Capítulo 63

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Después del banquete vino la despedida. Irían en el barco de Bartolomeo hasta Zou, así que les tocó despedirse del resto. Zoe no había estado mucho con ellos, de hecho algunos eran totalmente desconocidos, así que no le costó mucho despedirse.

Cuando llegaron al barco se quedaron boquiabiertos. Zoe también estaba alucinando. ¿Hasta dónde llegaba la obsesión de estos tipos con Luffy y su banda? La nave se llamaba "Going Luffy-senpai" y el mástil era una figura de Luffy.

—¡Agradecemos tanto vuestra presencia en este humilde barco! —gritaron todos a la vez.

—Jefe, son demasiado brillantes. No puedo ver su rostro —comentó uno de los piratas. Eran todos igual que el tipo raro... Zoe vio como Law se llevaba una mano a la cabeza. Sentía vergüenza ajena.

—Bartolomeo. Nos dirigimos a Zou —comentó Law. Antes de que empezaran a hablar de tonterías quería dejar claro lo que había que hacer.

—Me pregunto si Sanji y los demás estarán ya allí —comentó Ussop, pensativo.

—Van con Nami, así que no habrá habido ningún problema en cuanto a la navegación, pero... ¿Qué hay del barco de Big Mom? —preguntó Franky.

—Oye, parece que nuestras recompensas han aumentado otra vez —intervino Zoro, que estaba leyendo el periódico.

—¿Qué? ¿En serio? —preguntó Luffy, emocionado.

—¿No lo sabíais? Por favor dirigíos a mi habitación. Tengo todos vuestros carteles —dijo Bartolomeo emocionado. Antes de andar se giró hacia Law y Zoe—. Los vuestros los he tirado pero Trafalgar 500 millones y Zoe 300.

—Como si me importara —dijo Law, inexpresivo.

—El de Zoe... Lo tenemos nosotros en nuestra habitación. Junto a los de Nami y Robin —comentaron avergonzados, dos nakamas de Bartolomeo. Law los fulminó con la mirada. Bartolomeo los miró extrañado—. Sabemos que no es una mugiwara, pero... Es su aliada. ¿Quieres verlo?

—No, no hace falta. Gracias —contestó Zoe, sonriendo.

—Malditos pervertidos... —susurró Law, mientras apretaba el puño con fuerza. Guardando todos juntos los carteles de las chicas...Zoe se rio y le dio un codazo.

Luffy y sus nakamas entraron  a la habitación de Bartolomeo para descubrir sus nuevas recompensas. Después de eso los llevaron a varias habitaciones que había libres en el barco. Todas eran dobles así que tendrían que dormir en parejas.

Ya era un poco más de mitad tarde cuando, de repente, se nubló el cielo y empezaron a caer piedras de granizo gigantes. Hubo algunas dificultades, ya que en esa tripulación no había un navegante que estuviera pendiente de estos cambios de tiempo y pudiera esquivarlos. Las piedras agujereaban la cubierta. Zoro, Law, Zoe y Luffy estaban dispuestos a empezar a destrozar las piedras hasta que se les ocurrió que Bartolomeo podía crear una barrera. Después de eso tuvieron que enfrentarse a un monstruo marino enorme, olas gigantes... Hasta que, sobre la hora de cenar, las cosas al fin se calmaron.

—Oye, chicos —dijo Bartolomeo, mientras salía a la cubierta, dónde estaban todos charlando—. Hemos pensado que podríamos hacer algo divertido en nuestra primera cena en el Going Luffy Senpai.

—¡Sí! —exclamó Luffy emocionado.

—Tenemos disfraces en el almacén, podríamos elegir uno cada uno —propuso Bartolomeo. A excepción de Law y Zoro, todos estuvieron de acuerdo—. También tenemos disfraces para chicas, aunque no haya ninguna en nuestra tripulación, de momento.

Bajaron al almacén para elegir los complementos y la ropa. Prácticamente todos eran disfraces de animales. Algunos solo tenían diadema con orejas y algunos complementos, otros también tenían conjunto de ropa. Luffy y Ussop se estaban peleando por el disfraz de oso. Franky enseguida cogió uno de toro. Era una gorra con cuernos y una especie de capa negra.

—Creo que a ti te quedaran bien este —comentó Robin, sonriendo.

Zoe se giró a mirar. Era un disfraz de conejita. Tenía una diadema con las orejas. Un pantalón, por no decir bragas, de color rosa con la cola redonda y blanca cosida y una camiseta de tirantes, también rosa.

—Mmm... bueno —susurró Zoe, no muy convencida—. ¿Tú cual vas a coger?

—Me gusta el de mariposa —respondió Robin, mientras sacaba las alas para mirarlas bien.

Fueron a cambiarse mientras el cocinero de la tripulación acababa de hacer la cena. Zoe y Robin estaban en una de las habitaciones. La primera estaba dándose una ducha rápida, en un pequeño baño que había allí. La segunda estaba acabando de ponerse el disfraz. Cuando Zoe salió enrollada con una toalla vio la cabeza de Robin asomada en la puerta. Llevaba una diadema con antenas.

—Voy saliendo —dijo, con su característica sonrisa. Zoe asintió.

Cuando cerró la puerta se acercó a la cama para coger su disfraz. Una vez se lo puso se miró de arriba abajo en un espejo que había cerca de la cama. Le quedaba genial. Aunque... El pantalón y la camiseta eran un poco cortos y ajustados. Se puso las deportivas y salió a la cubierta, donde se supone que iban a cenar todos juntos, ya que la cocina era algo pequeña para tanta gente.

Cuando estaba a punto de llegar notó como todas las miradas se posaban en ella. Se sintió un poco intimidada. Notaba que las mejillas le ardían, sobre todo por la mirada que le había echado Law, antes de darse cuenta de que casi todos la estaban mirando.

—Oye, Robin. Ese no es el vestido del disfraz que toca... —se quejó Zoe, mientras se sentaba rápidamente al lado de Law.

—Es que me venía demasiado pequeño. Me he puesto el de otro disfraz —explicó Robin, sonriendo.

—Esos disfraces os quedan realmente bien... —comentó Kinemon, mientras Kanjuro asentía. Ellos dos no se habían disfrazado, ya que iban vestidos de samuráis.

—Esto... Tenemos una cámara de fotos, podríamos hacer varias esta noche —propuso Bartolomeo, hablando en general, pero sin dejar de mirar a las dos chicas. Sus nakamas asintieron, mientras notaban como se congelaban poco a poco a causa de la mirada de Law.

—¡Ah, sí! ¡Fotos de recuerdo! —exclamó Luffy, sonriendo.

Bartolomeo y el resto enseguida se olvidaron de las chicas cuando pensaron en hacerse una foto con Luffy o incluso una foto con todos los mugiwaras. Salió disparado hacia su habitación. Tuvieron una divertida velada mientras comían, bebían y charlaban.

—Luffy, ¿puedes pasarme otro onigiri? —preguntó Zoe, alzando un poco la voz. Pero Ussop, Franky y él estaban haciendo tonterías. La chica suspiró. Se puso a gatas y estiró el brazo para coger uno. Kinemon y algunos nakamas del tipo del pelo verde que estaba cerca la miraron descaradamente.

—¡Bueno! ¡Ya está bien! —exclamó Law, enfadado, quitándose su chaqueta y tirándosela encima a Zoe.

—¡Eh! ¿Qué pasa? —preguntó Zoe, extrañada, volviendo a sentarse. Dio un mordisco al onigiri—. ¿Por qué me pones esto?

—Por nada —gruñó, mientras fruncia el ceño. Se estaba poniendo muy nervioso. Necesitaba estar un rato a solas—. Me voy a la habitación. No te quites la chaqueta.

—Espera —murmuró Zoe, mientras se levantaba para seguirle.

Quería decirle algo. Quería decírselo desde hace tiempo Pero... Habían estado algo ocupados hasta ahora y no había encontrado el momento ni se había atrevido a decirlo. Tenía miedo de que, al decirlo en voz alta sus sentimientos fueran todavía a más, pero... Ahora que no había de qué preocuparse todo estaba bien. Aceleró el paso y se puso delante de él. Apoyó sus manos en el pecho de su capitán, para cortarle el paso. Él le miró, sin dejar de fruncir el ceño.

—Law, no te lo había dicho pero... Te quiero —confesó Zoe, mirándole fijamente. La expresión del chico se fue relajando poco a poco.

—Zoe-ya, yo... También te quiero —dijo, finalmente, aunque esas palabras le sonaban muy raras saliendo de su boca, realmente era lo que sentía. Él también llevaba tiempo queriendo decirlo.

Puso sus manos en la cara de la chica y se agachó un poco para poder darle un suave beso en la frente. Cuando se separó vio que Zoe le miraba sonriendo, mientras el resto hacia silbaba y hacia sonidos al observar la escena. Law dirigió su mirada hacia ellos, frunciendo el ceño de nuevo. Esta vez fue Zoe quien puso las manos en las mejillas de él y le obligó a mirar otra vez hacia ella.

—Deja de mirarles. Te van a salir arrugas de estar tanto rato con el ceño fruncido —dijo Zoe, riéndose. Law puso sus manos encima de las de ella para apartarlas con cuidado.

—Voy a irme ya a la habitación. Luego quiero hacerte mía con ese disfraz puesto, así que ven a dormir conmigo —le ordenó Law, con tono serio.

Zoe se sonrojó. Notaba un inmenso calor que le quemaba por dentro. Por un momento pensó en ir ya a la habitación, pero sabía que su capitán necesitaba estar un rato a solas.

—Sí, capitán. A sus órdenes —bromeó, mientras hacia el saludo militar. Law sonrió de lado. Estúpida cría. Le encantaba tanto—. Pero por favor, vuelve a ponerte tu chaqueta y deja de ir provocando.

—¿A quién provoco? Si son casi todo chicos —preguntó Law, mientras cogía la chaqueta que Zoe le devolvía.

—A mí, así que ya vale —contestó ella, sacándole la lengua. Luego alzó la voz—. Tranquilo porque si alguien me mira extraño le pegaré un buen puñetazo.

Law alzó la vista hacia ellos, para comprobar si habían captado el mensaje. Parecía que sí. Se dio la vuelta y se dirigió a la primera habitación del pasillo. Zoe volvió corriendo hacia dónde estaban todos y se sentó al lado de Robin.

—¿Hoy duermo sola? —preguntó, sonriendo. Zoe asintió tímidamente.

Después de un rato más charlando y bebiendo, poco a poco se fueron retirando a sus respectivas habitaciones. Zoe fue de las primeras en abandonar. No había podido dejar de pensar en lo que pasaría en la habitación. Fue caminando lentamente hasta llegar a la primera habitación del pasillo. Cuando abrió la puerta las luces estaban apagadas. Solo entraba un poco de luz por una pequeña ventana con rejillas de madera. Law estaba recostado en la cama, mirando fijamente a la puerta mientras sonreía de lado.

—Te estaba esperando, Zoe-ya —dijo, mientras se levantaba y se dirigía hacia la puerta.

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