Capítulo 25

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—Ya está bien de tonterías- se escuchó desde la puerta. La voz de Law era inconfundible. Las dos mirasteis hacia allí. Samanta fue a decir algo, pero él le interrumpió—. No me cuentes tonterías, lo he visto todo desde el principio.

Ella apretó los puños con rabia. Iba a decir algo otra vez, pero sacudió la cabeza y se fue rápidamente de la clase. Quedaban cinco minutos para que acabara el descanso, Law habría venido antes para preparar las cosas. Cerró la puerta y se acercó hacia ti.

—Me parece muy bien que te estés informando. Eres aplicada para todo —comentó, sonriendo de lado, mientras dejaba los libros encima de su mesa.

—Sí... —murmuraste. De repente, Law te cogió por la cintura y te sentó en la mesa, poniéndose entre tus piernas. Miraste hacia la puerta, algo nerviosa. Notaste que enredaba las manos en tu pelo y pegaba sus labios a tu oreja.

—Pero te has equivocado en algo —susurró. Sentías escalofríos mientras sus labios te rozaban cuando hablaba—. Has dicho que no soy de nadie, pero soy todo para ti.

No pudiste decir nada porque enseguida se acercó a tus labios y te dio un húmedo beso. Notabas que tus mejillas ardían. Te estiró suavemente de los brazos para ayudarte a bajar y se sentó en la mesa para organizar sus cosas. Poco después se abrió la puerta y empezaron a entrar estudiantes. Te sentaste rápidamente en tu silla.

—¿Estás bien, (TN)? —preguntó Chopper, algo preocupado. Puso una de sus manos en tu frente—. Parece que tengas fiebre. Estás ardiendo.

—Sí, tranquilo —contestaste, con una risa nerviosa. Law miraba la escena de reojo, parecía divertido.

[•••]

Los días siguientes pasaron rápido y enseguida llegó el viernes. Estabas en el bar, preparándote. Esa noche os tocaba vestiros de conejitas. El disfraz consistía en una camisa, corta y pequeña de color blanco y una minifalda, extremadamente corta, de color rosa. En la cabeza llevabais una diadema con orejas de conejo y, en los pies, unas deportivas blancas.

—He mirado la lista de reservas- comentó Perona, mientras acababa de ponerse las zapatillas—. Vienen los profesores de la universidad. Puede que venga también tu chico.

—Shh... No lo digas muy alto —susurraste, mirando hacia los lados—. Recuerda que solo lo sabes tú. Podemos tener problemas.

—Tranquila, tu secreto está a salvo —dijo, guiñándome un ojo—. ¿Quieres quedarte tu esa mesa?

—Vale, está bien —contestaste, mientras te echabas un último vistazo en el espejo.

—Voy a apuntarnos una mesa a cada una. Nos vemos fuera —dijo, Perona, antes de salir por la puerta.

Esa noche solo eráis tres camareras y la jefa. Cuando saliste a la barra ellas ya estaban preparando las cosas, así que te pusiste a ayudar. La primera media hora fue tranquila. Solo se llenaron dos mesas para tomar unas cervezas. Más tarde llegaron los tres grupos grandes que tenían mesa reservada.

Miraste hacia la puerta y viste entrar a los profesores. Los primeros entrar fueron Doflamingo y Teach, los que peor te caían, sobre todo el primero. Detrás de ellos iban Mihawk y Hancock, también eran coordinadores, igual que Doflamingo. Después de ellos entraron el resto. Estaban Marco, Hiluluk, Kureha... ¡Vaya! ¡Robin también había ido esta vez! Iba hablando con Law. Te sonrojaste un poco al verle. Llevaba unos vaqueros, una camiseta amarilla y una chaqueta vaquera con las mangas grises y capucha. Robin te saludó sonriendo dulcemente y Law te sonrió de lado.

Te tocaba atender esa mesa, así que cogiste la libreta para apuntar los pedidos y te acercaste. En una de las esquinas estaba Law y, en la otra, en frente de él, estaba Doflamingo.

—Buenas noches, ¿qué desean pedir? —preguntaste, educadamente, elevando un poco la voz.

Primero tomaste nota de las bebidas. Todos pidieron cerveza, menos Robin y Law, que pidieron agua. Hubo un poco de jaleo para pedir los entrantes y los platos principales, pero al final se aclararon. Te acercaste a la ventanilla de la cocina para dejar la nota de los platos y, después, fuiste rápidamente a por las bebidas.

Un rato más tarde, ya habías sacado los entrantes. Todo tenía muy buena pinta. ¿Por qué no podías dejar nunca de tener hambre? El cocinero te hizo una señal y te acercaste a por los platos que iba dejando.

—Oye, preciosa. ¿Me traes otra cerveza? —te preguntó Doflamingo, mientras te miraba descaradamente con esa maldita sonrisa.

—Sí, enseguida —contestaste, mientras te girabas.

Todo pasó muy rápido. Notaste una cachetada en el culo y de repente un brazo te rodeó la cintura. Te estiró y caíste sentada en las piernas de Doflamingo. Acercó su cara a la tuya y te dio un beso en la mejilla.

—¡Suéltame! —gritaste, nerviosa, mientras forcejeabas. Él empezó a reírse.

—¡Déjala tranquila! —gritaron, las tres mujeres de la mesa, levantándose de las sillas.

—¡Suéltala, bastardo! —gritó Law, cabreado. Él fue más rápido que ellas y llegó primero hasta ti. Te estiró del brazo y Doflamingo dejó de hacer fuerza.

—Joder, no os pongáis así... —se defendió, sin quitar su sonrisa. Shakky se acercó rápidamente—. Trabaja aquí, tampoco es para tanto.

—Sabes perfectamente las normas del bar —comentó Shakky, enfadada. Se giró hacía a ti. Estabas muy nerviosa. Incluso te notabas mareada—. (TN), puedes irte a casa si quieres. Yo me encargo de tus mesas.

—No... Solo necesito ir un momento al baño... Estoy un poco mareada —murmuraste, mientras te soltabas de Law y empezabas a caminar.

Aceleraste el paso. Estabas a punto de llorar y no querías que nadie te viera. Cerraste la puerta de golpe y se sentaste, apoyando la espalda contra la pared. Te llevaste las manos a la cara mientras las lágrimas empezaban a caer por tus mejillas.

(Narra Law...)

—Law, tranquilízate... —me susurró Robin, poniendo una mano en mi hombro.

—¿Por qué te pones así, Law? ¿La quieres solo para ti? —preguntó ese maldito bastardo.

—¡Cállate! Eres un maldito cerdo —gritó Kureha, bastante enfadada. Doflamingo le miró, serio—. Si vuelves a tocarle un pelo tendremos que comentárselo a los directores. Bueno, al resto de directores, porque a Teach no creo que le haya sorprendido tu actitud.

—¡Sois unos exagerados! —exclamó Teach, quitándole importancia al asunto. Todos le miraron mal. ¡Menudo director! ¿Cómo habían podido contar con un tipo así para fundar la universidad?

—Deberías ir a verla —me dijo Robin. Asentí.

Me puse en marcha hacia el baño mientras ellos continuaban la discusión. Si no me iba de ahí mataría a Doflamingo con mis propias manos. Estoy seguro de que sospechaba algo de mi relación con (TN), pero no iba a quedarme de brazos cruzados. Cuando abrí la puerta ella estaba secándose la cara con la toalla. Tenía los ojos un poco rojos. Acababa de llorar.

—¡Law! —exclamó, antes de lanzarse sobre mí. Me rodeó con sus brazos y apoyó su cabeza en mi pecho—. Yo... Yo solo quiero que me toques tú...

—(TN)-ya...—murmuré. Acerqué las manos a su cara y le cogí de las mejillas para darle un suave beso en los labios. Después le limpié las lágrimas, ya que se había puesto a llorar otra vez- Vámonos. Te llevo a casa.

—No hace falta... —murmuró, mientras se sorbía los mocos.

—No vas a trabajar así. Tu jefa ha dicho que podías irte —dije, en tono autoritario. Si se quedaba allí se iba a estresar y no sería bueno para su salud.

Le cogí de la mano y le obligué a salir del baño. No se opuso y caminó detrás de mí. Cuando llegamos fuera parecía que todo se había calmado. Todos se giraron hacia nosotros. (TN) estaba medio escondida detrás de mí.

—Voy a acompañarla a casa. No está en condiciones de seguir trabajando esta noche —dije, mirando a su jefa. Esa tal Shakky.

—Está bien. No te preocupes, (TN). Nosotras nos encargamos de todo. Ve a descansar —dijo Shakky, mientras se acercaba a ella para acariciarle la cabeza.

—Si hablarais con los directores debería ser sobre Law, no sobre mí —masculló Doflamingo, mientras caminábamos hacia la puerta.

—¡Cállate la boca! —grité, antes de salir. Dentro volvió a comenzar la discusión. Ya me daba todo igual. Solo quería sacar a (TN) de allí.

No había cogido el coche, ya que mi casa estaba bastante cerca del bar. Por suerte, la suya también. Caminábamos despacio. Tenía un brazo alrededor de los hombros de (TN) para darle calor. Nos habíamos ido tan rápido que no le había dado tiempo de quitarse el disfraz y ponerse su ropa normal.

Unos minutos después ya estábamos entrando en su piso. Ella entró primero. Cerré la puerta detrás de mí y le acompañé hasta la habitación. Ese disfraz le quedaba realmente bien. Me sentía mal por fijarme en eso después de todo lo que había pasado, pero era la verdad.

—Law...- susurro, todavía de pie. Le miré esperando a que continuara—. ¿Puedes quedarte esta noche?

—Sí, claro —contesté, rápidamente. No quería dejarle sola después del incidente.

—Y... —murmuró, mientras sus mejillas se sonrojaban levemente—. ¿Me darás mi último premio?

—¿Estás segura de que quieres hacerlo? —pregunté. No es que no tuviera ganas, pero quería comprobar que estaba segura y preparada.

—¡Sí! —exclamó, volviéndome a mirar a los ojos—. Quiero ser tuya, ¡ya!

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