Los increíbles

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Carla:

—¿Qué te parece?

Eddie observó el vestido que le estaba enseñando. Me dió la vuelta y luego se detuvo frente a mí.

—¿Y, bien?.

—Me gusta — su expresión era graciosa, parecía la de un juez de moda.—Pero no lo sé, nena. Es muy... Aj.

Una sonrisa se formó en mi rostro, y luego lo mire curiosa.

—¿Nena?¿Aj? —él seguía con la misma expresión —¿Y ese terrible acento español?.

—Me pediste mi opinión para el atuendo de está noche.

—¡Sí! La tuya, no la de un crítico de modas.

—¡Es un atuendo de vagos nene! Que no te vean con el.

No aguante más, y estalle de risa. Era la frase de "Edna Moda", la diseñadora de trajes en los increíbles. Lo reconocí de inmediato ya que amamos esa película.

—Muy bien "Tia Edna", me probaré otro traje.

Busque entre mi ropa menos usada, ya que quería lucir bien para el cumpleaños de Valeria. Una sonrisa se formó en mi rostro al encontrar un body amarillo de tirantes y un jean negro, solo utilice este conjunto una vez, así que están casi intactos.

—Me voy a vestir —me dirigí al baño pero Eddie me detuvo.

—¿Y no vas a pedir mi opinión? —me preguntó, haciendo un pequeño puchero.

—Eddie, sabes que me encanta tu opinión y que es muy gracioso cuando lo haces. Pero ya es tarde y este conjunto me encanta. Deberías preocuparte por lo que vas a llevar tú.

—¡Justo a eso venía! —mi mamá apareció en el pasillo con ropa en la mano —Eddie, querido. Estás son algunas cosas que has dejado en la casa este último mes, está lavada y planchada. —Le entregó la ropa, y le guiño un ojo—Ve si hay algo para esta noche.

—Gracias, señora Martínez. —le lanzó una sonrisa y volvió a entrar a la habitación —No puedo creer que he dejado todo esto en este último mes.

—No puedo creer que no te acordarás de haber dejado esa ropa. —dije en manera burlona—¿Nunca notaste su ausencia en tu guardarropa?.

—Mi papá me ha comprado varias prendas, como chantaje para que lo vaya a visitar a su casa —rodo sus ojos, y observo las prendas que estaban sobre la cama— Solo tomaré esto —se quito la camisa y se colocó un suéter azul oscuro —¡Ya estoy listo!.

—¿Es broma, verdad?.

—¿Por?.

—Literalmente, solo te cambiaste la camisa por el suéter. Teniendo varias opciones de ropa. ¿Ni siquiera piensas cambiarte el pantalón?.

—¿Por qué suenas tan dignada?.

—¿No querrás decir, indignada?.

—Si, si —cerró sus ojos y se dió una bofetada mental. —¿Por qué lo estás?.

—No estoy indignada, solamente me ofende un poco que seas un crítico de modas cuando me visto, y tú simplemente te pones un suéter — escuchandome con más detalles... Si estoy indignada.

—Cari. ¿Conoces esa ironía, en dónde ustedes las mujeres se compran mil productos para el cabello y les queda como un nido de pájaros, mientras que los hombres lo lavamos con jabón para platos y queda bello?.

—¿Si?.

—Pues, lo mismo pasa con la ropa. Mientras que tú te estabas matando la cabeza por decidir entre llevar un vestido o unos jeans, yo solo me coloco este suéter y ya estoy listo. —y finalizo con una sonrisa.

Una sonrisa que por alguna razón, me dió tanta rabia.

—¿Puedes ir a vestirte? Ya es tarde —dijo con un tono de burla.

Yo me di la vuelta para salir de la habitación y dirigirme al baño para cambiarme. Me coloque el body, que me quedaba muy bien y tenía detalles muy lindos, luego el jean y por último saque mi maquillaje para hacerme unos retoques.

—¿Necesitas ayuda?.

Me sobresalté ante la llegada repentina de mi mamá. Luego me dí cuenta que no le había colocado seguro a la puerta.

—Si, por favor.

Mi mamá entro al baño y me miró a través del espejo, con una gran sonrisa en su rostro.

—Luces hermosa... ¿En qué quieres mi ayuda?.

—¿Podrías planchar me el cabello?.

Ella asintió con la cabeza, y encendió la plancha.

—Dejame ayudarte —tomo el lápiz labial rojo y me lo coloco, luego algo de rubor y finalizó con un delineado y un cepillado a mis pestañas.

Cuando la plancha ya estaba caliente, agarro un mechón de cabello y lo planchó, y así sucesivamente. Veía su rostro a través del espejo, notaba cierta tristeza en su mirada, pero no me atreví a preguntarle que sucedía.

—Listo —habló mi mamá después de un rato largo.

Me mire al espejo y era impresionante lo linda que me veía, mi figura era simplemente bella... Yo, era bella.

—Toma, esto le dará un último toque.

Mi mamá me dió unos aretes plateados en forma de triángulo.

—Es hora de que se vayan, ya es muy tarde.

Salí del baño y me dirigí a mi habitación, en dónde Eddie estaba recostado sobre mi cama, viendo al techo. Hice un leve ruido para que se diera cuenta de que estaba lista, y cuando se levantó a mirarme, su expresión era de sorpresa pura.

Sus ojos me inspeccionaron de pies a cabeza, con la boca abierta en una gran sonrisa, se acercó a pasos lentos y quedó a tan solo un metro de distancia.

—Cari... Tú —me miró a los ojos, y pude notar cierto brillo en los de él —Eres hermosa.

—Gracias —le agradecí con una sonrisa, y nos quedamos parados viéndonos las caras por un rato —Es mejor irnos.

—¿A dónde? —pregunto incrédulo —¡A la fiesta! Cierto...

Mi mamá nos hizo el favor y compro un regalo para Valeria. Luego nos despidió en la puerta, y nosotros nos dirigimos a su casa.


Llegamos a la casa de Valeria y nos dirigimos a la parte de atrás.

—Creo que a tu mamá se le olvidó este pequeño detalle.

Era una fiesta en la piscina.

La piscina tenía luces moradas que le daban una vibra de discoteca, ya que lo único que había de luz al rededor, eran varitas luminosas que cargaban los invitados.

La mayoría traían trajes de baño, mientras que otra parte tenía ropa casual como nosotros.

—¿Y ahora qué?.

—¿Cómo que "ahora qué"? —mire a Eddie quien se notaba incómodo, y se tapaba  las manos con su suéter.

Yo me sentí algo mal por él, pero viéndolo todo... Yo también me sentía algo incómoda.

—Busquemos a Valeria, le entregamos el regalo y nos vamos a ver los increíbles a mi casa ¿Te parece? —le dí una sonrisa a Eddie, la cual me devolvió con dulzura.

—¿Lo prometes?.

—Por su pollo que sí.

Caminamos por las orillas de la piscina para buscar a la cumpleañera, nos topabamos con muchas personas, había mucho alcohol entre la multitud. Nos detuvimos al lado de la mesa de comida, la mayoría eran aperitivos y las bebidas eran únicamente cerveza, vodka y demás.

—Wow... — expresó Eddie de la nada—Ni nosotros que cumplimos diecisiete, teníamos tanto alcohol en nuestra fiesta.

—La juventud de ahora —dije —En mi fiesta de quince, solo fuimos a ver una película y regresamos a cortar el pastel.

—¿¡Quince!?¿¡Val, cumple quince años!? — Eddie gritó sorprendido por lo que le acabo de decir.

—Si, Eddie. Valeria está cumpliendo quince años.

—Que locura...

—Demasiado.

Todo a nuestro alrededor era un desastre, era imposible distinguir a la cumpleañera entre tanta gente.

—¿Pero quienes somos nosotros para juzgar? —dijo Eddie, después de un rato observando a la gente con disgusto.

—¿A quien juzgamos?.

Eddie y yo nos sobresaltamos al oir esa voz.

—¿Val?.¡Val eres tú! —me acerque a ella y la abrace— ¡Feliz cumpleaños!.

—Awww, muchas gracias —me abrazó a mi y luego a Eddie —Gracias por venir, creí que no lo iban a hacer.

—¿Por qué lo creíste? —preguntó Eddie.

Ella suspiro y luego nos observó con una linda sonrisa.

—Muchos están hablando del incidente en el salón. No puedo creer que ese desgraciado les haya dicho eso —habló con enojo— Pero tranquilos, no lo invite —una sonrisa de orgullo se formó en su rostro.

Mientras que en mi rostro y en el de Eddie, se formaba una de incógnita.

—¿Y..?.

—Y, muchos están hablando de que está fiesta, es la mejor del año.

—¿Superaste la de Barry? —preguntó Eddie con asombro.

—Si —respondio ella con alto orgullo— Supere al estúpido de Barry y su estúpida fiesta en el parque de diversiones.

Eddie me dió un pequeño empujón y me extendió el regalo.

—Acá te traemos un pequeño regalo por parte de los dos.

Ella lo tomó y dió pequeños saltos de alegría con el contenido.

—¡Muchísimas gracias!¡Es hermoso!.

No teníamos idea de lo que había en la bolsa, pero la hizo feliz y eso es lo que cuenta.

—Fue un placer y ahora con tu permiso, nos tenemos que ir — habló Eddie.

—¡No! —gritó Valeria—¡No sé pueden ir!. Necesito presentarles a alguien.

—¿Presentarnos a quién? Exactamente — pregunté.

—Cari, quiero presentarte a un primo mío. Vivía en Australia, pero volvió hace poco. —mi cara debió ser un poema, porque añadió:— Es un amor. Tiene ojos azules, es lector y le gustan las chicas con "algo" extra —me lanzó un mirada pícara.

Miré a Eddie, quién estaba más confundido que yo.

—¿Cómo que "algo extra"?— hice comillas con mis manos, y Valeria solo se rió.

—Deja lo busco.

Valeria se fue y nos dejó confundidos.

—Algo no me gusta.

—¿Qué? —voltee a ver a Eddie, quien me miraba sin expresión en su rostro.

—No lo sé, solo... Que algo no me gusta.

—Relajate, solo nos va a presentar a su primo, lo saludamos y nos vamos a ver los increíbles —Eddie no se veía del todo convencido por mis palabras, así que añadí:— Lo prometí.

Eso fue suficiente para que se relajara un poco.

—¡Carla! —me llamó —Y Eddie. ¡Les presento a mi primo, Jordan!.

Miré a dónde Valeria estaba señalando y ahí lo ví... Era hermoso. Era como ver un ángel, con camisa negra de botones que lo hacía lucir tan... Sexy. Por alguna extraña, pero conveniente razón, parecía que caminaba en cámara lenta, con pasos firmes... Directo hacía mí.

—Hola, mucho gusto —tenia un leve acento que no era muy notorio. Se colocó al lado de Valeria y la abrazó, mostrando la gran diferencia de altura y los rasgos.

Mientras que Val era de ojos verdes y cabello castaño oscuro. Él era de ojos azules y cabello castaño claro. Los dos eran igual de blancos y tenían las mismas pecas en la nariz.

—Cari, él es mi primo Jordan.

—Un gusto— le extendí la mano y él la estrecho —Me llamo Carina, digo Carola, digo...— Me quiero morir —Mi nombre es Carla.

—Carla...— pronunció mi nombre de manera lenta y dulce, a través de sus hermosos labios rosas— ¿Tú eres la escritora de "Una mini historia de amor"?.

—Si... —por primera vez, sentí vergüenza de haber publicado ese libro.

—Para mi, es un gran placer conocerte —dijo con una sonrisa —Soy lector. Y ahora que te conozco y se lo que ese infeliz te hizo... —me miró a los ojos y se notaba un leve brillo— Pobrecito... Dejo ir a una gran mujer.

Mi corazón empezó a latir con fuerza y rapidez, creí que era mi momento de partir de este mundo.

—¡Un gusto, Eduardo Sánchez! —intervino Eddie y estrecharon sus manos —Fue un placer conocerte. Val, gracias por invitarnos, pero ya es hora de irnos.

—¿Irnos? —pregunté.

—Si, irnos.

Miré a Valeria quien le lanzaba una mirada fulminante y llena de odio a Eddie. Y luego mire a Jordan y este se notaba...¿Triste?.

—Está bien —habló Valeria, con una sonrisa forzada en su rostro —No importa primo, después de todo los verás mañana.

—¿¡En serio!?. —preguntamos Eddie y yo al mismo tiempo.

—Si. Cómo Jordan se acaba de mudar y tiene que terminar sus estudios, mi tío lo inscribió en nuestro instituto, así que, a partir de mañana nos veremos todos los días.

—Entonces ¿Te veré mañana? —me pregunto Jordan.

—¿Es a mí? —que estupideces digo

Él rio un poco.

—Si, es a ti.

—Claro, nos veremos mañana.

Me despedí con una sonrisa y salí junto a Eddie.

—Ñiñiñi nis vimis miñini —Eddie, empezo a hablar de una manera muy aguda y sin sentido —Ñiñiñi ¿es i mi?.

—¿Ahora que te pasa? —le pregunté con gracia.

—Nada —levantó la mirada y se quedó en silencio por unos segundos —Solo estoy emocionado, porque mañana veremos a Jordan —dijo con la voz aguda de hace un momento.

—¿No me digas que estás celoso?.

—Ja, Ja, Ja.

Y eso fue todo para que se adelantará, y no me volviera a hablar.

—Si no me dices que te pasa, entonces te des-invito a ver los increíbles en mi casa.

—¿¡Cómo te atreves!? —gritó y volteó de manera exagerada.

—Dime que tienes o nos separamos justo aquí y cada quien para su casa —le exigí.

Me miró de manera desafiante y yo se la devolví. Nos quedamos así por varios minutos, en plena carretera.

—¿Y, bien?.

—Descansa. Nos vemos mañana en el instituto.

Y eso fue todo, para que él se fuera y me dejara en la carretera y sin ganas de ver los increíbles. Pero no me molesté del todo, estaba pensando en Jordan, y que apartir de mañana lo vería todos los días... A él y su cara angelical.

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