Capítulo 12 ❅

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Hola reinas :) Wattpad ha estado actuando super extraño estos ultimos días, espero que ya se haya arreglado y os haya llegado la notificación de este nuevo capítulo :)

Perdonad por la espera con los nuevos capítulos. A partir de febrero comenzaré a trabajar menos, así que espero poder tener mucho más tiempo para poder escribir y dedicarme muchísimo más a mis librosOs juro que CUENTO LOS DÍAS.

Para los que seguís aquí, gracias


Capítulo 12 ❅

Collin bebió un trago de ese whisky y sintió cómo este le quemaba al bajar por su garganta. A pocos metros de él, completamente ajeno a su escrutinio, Charles Brown reía mientras participaba en una entretenida discusión con su amigo Arnold Linton y otros hombres de su misma calaña. Brown tenía a una de las bailarinas sentada sobre su regazo, una joven rubia y joven, quizás aún no había alcanzado los dieciocho años de edad.

Le hacía sentir ganas de vomitar. Observarlo, simplemente permanecer en la misma habitación que él, ya se le figuraba una tortura. Una tortura que no era capaz de dejar a un lado, de la que no podía alejarse.

Estaba borracho. Cada minuto pasaba sobre él, pesado. La cabeza le dolía desde hacía ya varias horas y, a pesar de haberse repetido a sí mismo, desde hacía horas, que debía tomar un poco de aire, regresar a su casa, no conseguía dejar de beber ni levantarse de esa silla.

Había contemplado a Violette bailar durante varios minutos. Eso lo distraía, en cierto modo. Durante ese tiempo, sus ojos se habían perdido en la figura de esa bailarina y sus movimientos lo habían calmado, o al menos, lo habían distraído. En ese punto de embriaguez, Violette parecía un verdadero ángel.

La notó acercarse a él incluso antes de verla. Un agradable aroma floral llegó hasta la butaca en la que Collin se encontraba sentado y, cuando alzo la vista, distinguió a la exótica bailarina cuyo rostro volvía a estar cubierto, como siempre. Todo a su alrededor giraba ligeramente, pero fue capaz de distinguir que ella sonreía, aunque no viera su boca.

—Buenas noches, Violette —logró decir.

—¿Una noche dura, lord Collin?

Cada noche era más dura que la anterior, o eso le parecía a él.

Edith lo observó de forma enigmática. Estaba más que claro que su marido estaba especialmente borracho esa noche y mentiría si no admitiera que eso la hacía sentir intranquila. Se encontraban en un lugar relativamente seguro, sí, pero ¿quién sabía qué era aquello que habitaba en la mente de su esposo? No lo conocía lo suficiente como para poder poner la mano en el fuego por él. ¿Qué le decía que no se abalanzaría sobre Charles Brown esa misma noche?

Edith se moría de curiosidad por saber qué demonios era aquello que había sucedido entre esos dos hombres. ¿Por qué lo odiaba tanto? Su mente había viajado a infinidad de lugares, buscando miles de razones. ¿Y si Brown le había arrebatado a la mujer que amaba? Era un donjuán, eso lo sabía todo el mundo. Quizás había sucedido así. Quizás Collin sí había amado a alguien y esta había sucumbido a Brown y no a él.

Charles Brown era atractivo, no podía negarlo. No le resultaba arrebatador, ni le parecía ni remotamente tan atrayente como lo hacía Collin, pero era capaz de reconocer que era apuesto. De todas formas, después de lo que había escuchado por parte de las otras bailarinas del Palace Club, también sabía que era arrogante, grosero y que, a menudo, tenía las manos demasiado largas.

Edith se sintió asqueada al distinguir el delgado cuerpo de Selene sentado sobre el regazo de Brown. Tendría que hablar con la joven, advertirle que no se acercara demasiado a los clientes del club pero, especialmente, que no se acercara demasiado a ese cretino, en particular.

—Una noche larga, más que dura —contestó Collin con voz estropajosa.

Edith enarcó una ceja.

—¿No lo espera su esposa hoy?

Collin suspiró, como si de pronto comenzara a recuperar la conciencia, de algún modo. Sus ojos se dirigieron, de forma instintiva, a Brown una vez más. Edith creía que él debía de ser bastante afortunado para que Charles Brown no se hubiera percatado ya de aquellas miradas como cuchillas que él le lanzaba de forma constante.

—Tiene razón. Debería marcharme, es lo mejor para todos.

El hombre trastabilló al ponerse en pie, a punto de caer al suelo. Edith tuvo que adelantarse un paso y ayudarlo a recomponerse. Sabía que, con toda seguridad, alguien lo atracaría en la puerta del club al verlo en ese estado. Decidió utilizar algunas de las tácticas que sus propias compañeras le habían enseñado, aunque rara vez las ponía en práctica. Con dedos expertos, coló su mano por la chaqueta de su marido con cuidado y le arrebató una bolsita con varias monedas en su interior. Confiaba en que llevara con él más dinero para, al menos, conseguir pagar a un carruaje que lo llevara hasta su casa. Si no, de todos modos, sabía que Collin era muy conocido en la ciudad y que ningún cochero se quedaría sin cobrar si llevaba a su marido a casa. Lord Collin Witt, tan embriagado como estaba, desde luego que ni siquiera se percató de que le acababan de arrebatar sus pertenencias.

Edith lo sujetó, ayudándolo a mantenerse derecho. En ese momento lo tuvo cerca, muy cerca. Sus ojos verdes la recorrieron durante un instante, sin lograr centrarse por completo en ningún punto en concreto de su anatomía. Cualquiera habría pensado que él debía de ser un completo estúpido para no reconocer a su mujer en esa bailarina, pero la realidad era que el disfraz de Edith era tan efectivo y lo había llevado durante tantos años, que en ocasiones ella misma no sabía dónde terminaba Edith Witt y dónde comenzaba Violette.

—¿Necesita que le acompañe a buscar un carruaje? —preguntó ella.

—No, no. Caminaré.

¿Caminar? ¡Se encontraban a millas de distancia de Chelsea! Si a Collin se le ocurría regresar a su casa caminando, era probable que alguien le hiciera daño por el camino. Edith puso los ojos en blanco. Lo último que necesitaba era tener que ocuparse por la seguridad de su esposo a esas alturas.

—¿Caminará? —cuestionó Edith, alzando una ceja.

Collin la observó con el ceño fruncido.

—¿Siempre se preocupa tanto por los clientes de este club, Violette?

Esa pregunta la dejó perpleja durante un momento. ¿Era un reproche? ¿Acaso lo había molestado? Collin no parecía enfadado, pero desde luego, tampoco tenía todos sus sentidos en orden en ese momento. Edith se alejó, dando un paso hacia atrás. Apretó los labios de forma sobria.

—Le deseo que llegue sano y salvo a su casa, señor.

Después se dio la vuelta, dejándolo ahí. Collin tomó aire profundamente y se forzó a caminar hacia la puerta del establecimiento sin volver a fijarse en Charles Brown. Collin sabía perfectamente que estaba cayendo, cada vez más, en un abismo oscuro del que no podría salir.


Mil gracias por leerme :) Por favor, si os está gustando la historia contádmelo en comentarios y votad! ¡¡No seáis lectoras fantasmas!! Sé que no he podido actualizar demasiado últimamente, pero tengo muchas ganas de seguir esta historia

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