Capítulo 12

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Law ya estaba sentado y cuando te acercaste te diste cuenta de que había pedido tu café favorito. Pusiste las manos en la taza, para calentarte. Hacia un poco de frío yendo con el pelo húmedo.

—¿Cómo sabías que quería esto? —preguntaste, mirándole fijamente. Te diste cuenta de que él también te estaba mirando, pero apartó rápidamente la mirada.

—Bueno, me he fijado que siempre lo pides en la universidad —contestó, serio. Te sonrojaste un poco al pensar que se fijaba en lo que te pedías—. Bebe o se enfriará.

—Sí... —murmuraste, antes de dar el primer sorbo. Notar su mirada en ti te ponía algo nerviosa.

—¿Qué tal la picadura? —preguntó, sin dejar de mirarte.

—Está mejor. Gracias por curarme anoche... —contestaste, mientras sonreías levemente.

—Fue un placer —dijo él, sonriendo de lado. Apartaste la mirada. Para ti también fue un placer sentir su mano sobre tu piel. ¡No debías pensar esas cosas delante de él!

Poco después empezaron a bajar el resto de alumnos. Chopper se sentó en la misma mesa que ellos y pidió algo para desayunar. Marco también se sentó allí. Notabas como la mirada de Samanta se clavaba en ti. Miraste hacia ella disimuladamente y viste que estaba cuchicheando algo con sus amigas. Pero te daba igual, ya que sabías que te tenía envidia por pasar más tiempo con Law que ella.

El resto del día pasó rápido. Acabasteis de visitar la parte que les quedaba del hospital y, cuando os disteis cuenta, ya estabais otra vez en el autobús de regreso a la ciudad. Había sido una experiencia muy interesante. Estabas realmente agradecida por haber tenido la oportunidad de visitar el mejor hospital de todo el país. Por suerte, el día continuó bien y no hubo ningún problema en el trabajo. Fue una noche bastante tranquila. Cuando llegaste a casa te pusiste el pijama y caíste dormida enseguida.

El sábado por la tarde, mientras estabas acabando de pasar a limpio unos apuntes, escuchaste que tú móvil sonaba. Encendiste la pantalla y viste que estaban hablando por el grupo de los "Mugiwaras".

Nami: Hemos estado hablando Robin y yo. ¿Qué os parece ir a la discoteca esta noche?

Lyffy: ¡Sí, fiesta! Shishishi

Zoro: Yo voy donde sea que haya bebida.

Sanji: ¡Chicas guapas! Me apunto.

Chopper: Yo soy menor de edad, no me dejarán entrar.

Tú: Yo aún no tengo los 18 tampoco...

Robin: Tranquila, (TN), contigo podemos hacer algo. Con Chopper ya es más difícil.

Habíais quedado a las once en un bar que estaba cerca de la discoteca para tomaros unas cervezas antes de entrar. Cuando bajaste del autobús viste a las chicas a lo lejos, en frente de la puerta del bar. Te habías puesto los pantalones negros ajustados y bajo del jersey gris y la americana, llevabas un top, también de color negro. En los pies llevabas unos botines con un poco de tacón. Nami te había aconsejado que te maquillaras pero no te gustaba hacerlo.

—Hola chicas —saludaste cuando llegaste a la puerta. Te recibieron con una sonrisa.

—No te has maquillado al final. No sigues mis consejos —comentó Nami, regañándote de broma. Te encogiste de hombros.

Poco a poco fueron llegando los chicos. Iban más arreglados de lo normal. Estabas hablando con Nami cuando te diste cuenta que, el profesor Law, estaba plantado a vuestro lado. Te quedaste mirándolo sorprendida. ¿Qué hacia el aquí? Llevaba sus típicos vaqueros, pero se había puesto una camiseta negra y una chaqueta bastante elegante encima.

—Como os comenté, le dije a Law que podía venir con nosotros algún fin de semana —explicó Robin. Bueno, a ti no te lo había comentado.

—Sí. Hoy tenía día libre así que he decidido venir —explicó, con su expresión seria.

—Ah, genial. Un nuevo amigo. Encantado, Torao. Soy Luffy —se presentó el chico, sonriendo.

—Es Trafalgar Law- le corrigió el profesor, mientras fruncía el ceño.

—Sí, eso Torao —repitió Luffy, con su gran sonrisa. Law chasqueó la lengua.

—No es muy bueno con los nombres —le explicó Robin, sonriendo.

Estuvisteis un buen rato en el bar. Tu solo bebiste una cerveza, pero la mesa estaba a rebosar. ¿Cómo podían beber tanto? Law no había participado mucho en le conversación. Había contestado brevemente a varias preguntas que le habían hecho. Tú tampoco habías participado mucho. No podías evitar mirar a tu profesor de vez en cuando. Parecías una cría estúpida. Robin y Nami se habían dado cuenta. Por suerte, poco después de que Zoro se bebiera la última cerveza, os pusisteis camino a la discoteca.

(Narra Law...)

Estaba siendo una velada bastante extraña. Por una parte estar rodeado de gente me distraía de mis pensamientos nostálgicos. Por la otra, alguno de esos individuos conseguía sacarme de mis casillas. El tal Luffy era uno de ellos. ¿Cuántas veces tendría que repetirle mi nombre? Sanji, el pervertido que no paraba de acercarse a cada chica con la que nos cruzábamos. Bueno y a sus amigas... Increíble.

Cuando llegamos a la discoteca, lo primero que hicimos fue dejar las chaquetas en el guardarropa. No pude evitar fijarme en (TN), ese top corto y ceñido y los pantalones ajustados le quedaban realmente bien.

—¡Sanji! ¡Sanji! —exclamaban el narizón y Franky, a la vez. Me giré y vi al pervertido tirado en el suelo y sangrando por la nariz.

—¡Torao! Ayúdale, tu eres doctor —dijo Luffy, estirándome del brazo. Fruncí el ceño. ¿Iban a hacer estupideces toda la noche?

—Dejad que se desangre y nos libramos de él —dijo tranquilamente, Zoro, el tipo del pelo verde. No le faltaba razón.

—¡Cállate, marimo de mierda! Ni pienses que voy a dejar a mis chicas solas —exclamó el rubio enfadado, levantándose de repente y acercándose a Zoro. Nami les dio a los dos un buen puñetazo.

—Tengamos una noche tranquila —dijo enfadada, mientras cogía a Robin y a (TN) de un brazo para llevarlas a la barra.

Era un grupo realmente extraño. Enseguida seguí al resto hacia la barra. No me apetecía beber alcohol, así que decidí pedirme un refresco. Las chicas fueron las primeras en acercarse a la multitud para bailar, seguidas por Sanji. Luffy, Ussop y Franky enseguida se acercaron para bailar haciendo el tonto. Yo me quedé en la barra. Al parecer el peliverde era tan fiestero como yo. Se quedó en la barra con un tanque de cerveza.

Me gustaba observar a (TN). Se notaba que las otras dos tenían más experiencia en el mundo de la noche, en cambio ella se balanceaba tímidamente mientras daba sorbos a su bebida. Cada vez que algún chico se acercaba a ellas, Sanji se acercaba a espantarlo o Nami se encargaba de alejarlos.

Ya llevábamos dos horas en aquel sitio. No entendía que le encontraban de divertido. Zoro se había animado y se había acercado al resto. De repente vi como Nami y Robin acercaban a (TN) a la barra. Parecía que estaba mareada. Me acerqué a hasta ellas.

—¿Qué pasa? ¿Ha bebido demasiado? —pregunté, mientras le agarraba la barbilla para examinar bien su cara. Tenía las pupilas dilatadas y las mejillas bastante rojas.

—¡No! Solo ha bebido una copa —explicó Nami, confusa. Parecía realmente preocupada por su amiga. Robin acercó una silla y ayudamos a (TN) a sentarse.

—(TN)-ya... ¿Cómo te sientes? —pregunté, mientras seguía observándola. Parecía que le costaba hablar.

—Agua... —murmuró. Robin enseguida se acercó al camarero para pedirle una botella de agua.

—Estoy seguro de que le han puesto algún tipo de droga en el vaso —le comenté a Robin, mientras Nami ayudaba a beber a (TN)—. De hecho, creo que se cuál es. Lo mejor será llevarla a casa. El efecto habrá pasado mañana.

—¿Has bebido? —preguntó Robin. Negué con la cabeza—. ¿Podrías llevarla a casa?

—Claro. No hay problema —contesté.

Por suerte, el resto se enteró de lo que estaba pasando justo cuando nos íbamos, así que no pudieron agobiar mucho. Mientras, Robin les explicaba cogí en brazos a (TN) y me acerqué hacia la salida, seguido por Nami y Sanji. Mi coche estaba cerca del bar donde habíamos empezado la noche. Le senté en el asiento del copiloto y le puse el cinturón. Mientras yo entraba en el coche, Nami y Sanji se despedían de ella.

—Cuídala bien, por favor —me pidió Nami, seria. Asentí con la cabeza.

—Ni se te ocurra aprovecharte de ella —dijo el pervertido, con una mirada asesina.

—¡Claro que no! —exclamé, frunciendo el ceño. ¿Qué se había pensado este tío?

En menos de diez minutos llegamos a su portal. Había sitio cerca, así que aparqué allí. Antes de salir del coche busqué las llaves en su chaqueta. Le ayudé a salir del coche y le cogí del brazo para que llegara hasta el portal... Estaba claro que debía llevarla hasta arriba y asegurarme de que se metía en la cama.

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