Capítulo 36

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Dylan Paul

Ha pasado un mes y Camila no abre esos hermosos ojos, al menos para decir que todo está bien y que ella está mejor.

—Doctora ¿Qué carajos está pasando? —las máquinas comienzan a sonar, ellas corren a revisar a Camila

—Sus riñones, estamos en problemas, debemos...

—¿Sacar a la bebe? —termine por ella, pero su cara de horror no era más que de tristeza, yo estoy muriendo al ver así a Camila, pero tampoco quiero que mi hija muera, aunque...

Mi cabeza ahora no sabe pensar y temo por ambas.

—Salvalas a las dos por favor, se lo suplico. —los doctores y enfermeros salen de la habitación con Camila, un sollozo se escapa de mis labios, al ver que todos salen de la habitación, lloré con fuerza, si ella está así, yo por dentro también me estoy muriendo.

Solo quiero formar una familia con ella, con Camila, no me veo con nadie más y se que mis hijos tampoco se ven con alguien que no sea Camila.

—Por favor querida, te lo pido, resiste y vuelve con nosotros. —suaurre para mi.

.....

—Pudimos controlar su estado, la señora Camila está fuera de peligro —después  de cuatro horas en el quirófano, sale su obstetra.

Al rato llega el pediatra de la niña — La bebé estará en la incubadora, la tenemos en terapia intensiva, está muy delicada ya que salió de 29 semanas  —abrí mis ojos, mi corazón está por salir de mi boca — Debemos esperar a que ella esté con un poco más de fuerza para someterla a su primera cirugía, la falla con su madre fue su corazón. — tape mi cara con mis manos, no quería escuchar más pero era obligación de ellos decirme todo lo que pasa con la bebe —La bebe necesita trasplante de corazón y para su cuerpo es difícil encontrarlo  o ella corre el riesgo de..

—Morir. —complete por el caí sentado en el suelo, no podía creer que una bebé pagará tanto, mejor dicho.

Que putas estamos pagando nosotros, o por lo menos Camila.

.....

Camila Walsh O'kelli

¿Cuántos dolores puede sentir una persona sin derrumbarse por completo?.

Despertar y saber que ya no estás embarazada ha sido la peor noticia que he llegado a escuchar.

¿Podré soportar tanto? Mi bebé está al borde de la muerte, no la pude proteger dentro de mi, y eso me hace odiarme más.

¿Cómo podré proteger a mi familia?, no puedo con mis hijos y ahora, todo esto que está pasando y lo que seguirá pasando, ¿de dónde sacaré tanta fuerza para poder sobrepasar esta incertidumbre?.

—Amor, no llores, no te preocupes, haré todo lo posible para que nuestra hija salga de esta.

Mire mal a Dylan, él fue el primero en rechazar a su propia hija, y ahora siente esto...

—¿Tienes remordimiento verdad? No es del todo mi culpa, tú la rechazaste desde un comienzo  — tome las sábanas con  fuerza —TU DESEASTE QUE ELLA MURIERA Y SALVARME A MÍ, TÚ Y TUS SENTIMIENTOS DE SOLEDAD.

—Camila, no sabes lo que dices, te pido que te calmes, volveré después, no quiero escuchar más palabras mordaces que después te puedas arrepentir, y tampoco las quiero escuchar. —Dylan desaparece a través  de estas puertas, llore con rabia azotando mis manos contra la cama.

Detesto ser tan débil, detesto que todo esto esté pasando y que siga pasando. Detesto que toda mi vida sea así, triste, trastornado, mal encajada y...

Sin recuerdos.

—¡Carajos, carajos, maldición! —una de mis doctoras ingresa a la habitación.

—Sé por el enojo que está pasando, pero ella es una bebé muy fuerte, ella vivirá y por muchos años estará a su lado, no se preocupe señora Camila, haré todo para que ella salga de esta. Se lo prometo

—Eso espero — y me solté a llorar como una niña pequeña, aquella doctora se acerca y me abraza, me arrulla como si yo fuera su bebé, eso me causó más sentimiento y llore con más fuerza, necesitaba de este abrazo desde hace mucho. —¡Gracias!.

.....

Ha transcurrido una semana, me han dado la salida del hospital, Dylan y yo no hemos vuelto hablar, esta vez me recoge mi padre.

Con una hermosa sonrisa me recibe y me lleva de nuevo a casa, extraño a mis hijos mucho, quiero abrazarlos y olvidar por un instante este dolor de mi pequeña hija, que se quedará allá en ese hospital, hasta que su pediatra le de salida.

Como él dijo, puede que sean de tres a cuatro meses, y si recibe un trasplante de corazón sería antes, aunque...

Me da miedo traerla así, quisiera después del trasplante, no tener que correr con miedo o que una ambulancia demore y verla morir en mis manos

Negué varias veces — No temas todo irá cambiando.

—Dios te escuche papá, porque siento que voy a morir, si esto no comienza a cambiar, o al menos que mi hija se salve.

—Ya verás que la pequeña Mili se salvará.

Al llegar a la mansión, mis hijos estaban esperando en la entrada de la casa, esta sensación me trae muchos recuerdos, cuando Julieta y Emanuel tenian tan solo 10 años, y estaban impacientes por recibirme.

—Papá, acabo de recordar un pedacito de mi tiempo con aquellos niños, con los que comencé esta travesía, aquellos pequeños, ojitos llenos de soledad por qué su padre no tenía tiempo para ellos, pero con el tiempo, él había cambiado.

—Todo el que esté a tu lado comienza a cambiar y para bien, Dylan cambió, sus padres me lo dicen todo el tiempo, aquel hombre arrogante que nada ni nadie podía con él, tú lo forjaste, tu eres el sol, el centro de todos nosotros, hija mía.

Salí con un poco de cuidado, bueno no mucho porque corrí abrazar a mis pequeños.

—No lloren, mamá está aquí, y no se irá para ningún lado, porque mamá ama mucho a mis tres pequeños. — ellos me abrazan con fuerza, también quisiera que conocieran  a su pequeña hermana. —Pronto conocerán a su nueva hermana.

—¿Y por qué no viene contigo? —le sonreí a Damian

—Por qué se está recuperándose y poniéndose fuerte para jugar con ustedes — los tres me abrazan, que rico volver a casa y encontrarme con la sola idea de que ellos me esperan y que su amor sincero, perdurará por siempre y me aliviana todos los dolores que he estado sintiendo ante la ausencia de mis recuerdos.

....

Ya llevo un mes en casa, recibiendo videollamadas de mi pequeña, ha sido el mes más largo de mi vida.

Mi vida sigue sin mejorar.

Sussy solo me alienta a que todo está bien, que no me preocupara, y como no, ¡Dylan no ha vuelto a casa!, ¿donde carajos quedan sus estúpidas promesas?

Estoy desesperada. Pero tampoco me he quedado de brazos cruzados. He trabajado como nunca dentro de esta mansión, ahora quiero salir, debo salir, ya estoy mejor.

Sofia me mira con preocupación, le sonreí —Sólo quiero ver que pasa a mis espaldas, ustedes no deben luchar por mi siempre, es mi abuelo y yo debo enfrentarlo. En algún momento.

—Eres  increíble Camila, espero que todo esto se solucione.

—Eso también espero.

—Y no te preocupes por mi hijo, él siempre viene y mira como estas, no te deja a un lado, solo esta un poco desorientado y triste, no se que paso con ustedes, pero.. No dejen que esto se dañe, él te ama de verdad.

—Pero... No a mi bebe.. — y salí de la mansión, se que es algo que no debí decir, todavía me duelen sus decisiones, y ¿Si es así ahora? Qué puedo esperar después.

La vida de nuestros hijos debe ser lo principal en nuestras vidas, ya veo.. Ni con sus dos hijos mayores lo fue, que puedo esperar de mis dos pequeños hijos.

Suspiro con cansancio, mi auto había llegado, me llevan a la empresa de Dylan, necesito que el firme mis documentos, hablar del futuro apropiado para todos.

Debo volver a Inglaterra después de que todo esté bien, o eso creo.

Al llegar a la empresa, todos me hacen una reverencia, les sonreí, recuerdo la vez que vine, fue un pésimo comienzo.

—Señorita Walsh  —detuve su saludo.

—Ahora soy la señora Paul, así que, jamás digas ese apellido. —ella abre sus ojos, bueno no solo ella, también el resto de las personas en la recepción —Iré a ver a mi esposo, si no es problema.

—Si, su secretaria debe estar arriba.

Tomé el ascensor, y me dispuse a esperar hasta llegar a su piso, sigo pensando que esta torre es un malgasto innecesario.

—Buenas tardes señora  —ella me hace una reverencia, llegue donde estaba  la secretaria de Dylan, ella abre sus ojos, veo temor en ellos —¿Qué pasa?.

Vi la puerta de la oficina de Dylan abierta, miré a la secretaría y mostré el anillo, creo que ella y lo sabe por qué no me saludo como los de abajo.

Camine hasta llegar a la Puerta y solo. Escucho una breve conversación.

—¡Dylan!, ¡no comprendo por qué me has terminado!, ¡estoy esperando un bebé tuyo! —abrí mis ojos, debe ser su ex esposa.

—Ana, deja de decir estupideces, jamás nos acostamos, y tan sólo fue una sola vez que estuve ebrio por la ida de Camima no más, y eso fue hace dos años, si no es más, ¿tanto te dura un embarazo?.

—¡Deja de decir estupideces!, no lo recuerdas, mira como estoy, debes ayudarme. —él suspira con fastidio.

—¡Ve y dile a la persona que te hizo eso!, ¡que te ayude! — medio abrí un poco la puerta así podré ver más lo que pasa, me gusta ver como esta el perímetro, Dylan estaba de pie a un lado de su escritorio, ella se para y se acerca a él, lo toma de sus mejillas.

Empuño mis manos —Entiende Dylan, te amo y quiero estar a tu lado por favor.

—No Ana, entiende tu, jamás te quise, solo eras mi mejor amiga, pero te fuiste a otro lado, dijimos que el matrimonio de nosotros era solo por ayudar a la empresas, y te fuiste a otro lado, hasta calumniaste a Camila, eso jamás te lo perdonaré.

—Era una chiquilla que no sabe lo que quiere, ¡pero yo si sé lo que quiero!... — y lo besa, solo que Dylan la aparta de él.

—¡Ya basta, Ana! — estaba furioso, y puedo asegurar que ganas de pegarle no le falta.

Ingresó a su oficina. — ¿Interrumpo algo?.

—¡Amor!. —Dylan se alarma.

—¡Tú! —me habla con odio aquella señora, arquee una ceja

—¿Podemos hablar? —mire a Dylan ignorando la presencia de ella —¿O sigues ocupado? ¡Puedo esperar! —me cruzó de brazos.

—Si. —dice ella.

—¡No, ya acabé aquí! —él mira mal a Ana — ¿Te puedo ayudar en algo más?.

—¡Esté bebé es tuyo y tú te harás cargo! — abrí mis ojos, no pensé que lo dijera encima mio, Dylan pasa su mano con frustración por su cara, él se acerca a Ana, me puse en medio de los dos.

—¿Cuántos meses tiene? —le dije mirándola a sus ojos, estaba apuntó de llorar, ella me miró desde abajo hasta arriba, después reparo mi mano.

—¿No me digas que ustedes… ? —ladee mi cabeza para un lado.

—Si Ana, Camila ahora es mi esposa — cuando Dylan dijo aquellas palabras. No pude evitar sentir mil mariposas en mi vientre, se sintió tan especial que casi caigo ante su encanto.

—Ya sabes, Dylan no querrás que los medios sepan de este embarazo.— y se va esa señora. Suspiré con cansancio, me senté en las sillas del escritorio de Dylan, me crucé de piernas.

—¿Ya podemos hablar? — el silencio inunda la oficina, sacó mis documentos, Dylan toma asiento en su silla, ambos nos miramos a los ojos. —Creó que posees problemas, debes arreglarlos.

—¡Deja esa arrogancia Camila, no eres tú! —suspiré —Siento no haber estado a tu lado todo este tiempo, estuve muy ocupado.

Miente, ya se que no es así, pero su orgullo de hombre es primero que la propia verdad.

Le seguí el juego.

—Cómo siempre, pero da igual, es tu problema mentirte y mentirme a mi. —él le da un golpe a la mesa, mi corazón se acelera, pero no le demostré ningún temor. — Quiero unir todo mi dinero a tu empresa, somos esposos, se que no tendré perdida, además, este legado es de nuestros hijos

—¡Camila! —él se para de la silla, y camina alrededor de la mesa  hasta llegar a mi, jamás le quite la mirada, él me levanta de la silla, y me acorrala en su mesa — Tú dinero es lo de menos, ¡no comprendes cómo me he estado!.

—Y tu no comprendes cómo me sentí yo de sola, abandonada nuevamente ¡Por ti! —él abre sus ojos, ambos estábamos fatigados, furiosos, desesperados; su cara la acerca a la mía, mi respiración se acorta, que tiene este hombre que me pone así de mal con solo acercarse a mi.

—Lo siento. — fue lo único que dijo y me besó, me besó con tal intensidad que no pude decirle no a su beso, por más que quiera no me pude negar que me gustan sus besos.

Me sienta en su mesa, sus besos cada vez son más intensos —¡Te amo Camila!, y jamás dejaría hacerlo, pero tus palabras me dolieron.

—¿Creés que las tuyas no duelen? Es nuestra bebé y está peleando por su vida, por estar con nosotros.

—Lo sé, y siento haberte dicho eso, pero entiéndeme, también me muero si te pierdo.

—Sé nota... —susurre, agachó mi mirada — ¿Ahora qué harás? —cambie el tema con lo que acaba de pasar con su ex.

—No es mio, creeme cuando te digo que ¡No lo es!. —él sabe lo que me pregunto.

—Ella no se hará cargo del bebe, si te lo trae tómalo, hazle firmar los documentos respectivos, pero no dejes que ese bebé quede por ahí en la calle, quién sabe en manos de quién, no importa, lo criaremos como si fuera de los dos.

—Eres tan hermosa —vuelve y me besa, hasta que abren la puerta

—Dylan, primo hasta cuando te espera... —las palabras de Alex quedan en la nada, Dylan le avienta  su caja de lapiceros, reí divertida, creo que detesta que lo interrumpan y más si estoy de visita.

—Menos mal están aquí, tengo que hablar con todos —los primos Paul me miraban con intriga, créame que yo también tengo intriga de cómo han superado su quiebra ante lo que hizo mi abuelo con sus empresas.

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Continuará
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