12 de octubre / 1938

Hoy he estado apunto de explotar. Creí que estaba alucinando cuando vi a Jimin en la playa. Traía el cabello tan corto como cuando lo conocí por primera vez, bajando del camión y acercándose a mí para preguntar por mis juguetes.

Se veía melancólico. Solo estaba observando las olas cuando me acerqué.

Entonces se giró hacia mí y...

Lloró.

Se tapó la boca y lloró. Intenté hacer que parará, limpié sus mejillas con la manga de mi suéter, pero las lágrimas no parecían acabar.

Cuando se calmó me senté junto a él y solo nos quedamos allí; contemplando el océano.

Entonces me preguntó por sus cartas.

Si las leí, cada una. Pero no cuando me encontraba en Howard Cloud. Ninguno de los dos sabíamos que no permitían la correspondencia en el sanatorio. Sin embargo, si pude leer la ultima que dejó, bajo el florero de la cocina en casa de mi madre.

Pero ya era muy tarde, Jimin se había marchado una semana atrás y no pude encontrarlo en ningún lado. El doctor Jeon me ayudó a reubicarme en Ulsan. Viene cada tres meses a revisar el avancé de mí enfermedad, dice que estoy bien, pero la tos es tan fuerte que algunas veces me hace sangrar y temo el no poder soportar otro año.

Jimin me acompañó de regreso a mi cabaña y sentí nostalgia cuando me negó una taza de té. Sigue siendo el mismo, sin importar que tan mayor se ve.

Se sentó conmigo en la cocina... y me besó.

Y yo lo besé. Pensé que me había librado de su recuerdo, pero sigo atado a él.

Eternamente enamorado de Park Jimin.