Final

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— ¡Ana! ¡Es tarde!

Christian vuelve a gritarme, pero no puedo dejar de mirar la habitación de Teddy. La habitación quedó lista la semana pasada, con todos esos muebles de madera y las paredes azul celeste con nubes. Un montón de muñecos de peluche sobre la mesedora cortesía de Mía.

— ¡Ana!

Exhalo un suspiro y salgo de la habitación para ir a la sala donde Christian y Prescott me esperan.

Sé valiente, Ana.

— ¿Estás lista? Tienes que estar ahí a las 12.

— Si. Estoy lista. ¿Tienes todo?

Miro a Christian, pero él desvía la mirada hacia Prescott y la maleta que ella lleva en sus manos.

— Llevo todo lo necesario, Señora Grey.

— Gracias.

Salimos del departamento y subimos al ascensor para ir a la clínica de la doctora Greene. Christian y yo no hemos hablado de nuestra relación, pero insiste en que se me llame Señora Grey a pesar de que no nos hemos casado.

Aunque pensándolo bien, vivimos juntos y tendremos un bebé. Es tan cariñoso conmigo como un novio puede serlo, así que si, estamos juntos.

— Con cuidado, nena.

Toma mi mano para ayudarme a bajar de la Suv y luego su brazo rodea, o lo intenta, rodear mi cintura. Hoy no lleva ese elegante traje gris que me gusta tanto.

— ¿El señor y la señora Grey? — La enfermera viene desde detrás del mostrador — Por aquí, por favor.

Christian le hace una seña a Prescott y viene conmigo hasta una pequeña habitación que parece un vestidor de médicos.

— Quítese la ropa y póngase la bata. Puede dejar aquí sus cosas o dárselas a su esposo para que las guarde.

La chica le entrega mi bata a Christian, pero le sonríe demasiado.

— ¿Es todo? — Pregunto para interrumpir su momento.

— Si, ya vuelvo para colocarle la vía. Y traeré su ropa, Señor Grey.

Se muerde el labio mientras camina hasta la puerta y cierra con cuidado. Estúpida. Cuando miro hacia Christian, él luce entretenido con la bata.

— Nena, no creo que esta jodida cosa cierre.

— No debe cerrar, Christian. Es para que la doctora pueda trabajar sin la ropa estorbosa.

— Pero deberías llevar sostén, no va a operarte el pecho — Su ceño se frunce — Incluso deberías llevar ropa interior de esas de las de abuela, la operación será en el vientre, no en tu vagina.

— ¡Christian! — Chillo avergonzada — ¿Quieres dejar de hablar de mi vagina?

— ¿Por qué? ¿Te excita? — Su perfecta ceja se arquea.

— Solo ayudame con la ropa.

Levanto los brazos sobre mi cabeza para que pueda sacar la enorme blusa de maternidad que Kate me regaló.

— ¿Solo asi? ¿Sin un beso? ¿Ni palabras sucias?

— No.

— Mierda, nena, tu pecho esta enorme a cada segundo.

— Deja de mirarme el pecho y quítame el pantalón.

Una gran sonrisa se estira en sus labios mientras se arrodilla lentamente. Me sujeto de sus hombros para no perder el equilibrio mientras desliza el pantalón de chandal por mis piernas.

— Lo que haces para tenerme de rodillas — Ríe divertido — Si quieres algo solo pídelo nena.

Ojos lujuriosos — Señalo su rostro y me río, regresando sus palabras.

— ¿Ya te puedo quitar el sostén?

— Primero dame la bata para cubrirme.

— ¿De quien? ¿De mi? — Se señala a sí mismo — Ana, te conozco más de lo que nadie te conocerá jamás.

— ¿Y tienes que decirlo siempre?

— Si.

Sonríe de nuevo. Idiota. Ha estado diciendo eso de que me conoce completamente, incluso durante las cenas familiares en casa de sus padres.

La lanzo el sostén a la cara y deslizo las manos por la bata, cuando me cubro me deshago también de la parte de abajo. La bata no tiene cintas ni nada que me ayuden a mantenerla cerrada.

— Sigue sin gustarme esa bata.

Su mano se apoya en mi espalda y desciende hasta mi cadera. Intento mantener cerrada la abertura de ella, pero Christian quita mi mano.

Pero la puerta se abre de nuevo y la enfermera regresa con una silla de ruedas. Toma la ropa que trae sobre la silla y la empuja contra el pecho de Christian.

— Desvistase — Le dice.

— No. La voy a poner encima de mi ropa, gracias.

— ¿Lista? Ahora siéntate aquí para que vayamos al quirófano.

La enfermera luce ligeramente molesta y me alegra mucho. Más le vale no intentar poner las manos sobre mi chico.

— ¿Mi esposo no viene conmigo?

— Aún no cariño, primero te preparamos a ti y luego él entra al quirófano.

— Bien.

Mis manos tiemblan un poco por el miedo, pero rápidamente recuerdo todo lo que leí en mi guía de parto e intento no alterarme. Todo será rápido, una cosa de nada y podré tener a mi bebé en brazos.

Una enfermera mayor coloca la vía en mi mano y luego me llevan hasta la camilla del quirófano. Me ponen la anestesia y el doctor charla conmigo mientras esperamos a que haga efecto.

Lo próximo que sé es que la doctora Greene entra cubierta con su ropa y me hace algunas preguntas para saber si estoy bien, sobre todo si la anestesia hizo efecto.

Lo siguiente es que la doctora me describe paso a paso lo que hace, pero como no puedo ver ni siento nada, solo digo que si.

— Está listo, ¿Pueden llamar al señor Grey?

La doctora Greene pide y enseguida la puerta se abre para Christian, que también viene cubierto de pies a cabeza con ropa de quirófano.

— Hola nena, ¿Cómo estás? ¿Cómo va todo?

— Creo que bien — Digo cuando sostiene mi mano.

La doctora Greene sigue hablando sobre el procedimiento, pero mi atención está puesta en el chico... No, el hombre de pie junto a mí. Acaricia mi cabello con su mano libre mientras dice que todo estará bien.

Un pequeño llanto inunda la habitación, haciendo que mi corazón se acelere y las lágrimas llenen mis ojos.

— Señor Grey, ¿Quiere cortar el cordón?

Christian me mira, luego a ella y asiente.

— ¿Es seguro que yo lo haga? ¿Y si corto por error su... pene?

Las personas en la habitación se ríen, pero Christian deja mi mano para ir hacia la doctora. Ella explica algo y dice que cuando corte el cordón el pediatra revisará al bebé.

— Justo aquí — Dice ella.

Busco con la mirada a Christian para saber si sostiene al bebé, pero lo poco que alcanzo a ver de su rostro está pálido.

— ¿Christian? — Sus ojos se vuelven hacia el techo — ¡Christian!

Grito cuando lo veo desplomarse a mi lado. Por fortuna para él, cae sobre un pobre chico flaco que estaba a su lado.

— ¡Se desmayó! — Grita el enfermero aplastado.

— Lo de siempre — Se ríe la doctora Greene — Pónganlo en la silla y saquenlo de aquí para que se recupere.

Ahora estoy tan preocupada por Christian que dejo de pensar que estoy abierta del vientre en una sala esterilizada. El llanto fuerte de Teddy me vuelve a la realidad.

— ¿Quiere verlo, Señora Grey?

El pediatra acerca al bebé para que pueda verlo, su cabello es ligeramente rubio y rizado como el de su papá. Cuando lo coloca sobre mi pecho, él deja de llorar y abre sus ojos.

¡Pero qué ojos!

De un gris único y brillante que delatan inmediatamente su lado paterno. Christian estará feliz... Cuando despierte.

— Es todo, señora Grey. Ahora tienes que descansar y cuando terminen las pruebas del bebé lo llevarán contigo.

— Gracias.

Empujan mi camilla para sacarme del quirófano y el pediatra camina hacia el lado contrario del mío. Por fortuna, Grace, Mía y Prescott van detrás de ellos sin quitar sus vistas de Teddy.

— ¿Y mi esposo? — Le pregunto a la enfermera.

— En tu habitación, creo que ya despertó.

Lo veo tan pronto como entramos al cuarto. Está sentado en el sofá sosteniendo un algodón con su mano cerca de su nariz.

— ¿Estás bien? — pregunto, pero no puedo evitar reírme.

— Yo debería preguntarte eso — Se incorpora un poco para mirarme — ¿Cómo te sientes?

— Como si me hubieran cortado por la mitad.

Él rueda los ojos pero se levanta para acercarse. Antes de que se siente en la cama junto a mí, una enfermera entra con Teddy en sus brazos.

— ¡Aquí está mami, bebé!

Lo coloca sobre mis brazos y sonríe cuando se aleja. La puerta se cierra despacio, dejándonos solos con el bebé, por fin.

— ¿Teddy? — Christian se acerca con cuidado — Mierda, es tan pequeño...

Susurra, pero no deja de mirarlo.  Acaricia su cabecita con una mano, luego sus dedos rozan la mejilla gordita del bebé y toca sus manitas.

— Ana — Carraspea un poco — Cásate conmigo.

— ¿Qué? — Aparto la mirada del bebé hacia su padre.

— Dijimos que hablaríamos de nuestra situación, pero creo que no hay nada qué hablar. Somos una familia y sé que quieres estar conmigo tanto como yo quiero estar contigo.

— ¿Seguro? — Presiono mis labios para no sonreír — ¿Estás seguro de lo que pides? ¿O es solo la emoción del momento?

— Mírame nena. Mírame y dime qué no me amas y te dejaré ir.

— No puedo — sacudo la cabeza. El pensamiento de irme jamás volvió a cruzar mi mente en estos últimos 4 meses y medio — Te amo, Christian. No sé en qué momento pasó, o cómo, pero no me imagino en otro lugar que no sea contigo.

— Digo lo mismo, nena. Te amo, lo he sabido desde el principio, pero no creí que una chica como tú pudiera quererme de verdad.

— ¿Por qué no? Eres una super ganga y caí rendida a tus encantos — él se ríe — Eso y que me diste el mejor regalo de todos.

— ¿Un bebé? — Sus ojos brillan.

— Si, un bebé de ojos grises.

Sus cejas se arquean por la sorpresa, pero Teddy sigue dormido contra mi pecho, así que intenta tomarlo en sus brazos.

— ¿Ojos grises? ¡Despiértalo! ¡Quiero verlos!

— No, Christian, déjalo dormir. Necesita descansar.

— Pero quiero ver sus ojos, tomarles un par de fotos y luego enviárselas a Lukie como tarjeta de agradecimiento.

— ¡Christian! ¡Deja de pelear con Luke!

— Tienes razón, nena. No debo discutir con los empleados.

Dios.

Quiero decirle que deje de jugar, que madure, pero no lo hago. Esa es una parte que me encanta de él y que quiero que conserve hasta el final. Y si tengo que ayudarle a aligerar la carga, que así sea.

Porque eso hacen las familias, y nosotros lo somos.

Por fin...






— ¿Eso es un si?

— Si, Christian. Es un si. Si quiero casarme contigo.

— ¡Bien!

Ojos grises grita tan fuerte que Teddy comienza a sollozar en mis brazos.

— ¡Lo despertaste! — Lo acuso.

— Entonces ya puedo cargarlo — Vuelve a sonreír — Ven Ted, ven con papá.

Apenas lo levanta, mi hijo abre sus ojitos para mirar a su padre. Los ojos de Christian se llenan de lágrimas, pero intenta sorberlas.

— Es un bebé precioso, pero claro, ¡Se parece a mí!

— ¡No lo agites!

— No lo hago, nena, tranquila — Se gira para darme la espalda — Las chicas van a caer a tus pies, hijo.

¡Christian!

El fin.

P. D. ¿No ring, Christian Grey? 🙄

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