonito, cierto —dijo mi acompañante.

Asentí.

—Demasiado.

Unos señores con ropa muy playera y llena de colores nos ayudaron con las maletas.
Entramos a un pequeño edificio, parecía ser recepción, era lindo y sofisticado.

—Mi nombre es Peyton, hace unas semanas hicimos reservaciones... También necesito otra habitación.

—Señorita lamento decirle que no hay mas habitaciones disponible —la rubia detrás de la computadora informó apenada.

—Astrid, está bien si compartes habitación con las niñas? —Peyton preguntó mirándome apenada y angustiada.

No la conocía mucho, pero parecía ser una buena mujer, era amable, elegante, bondadosa y tenía dos increíbles hijos.

—No hay ningún problema —accedí con una sonrisa de oreja a oreja.

Minutos más tarde.

—Bien... Se que mi hermana suele ser muy estresante, si llegas a colapsar puedes llamarme o a mi madre —miramos a Steph que ya estaba brincando en la cama —suele ser mas estresante cuando está con su amiguita.

Reí ante el comentario de Eric.

—Créeme, si llego a estresarme puede que las tire a la piscina.

Era increíble como cada cabaña poseía de su piscina privada, nuestra habitación era inmensa, suficiente para dos niñas y una adolescente.

Eric asintió pero segundos después volvió a hablar.

—¿Seguro que puedes con ellas? Una vez tuve que cuidarlas y después de una hora no me reconocía, no podía ni abrir los ojos por la pegatina de las pestañas falsas me pusieron mientras dormía.

Reí una vez más.

—¿Te las pegaron mientras dormías? —el asintió enseguida —pero tenías que cuidarlas y te quedaste dormido.

Eric iba a aceptar de nuevo, pero se detuvo, confundido.

—Si, se escucha horrible, pero créeme la situación era diferente, mis padres estaban en una fiesta y eran las cinco de mañana cuando me rendí en el sofá. Solo fui una víctima, víctima de mi hermana y su amiguita. No quieres ser una víctima más o si?

Volví a reír.

—No voy a ser la nueva víctima.

—Está bien, si te arrepientes puedes ir.

—¿A tu habitación? —lo interrumpí.

Eric enrojeció inmediatamente, lo que me causó mucha ternura.

—Lo has dicho tú.

—Adiós —le cerré la puerta en la cara a Eric y me tiré en mi cama, viendo como Steph y Kat brincaban en las suyas.

El viaje fue un poco largo, pero el lugar, el lugar lo merecia, lo merecia aunque sólo estaríamos una noche y lo que queda de mañana.

—Astrid, como te vas a vestir para la cena? —preguntó Steph —Solo tenemos dos horas para arreglarnos, tan poco.

—Tengo varias vestidos, pero no se cual usar.

El primero que saqué de la maleta era uno largo, un poco sencillo pero demostrador, no lo usaría, era lindo, pero un tanto romántico.
El segundo era unos de mis favoritos por el color, era una amarillo, corto pero un tanto voluminoso.
El tercero que no recuerdo que lo haya guardado en mi maleta, era uno más demostrador, si que lo era, era muy corto, mostraba mucho pero me gustaba el color si no fuera por los brillitos.

—Están lindos, pero no se, el lugar donde vamos a cenar es elegante, me gusta mucho el primero, te verías como una princesa.

—Si, aunque seas novia de mi futuro novio —añadió Kat —no te odio, solo te lo estoy prestando hasta que cumpla 16 en exactamente 6 años.

Wow, no sabía que la pequeña Kat era mi enemiga y fuerte contrincante. Si Kat conociera a Harley, seguramente se agarrarían de las greñas.

—Suena bien, yo le doy mantenimiento mientras tú creces en seis años más.

Ella asintió contenta.

—Está es una gran alianza —dijo estrechándome la mano.

—Ahora dejen el romance a un lado, que hoy Astrid vas a quedar como una princesa.

Ambas me mostraron sus vestidos y eran muy elegantes, mas que los míos. Así que eso influyó en lo que sería mi vestuario.

—Traes tus maquillajes? —la pregunta de Steph, hizo eco en mi cabeza, en realidad tenía miedo que me dejaran como un payasito —yo te maquillare y Kat te peinará.

***

—¿Ya puedo mirarme en el espejo? Realmente creo que pegarme estrellitas no va a funcionar.

Si, había caído en la dulces palabras de ambas niñas. Créanme tenían labia para convencerte en minutos.

—Shuuu —me calló Steph —este maquillaje lo vi en instagram, claro que le di mi toque, lo he practicado mucho en casa, no le digas a mamá que lo hago —advirtió —deja de moverte.

—¡AY! —me queje con dolor —Pequeña Kat, podrías por favor dejar de arrancarme el cabello.

—La belleza duele, es un poco difícil cuando el cabello está muy corto...Además es un pequeño pago por salir con Ericito,

Ericito.

—Ahora si —habló Steph, dejándome libre —puedes mirarte en el espejo y cuando seas millonaria pasarme un cheque de seis cifras.

Realmente acababa de ser un pequeño experimento de dos niñas de apenas 10 años.

—Algo más que necesiten las señoritas? —pregunté divertida.

Me miré en el espejo, realmente me veía bonita.

Corrección. Fui el experimento de dos niñas de 10 años que eran muy profesionales con estas cosas de belleza.

—Ustedes tienen talento —fue lo primero que dije.

Mi cabello recogido en una cola despeinada con varios cabellos suelto, habían pequeñas estrellas cerca de mis ojos, realmente se veía bonito.

—Te ves hermosa, luego te tomare una foto con Eric y la subiré en mis historias —miró la hora —Kat, es hora de alistarnos.

Ambas se alejaron para arreglarse.

—Si quieren puedo hacerle los chorritos —me ofrecí amablemente.

Amablemente fui ignorada por dos niñas.

—Tampoco tenía muchas ganas de quemarme al hacerle los choritos.

Mi celular empezó a sonar, en la pantalla estaba la foto de alisha.

—Hola —contesté la videollamada —¿que haces?

Alisha iba a decir algo pero se quedó en silencio al verme, luego sonrió alegremente.

—Uy, te ves muy linda, no sabía que te maquillaras tan bonito —fingió llorar —me siento muy fea ante usted señorita.

Me reí un poco.

—No creeras quien me arreglo —puse la cámara trasera de mi celular, mostrando a las dos loquillas que se arreglaban entre ellas —ellas hacen magia.

—¿En serio? —preguntó incrédula —Ja, ja, ja tienen más talento que nosotras dos.

—Tu lo dijiste —de nuevo puse la cámara delantera de mi celular.

—Conocí a un chico hoy, es muy lindo —Alisha habló enrojeciendo un poco —aguarda.

Una tercera persona se integró a la videollamada.

—¿Astrid, eres tu? No sabía que te tenías talentos ocultos de belleza —Luvia dijo riendo.

—Lo mismo dijo Alisha.

Otra persona se integró a la videollamada.

—Astrid, estas pasable —aceptó Madison.

Reímos.

—Si, es porque vamos a celebrar el cumpleaños de FEDI.

—¿Quién es Fedi? —Lluvia preguntó confundida.

¡Cierto!

—Es la directora, pero no sabia como decirle, por eso Fe de Felicia y Di de directora, gracias se que soy muy inteligente.

—Eso es tonto.

—Si —afirmaron Lluvia y Alisha a lo que decía Mads.

—Bien, gracias por arruinarlo —los golpes en la puerta hicieron que me levantara —esperen un momento.

Las tres conversaban entre sí mientras fui por la puerta.

—H–hola... wow, estás preciosa.

—¿Si? Pues, Stephanie tiene mucha paciencia y al parecer la única víctima aquí, fuiste tú.

—Empiezo a creer que ellas sabían lo que hacían —se refería a la goma de pestañas.

Me reía.

—Y tu...

Eric llevaba un traje color negro.

—Mi abuela me obligó a ponerme esto —señaló el traje —pero ni siquiera me ayudó con la corbata.

—¿No sabes como ponerte una corbata? —pregunté asombrada.

—Por eso venía, normalmente Steph me ayuda con esto.

—No lo haré hoy —Stephanie gritó desde donde se estaba arreglando.

Vaya, Stephanie tiene mucho talento en muchas cosas, una vez lo pensé y lo vuelvo a pensar, ella es realmente lista.

—Estas de suerte —le quite la corbata y la pasé por la camisa blanca —Solía hacerle la corbata a mi padre... Listo.

Recordé la videollamada con las chicas.

—Gracias.

Corrí y tome mi celular, aún estaban hablando.

—Tengo que irme, hablamos luego, besos para todas.

Las tres me enviaron besos y corte la llamada.

***

Entramos al restaurante, tenía las mismas vibras que el hotel.

—¿Astrid, ya dije lo hermosa que te ves? —preguntó Peyton, anonadada.

—Si, madre —habló Eric —lo has hecho como tres veces.

—Le preguntó a Astrid, te llamas Astrid, hermanito?.

Los dos hermanos se dieron esas malas miradas. Yo reía disimuladamente.
Nos sentamos en la mesa que daba una increíble vista al mar e hicimos nuestros pedidos.

—¿Papá no va a llegar? —preguntó Steph a su mamá.

—Llegará pronto —Peyton dijo sonriendo, claro tratando de ocultar otros sentimientos.

Todos cenamos tan rápido llego la comida.
La chica que había hecho nuestros pedidos traía una torta de chocolate con velas con el número 61, y empezó a cantarle el cumpleaños feliz a Felicia.
Todos le dieron un regalo, la verdad es que no sabía mucho de ella, no sabía que regalarle, pero mi madre me ayudó ya que parecía que la conocía más que yo y decía que le gustaba Paulo Coelho de Souza y unos chocolates italianos.

Me levanté y le di mi regalo.

—Feliz cumpleaños —me limite a decir.

—No tenías que hacerlo, pero muchas gracias hija.

Sonreí amablemente, pero ya no soportaba los tacones.

—Kat y yo, vamos a tomarnos muchas fotos por ahí.

Eric se levantó y salió del lugar enojado.

—Voy con él —dije antes de seguirlo —muchas gracias por la cena, estuvo deliciosa.

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