20. Cóᴍᴏ Rᴇᴄʜᴀᴢᴀʀ ᴀ Uɴ Dᴇsᴄᴏɴᴏᴄɪᴅᴏ?

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Me encontraba en la arena, quitandome los tacones, ya que alcancé a ver donde se encontraba Eric.
Caminé hacia el, estaba oscuro, casi, las luces en las palmeras alumbraba un poco, escuchaba el choque de las olas con las rocas, el viento hacía bailar mi cabello en todas direcciones.

Escuché las risas de Steph y Kat en algún lado no muy lejano.

—Es muy lindo esto —susurré con miedo de arruinar el silencio.

Me costó mucho sentarme sin que el vestido se enredara.

—¿Que tienes? Pareces distraído...ahora no vas a responderme?

Eric permanecía en silencio, solo apreciaba del atardecer.

—¿Es por tu padre? —me atreví a preguntar.

Sabía que a veces uno o quería explicar lo que sentía, yo misma había pasado por esto muchas veces.

—Nunca está en casa... Es como si no le importamos, como si no nos necesitara... Ni siquiera llegó por la abuela.

Se oía triste y melancólico.

—¿Sabes que? Que se joda tu papá, estamos en la playa, frente al mar, podemos disfrutar y olvidarnos de los problemas las siguientes 24 horas.

Me baje de la hamaca y fui directo al mar, el agua en mis pies estaba fría.

—¿Te vas a meter con lo largo de tu vestido? —me miró con gracia.

Asentí, riendo.

—Tienes que venir, el agua está tibia —mentí.

Me metí más al mar, el agua daba un poquito más arriba de mi cintura.

—Eres mentirosa está helada.

Eric se hundió, para luego aparecer por mis pies, levantarme y luego hundirme con él, le di un golpe para que me dejara salir por aire.

—Oficialmente estas muerto —anuncie con ápice de venganza.

Me tire contra él para pelear, pero el vestido se enredó en mis piernas y me hundí. Realmente era incomodo bañarse en vestido, ahora entendía los beneficios de los bikinis.

—A este paso amanece y yo sigo esperando la venganza que tanto quieres.

Abrí mi boca.

—¡Eres un descarado!

***

Los saltos en mi cama me hicieron despertar, digo si brincan en tu cama obvio te despiertas pero de mal humor.

—Astrid, ya es de mañana, vamos a bañarnos —pidió Stephanie.

Me quejé y puse las almohadas en mi cabeza para no escuchar a nadie y seguir durmiendo

—Kat, necesito refuerzos que la señorita que no quiere levantarse por quedarse hasta la una de la mañana con mi tonto hermano.

Abrí mis ojos tan rápido como pude.

—Para información de ambas, eran exactamente las 11:58 de la noche y no 12.

—Claro, pero hubieras entrado a las 11:58 si en esos dos minutos no te hubieras besado con Ericito, escuchamos todo —dijo Kat, muy segura de lo que decía.

Ambas comenzaron hacer ruidos de besos, me sentía controlada por dos niñas.

—¿Saben? Voy hacer como que no las escuché porque voy a cambiarme porque me voy al mar, mientras ustedes dos siguen imitando a dos cerditos con moquillo.

Entre al baño antes que ellas, cerrando con pestillo.
Saqué de mi maleta mi traje de baño favorito, no era un bikini, pero era un entero rojo, era sencillo pero bonito, además me sentía segura de ese tipo de olas que hacen que se te salgan las chichis. Me puse mi pantalon playero, que era super cómodo, llegaba hasta mi cintura de una manera ajustada pero ya en las piernas era suelto, intenté peinarme como me había peinado Kat pero salió horrible, agarre mucho gel y me peiné como lo hacía antes, quedo bonito, parecía que me había chupado una vaca. Una vaca muy bonita.

—Niñas, el baño es todo suyo —anuncie con malicia.

Ambas ya estaban lista, dejándome saber que mientras yo iba, ellas ya habían vuelto.

—Bueno, todas estamos listas, mejor.

Salimos de la cabaña y nos encontramos con Peyton y Felicia, ambas venían conversando.
Caminamos unos pasos, hasta que un chico se tropezó conmigo, dejando caer mi celular.
El chico lo recogió por mi, se veía que tenía dos años más que yo, era sexy.

—Disculpa mi torpeza —se excusó —pero ver a una chica tan guapa me dejó tonto.

Sonreí un poco, no ante el alago, claro que no, me refería a la capacidad de decir cosas bonitas solo para enredarme.
Casi todos los hombres eran así, solo si tenías una cara bonita y cuerpo bonito, te prometían hasta la Luna. Yo no quería la Luna, ella estaba bien en donde estaba, yo solo quería a un hombre que me ame tal y como soy.

Observé que un grupo de chicos, nos observaban curiosos.

—Tus amigos no dejan de mirar —indiqué.

—Son tontos... ¿Me darías tu numero?.

El chico era lindo, pero lo que tenía de lindo también lo tenía de tonto, no dejaba de mirar mis chichis.

¿Como lo rechazaba sin ser grosera?

Podía solo decirle que no tengo, o solo mandarlo a la mierda, difícil decisión.

Unas manos frías en mi hombros me hicieron sobresaltar.

—Mi novia no le da su número a desconocidos como tú, creo que será mejor que te des la vuelta y vayas con tus amigos, los idiotas.

Eric dejó sus brazos en mis hombros y seguimos a su familia quien estaba ya instalada en unas hamacas.

—No necesitaba que me defendieras o algo por el estilo.

—Lo sé, pero quería hacerlo.

Habían tres hamacas, Peyton y Felicia ocupaban dos de ellas, lo que significaba que solo quedaba una.

—Yo la quiero —dije y corrí por ella, pero Eric fue más veloz y se la ganó —¿sabes? No me importa, voy a tirarme encima de ti.

Me precipité y ambos nos caímos de ella.

—Gracias, tontos —se burló Kat y se acomodó en mi hamaca, que ya no era mi hamaca.

—Es tu culpa —señalé —De acuerdo, iré a bañarme, mientras tú duermes ahí.

A Kat le importo tres rebanadas de popós, ignorandome se acostó y empezó a tomarse fotos, ella y Steph eran mas activas en Instagram que yo.

Agarre la mano a Eric y lo lleve conmigo.

—¿Te dio gripe o tos? —pregunté y él negó —a mi tampoco.

El agua nos daba en las rodillas, recorde que casi morí por él y en cuanto venía la ola, lo tumbe tan fuerte que cayó en la ola, mojandose todo mientras yo salía corriendo, y digo si no me hubiera comenzado a reír como loca, no me hubiera atrapado, haciéndome caer y arrastrando mi cuerpo por la arena, intentaba aferrarme a algo pero no había nada para sostenerme.

—No por favor —rogué por mi vida —por favor ten piedad.

No me tuvo piedad y me arrastró hasta que la ola me mojó toda, digo, hasta en la nariz se me metió agua, definitivamente eso era una de las cosas más dolorosas y molestas del mundo.

—Me la vas a pagar, Eric.

Después de dos horas de jugar como niñitos, era hora de arreglarnos e irnos a casa, dos horas que fueron suficientes para dejarme totalmente roja, quemada, parecía naranja y ni hablemos del dolor.

Salimos de la cabaña con nuestras pertenecias y llegamos hasta el auto y nos embarcamos, sé que fue doloroso para todos irnos de un lugar tan hermoso y especial.
Una de las cosas que más me desquiciaron fue el hecho de que el papá de Eric y Steph nunca llegó, aún así la pasamos muy bien.

Steph golpeo mi brazo, haciendome gritar del ardor.

—Lo siento, no fue mi intención... Por cierto, mas tarde te pasaré todas las fotos que te tomé sin permiso.

Awww, ella era muy tierna, solo cuando quería.

—¿Me tomaste fotos sin permiso? —pregunté asombrada —solo espero que hayan salido bien y no con un ojo cerrado y la lengua afuera.

Eso le causó mucha gracia.

—Ya las verás.

Minutos más tarde me llegaron las fotos de Steph.
En todas las fotos salía, durmiendo con el dedo en mi boca, distraída, riendome como una tonta.

Voy a matar a esa pequeña.

La última foto, era la única que me gustaba, en ella estábamos Eric y yo.

Bien, tal vez la deje vivir unos días más.

—Esta muy linda —dije agradecida.

—Lo se. También me gustó mucho. Es mi favorita.

—Te has ganado un poco más de tiempo para vivir.

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