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Llegar hasta aquí me da algo de nervios, pero por el titulo y la imagen creo que ya sabrán a que viene todo esto T///T

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Desde que el rubio recuperó su tesoro sagrado, Lostvayne, el poder del rubio incrementó de manera asombrosa, incluso mejoró sus métodos de ataque como el "full counter". Sin embargo, estas no eran de las únicas maneras en que utilizaba el arma para la batalla, pues aprovechaba sus clones para una última, pero no menos importante cosa: Elizabeth.

Últimamente, después de usar aquellos cuadriplicados físicos del rubio, no dejaba pasar la oportunidad para apoderarse del cuerpo de la princesa. Era incluso increíble como ella podía soportar tanto peso colgando de ella, pero por suerte o mala suerte del capitán, terminaba golpeado por sus compañeros. 

Elizabeth, la última vez termino sonrojada y no por que le molestara, incluso se volvió una fantasía, una que se hizo muy presente después de dormir.

El capitán no esperó mucho, apenas terminaron ambos dentro de la habitación sin nadie interrumpiera y no dudo en desvestirla rápidamente, dejándola como había llegado al mundo, sin nada que lo privara de tan hermosa vista lujuriosa, como si Afrodita hubiese soplado en ese ambiente tan sensual. No esperó más a cumplir su capricho y tomó su tesoro sagrado, con un desliz sobre la hoja afilada, los clones aparecieron a la par.

Los cinco Meliodas frente a ella le miraban con una misma gula demoníaca y perversión hambrienta, sonriéndole a la par que se despojaban de las ropas superiores para dejar sus torsos al descubierto, Elizabeth se relamió los labios, ver a los cinco le causaron una calidez en su centro, comenzaba a mojarse con solo pensarlo, su botón hormigueaba, su cuerpo temblaba por ser tocado por todas esas manos.

—¿Estás lista, princesa?— cuestionó el Meliodas original ¿Qué clase de pregunta era esa?, lo quería ahora.

—Si— sonrieron. Esta dulce y titubeante respuesta fue suficiente como para dejarla extendida sobre la cama sintiendo como se le encimaban en ella.

Los Meliodas reclamaron ciertos puntos específicos de su cuerpo sin rechistar entre ellos; Meliodas original acerco su rostro a la altura de sus mejillas, el segundo tomó posesión su pecho izquierdo mientras el seno derecho era apretado por las manos del otro clon, los últimos atacaron el sur de su cuerpo, un Meliodas se posicionó a la altura de su intimidad y el último se aferró a su pierna apretando una de sus posaderas. Todo esto en menos de un segundo.

Elizabeth soltó un grito al sentir esa calidez sorpresivamente mismo tiempo en distintos puntos de su cuerpo.

—Señor M-Meliodas— volteando a ver al capitán con un notorio sonrojo.

—¿Qué sucede linda?—sopló en su oído tensándola al instante —¿Ya estás desesperada?— un gemido salió de su boca al  sentir su lengua acariciar su mejilla.

—Por favor, tóquenme— no tuvo que decirlo dos veces. Cálidas manos iniciaron la labor de apretar sus pechos en distintos movimientos, al igual que sus muslos haciéndole jadear al instante.  

 Meliodas jugueteo con su lóbulo succionándolo y mordisqueando. El pecho derecho estimulado en círculos a la vez que el izquierdo apretado, sentía como tiraban de su pezón con cada toque; arque un poco la espalda con esto. Sentía la humedad comenzar a escurrir entre sus piernas, mismas que eran tratadas al igual que su cuerpo, no creía que fuera tan sensible de ese lado si no hasta sentir a dos clones tratarla.  

—¿Te gusta así?— cuestionó el que jugaba con su pecho derecho comenzando a mordisquear la carne blanca. Un jadeo —¿O quieres algo más?— habló el que se encontraba entre sus piernas besando su muslo interno. La albina solo atinó a soltar una bocanada vaporosa, sin embargo, este último miro su flor llorando por sus múltiples mimos —Vaya, ya estas más que lista.

—¿Eh?— antes de que pudiese mirarle, un gemido salió de su boca pues el travieso oji verde paso dos dedos entre sus pliegues para sepáralos, acariciándolos suavemente —Aaa, Meliodas. Quiero más...— una risa salió de este.

—Tienes que especificar— mordió ligeramente su muslo interior —O no sabré a quien le dices— rio en bajo mientras apretaba su pezón derecho. Elizabeth se sonrojo a aun más.

—A ti, a todos... ¡ah! Te necesito— dicho esto, sintió las bocas comenzar succionar succionar sus pechos y su cuello, su intimidad fue atendida por ambos clones, uno introdujo un dedo en ella comenzando a bombear su interior y otro frotaba su botón hinchado —¡¡Kyaaaaa, Meliodas!!— se retorció en los azotes de places que llegaban de distintas zonas erógenas.

¿Cómo describirlos a todos? Uno de sus pezones era succionado con urgencia mientras el otro era ligeramente mordido mientras apretaba la piel blanca. Mientras el Meliodas que metía su dedo en su centro húmedo, el que se mantenía succionando sobre su estómago estimulaba su clítoris con sus dedos, sin olvidar que su cuello parecía mapa de tantas marcas... simplemente delicioso. 

—¡Aaah!, ¡por favor no se detenga!— exclamó en un alarido. Una mordida ataco su cuello, su lóbulo de la oreja era lamido y succionado. Tantos cosquilleos la inundaban en placer, sus ojos lloraban al no soportar tanto que su cuerpo comenzó a convulsionar en poco tiempo, un hilo de saliva salía de sus labios abiertos, sus caderas comenzaban a retorcerse que uno de los rubios de abajo tuvo que sostener sus caderas para mantenerla quita —M- Me...¡¡¡Meliodas!!!— entre espasmos, dejo liberarse en un grito que seguramente cualquiera escucharía.  

Aún temblaba, pues aún después de comenzar a derramarse, las atenciones de los cinco oji verdes aun no paraban, al contrario, se volvieron frenéticos y salvajes, lo que hicieron de su orgasmo algo muy intenso y duradero. Las sábanas se empaparon como si una cubeta de agua hubiera derramado, las piernas de Elizabeth no paraban de convulsionar, las lágrimas cayeron de sus ojos, suplicaba inteligiblemente entre alaridos que se detuvieran pues su corazón quería salir de su pecho; aunque realmente le encantaba.

—P-Por favor...¡¡Aaaah!!— por fin cayó.

[...] 

Meliodas abrió los ojos, aún era madrugada, el sol no tardaría en salir en un par de horas. Suspiró. Se removió ligeramente entre las cuerdas que lo tenían amarrado dolorosamente con los brazos en su espalda, aunque si quisiera podría romperlas sin ningún problema.

—Señor M-Meliodas...— escuchó murmurar de la dormida princesa. Ban tenía razón, el alcohol pareció calmarla y tenerla bajo un sueño más intenso que seguramente le haría recuperar su  descanso perdido. Se dispuso a volver a dormir, si no fuera porque la princesa parecía temblar ¿tenía frío?, no, estaba sudando —Hm, te necesito...— un escalofrió recorrió su cuerpo. 

Esa manera de decirlo le provoco un sentimiento perdido hace tiempo ¿Cómo debía interpretarlo? Fácilmente podría confundirlo y su mente pervertida le estaba jugando sucio o realmente ella le estaba llamando de esa manera.

Negó. Era absurdo, además no podría ser un llamado carnal, ella temblaba y estaba agitada, quizás tenía otra pesadilla y ella continuaba pidiendo su rescate. ¡Maldito cerdo! si no fueran por las cuerdas ya la estaría abrazando. Solo dejó que la jovencita se calmara y siguiera tratando de descansar mientras el rubio hacia lo mismo, faltaban unas horas para amanecer después de todo.

[...] 

—Creo que es hora de seguir— el líder se apartó al igual que sus clones dejándola respirar un poco, temblorosa y sudorosa, su cuerpo estaba llena de marcas en sus pechos, abdomen, piernas y su cuello. Sus labios con un rastro de saliva de su boca y en su cuerpo mezclándose con todos los fluidos corporales. Una obra de arte para vista de cualquier pervertido.

La princesa seguía sonrojada, debería sentirse culpable o sucia por dejarse tocar por el mismo hombre multiplicado por cinco y agregando que era algo excesivo, pero la verdad era que entre más lo pensaba, mas excitante era. Y lo fue, muy placentero en todos sentidos.

—Espero tengas energías— ronroneo con una sonrisa ladina que la estremeció. En ese momento ella se asustó, ¿estaba pensando en acostarse con los cinco uno por uno? Su intimidad reacciono ante esto, lejos de rechazar esa oferta estaba ansiosa. Imaginarlos a todos teniéndola en una postura diferente la tentaba, realmente estaba deseosa pese a su cansancio por la actividad anterior.

—Por favor, Señor Meliodas...— como niña suplicante sentada sobre la cama miraba esos ojos verdes que poco a poco comenzaban a oscurecerse como viles demonios que no tendrían piedad de tan sensual diosa expuesta.

La ropa estaba de más, las prendas inferiores de los cinco desaparecieron del camino dejando a la doncella relamiéndose los labios y tragando saliva, algo temerosa por sus virilidades totalmente erectos y brillando de excitación. 

Uno se posó a sus espaldas dejándola sentada sobre sus piernas, se sonrojo al sentir su miembro entre su trasero, otro se puso frente a ella, rosando la punta de su pene en su intimidad mientras los tres se mantuvieron de pie dejando sus miembros a la altura del rostro de la princesa. Espera, ¿al mismo tiempo?

—Esto puede doler un poco— inicio el que estaba detrás —Así que relájate— susurro en su oído, alzando sus caderas para colocar la punta de su miembro sobre el orificio trasero tornándola nerviosa. No le parecía tan buena idea.

—¿Seguro que ahí?— preguntó con temor tartamudo, este soltó una risa pasando sus manos por sus hombros.

—Solo debes acostumbrarte— comenzó a frotarse en ella al igual que al rubio que estaba frente suyo, uno acariciaba la espalda y otro su muslo. Los que se mantenían expectante también se veían ansiosos por aquello. 

Ser penetrada por los dos mientras daba placer a tres era inmoral, fuera de cualquier ética, así como excitante. Estaba esperando ese dolor que el prometió, quería ese placer de sentirlos a los dos dentro mientras su boca ocupaba el miembro de uno y sus manos masturbaban a los otros dos. Lo quería ahí y ahora, sin embargo, como era su costumbre despertó.

—Huh, aaaaaah— una frustración acompañada de un quejido le hizo enredarse entre las sábanas y caer por la orilla de la cama, provocando un escándalo que llamó la atención de los de abajo.

—¡Elizabeth!, ¿estás bien?— cuestionó el rubio aun amarrado, una visible preocupación se reflejaba en sus ojos esmeraldas. Algo no andaba bien con aquella princesa que aún se encontraba atontada en el suelo.

—¡¡Elizabeth!!— interrumpió el porcino —¡¿Que le hiciste, cerdo depravado y pervertido?!— refunfuño mirando con desprecio al capitán de quien no dudo en que se haya salido con la suya.

—¡¿Yo?! ¡Nada!— se defendió —¡¿Como quieres que le haga algo si estoy amarrado?! Aunque ganas no me faltan— esto último lo dijo con burla y una sonrisa ladina mostrando sus intenciones pervertidas para despistar su preocupación por la albina.

—¡¡Idiota!!— Elizabeth se levantó del suelo algo dolida del golpe, dispuesta a intervenir entre los gritos del cerdo y el pecado, pues su cabeza daba vueltas. 

—Estoy bien, solo... Solo...—

—¿Otro mal sueño?— interrumpió en voz serena. Esta se sonrojo al recordar que no fue tan malo como recordaba. 

—S...Si— Meliodas se quedó pensativo por unos segundos, antes que su cara fuera iluminada por una idea.

—Hay que ir a Camelot— empezó —Merlín esta con Arturo, ahí podemos pedirle ayuda para que nos diga que te causa incomodidad— la princesa ladeo una mueca.

—¡¿Qué?!—

—Si. Tal vez Merlín tenga la solución a esto, y con ayuda de Gowther podremos ver que te incomoda en tus sueños para...—

—¡¡¡NOO!!!— el pecado se quedó abruptamente cayado e incluso Hawk tembló ante su repentina objeción. Elizabeth balbuceo después de esto —E-Es... Es decir, no quiero interrumpir...—

—Para nada, me preocupo por ti, aunque no lo parezca— el cerdito carcajeo ante esto dicho.

—¡¡Ve a mentirle a quien te crea!!

—Ya está decidido— afirmó con voz entusiasta —Cambiaremos el rumbo a Camelot— Elizabeth asintió con una falsa sonrisa, acto que notó el líder, creyendo que solo era su intranquilidad —Tranquila, solo aguanta otro par de días, estaremos ahí pronto.


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Madre santa...

Bueno, pues esto fue el capítulo de hoy, díganme que les pareció. Sinceramente yo estoy roja como tomate. Como sea, ¿que les pareció? Creo que es lo más intenso que he escrito hasta ahora :p

Elizabeth se anda poniendo rara XD

Que cosas, Meliodas sigue siendo tonto, pero tiene sus sospechas. Elizabeth es la que ahora se ve acorralada  con ser descubierta ;-;

Well, espero les haya gustado. Perdón por los que se perturbaron.

Sin más, gracias por leer y nos vemos en el siguiente capitulo. Ahora si me disculpan me iré a lavar el cerebro con agua bendita y cloro.


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