Capítulo 3

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-Nada mal, ¿no?

Jane sacó de sus pensamientos a Lisa finalmente, girando para verla relajada contra la pared, sacando sus caderas.

-Digo, tal vez no sea a lo que estás acostumbrada en el castillo donde papi te haya dado todo ese dinero para gastar. - Terminó de decir, mirándola fijamente a los ojos. No parece que lo dijera como una simple broma.

Rudo.

-¿Te parezco alguien que necesite dinero de papi? - Lisa contraatacó con el mismo tono, más que nada por curiosidad de saber.

-Me parece que... - Jane se quitó de la pared, y caminó rodeando a Lisa hasta quedar frente a ella. - En una noche, una mujer que nunca había pisado el club decidió quitarle el record a un cliente cuya cifra nunca fue superada por ningún otro hombre del lugar.

Lisa rio por lo bajo.

-Ya veo, no es el dinero lo que te molesta. Tampoco creo que sea el cliente, el tipo no era precisamente un adonis. Entonces, -Camino un paso más, cerrando la brecha. - ¿Te incomoda que sea una mujer? - Susurró.

La diferencia de altura entre ambas lograba erizar un poco la piel de Jane, pero de alguna forma, no sentía temor.

-No, no me incomoda. - Desvió la vista de la intensa mirada de la contraria.

-¿Puedo saber qué es? - Lisa inclinó un poco su cabeza, como queriendo que sus palabras quedaran entre ellas, que el mundo exterior no pudiera oírlas.

Jane suspiró, y volvió a encarar a la más alta.

-No es común que una chica se interese en mí a tal grado de "comprarme". - Bajó la mirada, y continuó. -Los hombres, bueno, ellos suelen derrochar más su dinero para saciar sus necesidades.

Lisa era buena para leer entre líneas, y si podía deducir algo, era que Jane sentía la misma intriga por ella. Intenta ocultar su interés.

Lisa entonces levantó ambas manos a la altura de sus hombros.

-Me atrapaste. - Sonrió. -No tengo idea de lo que estoy haciendo. -Su rostro lo decía todo.

Jane de inmediato frunció sus cejas y dio un paso hacia atrás.

-Acabas de gastar quince millones de wons hace apenas unos minutos, no vengas a decirme que no sabes de qué va todo esto. ¿Me tomas por idiota? - Jane estaba atónita. El tono alterado en su voz amenazó con traicionarla.

-¡No! No, no quise faltarte al respeto. Yo... - Lisa cubrió su rostro con ambas manos masajeándolo con visible estrés. -N-No sé qué estoy haciendo, realmente. Y no me refiero a la situación, me refiero a mi vida, ¿sí? - Alzó su rostro, su expresión relajada se había quebrado.

Jane en cambio suavizó su semblante, sin decir una palabra. Esperando.

Lisa remojó sus labios con su lengua y caminó despacio hasta sentarse en una silla que se encontraba frente al enorme espejo que ocupaba la pared. Recargó sus codos en sus rodillas, y encorvó su espalda hacia adelante. Su cabello negro y lacio cubría su rostro como una cortina, pero desde el lugar de Jane, la postura de la contraria por sí sola reflejaba tristeza.

-No vivo con mis padres. De hecho...- Ugh. -.Estoy casada, con otra mujer.

Jane desvió su mirada de Lisa al suelo. Intentaba no pensar demasiado, pero el hecho de que le revelara así sin más que estaba casada -y con una mujer-, realmente la agarró desprevenida.

Pero no es algo que no haya visto ya. Muchos hombres habían venido ahí con la palabra "infiel" escrita en sus grasosas frentes; en efecto, también le ha tocado ver caras lánguidas en la tristeza que hace no más de diez minutos se retorcían en el placer de una buena maniobra de su mano sobre sus flácidos falos o con un simple pero buen movimiento de caderas.

Si bien cada que se veía envuelta en uno de esos dramas maritales sus ojos rodaban por el cielo, era cierto que le pagaban una buena suma de dinero para hacer pasar un agradable rato a sus clientes, y no lo contrario.

Y en eso ella era la mejor.

-Lalisa, ¿puedo llamarte así? - Jane finalmente habló cortando el incómodo ambiente.

Lisa levantó rápidamente su mirada a la castaña con la pregunta obvia y visible dando vueltas alrededor de su cabeza.

-No quiero verme invasiva, es solo que alcancé a ver tu nombre en el cheque del pago. ¿Te molesta? - Jane comenzaba a acercarse paso a paso, posicionándose frente a la pelinegra, quien la veía desde abajo.

-No, está... bien. Creo. - Lisa respondió con nerviosismo, sus ojos perdidos por un momento en el color chocolate de los contrarios que la observaban con inquietud. -.Puedes llamarme Lisa.

-Bien. -Jane sonrió, y encorvó su espalda hacia adelante, quedando su rostro al mismo nivel que el de Lisa. -Me gusta cómo suena, ¿y a ti? ¿Te gusta cómo suena en mi boca?

Teniéndola así de cerca, supo que el cambio de tema surgió efecto al ver esos ojos dilatarse.

Por lo que aprovecho la situación y se sentó en el regazo de Lisa posicionando sus piernas a ambos lados de las caderas de la pelinegra, que había cambiado su expresión de tristeza por una de asombro cuando sintió la entrepierna de la bailarina presionar levemente contra la suya, a la vez que Jane rodeaba su cuello con ambos brazos, juntando sus pechos y eliminando todo espacio existente entre ellas.

-Solo déjate llevar, ¿sí? - Susurró Jane sobre los labios de Lisa. -. Tal vez sea eso lo que necesites para olvidar tus problemas un rato.

Jane sonrió con sorna al ver la mirada que le daban los ojos de Lisa bajo ese perfecto flequillo; una mirada intensa, hambrienta y deseosa, que la tenía inconscientemente restregando sus caderas contra ella, sin música alguna de fondo. Su instinto y su cuerpo al parecer habían hecho un complot, porque la estaban traicionando.

La bailarina se hizo un poco hacia atrás para estirar su brazo a lo que parecía ser un pequeño control que se encontraba en la mesita al lado de la silla donde ambas se encontraban, creando cierta distancia entre ambos cuerpos. Sin embargo, no fue por mucho tiempo, pues Lisa rápidamente posó ambas manos en las caderas de Jane y la jaló hacia ella, eliminando hasta la más mínima distancia entre sus cuerpos.

-Tal vez estés en lo cierto. - Razonó Lisa con voz baja, pero ronca. -.Pero ten en cuenta que aunque me deje llevar, yo tengo el control. - Aclaró apretando las caderas de Jane por encima de la fina tela del vestido que cubría su cuerpo.

Jane chasqueó la lengua contra sus dientes mientras negaba con la cabeza y entonces habló: -Creo que estás equivocada, Lalisa. El control lo tengo yo. - Declaró Jane moviendo de lado a lado frente a Lisa el pequeño control que había agarrado con anterioridad. -. Literal y figuradamente. - Finalizó oprimiendo un botón que al parecer era el encargado de reproducir la canción que estaba empezando a sonar de fondo.

La bailarina colocó nuevamente el control en la pequeña mesa donde se encontraba originalmente. Dejó que la pista avanzará unos cuantos segundos, hasta que la voz del cantante llenó la habitación, por lo que empezó a mover sus caderas al ritmo de la canción de fondo, provocando que esas manos en su cintura empezaran a ejercer presión en ella, arrancándole un jadeo.

Lisa por su parte, sentía como la sangre que se suponía que corría por su cuerpo se convertía en fuego líquido, encendiendo y calentando cada parte de su cuerpo, todo a causa del vaivén infernal que mantenía Jane encima de ella. El colmo fue cuando Jane empezó a susurrar ciertas frases de la canción que eran muy subidas de tono, al igual que la misma; en ese punto empezó a sentir cómo sus pantalones empezaban a apretar su entrepierna.

Y es que, la canción de fondo pasaba a segundo plano, siendo el espectáculo principal la mujer que ahora estaba restregando su entrepierna con la suya en un ritmo impuro, casi diabólico que la tenía apretando los labios para reprimir sus jadeos, los cuales no tardaron en salir cuando Jane mordió el lóbulo de su oreja.

Entonces, Jane se detuvo de repente al sentir un duro bulto presionando su centro, por lo que miró a Lisa con sorpresa, mientras que esta la miraba con un leve sonrojo en el rostro, a la vez que tartamudeaba en voz baja.

-Lisa, ¿Dejaste tu celular en tu bolsillo? - Cuestionó Jane mirando con sorpresa a la pelinegra. -Porque deberías sacarlo, no quiero dañarlo o algo simi-

-N-No es mi celular. - La interrumpió Lisa con algo de vergüenza. -. Yo, ehm, yo. -Carraspeó para aclarar su garganta y evitar que su voz saliera temblorosa. -. Tengo un pene. Es decir, mi parte inferior es masculina, pero todo el resto de mi cuerpo es el de una mujer, por lo que soy tan mujer como tú. Creo. - Explicó susurrando la última palabra. -L-Lo siento, debí decírtelo, no sabía si tendrías algún problema o incomodidad con ello.

Jane se quedó en silencio, procesando con detenimiento las palabras de la avergonzada pelinegra. Una mujer con pene, ¡estupendo!, ahora tendría otro tema de conversación para sumar a la lista que solían hacer ella y Jimin cuando estaban ebrios y el chico contaba con total soltura sus peores y mejores anécdotas con clientes. Ahora ella podría superar la interminable lista del rubio, con el nuevo cuento de "la mujer con pene a la que tuve que hacerle un show privado por quince millones de wons." Era increíble.

-Claro que no me incomoda, no tiene por qué hacerlo, ¿O sí? - Por supuesto que por quince millones de wons ignorare cualquier tipo de incomodidad, pensó.

-¿Estás segura? Podemos parar si quieres, de verdad. - Expresó Lisa con vergüenza. -No es ningún problema que lo hagamos si no te sientes com-

Jane la interrumpió estrellando sus labios con los suyos en un fogoso beso, donde ambas mordieron y jalaron el labio de la otra, donde sus lenguas se encontraron y donde parecían empezar a perder todo hilo de cordura gracias a ese beso desesperado.

Llegando al punto en el que Jane paso de sentir incomodidad por la condición de su acompañante, a sentir curiosidad, por eso se encontraba ahí, arrodillada frente a la pelinegra desabrochando su cinturón y bajando aquellos elegantes pantalones de vestir con agilidad, encontrándose con una grata sorpresa al ver cómo el falo de la otra se marcaba claramente en el bóxer negro que traía puesto. Era grueso, y parecía tener un -muy- buen tamaño, por lo que no demoró en acariciarlo por encima de la tela, arrancándole un sonoro suspiro a Lisa, que no tardó en pedirle que lo sacará de sus confines, a lo que ella obedeció rápidamente, sintiendo como empezaba a salivar cuando luego de bajar el bóxer a la altura de sus pantalones el falo de la pelinegra rebotó levantándose totalmente erguido frente suyo.

La bailarina sentía cómo se le hacia la boca agua al ver ese grueso y grande falo tan cerca suyo. Las venas marcadas en las distintas partes del mismo, el grueso exacto, el tamaño perfecto que fácilmente con una embestida le podía alinear hasta el quinto chacra, pero la cereza del pastel era la gota de líquido pre seminal que goteaba desde la punta, la cual no dudo en recoger con su dedo y llevarla a su boca, sin romper el contacto visual con la atenta mirada de Lisa, que la miraba con la boca entreabierta.

Jane no sabía por qué estaba siendo tan impulsiva. Luego de tantos años de perfecto autocontrol, aparecía Lalisa Manobal a hacerlo añicos; no supo en qué momento, pero ya estaba metiendo parte del pene de Lisa en su boca, mientras que son su mano masturbaba la parte que aún no abarcaba con su boca.

Se dedicó a lamer y chupar cada parte del miembro de la pelinegra, que solo podía gemir, tirar la cabeza hacia atrás y sostener su cabello cuando su cabeza bajaba hasta la base, llegando al punto en que su respiración chocaba con la pelvis contraria. Su propio sexo se encontraba cada vez más húmedo por el simple hecho de estar arrodillada frente a Lisa haciéndole una exquisita felación, podría decir que lo estaba disfrutando tanto como ella, incluso.

Disfrutaba las exclamaciones de placer de la otra, el cómo agarraba su cabello de a ratos para detenerla y follarle duramente la boca, sintiendo incluso leves arcadas que eliminaba exitosamente al relajarse y dejar que Lisa la usara para buscar su propio placer, que inconscientemente estaba siendo el suyo.

La cabeza de Jane subía y bajaba en un ritmo casi perfecto; pausado pero conciso, el cual poco a poco fue acelerando considerablemente, yendo cada vez más profundo, sintiendo cómo la punta del falo ajeno tocaba la parte posterior de su garganta como un límite. En distintas ocasiones hacía todo aquello sin apartar los ojos de las reacciones y muecas de placer de la pelinegra.

Por su parte, Lisa estaba convencida de que la boca de la bailarina era el jodido cielo, sobretodo cuando apretaba con suavidad o masajeaba sus testículos mientras lamía toda su extensión de arriba abajo y viceversa. El colmo era cuando la miraba bajo sus largas pestañas mientras que tenía toda su polla en la boca y con su mano rasguñaba su abdomen.

La pelinegra sentía cómo la conocida presión se empezaba a formar en la parte baja de su abdomen, aquella que era un previo aviso de que estaba llegando a su límite, por lo que le dio aviso a la bailarina, no obstante, lo ignoró completamente y lo tomó como un intensivo para chupar con más fuerza la punta, y masturbarla con más rapidez, buscando probar todo lo que Lisa tuviera para darle.

Sin embargo, Jane tenía un debate interno con respecto a sus acciones, a lo impulsiva que estaba siendo en esos momentos.

¿Qué estaba haciendo? Esto estaba cruzando la línea de lo que juró, de lo que se prohibió a sí misma no hacer cuando decidió aceptar este trabajo. Pero no, no estaba pensando con claridad en este instante. Su cabeza la sentía pesada, sentía como una sensación de ardor en frío se extendía desde su nuca hasta sus sienes. Un cosquilleo similar se esparcía entumiendo sus brazos, y podía sentir la exhalación caliente a través de sus labios entreabiertos, húmedos con los residuos del espeso líquido blanco que aún lograba saborear.

Salado, y fuerte.

Esa presión en el pecho al pensar esas palabras, ese efecto que estaban causando en su cuerpo, la punzada eléctrica que acaba de sentir en su pequeño nudo de nervios entre sus piernas. Todo eso la llevó a alzar su rostro una vez más.

Y su mirada conectó con la de la pelinegra, y observó esos orbes dilatados, esfumando casi todo el color a su alrededor. Y la vio lamerse sus carnosos labios con hambre, sedientos de ella, con ganas de ella.

Y fue que, en ese mismo instante, su propio deseo le hizo saber que estaba perdida.

Lisa, perdida en su propia neblina de placer, no dudó en estirar su brazo para sostener la nuca de Jane y traerla hacia ella para chocar finalmente sus labios. La fuerza del mismo impacto sacó un gemido de Jane, que rápidamente fue ahogado en la caliente cavidad de la contraria. Era un beso fogoso, húmedo, sucio. Bocas abiertas, dientes chocando, recibiendo gustosas la lengua de la otra, sintiendo el órgano húmedo y rasposo explorar la humedad, y envolverse en su saliva. Solo ellas eran testigos de los jadeos que salían como susurros cada vez que necesitaban un poco de aire, solo para continuar con más fuerza.

Entonces, Lisa jaló a Jane hacia la cama sin romper el beso, y se puso sobre ella, sus manos subiendo su vestido hasta su cintura con prisa.

Por inercia, Jane abrió sus piernas para que Lisa pudiera acomodar su peso entre ellas, y lo sintió.

Ah.

El falo de la pelinegra, grueso y rígido contra ella, restregándose contra su mojado centro aún cubierto por la ropa interior.

Jane apretó sus ojos y se separó de beso solo para gemir audiblemente. La fricción de su ropa interior contra su clítoris se volvía cada vez más estimulante, mientras Lisa seguía frotando su miembro contra ella, ejerciendo una presión cada vez más fuerte y desesperada.

Detente ahora, su mente le gritaba en un eco.

-¡A-Ah!

Lisa bajó su cabeza hacia la curva del cuello de Jane, tomando un largo y lento respiro, oliendo su perfume, su aroma, sintiendo cómo la quemaba por dentro e inundaba su mente como humo. Dejó escapar un sonido bajo de satisfacción, al igual que un agudo, pero muy bajo gemido que solo Jane pudo escuchar. Sintió cómo Jane se arqueó y gimió en respuesta de solo escuchar el sonido de placer de Lisa rozando su oído, y mordió su labio inferior cuando su falo se apretó contra el empujón de las caderas de la menor.

Pasó su lengua plana de forma ascendente, lentamente, humedeciendo el caliente cuello de Jane hasta llegar al lóbulo de su oreja. Y morderlo.

-Jane, ha, dime que pare. - Exhaló Lisa, un poco sorprendida por lo ronco de su voz, casi como un gruñido. Sus ojos casi perdiendo por completo su brillo, y haciendo el esfuerzo por no romper el delgado hilo de cordura que le quedaba.

Sus caderas seguían arremetiendo contra el centro-ahora chorreante-de Jane. Su falo comenzaba a arder, a doler incluso; no podía dejar de frotarse contra la mujer que ahora se retorcía en placer debajo de ella.

El control de Jane se extinguía con cada roce, con cada frote, y no podía echarse toda la culpa, porque apenas estaba entrando en cuenta de cuánto extrañaba esta sensación que se había estado negando por su propio bien.

Pero Lisa, la hacía sentir que podía disfrutar de su propio deseo una vez más.

-Dímelo, dime que pare. Por favor. -Lisa ocultó su rostro en el hueco del cuello de Jane. Una de sus manos deslizándose entre ambos cuerpos.

-Hazlo, di-dilo. -Sus dedos haciendo a un lado la tela que cubría el coño empapado de Jane solo para asaltar su clítoris con dedos salvajes.

Jane no contuvo su gritó y abrazó el cuello de Lisa fuertemente, distante e inconsciente de que se estaba entregando fervientemente a ella, a sus dedos, balanceando sus caderas sin ritmo alguno. Solo buscando que su nudo fuera sacudido y apretado con más violencia.

Lisa arrastró su boca hacia la garganta de Jane, y comenzó a besar a lo largo de su piel, exhalando por su nariz pesadamente.

Pronto, una de las manos de Jane sube hasta el cabello de la pelinegra y se enrosca en él, mientras que la otra arrastra una línea lenta y afilada por la espalda aún con ropa de ésta. Estas simples caricias logran hacer que el falo de Lisa palpite; cómo le gustaría descubrir hasta qué punto Jane puede despertar más de ese "calor" dentro de ella.

Lisa aprovechó para unir nuevamente sus bocas en un beso frenético. Esta vez, logra conseguir una respuesta por parte de Jane, quien con manos temblorosas ya estiraba el saco de Lisa. La pelinegra, ahora con el permiso de continuar, se detuvo de sus actividades y se apartó de la menor. Con una confianza que ni ella sabía que tenía, comenzó a quitarse el saco con algo de dificultad gracias al hormigueo de sus brazos, y lo tiró hacia alguna parte de la habitación, su camisa siendo la siguiente y quedando solo en un sujetador negro deportivo.

Mientras esto sucedía, el deseo de Jane le impedía quedarse sin hacer nada tirada en la cama. Estiró su brazo para envolver con su tibia mano el ancho falo de Lisa, quien gimió en un agudo tono al contacto al mismo tiempo que Jane, empujando sus caderas hacia la sensación.

-Tú... - Lisa susurró en un tono bajo, pero gruñendo en cuanto Jane apretó ligeramente.

Ante esto, Lisa vuelve a poner su cuerpo sobre la castaña recargándose sobre sus brazos, baja la parte superior del vestido de Jane y toma un pezón duro en su boca, chupándolo y succionando. Jane gime a lo alto estremeciéndose por la lengua rasposa rodeando su aureola y se arquea aún más hacia Lisa, mientras su mano aprieta y tira la polla de la misma. Lisa jadea contra el pecho de Jane, y empuja, y se restriega ahora entre el líquido pre-seminal que Jane extiende con su mano.

Ya quería sentirla, anhelaba por unirse a ella, era una emoción indescriptible, una clase de sentimiento que pensó que había perdido con los años, pero que Jane despertó en ella como el fósforo que necesitaba. Así que se dejó llevar por sus instintos más primales, detuvo la mano ocupada de Jane y la apretó contra el colchón, presionándola por encima de su cabeza.

Jaló con fuerza hacia abajo la única tela que impedía sentir plenamente a Jane, y gruñó al obtener lo que tanto estaba esperando.

-Jane, estás... ah, estás muy mojada- Murmura Lisa jadeando en lo bajo, y Jane suelta un gemido hondo, excitada por el significado de esas palabras. La cabeza de su falo haciendo contacto directo con la entrada suave y empapada, palpando su clítoris ahora erecto y sensible. Sus fluidos comienzan a esparcirse y a impregnar de su aroma todo el ancho del largo pedazo de carne.

Todo en la pelinegra se agudiza, ante el hecho de que la menor bajo su cuerpo esté tan mojada, tan preparada para ella, tan sensible. Lisa se inclina hacia el cuello expuesto de Jane y lo muerde, cerca del punto dulce, y los ruidos que escucha son tan buenos como cualquier caricia.

-Mierda, Jane - Lisa gime, ahora cerca del oído de la castaña, e incrementa la fuerza de sus frotes.

-J-Jennie- La chica alcanza a decir traicionada por sus gemidos. - Dime Jennie. - Levanta sus caderas intentado generar más fricción contra su clítoris hinchado.

Por favor, Lisa.

Antes de que los sonidos de Jennie comenzaran a tornarse en súplicas, Lisa la silencia con un beso, chupando su lengua mientras se posiciona para entrar, y finalmente-

El grito de Jennie fue amortiguado por los labios de Lisa. Tras de él, suelta otro, y otro.

Duele, pero duele tan bien. Tan bien.

Lisa no puede controlar la forma en que sus caderas comienzan a mecerse, a empujar fuerte tan pronto como toca fondo dentro de Jennie. Sus movimientos se tornan desesperados, y profundos, justo como los sonidos que comienzan a hacer. Los choques de piel contra piel rebotan alrededor de la habitación, y se escucha el sonido mojado de los impactos. Es sucio.

-Ah, tan... apretada, para mí- Lisa susurra ronca y deliciosamente al oído de Jennie. -Me tomas tan bien, te sientes- ah, ¡tan bien! - Besa el lóbulo de su oreja, y lame.

La cabeza de Jennie está inclinada hacia atrás, sus ojos entreabiertos por la intensidad del placer que envuelve a su cuerpo. Sus uñas se entierran en la espalda de Lisa, y su mano aprisionada se retuerce para agarrar con fuerza las sábanas.

-Es mucho-ah, Lisa - Susurra la menor. -Lis-ah! ¡Ah! ¡Ah! ¡Sí! - Lisa levanta la espalda baja de Jennie con su mano libre, tomando así una posición más profunda.

Ahora puede sentirla más adentro de ella, golpeando sus paredes con descaro, y definitivamente no quiere abandonar esta nueva posición. Abre sus piernas, y se eleva aún más gracias a la fuerza en sus rodillas flexionadas y sus pies haciendo presión contra el colchón.

-Te dije que yo tenía el control, Jennie. - Jadeó Lisa, haciendo que Jennie recordara rápidamente sus palabras anteriores, cuando apenas empezaba a crecer ese deseo entre ellas. Pero su recuerdo fue interrumpido por un empuje certero de Lisa contra su punto.

Y entonces ambas gimen. Lisa siente cómo Jennie se aprieta alrededor de ella, tan fuerte que apenas y puede moverse. Gruñe, jadea, y Jennie ahora gime su nombre como un mantra, cada vez más alto conforme sus envestidas comienzan a aumentar de velocidad. Y eso solo puede significar una cosa.

Si no me detengo ahora...

Lisa muerde con fuerza su labio inferior, intentado mantener su última pizca de conciencia. Ella sabe que no puede, tiene que luchar contra el orgasmo que se está formando como una bomba de tiempo. Intenta redirigir su atención a algún otro rincón de su mente mientras trata de reducir la velocidad en sus caderas.

Pero Jennie comienza a aumentar el ritmo en las suyas.

-J-Jennie- Lisa aprieta los dientes.

-Tengo un implante... sigue... ah, por favor...- Arquea su espalda y pega lo más que puede su centro, hundiendo todo el pene de Lisa dentro de ella, no queriendo separarse.

-F-Fóllame - Suplicó.

Con esto, el miedo en su mente se evaporó, al igual que su indecisión.

Con la fuerza que le quedaba, se aseguró de golpear cada punto dulce del interior del desastre de gemidos que ahora era la castaña. Tres empujes profundos es lo que bastó para tocar el cielo.

Jennie se corrió con un ruido estridente que se desvanece, con su mano libre llevándosela a la boca para -intentar- suprimir los jadeos restantes que salían uno tras otro con la intensidad del orgasmo. Entonces, un calor abrazador se adueñó de su cuerpo. Tiras y tiras de esperma caliente entraban en ella salvajemente e inundaban el interior de su vientre, sintiendo cómo golpeaban contra su útero. El éxtasis de saber que Lisa la había llenado toda, logró que su centro expulsara un líquido distinto que chorreaba sin detenerse.

Las respiraciones de ambas se detuvieron por unos segundos, antes de desvanecerse sobre la cama, una encima de la otra.







4k de palabras y solo espero que de los 600 leídos, al menos 150 voten kaahks, porque este capítulo tardo poco más de un mes en ser escrito

pd: créditos a dan, que me ayudó con parte del cap<33


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