8. Trazas esa línea

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... y yo debo borrarla.






JiMin suspira y cruza los deditos dentro de sus bolsillos. No está del todo seguro de qué resultado espera por lo que avanza lento y mira desde lejos la hoja que el profesor Kim colgó. En ella no solo estarán las obras elegidas para la representación, además había espacios para inscribirse y, en el caso de no ser de los que dirigen, ser parte del elenco de un compañero.

JiMin no ha pensado en cuál obra se anotará, pero cuando llega al frente de la cartelera de anuncios y ve su nombre como figura principal, sonríe. Aquella sonrisa que convierte sus ojitos en dos medialunas y que trae a cierto profesor pelinegro bastante lunático.

SeokJin podría haber aullado cuando su estudiante termina de revisar aquella hoja que pegó minutos antes y hace ese gesto de peinar su cabello hacia atrás. El profesor sabe que no es un lobo, pero de seguro que haría todo eso del cuento de qué dientes más grandes tienes... porque se comería muy bien a este bailarín.

—Oh por favor. —se queja su primo y lo golpea en el brazo para que deje de mirar aquel traserito respingón que se carga JiMin—. No seas tan pervertido, hyung.

—¿Qué quieres, Joon? —SeokJin mira enfadado a su primo—. Te la has pasado todo el almuerzo advirtiendo de que deje en paz al chico y cumpla mi trabajo. Eso estoy haciendo.

NamJoon aprieta la mandíbula porque está un poco -bastante- harto de tener que estar pendiente de SeokJin. Pero le prometió a YoonGi, un colega y amigo, que hablaría con su primo para que ya no hostigue al estudiante en cuestión. Será un problema tras otro si ocurre lo que él imagina.

—Me prometiste que no harías ningún movimiento y según mis fuentes, el chico estaba nervioso de ir a tu clase por ese casi beso en la enfermería. No jodas, ahora te encuentro dándole unas miradas que... te conozco, Jin hyung, cumple tu palabra. —regaña Joon.

La notificación del celular de NamJoon le recuerda que es tiempo de ir a su clase y comienza a alejarse de su primo, pero antes de llegar muy lejos escucha que el otro le dice:

—No te olvides que soy mayor, Joonie, no tengo cinco años para que estés controlando cada uno de mis pasos. —el mayor de los Kim se despide y camina hasta donde JiMin se encuentra.

Por la mente de SeokJin rondaba una travesura que nació al oír que su estudiante había tenido tal reacción por su acercamiento. El propio Jin tuvo un tiempo difícil para quitar el remordimiento de encima, más bien: el lamento de no haber poseído en un beso rabioso esa boca hasta que se olvidara por qué tal flechazo con Park JiMin.

—¿Ha decidido ponerme a prueba, profesor Kim? —La voz de JiMin parece tranquila, pero la tensión de su cuerpo desmiente la fachada despreocupada—. ¿Quiere ver si me humillo nuevamente?

—¿De qué habla, Park? —Jin, al contrario, no disimula lo que le produce estar junto al chico y se para tan cerca que casi se podría, cualquiera que los ve, pensar que están cuchicheando. De hecho, baja el tono de voz hasta que casi es un susurro—. ¿Está asustado de mí?

—No lo estoy. —JiMin busca los ojos cafés del profesor y no pierde esa sonrisa desenfadada—. Va a arrepentirse de elegirme a mí en lugar de cualquiera de mis compañeros.

Y de nuevo, aunque el profesor está muy a gusto con la poca distancia que los separa, no puede dejar de notar ese tinte de inseguridad del bailarín. Algo en el chico de cabellos rubios parece no encajar con lo que se ve a simple vista. Park JiMin hermoso y talentoso como es, no debería estar dudando de sí mismo. No con SeokJin que no le ha contado a nadie, pero está casi seguro que de no haberse caído JiMin aquella vez que lo vio bailar él se habría declarado allí mismo su mayor fan. También lo hubiera tomado en ese escenario, pero esto era ser demasiado explícito.

Es que SeokJin no puede deshacerse del recuerdo de aquella presentación espectacular y menos de los sensuales y hasta eróticos movimientos de JiMin que se puso en la piel de un amante derrotado, pero luchador. Perfección y dinamismo, arte. Así lo aprecia.

Sin embargo, Park cayó y Kim pareció despertar del hechizo o embrujo del bailarín y con lo torpe que es el ahora profesor sólo atinó a reírse. Pero nada de gracioso tuvo, más bien, no supo qué hacer cuando todos vieron que él se ponía de pie como un resorte al predecir, por el mal ajuste de JiMin en su postura final, que el chico caería. Luego, no hizo nada por disculparse con el bailarín y prefirió que el otro creyera que en realidad se estaba burlando de él.

—No se anticipe al fracaso, hágase ese favor ¿quiere? —Jin le habla hastiado y Min se cruza de brazos y casi, casi, deja formar un puchero infantil que al profesor le hace temblar las piernas. De verdad que el docente está en problemas si su estudiante no deja de provocarlo así—. Tiene mucho tiempo para prepararse e impresionar a todos.

—¿Incluido a usted? —se atreve JiMin a preguntar.

Ésta es la faceta que SeokJin quiere ver en JiMin. El desafiante chico que no se acobarda ante un reto, incluso en este del que podría fácilmente librarse diciendo que no participaría y daría un examen escrito convencional.

Jin hace un paso más cerca, tal como en la enfermería salvo que aquí lo acorrala contra la pared y baja su rostro hasta soltar un suspiro sobre los labios rosados de JiMin. Es peligroso y ambos conocen los riesgos.

—Está alardeando pero hasta ahora no ha mostrado nada más que torpezas. —La respiración de JiMin se atasca en su garganta porque sería un hombre de cartón si puede ser inmune a la intensidad del profesor pelinegro—. Lo veré en los ensayos, Park. Espero que vaya dispuesto a impresionarme.

Cuenta hasta cinco y se va porque, de nuevo, ese brillo retador le dice a SeokJin que el bailarín no correría lejos del lobo si este decidía atacar.

«Oh, NamJoon, creo que vas a odiarme»























Nota:

Nam es el Pepe grillo que todos deberíamos tener jaja

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