Primeras Experiencias

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Calor. Era lo único que podía sentirse a nuestro alrededor.

Su mirada me llamaba, me aclamaba, en un ambiente en el que únicamente podía apreciarse el sonido de nuestras leves respiraciones. No obstante, aún podía percibir en ella esa cohibición típica suya.
Normal, ¿no?
Al fin y al cabo, era su primera vez.

Decidí romper el hielo y caminar hacia ella despacio, sin prisas, para que ella se fuera incorporando también, y estando a escasos centímetros de su rostro, decidí observarla un momento.
¿Íbamos a hacerlo?
Íbamos a hacerlo.

Colé una mano tras su nuca y me encargué de que mis labios buscaran los suyos suavemente, y los de ella comenzaron a bailar sobre los míos.

Empezamos despacio, queríamos disfrutar del momento, pero las ansias instantáneas nos pudieron e hicieron intensificarse aquel beso, al mismo tiempo que procedimos a desvestirnos.

He de admitir que yo tampoco era un experto, aunque me daba ternura la ligera torpeza de sus movimientos. Me reí sobre sus labios y ella me imitó.
—¿De qué te ríes?

—De que a mi bichito le pueden un par de besos.

Me separé un par de milímetros para poder ver su expresión, y vi que estaba forzando las comisuras de sus labios para que no subieran.

Le había hecho gracia el comentario.

Yo sí que sonreí abiertamente, y aproveché para apoyar mis manos sobre su cintura, a veces subiendo, otras veces bajando, todo para acabar apegándola más a mí y volver a probar sus labios.
Esta vez, ella me devolvió el beso con algo más de intensidad, y se aferró rodeándome con sus brazos.

Joder, demasiado cerca. Sus tetas.

Mini-Álex se había levantado ante el primer roce.

Odio excitarme tan rápido, menos mal que no ha notado el bulto en los pantalones.

Hora de pasar a la acción.

Continué con la tanda de besos al tiempo que procedí a intentar quitarle su sujetador.

Dichoso sujetador. ¿Quién crea sus cierres?

Vale. Tiempo muerto, tiempo muerto, tiempo muerto.
Ha bajado las manos hasta la cremallera de mis pantalones.
La ha abierto.
Si sigue así, al final termino más duro de lo que ya estaba.

Admito que las ganas me dominaron y casi me atrevería a decir que tomaron el control sobre mí, pero aún seguía medianamente cuerdo, por suerte.

La danza sobre nuestros labios tornó a tal intensidad que empecé a notarlos hinchados, y los suyos, enrojecidos, cuando nos separamos para respirar.

Decidí seguir explorando su cuerpo un poco más con mis manos, para estudiarla, memorizar sus reacciones, ver qué puntos hacían que flaqueara más por la excitación.

Quería verla temblar debajo de mí.

Luego, ambos quedamos únicamente con nuestra ropa interior inferior.

El cague me invadió por un pequeño momento al estar tan expuesto y volví a sentirme enano.

Irónico, a ella le pasó lo mismo.

Esto es lo que pasa cuando metes a dos tímidos en una misma habitación.

Pero entonces, fue ella la que se armó con un poco de valor y procedió a mover sus manos sobre mi torso.
Conectamos miradas, y llevé yo también mis manos sobre su figura.

Empezaba a notar la respiración más pesada, y juraría que a ella la escuché jadear muy levemente.

Vale, Álex, respira, que no se te olvide inhalar.

No puedo. He perdido el control. No me aguanto.

Como suponía, la excitación tomó las riendas y mi cerebro pasó al segundo plano, por lo que volví a lanzarme buscando su boca y, al tiempo que me correspondía, llevé una de mis manos hacia su pecho derecho.

No pudo evitar soltar un gemido sobre mis labios.

Joder, ese sonido. Me va a volver loco.

Seguí besándola, pero abandoné su rostro y me dirigí hacia su cuello, dejando pequeñas marcas a mi paso; y seguí bajando hasta llegar a sus pechos.

Gimió de nuevo ligeramente mientras continuaba jadeando.

Bien, puedo continuar.

Aunque, esto de hacerlo de pie estaba de más, por lo que la cogí en brazos y la llevé a mi habitación, antes de dejarla sobre la cama y continuar con la sesión de besos.

Volví a acoger un pecho con mi mano a la vez que pillé el otro con mis dientes.

Quería que lo disfrutara, así que fui suave con lo que hacía.

Un momento. ¿Y si...?

Era una locura, pero no sé qué es lo que me incitó a hacerlo.

Quizá la emoción del momento.

Vacilé unos pocos instantes más antes, pero al final me decidí.

Seguí bajando mis besos pasando por su abdomen.

Joder. Preciosa figura.

Mía.

Y llegué hasta su entrepierna. No sabía cómo reaccionaría, por lo que bajé las marchas y fui más despacio.

Subí la mirada buscando la suya.

Fue raro. Vi timidez pero también algo de turbidez. Eso no significaba que quisiera que parara, ¿no?
Claro que no.

Esa respuesta silenciosa por su parte me dio la señal para poder continuar con mi plan, conque aparté su ropa interior de en medio y arranqué lamiendo ligeramente sus labios mayores.

La escuché exhalar profundamente, y eso solamente hizo que tuviera ganas de continuar y no parar.

Quiero dártelo todo.

Fui acelerando mis movimientos cada vez más. Dejé que mi lengua indagara hasta los rincones más profundos de su sexo.

Me pone la idea de ser el primero en poder hacer esto.

En dejar mi huella en ese bonito cuerpo.

En marcarlo y hacer que se acordara de que me pertenecía cada vez que lo fuera a hacer con alguien más.

No me corté en ir más rápido cuando ella gimió arqueando la espalda como respuesta a la entrada de mi lengua en su vagina.

Seguía gimiendo, pero no de dolor, sino de placer, y me sorprendió colocando su mano sobre mi cabeza, incitándome a continuar al acercarme más a su intimidad.

A tus órdenes, mi lady.

La agarré de los muslos y tiré de ella hacia mí no muy bruscamente para facilitarme el trabajo, y la erización sobre su piel me indicaba que estaba cerca de su orgasmo.

Seguí con el oral hasta que finalmente se tapó la boca tratando de no gemir tan fuerte y sus piernas comenzaron a temblar.

Lo había conseguido.

Pasó un par de segundos sin moverse, respirando agitada y con las pulsaciones a mil, y cuando se reincorporó, su postura me dejó en claro que aún no estaba satisfecha.

Avariciosa incluso para esto, ¿eh?

Me puse de pie y procedí a sacarme mi bóxer.

Me estaba doliendo ya de tanto haberse abultado.

Y verla en esas condiciones no ayudaba ni de coña.

No mentiré, estaba cagado por los nervios; pero no dejaría que arruinasen el momento.

No ese.

Fijé mi mirada en ella y vi que la suya estaba clavada en mi miembro.

Joder.

Volvió a llevar una mano hacia su rostro cuando se rió suavemente, mientras que con la otra me señalaba el tren inferior.

—No me digas que apenas hemos empezado y ya estás así.

Ja, ja, ja, muy graciosa.

La verdad, adoraba escucharla reír, pero no iba a dejar que se fuera de rositas en esto.

Te vas a cagar.

...

O no.

Mierda. Para cuando me quise dar cuenta, ya se había acercado lo suficiente, posó una mano sobre mi miembro y procedió a acariciarlo.

Había tardado demasiado en reaccionar. Malditos nervios.

Nah, qué cojones.

Dejé que me tumbara boca arriba y ella se inclinó sobre mí antes de continuar tocando mis partes.

Se ayudó de su propia saliva para lubricarlo y así poder estimularlo mejor con el tacto del vaivén de su mano.

No podía centrarme más que en otra cosa que en ésta moviéndose sobre mi miembro.

Intenté responder de forma coherente a todo lo que iba comentando mientras lo hacía, lo prometo.

Pero se me estaba haciendo muy difícil.

Estaba pensando con la cabeza, pero no precisamente con la de arriba.

Dejé que me acariciara un poco más y de pronto dejé de sentir sus manos.

Abrí los ojos y me di cuenta de que se había puesto de pie sobre mí para después agacharse e ir introduciendo lentamente mi miembro en su intimidad.

—Mira que eres impaciente, ¿eh?

Me quise reír un poco de ella, pero creo que hice mal.

Joder, si hice mal.

Sonrió ligeramente y me miró suficiente desde arriba, y cuando ya lo tuvo completamente introducido, empezó a moverse en círculos despacio, sin dejar de mirarme.

Si me doy por perdido alguna vez, ella será la responsable.

Continuó moviéndose despacio.

Demasiado despacio, para mi desgracia, así solamente conseguía torturarme, pero no iba a admitirlo y darle esa satisfacción.

No, al menos, hasta que respondió con un poco más de velocidad y dando pequeños brincos de vez en cuando; me obligué a soltar todo el aire que estaba conteniendo sin darme cuenta.

Eché la cabeza para atrás y cerré los ojos mientras la sentía tan apretada.

Y cada vez más mojada.

Llevó las manos hacia mi pecho para apoyarse y yo despegué los párpados entonces para disfrutar de las vistas más que nunca.

Estaba algo despeinada, tenía los ojos cerrados y la boca semiabierta, aún con los labios algo enrojecidos, jadeando y gimiendo de vez en cuando.

Y joder, sus pequeños pechos rebotaban levemente conforme daba los sentones.

Incluso así estaba preciosa.

Entregándose.

Dominándome.

Montándome.

Torturándome...

Se acabaron los juegos.

Basta de lentitud, joder, mini-Álex no aguantaba más.

Llevé mis manos hacia sus caderas e hice el intento de acompañar sus movimientos con los de mi propia cadera para que fuera más rápido.

Ella accedió, y me ofreció otra de sus risas.

—Ahora eres tú el que parece un impaciente.

Puse los ojos en blanco y le di una nalgada, a lo que respondió con un quejido y pasé a ser yo el que cantó victoria en ese instante.

Aproveché que se había desconcentrado para voltearnos a los dos y ser yo entonces el que fuera sobre ella.

Busqué sus ojos un momento antes de hacer nada, y ella me miró suplicante.

Sabía y era consciente de que no me gusta nada que las personas que se mofaban de mí, salieran tan ilesas en el asunto.

Aunque decidí ser generoso porque me acordé de que ella no lo había hecho nunca, por lo que empecé a embestir despacio, pero profundamente.

Ella se agarró de las sábanas y volvió a gemir en respuesta.

Y yo me sentí el hombre más jodidamente afortunado de la historia.

Continué embistiendo, y ella hizo el amago de rodear con sus brazos mi cuello.

Pero lo evité.

Tomé ambas de sus muñecas antes en un rápido movimiento y las dejé por encima de su cabeza, al tiempo que con mi otra mano alcé un poco su mentón para robarle otro beso.

—Te pasa por chistosa, mi lady— alcancé a decirle con voz ronca y dejé de moverme dentro de ella.

Joder. Lo último que esperaba era que me devolviera el beso, pero así lo hizo.

—Álex, te necesito, por favor.

Esta chica va a volverme loco.

Casi acaté sus órdenes como si de eso dependiera nuestra razón de ser, pero decidí disfrutar de la situación un poco más.

—¿Qué es lo que necesitas de mí exactamente, bichito? —le dije, con sorna.

Sabía que eso le daba en el orgullo, y luego me acordé de que me debía una por lo de antes, por lo que no me arrepentí de hacerlo.

Esta vez fue ella la que rodó los ojos, y juraría que casi sonó a ruego lo que añadió después, intentando no mirarme directamente. Estaba muerta de vergüenza, lo sabía.

Jaque mate, preciosa.

Liberé sus muñecas y dejé que bajara los brazos para que no se cansase.

Menudo error.

Ella aprovechó la ocasión para reincorporarse sobre un codo, alzar una mano, deslizar sus dedos sobre una de mis mejillas y acabar acuándola sobre su palma; y acercar su rostro a la otra, antes de susurrarme al oído lo que pareció una bomba de relojería que acabó definitivamente con mi último resquicio de cordura.

—Fóllame.

Tomo nota. Nunca volver a menospreciar las capacidades de una mujer en el sexo.

No me lo pensé dos veces e hice caso como si no hubiera un mañana, lo suficientemente rápido como para alcanzar juntos el orgasmo, pero también lo suficientemente suave para que ella no sufriera en el intento.

Ambos jadeamos y no dejamos de gemir.

Suerte que llegué a sacar mi miembro de ella antes de que me corriera, pero lo hice algo tarde y no pude evitar hacerlo encima de su torso.

Mierda.

Enmudecí completamente. Y creo que también palidecí.

Casper me tendría envidia ahora mismo por hacerle la competencia en cuanto a color de piel.

Ella no dejaba de alternar la vista despacio entre mis fluidos y yo.

Se ayudó de sus manos para quedar semitumbada.

Creía que iba a limpiarse y echarlo a un lado, porque trató de amontonarlo en un único lugar de su vientre y quitarlo con dos dedos.

Alzó la cabeza y me miró desde la cama.

—¿Qué es lo que...?

No contestó y se me quedó viendo un pequeño momento callada, levantó despacio los dedos llenos de fluido y los lamió ligeramente.

Joder.

Mini-Álex, otra vez no.

No estaba seguro de si aguantaría un segundo asalto, por lo que decidí ignorar mis fuertes impulsos, antes de solamente pasarle una caja de pañuelos para que se limpiara.

Si seguía allí, sí que no podría controlarme y volvería a follármela de todas las maneras posibles.

Por lo que me dirigí hacia el baño para saciar mis ganas mientras escuchaba por detrás cómo se reía.

No sabía si por nervios o porque le había gustado.

Negué con la cabeza y me reí yo también.

No me puedo creer que haya pasado.

Acabado el trabajo manual, opté por darme una ducha después de la jornada, y ella fue detrás luego de haber salido yo del baño.

Estaba mirando el móvil en el sofá, casi acostado lateralmente sobre el brazo del mueble, cuando la escuché llamarme por el lado de la puerta.

Cuando me giré hacia esa dirección, me topé con sus labios y me sorprendió con un beso.

—Gracias.



Nota de la autora:

¡Holii, criaturitas!

He decidido resubir este One Shot porque estaba pensando en que sería una mejor idea subir varios en una misma obra en vez de subirlos independientemente, por lo que borraré los que hay en mi perfil y dejaré esta obra.

La siguiente que hay sí que es más nueva, jiji.

Los iré subiendo poco a poco sin tiempo determinado entre fantasía y fantasía, pero intentaré actualizar cuando esté inspirada. ;)

¡¡Saludos!! Y gracias por leerme. <3

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