Capítulo 31

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

— Vamos a casa — susurra y es entonces que deja el bote en mis manos.

Intento tomar la cuchara, pero su mano se aferra a la mía, dejándome sin oportunidades de seguir comiendo el postre. Levanto el vaso con mi mano libre para deslizar las fresas a mi boca, pero cuando lo bajo ya estamos caminando hacia el auto.

— Sube.

Y me apresuro a hacerlo porque de esa forma puedo tomar la cuchara y seguir disfrutando de las fresas. Conduce a velocidad rápida entre el tráfico, saltando incluso un par de semáforos.

Cuando llegamos al edificio, abre la puerta para mí y vuelve a tomar mi mano.

— Se acabaron las fresas.

— Te compraré más mañana, ahora ven aquí.

Toma mi rostro con sus manos, dejando besos pegajosos en la comisura de mis labios, mejillas y desciende por mi cuello.

De nuevo el olor de su colonia me envuelve, dejándome llevar por sus caricias suaves. Rayos, ¿Cómo es posible que él me atraiga tanto?

— ¿A dónde vamos?

— ¿Como qué a dónde? A la habitación.

Señala el pasillo, la habitación de la derecha y me detengo. ¿Esta loco?

— ¡No vamos a tener sexo en esa habitación!

— ¿Por qué no?

— Porque esa es la habitación donde estará el bebé y no quiero... Pues no quiero estar ahí e imaginarte así.

— ¿Así, como? — Arquea la ceja.

— Pues así, ya sabes, agitado y sudoroso...

— ¿Encima de ti?

Mierda, eso es sexy.

— Si.

— Entonces vamos a mi habitación, después de todo es ahí donde probablemente fue concebido.

— O en mi cama, en mi departamento.

— Ex departamento.

Apoya el dedo índice en mis labios para que deje de hablar y vamos ahora a la habitación de la izquierda. Su habitación.

Tan pronto como entramos, se apresura a sacar la blusa por encima de mi cabeza y se agacha para deslizar los jeans. No me pasa desapercibido que sus manos se detienen un momento en mi vientre.

Yo también quiero quitarle la ropa, tocar sus abdominales perfectos que podría cubrir con chocolate para crear mi propia tablilla o solo cubrirlo de crema batida.

— ¿Tienes chocolate aquí?

— No, y no deberías comerlo, puede hacerle daño al bebé.

— ¿Crema batida?

— No, ¿Tienes hambre? Mañana te traeré un pastel.

— Bueno, eso servirá.

Una sonrisa irresistible se estira en sus labios, así que me lanzo a besarlo sin esperar a que termine de quitarse los pantalones. Voy a culpar a las hormonas por el arrebato de pasión.

Christian me besa suavemente, sus manos bajando por mi espalda para desabrochar el sostén, pero lo hace tan lento que chillo de frustración.

— ¡Yo lo hago!

Me aparto para lanzar el sostén y como solo me mira, también me deshago de mi ropa interior. Lo empujo para que caiga en la cama, pero antes de subirme encima le quitó los boxers.

— Mierda — jadea — ¿Tienes prisa?

— Si, rápido — me siento a horcajadas sobre él — Vamos Christian.

— El embarazo te vuelve una pervertida, señorita Steele — sube los brazos por encima de su cabeza — Me gusta.

— ¿Vas a llamarme señorita ahora? Cuando te tengo ahí dentro...

— ¿Quieres que te llame señora? ¿Señora Grey?

— Ana, solo Ana, ahora deja de hacerte el gracioso y cierra el pico, no me dejas concentrarme.

Se ríe de mi ansiedad, pero deja de hacerlo cuando comienzo a moverme con fuerza contra su cadera. Sus manos se apoyan en mis piernas para ayudarme con el vaivén.

— Oh, Christian... — ligeros gemidos salen de mi boca.

Mierda, sigue así nena.

No sé si es la intensidad, las ganas imperiosas de apagar el fuego, la vista espectacular de su cuerpo bajo el mío, pero no puedo más. Me dejo ir en un delicioso escalofrío que me recorre de arriba a abajo.

Cuando sus manos presionan con fuerza mi cadera, sé que él también está llegando al clímax. Y justo ahora lo recuerdo.

— ¡Mierda!

— ¿Qué? — Dice con la respiración entrecortada.

— ¡Perdí!

— ¿Qué perdiste?

— ¡La apuesta! ¡Perdí!

Me dejo caer a su lado, con el corazón aún acelerado y es entonces que lo escucho reír divertido.

— ¡Gané! ¡Yo elijo el nombre de mi bebé!

— ¡No! ¡No, Christian!

— No seas una mala perdedora, nena, Elvis será un niño muy popular.

— ¿Es una jodida broma? ¿Elvis? ¿Elvis Grey?

— Si, ¿Por qué no? ¿O prefieres que se llame Trevor?

— ¿Por qué Trevor?

— ¿Gian? ¿Jean Pierre?

— ¡¿Qué?! ¡No!

— Bobby, Bobby Grey.

— Bueno, eso no suena tan mal, Robert Grey.

— No, dije Bobby, no Robert.

— Bobby es un diminutivo, no un nombre real.

— ¿Dexter?

— No.

— ¿Randall?

— No.

— ¿Arnie?

— No

— ¿Sylvester?

— ¡No!

— ¿Otto?

— ¡No, Christian! Por Dios, ¿De verdad quieres que tu hijo se llame Otto?

— No lo sé, supongo que podría intentar llamarlo así un par de días para ver si me gusta.

— ¿Y si es niña?

— Mierda, no lo había pensado. ¿Lesia? ¿Adalyn? ¿Wilma?

— ¿Que? ¡No! ¡Deja de decir nombras al azar!

— Pero es mi desición, tu perdiste — Se gira en la cama para verme — ¿Qué vas a hacer para hacerme cambiar de idea?

— ¿Fastidiarte todos los días? — Arqueo la ceja.

— No, déjame pensar — Dice ignorando mi expresión — Ya pensaré en algo.

— Bien.

Me levanto de la cama para ir al baño, me aseo un poco y lavo mi cara con agua fresca, solo para quitar el brillo post orgasmo que me ilumina el rostro.

Vuelvo a la cama de Christian y me acuesto a su lado. Antes de que pueda cubrirme el cuerpo con la sábana, se coloca encima mío para besarme.

— ¿Ahora que? — Pregunto, pero sale en un jadeo.

Segundo Round.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro