Capítulo 4

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Dylan Paul.

La verdad, estoy aterrado de cómo está pequeña niña ha dominado a mis dos hijos.

¿Quién carajos es esa chica? ¿Una adolescente manejando una situación que se supone que yo debería haber manejado? 

Carraspeo mi garganta — Así que....

—Camila O'kelli —silencio  —¿Cómo los mantuve tranquilos? — mire hacia el otro lado, para que ella no viera mi cara de asombro, nuevamente giré mi cara para mirarla, estaba muy sonriente, bipolar, ¿no estaba llorando hace unos minutos?, detuve el auto en un semáforo, la lluvia se tornaba intensa —¡Fácil, los consentí y los escuché!.

—No se si debería agradecerte o pedirte que dejes de involucrarte en sus vidas, ¡los vas a comenzar a mal educar!. —apreté el timón de mi auto con fuerza, ella me miró mal, retira su mirada de la mía para mirar hacia la venta 

—Lo dice un padre ausente — habla entre dientes, gruñó, ¡¿quien se cree esta chiquilla insolente?!, ignoró sus palabras, recobro mi postura, es una niña no se me puede olvidar, creo que entre niños se entienden —¿Usted jamás fue niño? — su pregunta me sacó de onda, ¿por qué carajos esa pregunta tan…Estúpida? El resto del camino  nos fuimos en completo silencio. Aún no sabría que responder, tampoco sé por qué debería responder eso, y tampoco  entiendo por qué su pregunta, ¡¿que tiene que ver lo uno con lo otro?!.

—Algunos jóvenes de hoy en día son muy irrespetuosos — murmure

—¿Qué? —cómo despistada la chiquilla, al parecer no escuchó, y eso que hable en voz alta. Suspiro —¡Aquí me quedo! — mire para todos lados, no es un lugar bueno que digamos, se ve un poco peligroso. La miré con duda. 

—¿Segura? A mi no me importa ir...

—¡Segura!, muchas gracias señor Paul. Y disculpe las molestias, hasta luego —ella saca unas llaves y corre a su puerta. Abre esta e ingresa azotandola un poco, negué.

¡Qué chica tan rara!.

......

—Dylan, anda, vamos un rato, ¡todavía somos jóvenes! —reí divertido, algunas veces no se quien es mas niño, si Frank o Alex

—En tu loco mundo, en mi mundo se que tengo 36 años —respondí sin más.

—Todavía no los tenes, no te digas viejo tan rápido, ¡anda amargado! —alega Alex.

—Frank, Alex, no soy amargado, es la realidad, pongan ya sus pies sobre la tierra, la vida no es solo....

—Señor Paul —ingresa mi secretaria interrumpiendo mi sermón matutino —, el señor Meet desea venir, para ver el terreno junto a usted. —suspiré.

—Mandale un mail al señor Meet y dile que el día de mañana lo espero en horas de las dos de la tarde ¡Ser puntual!.

—Vez lo que digo, hasta con sus socios es estricto, "ser puntual" —imita mi voz — Bla, Bla bla, ya diviértete, ¿cuando dejaste de ser niño? —abrí mis ojos. Y después negué rápidamente. — ¿Y ahora por qué te sonrojas? —me miran divertidos. Role mis ojos.

—¡De coraje!, ya estoy harto, ¡lárguese de aquí!—recordar esa pregunta me pone de mal humor — ¡Tengo mucho trabajo! —ambos se miran e inclinan una ceja, ¡oh no!.

—Dylan The Paul, ¿qué ha pasado?.

—Nada que a ustedes les importe, ¡váyase ya! —les vuelvo a ordenar pero ellos seguían en las mismas.

Se cruzan al mismo tiempo la pierna. Ya parecen viejas.

—¡Algo nos oculta, el pequeño rabietas! —pongo mis ojos en blanco y los ignoro, ambos seguían hablando, pero poca importancia les presté.

Continuó tecleando los documentos y las siguientes radiaciones, no tenía tiempo para sus estúpidos juegos de juventud.

Ya estoy grande para eso, que maduren de una vez.

......

Camila o'kelli

—Niños ¡Es hora de irnos! —había llegado lo suficientemente temprano, para ayudarlos a alistarse e irse a su colegio.

La señora Sofia me había comentado que ambos señores Paul salieron muy temprano, un negocio muy grande lo estaban concretando y por ende, estarían llegando tarde los últimos días de esta semana.

Suspiré con tristeza.

Ambos niños terminan de alistar todo, les preparé una rica y nutritiva lonchera para su día escolar.

En tan sólo dos días se adaptaron muy rápido a mi, me tienen confianza y no solo eso, parezco un familiar  más en esta casa que cualquier empleado.

—¡Camila, vamos! —me toman de las manos, salen en completo cuidado, no discuten tanto como lo hacían antes, aunque algunas veces lo hacen, me les quedó mirando y disimulan darse cariño.

Son hermanos después de todo, es normal comportarse así, es muy diferente conmigo, lo que ellas me hacían si era...

No era muy bueno para una niña de 10 años.

—¡Tomen sus maletas y las loncheras! —les ordene, ambos hacen caso.

—Camila, ¿en que se irás con los niños? —ella mira a los niños —Que lindos niños, así me gusta verlos, obedientes —ambos bufan.

Sonreí —Tomaré un taxi ¿No? — La señora niega

—¿Sabes conducir? — abrí mis ojos y asentí con un poco de pena — Entonces toma —me pasa las llaves de un auto — ¡Este será tuyo! —me vuelvo asombrar — Bueno. Pará que lleves a los niños — asentí, tomé las llaves y nos encaminamos hasta el auto, el desbloqueo de su alarma me indicó cual eran, un Mazda de color rojo muy lindo, ahora la pelea era quien iría  adelante conmigo, hasta ahí llegó la paz.

Ambos se comienzan a golpear — ¡Stop! —ambos dejan de discutir y se dan la espalda, me arrodilló para que me miren a los ojos  — En la mañana se va Julieta conmigo.

—¡No es justo! — se cruza de manos y maldice en inglés —Fuck

—Déjame terminar, además, ¡esas no son palabras para un niño!, así que déjalas o te vas a cepillar los dientes nuevamente — el niño se sonrojar, reí con diversión —En la tarde cuando los recoja, vienes tú adelante conmigo, así aprenden a compartir entre hermanos, ¿que dicen?.

—¡Sii! — gritan los dos, son niños, es saber manejar su carácter y buscarle una solución al problema, no crear un problema más grande, apuesto a que ese engreído y mal educado de Paul jamás los supo manejar en este sentido, imagino que terminará  dejando a los dos adelante para no pelear más con ellos, qué peligro.

—Camila, ¡eres muy buena! — la señora se acerca muy maravillada, ¿desde que momento estaba aquí? No la sentí —El papa termina dejando a los dos adelante —¡Lo sabía! Siempre buscando lo facil.

—¡Nos vamos!. — le digo —Despidan se

—Nos vamos, abuela — gritan ambos niños

—Qué les vaya muy bien, aquí te espero Camila — asentí, conduje directo a su colegio, la señora Sofia me pidió que me presentará con sus docentes que siempre están adelante para que al mediodía me los entreguen sin ninguna dificultad.

"Ser niñera con nosotros es de tiempo completo, solo por esta  semana, será hasta las 9 pm, pero debes prepárate para venir a vivir con nosotros, sabes que tendrás todo aquí, no te preocupes por lo demás, ni por tus estudios."

Las palabras de Sofia me hacen sonreír, es muy amorosa, se siente el calor de ser una buena madre, ¿pero por qué un hijo como él?

Salió defectuoso

Me detengo en la entrada de la escuela, bajo  del auto y les abrí la puerta a los niños, ellos se bajan y pido sus manos, todos nos miraban, no me gusta llamar la atención, me da vergüenza, ambos niños me toman con fuerza de la mano, creo que sintieron mi temblor.

—Gracias —les digo y les plantó un beso en sus cabezas —Buenos días, soy la señorita, Camila O'kelli. Estaré a cargo de los niños Paul —les hago una reverencia a los docentes, después los mire y ambos estaban muy sonrojado, los niños reían

—¿Verdad que es muy hermosa? ¡Mi hermano está enamorado de su niñera! — y sale corriendo Julieta

—¡Juelita, ven aquí! —le hable con dureza, ella se devuelve — Despídete bien de mi, un abrazo y un beso —ella se sonroja y lo hace

—¡Maneja con cuidado Camila!, nos vemos ahora — le doy un beso en la frente

—¡Qué te diviertas! —después mire a Emanuel quien se sonrojo aún más, reí suavemente, lo abracé con fuerza —Disfrutá de tu día, come todo. —él asienta.

—¡Nos vemos Camila! —ambos corren me levanto y sigo sonriendo

—Cuiden bien de ellos, hasta más tarde —todos estaban muy sorprendidos, ladee mi cabeza a un lado sin comprender qué estaba pasando —¿Dije  algo malo?, o ¿Actúe mal? —le digo a una de las docentes mujeres, ella sonríe.

—Los niños Paul, jamás ingresan bien, siempre ingresan peleando, gritando, o  pegándole a los profesores en las piernas, a decir verdad... Disculpa, me pase, tu solo debes ser la cuidadora, qué pena, es al padre quien se le debe hablar de estas cosas.

¿Pero cuándo?, se ve que esto no es de ahora.

—No te preocupes, con lo que me acabas de decir les trabajo, no los vean como unos terremotos o unos niños que solo buscan hacer travesuras, ellos solo llaman la atención buscando un poco de cariño, la situación que viven no es fácil de asimilar y más  para un niño, debemos comprender. Todo es proceso y ya verán cómo cambiarán los niños, solo no se les ha sabido manejar su situación.

Les sonreí y les hice una reverencia de despedida, creo que quedaron impresionados con mis palabras, pero alguien debe defender a los niños, y expresar lo que en verdad se debería hacer, y de la manera más educada que se pueda, no creo que lo tomen a mal, sino de reflexión ante los hechos y la situación.

......

Al llegar a casa, la señora Sofia me espere en la sala, le hice una reverencia, ella se para y me abraza.

—¡Hija, no hagas eso!, nos has iluminado, mira dos días y los niños como mejoran de bien, no me imagino que sean más días, meses o años.

Rei divertía y le correspondí su abrazo.

—Lo hago con todo el cariño del mundo, además... Viví una situación similar —le susurré con una sonrisa, mezclada con tristeza.

—Olvida eso. Y vive el hoy, ya verás lo divertida que se va transformando tu vida, volver a iniciar, renacer de la mejor manera, todos los cambios hay que volverlos positivos, para que la mente elimine lo negativo. — ella me guiña un ojo —Qué dicha, así me podré ir feliz con mi querido esposo a nuestras vacaciones. Hace rato que me tiene abandonada todo por huir de sus nietos —suspira y se va, pestañee varias veces, sea lo que sea que ella me haya dicho, lo omitiré, no me importa su intimidad, esa señora si es... Algo extraordinaria.

.....

La señora Sofia me había pasado nuevamente el carro, pidió que fuera a mi casa para que trajera de a poco mis cosas, y así me quedará más fácil trastear todas mis cosas, aunque…

Tampoco es que tenga mucho

Fui a esta y lo estacione, corrí a la casa rápidamente, no quiero problemas con un auto ajeno y más en un lugar así como este.
No podíamos arrendar un apartamento en un mejor sitio, podríamos llamar la atención. Después nos encontran con facilidad.

Tomé mi valija y metí mi ropa, dejé parte de esta aquí para mis cambios, los fines de semana son solo míos, es mi único día en el que descanso de mis labores.

Sábados atardecer y domingo.

Lo único que me debo encargar es de los niños, que se alimenten, jueguen, hagan sus tareas, cumplan con sus deberes, vayan a sus clases de música y danzas, fútbol, y demás, un horario enorme me han entregado, esta semana será libre para entrar con más confianza con los niños. Y ya la otra semana inicio mis verdaderas labores, aunque siempre me lo tomo en verdad, solo que todavía no me he quedado en esta casa.

Salgo del apartamento dejando todo con llave, deje una carta para que Sussy lo lea y sepa que vine y no se asuste por sacar la ropa de ese modo.

También le notifique, que  a las 9 pm nos veríamos. Aunque algunas veces es difícil para ella llegar a esa hora, algunas veces le toca doblar turbo cuando se lo piden.

Lo malo de estudiar gastronomía, aunque se dieron cuenta de lo buena que es en la cocina.

Ella cocina delicioso, algunos platos me los ha enseñado Sussy

Bajo rápidamente e ingresó la maleta en la silla de adelante, reviso la hora, ya eran las 12 del medio día, tenía poco tiempo para ir por los niños, mejor pase mi maleta  para el maletero y así no estorbarle a los niños.

De camino compre algunos dulces, los que más les gustan.

Al llegar a la escuela. Todos los niños iban saliendo, me bajé del auto y me encamine a la entrada para recibir a Emanuel y Julieta

¡Qué sorpresa!... Los dos estaban discutiendo,  lo bueno es que no se estaban agrediendo.

Por algo se empieza.

—Emanuel, Julieta—les llame, la docente solo miró la escena, pero jamás les llamó la atención, eso me molesto — Aunque sean hermanos, deben pedirles que dejen de pelearse, por que ellos van a pensar que eso está bien hacerlo. —me había enojado, qué clase de  personas con un cargo tan maravilloso, solo vean como se agarran los niños a gritos, a golpes y no hagan nada ni digan nada para controlar aquella situación, me parece eso una falta de ética, no saber controlar esa situación, siquiera buscan solución.

Ambos niños me miran y asientan, me toman de las manos y salimos —¡Esto lo sabrá, el señor Paul! — les advertí, ambos se asustaron, continúe caminando hasta llegar al auto, deje pasar adelante a Emanuel y después Julieta atrás. Ambos estaban en silencio. Los mire con una sonrisa. —Ustedes ya no están solos, ¡yo estoy aquí! Cuentan con mi apoyo.

Ambos niños se sonrojaron y asintieron en afirmación con una bella sonrisa, me acomode en mi puesto, me puse el cinturón y arranque a la mansión Paul, durante en el camino les regale los dulces que les había comprado con la condición de almorzar todo lo que les habían preparado.

.................
Continuará
.....................

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