CAPITULO 7

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¿Qué estás dispuesto a hacer por amor?

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Me miré al espejo por quinta vez. Acomodé mi cabello y la corbata, tratando que quedé lo más derecha posible. Revisé mis zapatos, podía ver mi reflejo en ellos, y es que una buena apariencia dignifica tu trabajo y la ocasión lo ameritaba, el hecho de ser solo el fotógrafo no significa que iré vestido informal, arruinando la dignidad de la ocasión, eso le quitaría respeto a mi trabajo.

Cogí la mochila de la cámara y guardé el trípode, los filtros, tres tarjetas de memoria, baterías, disparador automático y una cuerda para la cámara. Cierto, ya tenía cuerda mi cámara, pero nunca sabes cuándo puedes necesitar otra.

Colgué mi cámara en el cuello y bajé. Mario ya estaba esperándome en su auto, y que auto...era una belleza.

— Sube, deja de acosar a mi bebé con la mirada

— ¿De dónde sacaste este auto?

— ¿Creías que la cochera estaba de adorno?,¿Quién tiene una cochera de adorno?

— Sí, sí, pero Mario este carro es uno de los nuevos modelos...

— Sí, lo sé, vendí el anterior y compré este ¿Te gusta?

— Pues sí...

— No me lo mires mucho y sube...

Uno de las tantas cosas que me sorprendían de Mario era su obsesión por cambiar de auto cada cierto tiempo, básicamente invertía su dinero en eso.

Contemplé el camino y me di cuenta que la panadería no estaba tan lejos de la casa, apenas estaba unas cuadras más antes.

— Si algún día te pierdes, ubícate por esa panadería, todo el mundo la conoce. Llegando a ella, solo camina derecho unas calles más y llegaras a la casa.

— Claro tengo buen sentido de ubicación, no creo perderme.

— Jajá, te sorprendería saber cuántas personas han dicho lo mismo y terminan perdiéndose.

— Sí, pero yo no soy ellas, tengo memoria fotográfica.

— Como tú digas.

Llegamos al lugar donde iba a ser el aniversario, y vaya que era increíble, el aparcamiento era inmenso, el local era de tres pisos, el primer piso básicamente solo tenía lunas alrededor, con un gran espacio que se usaría para bailar, afuera del local, en el césped rodeado por hermosas flores, estaban las mesas, muy bien decoradas, todas en un orden específico, podía contar casi cincuenta o tal vez más. Aproveché a tomar algunas fotografías, en cada mesa había un adorno floral distinto, en unos, jazmines y en otros, tulipanes. Esto ya parecía una boda. Tomé una tarjeta que había en la mesa, era una tarjeta de agradecimiento por la asistencia a sus... ¿Tres años?, ¡¿Tres años de casados?!, imaginaba fuesen más para ser un evento tan grande.

— Así que tú debes ser el fotógrafo del que tanto me ha hablado Mario— me dijo una voz desde atrás, era al parecer el esposo.

— Y usted debe ser quien me pagará imagino.

— Me gusta tu actitud, decidido y sin pelos en la lengua. Excelente, me agrada este tipo —agregó riendo y sujetando mi hombro.

— Gracias.

— ¿Qué te parece? ¿Hermoso verdad?

— Demasiado ostentoso para mi gusto, pero no soy el que va a pagar, así que si, está bonito

— Hay personas por las que vale la pena invertir tiempo y dinero...mi esposa ama las flores, pero entre ellas, sus favoritas son los jazmines y tulipanes, y de hecho por ese motivo su ramillete fue hecho de estas dos. Se veía tan hermosa aquel día... tan radiante, tan...perfecta.

— La debe amar mucho.

— La adoro.

— Si... eso se ve a leguas.

— Y tú ¿Qué estás dispuesto a hacer por amor?

— No lo sé... no tengo la menor idea.

— ¿Tienes novia, casado, divorciado, hijos?

— Emm no nada de eso.

— Me lo suponía. Eso lo explica todo. Bien, iré a ver a mi esposa quisiera que nos tomes algunas fotos antes de la fiesta.

— Sí, Ok.

Su esposa era muy hermosa, ambos se veían muy bien, era como si hubiesen nacido para estar juntos, en ese momento me imaginé un sin fin de fotografías, parecían modelos sacados de una revista.

Iniciamos la sesión fotográfica, aprovechamos cada lugar y ambiente disponible donde se pudiera aprovechar mejor la luz para sacar buenas fotografías. Puse a volar mi imaginación con nuevas tomas a las que editaría para darle un efecto diferente y fuera de lo común.

Poco a poco el sol empezaba a ocultarse, amaba ese momento del día en el que el cielo se tornaba rojizo, es aquí donde nacían las fotografías más hermosas. Pedí que ambos juntaran sus frentes mirándose fijamente, sonriendo, de modo que el sol encajara en medio de ambos a la altura del mentón, acerqué la cámara de tal modo que los capturara a los dos y sin perder la tonalidad rojiza del cielo, tomé varias fotos, buscando la toma perfecta.

Los invitados comenzaban a llegar, los mozos tomaban sus respectivos lugares, los guardias de seguridad ya estaban en sus posiciones en distintos puntos del local y el Dj empezaba a hacer pruebas de sonido.

Muchos de los invitados quedaban maravillados al contemplar el lugar y los arreglos hechos. Todo se veía muy bien. Esto implicaba mucho dinero. Me acerqué al bar y pedí un trago, mientras contemplaba a todos los demás ingresar. Mario se acercó y se sentó a mi lado

— ¿Qué pasa? ¿Todo bien?

— Este tío está loco.

— ¿Por qué? — dijo riendo.

— Me estoy tomando un trago que cuesta casi el triple de lo que vale mi almuerzo y completamente gratis, ¿Te parece normal esto?

— Al menos no lo estas pagando, solo disfruta.

— Siento pena por el recibo que llegará a sus manos, mañana.

— No lo culpes por amar tanto a su esposa, míralos, son totalmente felices.

— Solo un idiota puede ser totalmente feliz.

— ¿De qué hablas?

— Nadie es totalmente feliz Mario, nadie.

— Es verdad, pero están juntos, es mejor que la soledad.

— Es solo una ilusión pasajera.

— ¿Qué quieres decir?

— Nacemos solos, vivimos solos... morimos solos. Solo mediante el amor y la amistad podemos crear la ilusión momentánea de que no lo estamos.

— Ay amigo, enserio, deberías dejar de leer libros, te está pudriendo el cerebro.

— Te equivocas, los libros me muestran la realidad. La realidad que muchos creen conocer, pero no tienen ni la menor idea de lo que implica y trae consigo, son como una bolsa de plástico que se la lleva el viento, cuyo único propósito es contaminar el ambiente.

— Que profundo—respondió terminando su trago—, bueno te dejo con tu... eso que tienes de los libros, yo y mi cerebro en buen estado, iremos a disfrutar la noche.

— Ok —respondí fingiendo una sonrisa y bebiendo mi trago.

— Y por favor si alguien se te acerca, no la espantes.

— Lo intentaré— respondí sonriendo.

Pasaron los minutos y seguían llegando más personas, eran demasiadas. Desvié la mirada a una chica de vestido rojo que le llegaba hasta sus rodillas, traía unos tacos número siete color negros, haciéndola lucir más alta, llevaba el pelo suelto y sus labios resaltaban aun de lejos.

Al parecer estaba acompañada, me llevó buen rato darme cuenta de eso, el tipo ni siquiera le prestaba atención, la llevaba de un lado a otro, presumiéndola a sus amigos y conocidos.

Los esposos me hicieron señas para que les tomara fotografías con algunos de sus amigos. Les tomé varias fotografías, resulta que la pareja de la chica de vestido rojo era mejor amigo del esposo. Halagaron la belleza de la chica y luego les tomé algunas fotos.

Volví a la barra y busqué a Mario con la mirada, al parecer ya había encontrado pareja, lo vi bailando con una señorita de buena apariencia. El sí que se tomó en serio la idea de buscar a alguien. Regresé a mirar al barman para pedirle otro trago.

Mientras me servía, una señorita se acercó sentándose al lado mío, y me saludó...

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