La madre

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Aún estoy muy chiquita para escribir esto, pero todo por complacer sus mentes pecaminosas TwT

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No se detuvo con cada suplica para que perdonara su actitud repentinamente agresiva hacia él. Se supone que estaba acostumbrada como para que a esas alturas ella comenzara a rechazar esas travesuras morbosas. El capitán de los siete pecados, simplemente dejó pasar la situación sin rechistar por el bien de la preocupación de la albina, sin embargo, no podía mantenerse quieto dentro de su mente. Le comenzaba a preocupar que estuviera recuperando alguno de sus recuerdos que la llevaran a actuar así.

Liz era de las pocas "Elizabeth" agresivas que conoció entre los últimos 3.000 años, por lo que la posibilidad de que hubiera recuperado una memoria de esa vida pasada le atormentaba y lo mantenía con miedo, pero por el bien de no arriesgarse a escuchar una respuesta que le confirmara su teoría, prefirió callarse y dejarlo pasar por alto. Sus observaciones en la actitud de la oji azul ya serían encargadas de cubrir esa duda.

—Oye Elizabeth...— la aludida volteo a ver a su compañera de coletas —¿Por qué actuaste tan agresiva el día de hoy con el capitán?, fue muy extraño— esta tragó saliva. No podía simplemente decirle: "lo hice porque estaba tan excitada por él que me moja las bragas cada vez que lo miro".

—Bueno yo...— comenzó simulando su nerviosismo sin saber que el dragón de los pecados estaba atento a la conversación —¿Estoy en mis días?, ¡¡Si!!, eso...— tanto el rubio como la cabeza quedaron algo confusos ante su respuesta.

—Ah ya veo. Te sientes incómoda, te entiendo. Suele pasar— dijo la de coletas ingenuamente mientras el oji verde aún se mantenía con una interrogante en la cabeza. Claramente no sabía sobre ese tema de chicas, por lo que no le quedó de otra que solo hundirse de hombros y dejarlo así, quizás decía la verdad y le había incomodado a causa de la naturaleza mensual que tienen las féminas.

[...]

La tarde en el Boart Hat fue de lo más trivial y tranquilo, ninguno de sus enemigos como los demonios u otro ser mágico se había atravesado, pero tampoco tenían respuesta de su último compañero. Como fuera que marchara la situación, el único conflicto que había, era una cómica discusión entre tres pecados.

—Yo soy el capitán y digo que nos detengamos aquí— espetó el rubio a sus compañeros en un cruzar de brazos firme.

—Yo opino que sigamos mientras dormimos— bostezó el hada, dormitando sobre chastiefol flotando en el aire.

—Si, es más rápido capi...— vociferó en canto el zorro de la codicia mientras daba un largo trago a la botella.

—¡¡Malditos cerdos!!, deberían tener más consideración por mi mami, pugo— agregó Hawk en un chillido.

—Es lo que yo digo, pero este par de cabezas huecas no comprenden— se defendió el oji verde.

—¡Bien!, tú ganas— gruño Ban sin mucho interés.

—Soy el líder aquí y mi palabra se respeta— finalizó con orgullo a lo que estoy últimos tres se soltaron a reír a carcajadas.

—Pero si nadie te respeta a ti— lloró de risa el pequeño cerdito. El capitán se mantuvo sereno con un mohín de falsa tristeza.

—Elizabeth, consuélame— fingió una voz dolida mientras se abrazaba a ella por sus caderas con sus piernas y rodeaba su cuello de modo a que su rostro quedara escondido entre sus pechos.

—Oh. Ya, ya...— consoló la chica. Esta acción fue un alivio para el demonio ya que confirmaba que su teoría de los recuerdos de Elizabeth no fue más que un acto de paranoia. Ahora sabía que ella decía la verdad y solo la había incomodado.

Aunque era una mala suerte ya que gustaba de estar bajo su falda, no para fines morbosos, solo lo sentía una extraña protección.

—Si, si... ve a llorarle a tu madre— mofó el oji rojo limpiando una lágrima del rabillo del ojo  —Princesa, jálelo de las orejas— esta se quedó confusa.

—Yo pago por ver que le de nuevo un golpe— agregó Hawk con emoción. El pecado de la ira volteo a verle con un puchero de niño regañado.

—No lo harás, ¿verdad Eli?, no lastimaras a un niño indefenso— un rostro que culpa se vio en la albina, odiaba como lograba manipularla fácilmente y sobre todo, cuando usaba sus gestos infantiles a su favor y él lo sabía.

—Niño indefenso mis...— no terminó de hablar ya que mamá Hawk se detuvo abruptamente para comenzar a escarbar en la tierra.

—Nos detuvimos— musito el rubio sin despegarse de la princesa —¡Decidido!, aquí descansamos. Ahora a dormir todos holgazanes que luego no quieren levantarse— entre dientes y de mala gana, los pecados se retiraron a la habitación que compartían para su mala suerte.

—También nosotros Elizabeth, vamos a la habitación— soltó una risa nasal sin percatarse la manera en que ella había interpretado estas palabras.

—C-Claro— sin importarle que estuviera cargándolo, subió las escaleras al aposento que compartía con el líder.

—Abusivo—  rechistó el cerdito recuperándose del golpe dado. Meliodas parecía niño malcriado alrededor de la princesa que ahora parecía tomar un papel de madre; protectora y amorosa.

[...]

Ella ingresó a la habitación donde este se bajó de su agarre en un salto.

—Bien, solo hay que esperar a que ese molesto puerquito venga a amarrarme— bufó tirando su corbata en un pequeño gancho al igual que su chaleco.

—Parece un bebé señor Meliodas— rio en bajito ante su actitud caprichosa sin percatarse de la increíble idea perversa que atravesó en la cabeza del rubio.

—En ese caso, este bebé necesita que su madre le dé algo de comer— la mujer parpadeo un par de veces con un rostro inocentemente confusa  —¿Me alimentarias, Elizabeth? He sido un niño muy bueno y quiero que mami me consienta— suplicó como infante haciéndole soltar un chillido interno ignorando lo anterior dicho.

No podía contra sus adorables gestos de un pequeño niño mimado, sus enormes ojos verdes como esmeralda, ese pequeño puchero mientras el pequeño rubor rosáceo brillaba en sus mejillas... Simplemente adorable.

—P-Pero que podría hacer yo, no sé qué...— tartamudeo a la vez que este se le acercaba con una mirada oscura que le hizo temblar. Esa fachada de chico adorable pasaba lentamente al seductor demonio que poco conocía. 

—Creo que olvidas que los bebés se alimentan del pecho de sus madres— jugueteo un poco con la corbata azul que rodeaba su cuello hasta deshacerla ante la mirada temerosa de la albina.

—S-Señor Meliodas, ¿Cómo podría darle...?— la tela de su cuello se deslizo. Soltó el aliento como si las puertas del aire se abrieran.

—Permíteme ayudarte— sin decir nada más, el rubio simplemente tiro de la blusa para abrirla bruscamente, dejando que los botones que la sujetaran cayeran al suelo.

Junto a un chillido sorpresivo que coloreo sus mejillas rojas, su blusa cayó de sus hombros, deslizándose por sus brazos dejando al aire sus grandes pechos a la vista del rubio. Este se relamió al ver sus pezones rosados reaccionar ante el aire fresco como si lo estuviesen tentando a probar de un dulce manjar. 

—S-Señor Meliodas, Hawk no tarda en venir y...— se calló al ver su mirada lujuriosa a la vez que se acercaba cada vez más.

—Ahora, yo comeré un poco— se sentó en sus piernas, tomando ambos pechos entre sus manos.

—Pe-pero... ¡ah!— un gemido salió de su boca al momento que este arrastro su lengua por su aureola rosada, comenzó a estimular su pecho hasta lograr que su pezón se endureciera por completo.

—Mhh— gruño en un cerrar de ojos. Era tan suave y blanca, su zona tratada era exquisitamente dulce con cada lengüetazo motivándolo a amasar el otro pecho desatendido. 

Por otro lado, la albina no entendía a que se refería con "comer", ¿en qué sentido había usado esa palabra? Solo sabía que esa sensación le encantaba, parecía realmente un bebé desesperado por conseguir algo del dulce líquido blanquecino para saciar su hambre.

—Señor Meliodas, y-yo necesitaría estar amamantando para que.... ¡mh!, tenga leche...— gimio avergonzada, su lengua se enredaba con cada caricia en sus puchos, sin embargo, este soltó el pecho con un sonido sordo para verle con una sonrisa ladina.

—Nunca dije que comida física,...— su mano se coló cautelosamente por debajo de su falda —Pero mami puede darme leche de otra manera — empezó a frotar sobre su ropa interior que se encontraba ya más que húmeda por él.

—Aah, Señor Meliodas— mordió su labio en un intento por callar sus gemidos. Este detuvo su tortura para tomar ahora la mano de esta.

—O si tú quieres, yo te puedo dar un poco— presionó su extremidad sobre su dura erección, indicándole que continuara —Solo tienes que pedirlo— gruño tomando posesión de sus  pechos mientras ella continuaba con sus frotes en su longitud.

—Por favor, quiero un poco...— musito avergonzada y totalmente fuera de sí, tanteando el botón de los pantalones.

—Dime lo que quieres, princesa— pellizco su botón rosado observando sus sensuales gestos —Papi puede complacerte— succiono su pezón con rudeza haciéndola arquear la espalda, aumentando sus movimientos en su hombría. 

Cada vez que succionaba o mordía sus sensibles pechos era como una descarga que conectaba a su núcleo latente, aquella zona privada ansiaba que las caricias calientes y húmedas en sus montes fuera directamente entre sus piernas, quería darle ese dulce que buscaba; sin embargo, su mano frotando su pene también era otra oferta tentadora.

Se mordía los labios con solo sentirlo, era grande y caliente entre su palma. Ansiaba simplemente meterlo en su boca y conseguir algo de lo que este le prometía, seguramente sería delicioso como tenerlo dentro de ella en un vaivén piadoso. Su sonrojo abarcó su rostro entre pensamientos, uno más morboso que el anterior, ¿su mente siempre fue así o solo era el momento candente?

—¡Te quiero a ti! Por favor, señor Meliodas, soy una bebé hambrienta de ti— complacido, dejó su pecho para bajarse de ella e intercambiar lugares.

El pecado de la ira quedo sentado a la orilla de la cama con sus piernas abiertas de modo a que el rostro de la albina quedara frente su abultamiento.

—Anda Elizabeth, puedes hacer conmigo lo que te plazca— acaricio su cabellera dándole la confianza para atreverse a tantear sus piernas.

—¿Podré conseguir leche?— le miró con ilusión, casi como si fuese una pequeña a punto de recibir un premio.

—Si lo haces bien, te daré más que eso. Así que se buena niña y consiente a papi— esta asintió trazando un camino con sus manos en sus muslos hasta llegar a la cremallera. 

Trago saliva. Estaba tan nerviosa y ansiosa por ver lo que guardaba bajo la tela blanca, solo  tenía que apartarla.

Se removió inquieta sobre la cama mientras se estiraba en un suave bostezo. Parpadeo un par de veces para aclarar su enfoque visual, percatándose que se encontraba abrazando al capitán, dejando que su rostro quedara entre sus pechos.

—Huh, buen día Elizabeth, que manera de despertar— exclamó sin ninguna ligera sospecha de lo que pasaba en ese momento por la mente de la albina.

—L-Lo... ¡¡Lo siento mucho!!— se apartó rápidamente de él —Es que yo... yo...— el contrario soltó una pequeña risa.

—Nishishi, debiste tener más pesadillas o un mal sueño— hablo calmado e indiferente a la situación real —No debes temer, yo siempre estaré aquí para protegerte— el corazón de la princesa comenzó a altar al mil ante sus palabras, la hacían sentir especial y única en la vida del oji verde. Su sonrisa que siempre le mostraba, su manera tan dulce de hablar a pesar de lo descarado que puede ser al momento de romper esa burbuja entre los dos.

—Perdón por abrazarlo de repente, yo no me controlo mientras duermo y...— vaciló volteando la mirada.

—Tranquila Elizabeth, no me molesta. Al contrario, dormí como bebé— esto hizo que la chica soltara un chillido de vergüenza, pues esta última palabra le recordó a su excitante sueño, mientras el capitán se veía interrogado preguntándose la razón de su repentino cambio de humor.

¿Había dicho algo malo? 

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Ok... *suspira para calmarse* Es la primera vez que escribo algo como esto y ya estoy muerta de vergüenza. (Si han leído mis fanfic anteriores, sabrán que escribo cosas mas "normales" :v)

Aunque creo que el título no queda tan bien como creí, pero esto último se me ocurrió de último minuto por falta de imaginación LOL

Diosas, y lo que falta T///T

Bueno, quiero saber que les pareció este intento fail, ¿les gusto?, ¿no les gusto?, ¿fue poco o mucho?. Por favor háganmelo saber c:

Otra cosa,  no había podido responder esta duda porque ni yo estaba segura de esto. Elizabeth no está en celo :v
Solo es una adolescente de hormonas alborotadas.

Sin mas, gracias por leer.

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Prepárense porque en el siguiente se viene algo mas subido de tono. Siguiente capítulo: El bueno y el malo.

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