Urcumar

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En lo profundo de una cueva en Ayacucho, un grupo de arqueólogos explora la zona en busca de artefactos incas, al creer que la zona puede ser un templo enterrado, encontrando un montón de cerámicas que muestran a una gran criatura que arrasa todo a la vista. Sin comprender que podría significar, el equipo va a dormir, viéndose un extraño un movimiento en la cueva.

Al día siguiente, la excavación continua. El grupo descubre una gran serpiente con rasgos de llama y cóndor atrapada en una especie de ámbar. Curiosos, tratan de sacar algún pedazo del animal para estudiarlo, quemándose las manos algunos, teniendo que usar equipos. Para su sorpresa, la enorme bestia despierta de su largo letargo, devorando a los involucrados como arrasando todo el campamento arriba abajo, siguiendo su camino a Ayacucho.

Para sorpresa y terror de la ciudad, la gran serpiente alada arrasa todo a su paso en un abrir y cerrar de ojos, continuando devorando todo ser humano o vivo que vea, como destruyendo toda edificación con sus ataques a distancia. La policía peruana trata de parar su avance, cayendo o siendo devorados rápidamente como moscas antes que el monstruo desaparezca enterrándose bajo tierra.

Aunque el gobierno peruano trata de ocultar la presencia del gran monstruo, la población peruana rápidamente se da cuenta, desatándose todo tipo de opiniones divididas al respecto, habiendo los que creen que es una bestia apocalíptica que arrasara todo el país sin que nadie pueda detenerlo. Mientras otros lo ven como una especie de mesías que destruirá el viejo estado y formará uno nuevo, principalmente la población andina, como profesores y estudiantes universitarios.

Esperando el siguiente movimiento del monstruo como tratando de localizarlo sin éxito alguno, el ejercito peruano realiza labores de rescate en la destruida Ayacucho, sin embargo, la situación también conlleva a diversos abusos por parte de los soldados a la afectada población. Más pronto que tarde, el monstruo reaparece esta vez en Arequipa, continuando su ola de destrucción y devora miento sin límites. Aunque la policía nuevamente intenta hacer algo, misteriosamente varias unidades se pierden o se estropean sin saber por qué.

De regreso en la cueva de donde salió la criatura, el gobierno peruano descubre que la bestia se hace llamar Urcumar, habiendo devastado el antiguo Perú hace siglos atrás, como habiendo sido venerado en México como Quetzalcóatl al ver el parecido de la criatura con el conocido dios azteca. A pesar de las peticiones para desplegar al ejército, el presidente se niega a pesar de la grave situación, bajo excusa que solo es un animal descontrolado que pronto se calmara. El ejercito continua con sus labores de rescate en las zonas afectadas, continuando estos abusando de la afectada población, que empieza a ver al monstruo como salvador al hartarse de los abusos por la situación.

Con el paso del tiempo, Urcumar continua su avance de muerte y destrucción por toda la sierra y selva peruana. Ante el avance del monstruo, los gobiernos de los demás países protestan por el peligro que ven en Urcumar. Los Estados Unidos incluso proponen intervenir para matar al monstruo si el gobierno peruano no toma medidas severas, pero el presidente continúa ignorando todas las peticiones. A la vez, los abusos de los militares continúan haciendo que parte de la población siga revelándose y viendo a la bestia como su salvador. No es hasta que Urcumar ataca Lima que finalmente el presidente decide tomar ciertas acciones, aunque solo permitiendo que ciertos escuadrones de las Fuerzas Armadas ataquen al monstruo, siguiendo el resto con sus acciones de rescate solamente, pero los misteriosos sabotajes continúan.

El movimiento a favor del Urcumar, que ah tomado elementos religiosos como políticos, continúa guerreando contra los militares, cometiendo igualmente crímenes graves. Muchos en su fanatismo inclusive llegan a morir en nombre de Urcumar cuando son fusilados o emboscados por el ejército, revelándose que los insurgentes generan los sabotajes a las Fuerzas Armadas. Con la situación caótica, miles de desplazados y casi todas las ciudades destruidas por el monstruo, no es hasta que el presidente es derrocado por un militar que desde antes estaba en contra suya que se empieza a poner medidas estrictas contra los insurgentes y el monstruo, prometiendo que dará elecciones libres cuando se elimine a las principales amenazas. Sin embargo, esto no detiene para nada el avance de Urcumar, quedándose poco a poco las Fuerzas Armadas sin personal al fallar estrepitosamente en cada operación militar para eliminarlo o contenerlo.

Usándose a personal femenino como a los ronderos como sustitutos dentro de las Fuerzas Armadas, los insurgentes poco a poco empiezan a desaparecer, sin embargo, Urcumar no puede ser contenido por nada. No es hasta que se descifra las cerámicas incas que Urcumar fue encerrado gracias al ámbar, que en realidad se trata de un liquido especial creado por los incas para petrificarlo, siendo lo que detuvo su avance inicial. Este gran descubrimiento lleva a que todos los científicos del país como extranjeros invitados trabajen en un liquido mas potente usando como muestras el encontrado en la cueva, descubriendo pronto sus propiedades dañinas para el cuerpo humano. Enterándose de lo que pasa por sus espías, los insurgentes se infiltran en los laboratorios para destruir el líquido, sin éxito, gracias a las nuevas iniciativas de seguridad del nuevo presidente.

El liquido finalmente queda listo. Se ofrece como voluntario el jefe de la excavación arqueológica al sentir culpa por sin querer haber despertado a Urcumar pese a la negativa inicial de los militares. Frente a frente al monstruo al haber estado descansando en las ruinas del Cusco, el liquido finalmente es soltado, petrificando nuevamente al monstruo como consumiendo no solo al trabajador, sino a los últimos simpatizantes del monstruo que trataban de defenderlo a pesar que devora y aplasta a algunos, al no aguantar el cuerpo humano el líquido, dando la bestia un último rugido antes de quedar petrificada.

Con la pesadilla terminada, Urcumar es transportado al Vraem, donde se instala un perímetro especial solo controlado por militares. sin embargo, el gobierno militar no da aviso cuando dará elecciones libres, poniendo como excusa la situación actual. A pesar del sacrificio del trabajador, la gente rápidamente se olvida de su acto heroico, preguntándose si Urcumar regresara algún día.

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