CAPITULO 42

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Confundido

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El tiempo se detuvo. Frente a mis ojos estaba la persona que había enredado mi presente y hacía cada vez más difícil el poder continuar.

La vida es muy impredecible, se compone de giros y vueltas inesperadas, nunca sabemos lo que nos sucederá. La calma absoluta nunca fue la ley del océano. Lo mismo ocurre en el océano de la vida, jamás podremos tener el control de sus leyes, solo tenemos que aprender a fluir con lo inesperado.

Pese a todo, ella realmente estaba hermosa, su vestido carmesí; aunque, con un tono naranja debido a la iluminación del alumbrado público de la calle; destacaba aquella silueta que había robado la atención de muchos aquella noche.

Alyssa saldría en cualquier momento, está vez no había manera de evitar que se encontrara con Iraís. Lo que estaba por ocurrir era prácticamente inminente.

Por mi mente se pasaron todas las probabilidades que podrían ocurrir tras concretarse ese momento y sin importar cuantas probabilidades imaginara, siempre terminaba mal.

Talvez me lo merecía, una y otra vez se repetía en mi cabeza, "Debí haber sido más claro", pero, ya era muy tarde. No podía cambiar lo que ya estaba hecho. Desearía que todo esto solo fuera una horrible pesadilla y que al abrir los ojos todo sea diferente.

Sin embargo, soy consciente que con cerrar los ojos no iba a cambiar nada. Nada iba a desaparecer simplemente por no ver lo que estaba pasando. De hecho, las cosas suelen ser mucho peor al abrirlos. Cerrar los ojos y taparse los oídos no va a hacer que el tiempo se detenga, ni mucho menos que lo ocurrido sea diferente. Solo los cobardes cierran los ojos, ignorando así el producto de sus acciones.

Tenía que afrontar las consecuencias de mi acto. Entender que la vida no está sucediendo, la vida me está respondiendo. Si he llegado a este punto, ha sido por mis propias decisiones, y tenía que aceptarlo, después de todo, la aceptación de lo que nos sucede es el primer paso para superar las consecuencias de lo ocurrido. No hay otra manera.

— Hola...

Iraís decidió romper el silencio, había cierta inseguridad en su voz. Con apenas cuatro letras sentí que atravesó mi alma doblegándome y dejando casi indefenso.

Hacía mucho que no la escuchaba. Aquello hizo que mi corazón se descontrolara. Era consciente del momento en el que estaba. En cualquier momento Alyssa saldría y vería a Iraís. Llevándola a sacar una conclusión errónea, para luego, probablemente irse y así perderla. No quería lastimarla. La vida se me escapaba de las manos a cada segundo que pasaba. Nunca imaginé estar en una situación así.

Calmé mi respiración y ocultando mis emociones del momento respondí el saludo.

— Hola...

— Al final saliste... —Guardó silencio un momento sin desviar su mirada de mí—, pero, al parecer, no fue para verme— Añadió con cierta pena en sus palabras.

—Pensé ya te habías ido.

—¿Estabas esperando que me fuera para salir?

— La verdad. Sí. No puedo siquiera mirarte a los ojos.

— ¿Dónde quedó tu seguridad Andrés? No recordaba que tu voz fuera tan temblorosa.

— No me siento cómodo con lo sucedido.

— ¿Enserio?

— Sé que no me creerás, aunque tratará de demostrarlo.

— Pensé eras diferente Andrés. Si ya había alguien más, ¿Por qué nunca lo mencionaste?, ¿Por qué no fuiste claro?

— No dejo de preguntarme lo mismo.

— ¿Que querías lograr?

— Jamás pensé que pasaría esto.

— ¿Que me llegara a enterar?

— Que pudieras sentir algo.

— ¿No esperabas eso?

— Iraís, tú tenías una relación. Un sentimiento más allá que la amistad entre nosotros era prácticamente imposible. No pensé llegarías a terminar con él. Si lo hubiera sabido las cosas hubieran sido diferentes.

— ¿Entonces la culpa es mía?

— No. De ambos.

— ¿Realmente ella es tan importante?

— Lo suficiente como para no dejarla plantada está noche—Guardé silencio unos segundos, tomé un poco de aire y añadí—. Iraís... de verdad, lo siento. Jamás imaginé que podría pasar esto. Te juro que jamás quise hacerte daño. Es cierto, tal vez, al inicio hubo cierta conexión, pero, el tiempo se encargó de deshacerla. Esa conexión y complicidad entre dos personas se fortalecen con los momentos vividos, momentos que después de aquella noche, solo viví con Alyssa. No sé qué es lo que pueda pasar en el futuro, no sé si seguiré formando parte de su vida. Pero, sin importar lo que nos depare la vida a ambos, quiero quedarme a su lado. No espero puedas entenderme. Estás en todo tu derecho de odiarme. Pero, solo quiero que entiendas que jamás tuve la intención de lastimarte. Estoy dispuesto a cargar con la culpa por el resto de mi vida si es necesario.

Sentía un nudo en el estómago, mi respiración se hacía cada vez más pesada.

—No me iré— Añadió—. Si Alyssa realmente vive allí, creo que ya me vio.

—Sí, probablemente sí—Añadí destrozado.

—¿Estás dispuesto a aceptar lo que va a pasar?

—Sí.

—¿Quedarte solo?

Su pregunta me desmoronó. Empezaba a debilitarme, sabía que después de esto, podría perder a Alyssa, eso realmente me destrozaba.

—Es el precio que me tocó pagar—Respondí con voz temblorosa—. Aun así, estoy dispuesto a tratar de recuperarla.

—¿Y si no lo logras?

—Entonces habré perdido—Respondí con seguridad—. Pero, habré tenido el privilegio de vivir hermosos momentos a su lado. Aún en su ausencia, su recuerdo vivirá conmigo.

Guardamos silencio, sentía mi corazón hacerse pedazos. Mis ojos se habían cristalizado, esto me estaba matando de a pocos.

Me sentía débil. Iraís tenía razón, mi seguridad se había ausentado. Por primera vez estaba experimentando este estado emocional, por primera vez, sentía mi corazón hacerse pedazos.

—Perdóname Iraís—Dije con las pocas fuerzas que me restaban.

—No...

—Ok...

Me dirigí a la puerta, pero Iraís tomo la palabra.

—No Andrés. Perdóname tu a mí.

—¿Por qué tendría que hacerlo? —Regresé a mirarla.

—Porque no he sido sincera contigo.

—No lo entiendo.

—Claro...

Sacó su teléfono de la cartera que llevaba en su mano y escribió un mensaje.

Segundos después me llegó la notificación, saqué el teléfono y revisé el mensaje. Era un mensaje de Alyssa.

Regresé a mirar a Iraís y ella levantó su muñeca dejando ver lo que parecía ser una pulsera similar a la que le había entregado a Alyssa.

—¿Reconoces esto?

—¿Cómo...?, Esa pulsera...

Iraís bajó las escaleras lentamente y se acercó a mí. Mientras más se acercaba, podía divisar mejor su rostro.

—Hola Andrés.

El corazón se me detuvo. Nada tenía sentido. Esto debía ser un mal sueño. Quedé sin palabras. Era Alyssa.

—No, no, no entiendo —Dije tartamudeando.

—Perdóname. No quise mentirte.

—¿Alyssa?, Pero, ¿Cómo...?

—Alyssa Iraís. Ese es mi nombre completo.

—¿Qué?, Pero... ¿Tú? No, esto no es cierto. Esto debe ser una mala broma. Esto no me gusta nada, Alyssa—Añadí incómodo.

—Andrés, de verdad perdóname, déjame explicarte.

—¿Explicarme qué?

—Sé que estás sorprendido o quizás enojado, pero por favor, cálmate sí.

—¿Calmarme?, Alyssa esto no es gracioso.

—Lo sé. Pero esto tampoco es una broma.

—¿De qué hablas?

—Solo cálmate, sí, por favor. Si estás así no podré explicarte.

Di un respiro y dejé que continuara, quería entender lo que estaba pasando.

—¿Ya puedo explicarte?

—Ok.

—Mi nombre es Alyssa Iraís. Quise decírtelo desde un principio, pero aquella noche, no pudiste reconocerme, me hablaste de nuestro encuentro en la mañana, y dijiste que ella jamás se vestiría así, decidí ignorarlo pensando que estabas bromeando. Creí que al día siguiente me reconocerías, pero, continuabas pensando que Iraís era muy diferente a mí. Hubo muchas veces que intenté decírtelo, pero...

Una llamada entró a su teléfono, era su amiga del aniversario, rápidamente Alyssa respondió.

Mientras respondía, la miré detenidamente, tratando de recordar aquella noche y ver si realmente era ella.

En esa noche ella llevaba el pelo suelto, sus labios resaltaban aún de lejos debido al color de su labial. Debí haberla mirado un poco más, pero, por más que lo quería, en ese momento estaba nervioso.

Aun así, no podía evitar notar la similitud. Sus labios, su perfil, el vestido era prácticamente el mismo, incluso los zapatos que llevaba.

Realmente era ella. Una parte de mí, permanecía confundida pero la otra parte comprendía la verdad, sin embargo, se le hacía difícil de aceptarla.

El cerebro humano es peculiar, una persona puede llegar a creerse su propia mentira si se la repite a diario. De alguna manera consigue engañar al cerebro convirtiendo la mentira en verdad.

El cerebro responde a lo que creemos realidad y lo establece como tal, aunque esta no sea más que una mentira. Talvez me encerré tanto en la idea de que Iraís y Alyssa eran totalmente diferentes, que jamás dediqué tiempo a ver las similitudes.

Alyssa terminó de contestar la llamada, guardó el teléfono rápidamente y regresó a verme.

—Andrés, sé que quieres una respuesta. Pero debemos ir rápido al aniversario, mi amiga me está esperando. Te prometo que al regreso lo hablaremos con más calma.

—Ok...

Caminamos hacia el auto, Alyssa subió y luego hice lo mismo. Permanecimos en silencio el resto del camino. Trataba de coincidir cada recuerdo. Vez tras vez regresaba a mirar a Alyssa, aún me costaba aceptar la idea de que siempre haya sido ella.

Llegamos al lugar, apagué el auto y quedé observando el volante. Alyssa se dio cuenta de mi estado emocional. Puso su mano en mi hombro.

—Fue lindo saber lo que piensas de mí. —Añadió sonriendo—Gracias.

—De nada...

—¿Estás molesto?

—No. Solo necesito procesarlo.

—Entiendo. Gracias por venir conmigo.

—¿Por eso estabas nerviosa esta mañana?

—Sí. No sabía si decírtelo.

—¿Por qué hasta ahora?

—Quería estar segura.

—¿De qué?

—De...

Su teléfono sonó de nuevo, Alyssa revisó el teléfono disculpándose. Era su amiga otra vez. Me volvió a pedir disculpas y me prometió que lo hablaríamos al regreso. Bajamos del auto y caminamos hacia dentro del local. Alyssa se aferró a mi brazo.

—¿Recuerdas cuando fue que caminamos así?

—Sí. Cuando fuimos juntos a la feria.

—Ujum. Te dije que te cuidaría y que no quería perderte.

—Sí. Porque soy un buen amigo.

—Sí. Pero, en todo este tiempo... yo no te he cuidado, más bien, siempre has sido tú.

—Prometí quedarme contigo. Mientras así sea, te cuidaré.

—No lo dudo.

En la entrada la amiga de Alyssa se acercó a ella y se la llevó a parte, dejándome solo en el lugar.

Fui hacia la barra y pedí un trago. Bebí un poco y quedé contemplando todo el lugar.

Necesitaba procesar la información. Esto era algo que jamás hubiera imaginado. De todas las probabilidades jamás se me ocurrió esta. Bebí el resto del trago de golpe y lo puse sobre la barra, para luego pedir otro más.

Aquella noche en la feria traté de soltarle el pelo, pero Alyssa se negó. Aquella reacción me sorprendió, pero, ahora todo tiene sentido, tal vez si lo hubiera hecho, me hubiera dado cuenta de la similitud.

Ella siempre llevaba el cabello amarrado, tampoco solía usar maquillaje. Bebí un poco. Sentí una palmada en el hombro. Regresé a mirar, era Mario. Se sentó a mi lado y pidió un trago.

—¿Qué pasa?, ¿Por qué la cara larga?

—Por nada— Bebí el trago de golpe y pedí uno más.

—¡Ey! ... Tranquilo, o ahora no seré yo el que va a terminar borracho está noche —dijo mientras le hacía señas al barman para que no me sirviera otro—. Haber, dime, ¿Qué pasó?, ¿Viniste con Alyssa?

—Sí.

—Entonces, ¿Cuál es el problema?

—¿Tú sabes cuál es su segundo nombre?

—Pues... No. Solo sé que se llama Alyssa. Así la conocí. ¿Por qué?

—Por nada...

—Vamos, amigo. ¿Qué pasa?, ¿Es por Iraís?

—Ella no existe.

—Wow. Eso sí que es un cambio repentino. Este día no has dejado de sorprenderme. Realmente estás haciendo incómodo que hable contigo.

—Es que no lo entiendo. No me cabe en mi cabeza que todo este tiempo haya sido ella.

—¿De qué hablas?

—De Alyssa.

Alyssa salió con su amiga y se tomaron algunas fotos al lado de la mesa de bocaditos junto al esposo de su amiga y otros invitados más.

Quedé contemplándola. Realmente era ella. Ahora lo veía. Me había estado engañando yo mismo todo este tiempo.

—Tomaste la mejor decisión—Añadió Mario dándose cuenta que la estaba mirando.

—¿De qué hablas?

—Alyssa, es hermosa. Le gustas Andrés. Deberías decirle lo que sientes.

—No es tan fácil.

—¿Enserio? —Soltó una risa—. De verdad eres sorprendente. ¿Dónde quedó esa seguridad tuya?

—Me pregunto lo mismo.

— Amigo. Debes actuar rápido. La perderás si no tomas la iniciativa.

—Ella... ¿Tenía una relación antes?

—¿No lo sabes?

—¿Por qué lo dices?

—Tú mismo lo enfrentaste esa ves. Por eso casi te echo de mi casa. Ese estúpido de Víctor no supo lo que se perdió. ¿Es por eso que estás así?, ¿Ese tipo te amenazó?

—No.

—¿Entonces?

—¿Alyssa y Víctor estuvieron en el aniversario de César?

—¿Realmente no lo recuerdas?, Tú fuiste el fotógrafo esa noche. Víctor es amigo de César. Esa noche tanto él, como Alyssa estaban presentes.

—Por eso me parecía haberlo visto antes.

—¿De verdad estás bien?, Me estás preocupando amigo.

—Si estoy bien. Descuida.

—Bueno, está bien. Iré a bailar con Emma. Disfruta la noche y por favor ... Deja de beber. No quiero ser yo quien te lleve cargado esta vez. No lo arruines. Esta puede ser tu mejor noche.

—Ok...

Esperé que se fuera y pedí un trago más al barman.

No podía dejar de mirar a Alyssa. Tenía muchas dudas, pero, en el fondo, sabía perfectamente las respuestas.

Alyssa se dio cuenta que la estaba mirando, así que me regaló una sonrisa. Quería inmortalizar esa imagen para la eternidad.

Caminó hacia mí y se sentó al lado mío. Cruzó sus piernas y desabrochó sus zapatos.

—Supongo que no traes un curita contigo, ¿Verdad? —Sonreí por su comentario.

Abrí mi saco y revisé en el bolsillo interior para sacar dos curitas y entregárselas.

—Gracias.

Quedé contemplándola mientras se ponía los curitas. La imagen de aquella noche se cruzó por mi mente, no podía evitar encontrar la similitud. Alyssa regresó a verme e intrigada preguntó

—¿Me estás mirando las piernas?

—¿Qué?, No. Solo estoy tratando de comparar los recuerdos.

—Ah. Entiendo. Y... ¿Son las mismas que viste esa noche? —Preguntó sonriendo.

—Pues sí— Respondí fingiendo seriedad.

—Al menos algo recuerdas—Sonreí por su comentario—. Andrés... Deja de pensar. Disfrutemos la noche, sí.

—No es fácil.

—Lo sé. Ven, bailemos—Tomó mi mano.

—No.

—¿Por qué?

—No sé bailar.

—¿Enserio?

—Sí.

—Es una música suave. Descuida yo te enseño.

Me dejé llevar, nos ubicamos en un espacio en la pista de baile. Alyssa guío mis manos a su cintura y puso las suyas alrededor de mi cuello.

—¿Nervioso?

—No es mi mejor noche definitivamente—Dibujó una sonrisa en su rostro tras mi comentario.

—Descuida, solo déjate llevar por la melodía.

Era la primera vez que estaba tan cerca de Alyssa. Podía ver mi reflejo en sus ojos, realmente el momento me ponía muy nervioso. Aunque era muy extraño, una parte de mí sentía como si le estuviera engañando. Aún me costaba aceptar la realidad.

—Ya ves. No es tan difícil —Añadió.

—Así parece.

—Esto no te lo enseñan los libros.

—De hecho, sí. Pero nunca vi la necesidad de leerlos—soltó una risa.

—Estás muy tenso.

—Tengo mis motivos.

—No estarás tranquilo hasta que lo hablemos, ¿Verdad?

—Pues, sí.

—¿Quieres que salgamos a la fuente a conversarlo?

—No.

—¿Por qué no?

—Porque no. Prefiero que lo hablemos después.

—¿Estás seguro?

—Sí.

—Ok—Guardó silencio unos segundos y luego añadió—. Está noche me gusta más que la de aquella vez.

—¿Por qué?

—Porque estoy contigo—Me sonrió—. Esa noche no me sentía cómoda, por eso salí y me senté en la fuente. Fue entonces que tú llegaste y me hiciste compañía.

—De hecho... Solo quería tomar un poco de aire.

—¿Entonces fue una coincidencia?

—Sí.

—Pues, entonces, que agradable coincidencia.

— La verdad, es increíble.

—Sí. ¿Quién lo diría?, Hoy estamos aquí...

—Bailando en el lugar que mirábamos aquella noche.

—Es cierto.

—¿Te sientes cómoda?

—Mucho más que eso. Gracias Andrés.

Recostó su cabeza sobre mi pecho. Todo esto parecía un sueño, si así fuera, no quería despertar.

Realmente era increíble como habían sucedido las cosas. Tenía mucho en que pensar. Pero ahora no era el momento. Está noche es importante para Alyssa y me agradaba ver que ella era feliz.

La música acabó. Alyssa volvió con su amiga, otra vez se tomarían fotos con más personas.

Volví a la barra y quedé mirándola. No podía dejar de sonreír al verla, me sentía afortunado, ella era mi regalo de la vida, la mujer que no soñé, mi hermosa coincidencia.

Pero demasiada tranquilidad, no era buena señal. Por mi vista se cruzó el que parecía ser Víctor. Se sentó a mi lado y pidió una copa con tequila. Justo cuando creía que nada podría arruinar está noche.

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