Capítulo 18

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Cuando saliste del portal, enseguida viste el coche negro de Law. Estaba aparcado en doble fila, así que te acercaste rápidamente. Le explicaste como ir a casa de Nami y enseguida os pusisteis en camino. No tardasteis mucho en llegar.

—Buenas noches —dijo la pelinaranja, mientras os abría la puerta. Os miró y sonrió pícaramente—. Vaya, habéis venido juntitos.

—Hola a todos —dijiste, mientras entrabas, pasando de su comentario. Law tampoco hizo caso. De hecho, le miró frunciendo el ceño.

Luffy, Zoro, Ussop y Franky ya estaban allí. Te sentaste en una de las sillas que había libres cerca del sofá. Estaban viendo la gala de fin de año en la televisión. Law también se sentó en una de las sillas, pero no a la que estaba cerca de ti, si no al otro lado del sofá. ¿Le habría molestado el comentario de Nami?

Poco a poco empezó a llegar el resto de los mugiwaras. Cuando el grupo estuvo completo os sentasteis. Sanji fue sacando los diferentes platos que había acabado de preparar. Toda la comida olía genial y tenía muy buena pinta.

—Primero que se sirvan las señoritas. Lo que sobre para nosotros —comentó Sanji, mientras se sentaba en su silla.

—¿Y eso por qué, maldito pervertido? —se quejó Zoro.

—¡Cállate y aprende a ser un buen caballero, idiota! —gritó Sanji, enfadado. Ya empezaban otra vez.

—¡No me digas lo que tengo que hacer! —gritó Zoro, girándose hacia él.

—¡Callaos los dos! —gritó Nami, que estaba sentada en medio de ellos, dándole un golpe a cada uno- Tengamos una cena tranquila.

—¡Tus deseos son órdenes Nami-swan! Me esforzaré —dijo Sanji, con corazones en los ojos. Zoro solo bufó.

—¡Eh, Torao! ¿No bebes sake? —preguntó Luffy, mientras intentaba robar un trozo de carne del plato de Usopp. Este le pinchó con el tenedor.

—Me llamo Law. Y no, tengo que volver en coche —contestó él. Intentaba guardar la calma, pero se notaba que Luffy le ponía algo nervioso.

—Yo no puedo beber. Mis hermanos me lo han prohibido porque el otro día no me sentó muy bien —comentó, sonriendo—. ¡Sanji, saca más comida!

—No seas maleducado. Cuando todos acaben sacaré el segundo plato —dijo el pervertido.

El resto de la cena pasó bastante rápido. Tus amigos eran muy divertidos y Law había acabado participando en las conversaciones, aunque no mucho. Habías bebido tres copas de sake y estabas notando los efectos del alcohol. En la televisión sonaban canciones. Poco a poco los mugiwaras se fueron levantando y se pusieron a bailar en el salón. Fuiste a recoger tu plato para entrarlo a la cocina, pero Sanji te frenó.

—Por favor, (TN)-chan, no ensucies tus manos haciendo esto. Yo recogeré todo. Ve a divertirte —dijo, mientras ponía su mano sobre la tuya.

—Gracias, Sanji —le agradeciste, mientras ponías tu otra mano sobre la suya. De repente apareció de nuevo su personalidad pervertida.

—¡Tus manos son tan suaves! ¡Recogeré todos los platos del mundo si así recibo tus caricias! —exclamó, como un loco, mientras hacía un baile extraño.

—Vamos con el resto —dijo Law, mientras te cogía del brazo y te estiraba hacia el salón.

Estuvisteis bailando y cantando durante una hora. Te lo estabas pasando realmente bien, pero te estaba empezando a entrar sueño. Estos días te estabas levantando pronto para estudiar y no podías dormir muy bien por los nervios. Te dejaste caer en el sofá, al lado de Law, que llevaba ahí sentado desde que habíais acabado de cenar. Apoyaste tu cabeza en su hombro y cerraste los ojos.

—¿Tienes sueño? —preguntó, sin moverse. Asentiste con la cabeza—. Te acercaré hasta tu casa y me iré yo también a dormir.

—¿Seguro que no quieres quedarte? Puedo volver en taxi —dijiste, mientras te separabas un poco de él.

—No. También estoy cansado —contestó, mientras se levantaba del sofá.

(Narra Law...)

Después de despedirnos de todos, por fin estábamos de camino al coche. Nos había costado irnos, ya que todos querían que nos quedáramos. Me sentía extraño cuando estaba con ellos. No es que lo pasara mal, pero conseguían estresarme algunas veces. A pesar de todo, eran buena gente.

(TN) estaba borracha. Iba bailando y dando vueltas mientras caminábamos hasta el coche. Se reía y tenía las mejillas rojas por el alcohol. Era adorable. De camino a su casa se quedó medio dormida en el asiento del copiloto. Aparqué en doble fila y decidí acompañarla hasta arriba. Quería asegurarme de que llegaba hasta su cama.

—¿Te vas a quedar a dormir conmigo? —preguntó, mientras entraba detrás de ella en la habitación.

—No, solo voy a esperar hasta que te acuestes y me iré —respondí. Se me quedaba a dormir con ella no podría aguantar mis ganas de hacerle mía. Ya había sido una mala idea subir, pero no le iba a dejar sola.

—Ah, vaya... —murmuró. Parecía algo desanimada. ¿Quería que me quedara? No. No debía hacerlo, y menos si ella estaba en estas condiciones. Empezó a quitarse la ropa para ponerse el pijama.

—No debes ponerte el pijama delante de un chico —comenté, mientras le daba la espalda. Aunque tuve que ponérselo una vez. ¿Por qué pensaba ahora en eso? Debía quitarme esas imágenes de mi cabeza.

—Tú puedes mirar... —dijo. Noté que el corazón me latía más rápido. Definitivamente, el diablo me estaba tentando. Escuché que se tumbaba en la cama y me giré. Me miraba fijamente—. ¿Me arropas?

Dudé durante unos segundos. No quería estar demasiado cerca de ella, pero bueno, solo era taparle con la manta. Podía controlarme. Lo había hecho hasta hoy. Me acerqué hasta a ella para hacerlo. Antes de que me apartará me cogió de la muñeca. Me encontré con sus ojos mirándome fijamente.

—¿Me quieres comer? —preguntó, sin dejar de mirarme. Sus mejillas seguían sonrojadas. Me quedé en silencio. No iba a contestarle que quería hacerle de todo.

—Estás borracha. Mañana hablamos. Buenas noches (TN)-ya... —me despedí, sonriendo de lado, mientras le daba un beso en la frente. Ella cerró los ojos enseguida.

Estuve todo el trayecto del coche pensando en qué hacer con (TN). Lo había decidido. Cuando pasaran los exámenes le comentaría lo que sentía por ella. No quería marearle ahora con ese tema, ya que debía esforzarse por mantener la beca.

(Narrador externo...)

Cuando te levantaste a la mañana siguiente sentías que tu cabeza iba a explotar. Maldita resaca. Te levantaste y te dirigiste a la cocina lentamente para beber algo de agua. Después, cogiste un paquete de papas y encendiste la televisión. Era casi la hora de comer y no habías hecho nada, así que te pasarías la tarde estudiando.

Te pusiste a pensar en la noche de ayer. Te lo habías pasado genial y, encima, Law te había acompañado hasta tu casa... ¡Un momento! Tus mejillas empezaron a arder al recordar las cosas que le dijiste anoche. ¡Le habías dicho que podía mirar mientras te quitabas la ropa! No podías volver a beber con él delante. ¿Cómo podías decir esas cosas en voz alta? Cogiste el móvil y abriste su chat. ¿Debías decirle algo?

Tú: Law...Perdón por las cosas que dije ayer. No debería haber dicho nada de eso.

Law: Tranquila, (TN)-ya. Ibas borracha. La gente dice cosas que no quiere cuando bebe.

Tú: ¿No estás enfadado?

Law: Claro que no. No te preocupes por eso. Ahora concéntrate en estudiar, solo quedan seis días para los exámenes.

Tú: Sí, vale. Tienes razón.

Law: Mucho ánimo. Lo vas a hacer genial, por algo eres mi alumna favorita.

: Muchas gracias J Voy a dejar el móvil y me pongo en serio. Nos vemos.

Eras su alumna favorita. No habías podido evitar sonreír cuando lo leíste. Sacudiste la cabeza. Basta de tonterías. Debías concentrarte.

(Dos semanas después, mediados de enero...)

—¡Por fin! ¡Último examen entregado! —exclamaste, mientras Chopper y tú chocabais las manos. Habíais sido los últimos en entregarlo. En todos os habíais quedado hasta el final.

—Bien, chicos. Ahora a disfrutar unos días hasta que volvamos a empezar materia —comentó Marco, sonriendo desde su mesa. Law se había tenido que ir a mitad de la clase, así que él se había quedado vigilando—. ¿Podéis dejar los exámenes en el despacho de Law?

—(TN), ¿los puedes dejar tú? Tengo que ir al baño —te susurró Chopper, acercándose a ti. Asentiste y te acercaste a la mesa para cogerlos.

Caminabas hacia el despacho mientras sonreías y tarareabas. No podías creer que por fin hubiera pasado la semana de exámenes. Tus primeros exámenes de la universidad. ¡Querías saber ya las notas! Aunque tenías un buen presentimiento. Llamaste a la puerta antes de entrar.

—Hola, profesor Law. Traigo los exámenes —dijiste, mientras caminabas hacia dónde estaba. Él se levantó para cogerlos y dejarlos encima de la mesa.

—Gracias por traerlos, (TN)-ya... —comentó, mientras te cogía un mechón de pelo. Estaba muy cerca de ti. Notabas que tus mejillas se calentaban. No os habíais visto a solas desde fin de año—. ¿Sabes? Creo que te mereces un premio por haberte esforzado tanto.

—¿Un... premio? —murmuraste.

—Sí... —susurró, mientras te acariciaba la mejilla. Tus piernas empezaron a temblar. Diste un paso hacia atrás.

—Pero creo el premio me lo deberías dar cuando me den las notas. Aún no se lo que he sacado —dijiste, intentando ganar tiempo. ¿A qué premio se refería? No podías evitar malpensar.

—Como quieras —dijo él sonriendo de lado—. Ve pensando que quieres de premio.

—¿Puede ser lo que yo quiera? —preguntaste, algo avergonzada. El asintió, mientras te miraba fijamente con esos profundos ojos grises. Lo que tú quisieras, vaya—. Bien, pues ya lo hablaremos.

Te despediste y saliste rápidamente del despacho. Estabas acalorada. No podías estar imaginándote todas esas cosas... ¿Puede que sí le gustaras? Cuando llegaste a la cafetería, los mugiwaras estaban allí sentados. También estaban Ace y Sabo. Nami te hizo una señal para que te sentaras a su lado.

—¡Por fin libres! Mañana debemos celebrarlo como toca —comentó la pelinaranja, emocionada.

—(TN), ahora que han acabado los exámenes... Me gustaría decirte algo —dijo Ace, de repente.

Te quedaste algo sorprendida. Nami y Robin también observaban al pecoso, interesadas. ¿Qué tendría que decirte?

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