Capítulo 12: Lágrimas de una herrera.

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Oscuridad, eso era lo que había en aquella habitación pequeña y tenebrosa, no era un elemento que a Lania le gustara, no era algo que le trajera paz. La oscuridad de aquella habitación donde se encontraba Zarik hacía que sus peores miedos tomaran una forma que Lania no quería mirar, solo agarraba el collar con su mano, centrando sus ojos hacia Zarik quien empezaba a tambalearse al haberle liberado de las cuerdas.

No sabía si era buena idea haberle desatado, no sabía si quiera si el collar que tenía en su mano iba a funcionar, pero había que intentarlo al haber dejado una gran parte de su poder purificante en su interior, la luz. Le observó con decisión, acercándose a él para ponerle el collar lo más rápido posible.

—Dime que estás conmigo, Zarik...

Cuando se lo puso, aquella luz rodeó por completo, tratando de contener esa oscuridad corrupta en su cuerpo. Lania sintió un gran temor al ver como Zarik, con desesperación, pedía a gritos que le ayudaran, mientras que Lania solo le pedía a los dioses divinos de su multiverso que la ayudaran en esta situación... y al parecer habían hecho caso a su llamada, logrando contener ese mal y que Zarik cayera al suelo.

Estaba mareado, miraba hacia el suelo con ganas de vomitar, aunque no hubiera comido apenas. Le dolía la cabeza, eran como tambores constantes que sonaban en sus oídos, dejándole sordo. Para su suerte, al sentir las manos de Lania, la paz le fue invadiendo hasta que la vio enfrente suya.

—Casi os mato... ¿no?

Su pregunta hizo que los sentimientos de Lania protegidos bajo un escudo de madera fueran quebrados. Lania contenía sus ganas de romper sus lágrimas, pero no lo hizo porque no era el momento de ponerse sensible, tenían mucho por hacer mientras Florian y los demás hablaban con Andrea.

Trató de explicar todo lo sucedido con calma, pues su hermano aún estaba despertando y procesando todo el dolor a la vez que sus acciones imprudentes en aquella batalla que tuvo contra Mikuro. El arrepentimiento se sentía en su cuerpo tenso, respirando con lentitud mientras veía los ojos de distinto color de su hermana. Tan bellos que a Zarik le hacían sonreír porque seguía siendo la misma de siempre.

—Si que me he perdido mucho —murmuró Zarik, calmado—. Me sorprende que me pidas ayuda cuando saber lo que me ha ocurrido.

—Con el collar que te di, confío en que podamos contenerlo mientras intentamos buscar alguna solución... —explicó Lania con seriedad—. Es necesario hablar con Creni a la vez que buscar a Roxy.

Oír el nombre de Creni no le hacía especial gracia a Zarik, recordaba muy bien esas peleas que tuvo en su momento cuando se formó el primer grupo de héroes. Ese enano con poderes de telequinesia hablaba muy poco y era un mandado que obedecía a lo que le decían Mikuro y Lania.

Peleaban de vez en cuando y eso se debía a que Creni detectaba muy bien cuando iba a desatarse, algo que a Lania le vino muy bien, pero ahora que no estaba, Zarik sabía que debía contenerse a la vez que Lania debía estar atento a él.

—¿Tenemos que buscarle? —preguntó Zarik con desagrado.

—No queda otra —respondió Lania, a lo que Zarik suspiró con pesadez.

—Entonces pongámonos en marcha.

Una vez comprendió toda la situación, aceptó el hecho de ayudar a su hermana con la búsqueda de los demás. Quisieron empezar con Roxy, pues sabían que estaría en la ciudad ayudando a los demás Noilens, o a lo mejor se encontraba oculta en su hogar sin tener el valor de salir tras lo ocurrido.

Sabían que aquella herrera recién aprendía sus poderes, no sabía luchar, nunca comprendió el uso de una espada, pues solo las creaba a gusto del consumidor. Una joven que apenas conocía algo más que el mercado donde trabajaba, aunque antes trabajaba como niñera, donde cuidó a Yue en su momento.

Lania, estando siempre atenta de su hermano, esperó a que se vistiera con una ropa nueva, pero que mantenía su manera de ser. Con su capucha puesta, observó a Lania con aquellos ojos rojos que no brillaban con tanta intensidad, viéndose en su cuello el collar que contenía esa corrupción.

«Debemos apurarnos», pensó Lania.

Juntos irían hacia la ciudad, encontrándose con los Noilens que lograban identificarlos y saludarlos con calma mientras mantenían sus tareas diarias, primordialmente en atender aquellos que sufrieron daños en el mercado, ayudar a los más necesitados, proteger la ciudad con aquellos muros que tenían siempre vigilado o mantener la línea de hábitos que tenían antes del caos, aunque era un poco complicado al notarse la tensión e intranquilidad en el ambiente.

Caminaban a ritmo ligero, prestando atención a su alrededor por si algún casual se encontraban con Roxy o con alguno de sus familiares que sobrevivieron al mercado.

Zarik mantenía una mirada seria en todo momento, prestando atención a todo su alrededor, dándose cuenta que la oscuridad en la ciudad había crecido por culpa de la guerra. Lo sentía porque antes la ciudad mostraba unos colores tan brillantes y amables que le molestaban, no como ahora.

AL no saber nada de Roxy, decidieron ir hacia el hogar donde ante solía encontrarse, la casa de sus abuelos. Aquello hizo crecer los temores de Zarik, pues recordaba el momento que se encontró por primera vez que Roxy.

En su familia era normal que llevara una máscara para identificar a cada uno, el diseño de cada uno dejaba claro el nivel de experiencia y la edad del usuario. Estos dos colores indicaban la experiencia: Rojo para los expertos y el azul para los novatos, mientras que los otros dos siguientes colores, marcaban la edad del usuario: Amarillo para los que tenían más de treinta años y el verde para los que tenían menos de treinta.

Formándose un tipo de animal en la máscara, cada miembro era identificado a la perfección, aunque algunos iban sin la máscara puesta, solo a un lado, como era el caso de Roxy que, con una máscara de un zorro, llevaba los colores azules y verdes que la hacían ver como un animal de la naturaleza que demostraba timidez, pero valor.

Ese día que la vio, Zarik sintió cierta curiosidad por la joven herrera.

—Los de tu familia suelen llevar la máscara puesta, no al lado —comentó Zarik mientras dejaba su espada latigo en la mesa de enfrente, donde estaba Roxy al otro lado.

—Me es más cómodo para respirar, aparte que me quita cierta visión para mi trabajo —explicó Roxy con sinceridad—. ¿En qué puedo ayudarle?

Zarik miraba a su alrededor con cierta calma, reconocía aquella tienda que pasó a ser un sitio humilde con unas pocas espadas que no tenían brillo ni valor, a un gran local dentro de los edificios altos y prestigiosos donde solo más ricos podían conseguir un puesto para su negocio.

—Tu padre, Helian, sabe que tengo una espada que es fácil de desgastar, él sabe como funciona y arreglarla —explicó Zarik.

—Oh, me temo que mi padre no podrá estar aquí —explicó Roxy con timidez—. Se encuentra mal el día de hoy, por lo que hoy le voy a sustituir por estos días.

Una parte de Zarik desconfiaba en que la chica pudiera hacer tal trabajo, más si era muy quisquilloso con el resultado, pero cuando miraba a su alrededor, sabía que si su familia había conseguido este local en tal edificio reconocido era gracias a Roxy, la chica que tenía enfrente.

—Bien... sorpréndeme —contestó Zarik—. Confío en que puedas hacer un espléndido trabajo, prodigiosa herrera.

Roxy no solía ser muy expresiva con sus gestos, pero en este caso sonrió con total confianza para tomar la espada, analizarla con cuidado y decirle las verdades que ni si quiera su padre, Helian, supo ver.

—Que una Luna Creciente le diera este látigo... debe significar que confíaba mucho en usted y en que podría dominar la espada —murmuró Roxy sorprendida.

—No es así, chiquilla... Es una espada que se creó para que el usuario decida si escogerla o no, no tiene más misterio —explicó Zarik mientras observaba a Roxy—, aunque si es cierto que ellos las creaban con la ayuda de su Luz impactante.

—Que amables tuvieron que ser —murmuró Roxy.

—No lo creas...

Ellos dos al principio no compartían mucha información, era solo una conversación entre cliente y encargado, pero cuando Roxy demostró que podía hacer un espléndido trabajo con la espada de Zarik, su amistad fue pasando a una donde la confianza iba creciendo poco a poco.

Zarik sentía que Roxy era una herrera inocente que le quedaba mucho por conocer del universo, pero que su actitud tan amable y valerosa la llevaría a ser alguien reconocida, y quien sabe si una próxima heroína.

El problema fue... cuando llegó aquella guerra en el mercado.

Pronto llegarían al hogar de los abuelos de Roxy, donde nada más llamar la puerta, un sujeto mayor con su máscara puesta —la cual simulaba ser un dragón—, abrió la puerta, observando a ambos con cierto desagrado.

—Vaya, Lania y Zarik, que sorpresa veros aquí.

—No eres Rais, ¿dónde está el abuelo de Roxy? —preguntó Zarik con calma.

—Se encuentra en cama, descansando por las heridas y su enfermedad, soy el tío de Roxy, Eios —se presentó, para luego cruzar sus brazos—. Me imagino que buscáis a Roxy, ¿verdad que sí?

—Sí, necesitamos hablar con ella —explicó Lania.

—Ya no vive en esta casa. Roxy renunció a la familia tras lo ocurrido —explicó—, se enfadó con nosotros porque le dijimos la verdad, tendría que haber salvado a sus padres, no haberse escondido como cobarde. ¡Si sabe usar armas, también sabe dominarlas!

Lania se quedó muda ante esa declaración, caso contrario a Zarik que le observó con total desprecio.

—Roxy no sabía luchar —contestó Zarik, irritado—, ninguno de vuestra familia sabía, solo nacéis con habilidades que permiten ayudar a otros, la creación de específicos objetos, pero nada más. No le recrimines tal hecho cuando tú te quedaste en casa sin hacer nada.

—Querido Zarik, tan borde e irritante como siempre —contestó Eios con cansancio—. Como sabrás, mis manos crean medicinas específicas y tuve que estar cuidando de mi familia.

—¿Y no a los Noilens? —preguntó Zarik, arqueando la ceja.

—No me esperaba tal hecho.

—Y en vez de ayudar, ¿decides quedarte en casa sin hacer nada más que cuidar a los tuyos? ¿Quién es el cobarde? ¿Ella por aprender vuestras despreciables manías o tú por ser el propulsor de la cobardía? —preguntó Zarik.

Eios observó con odio a Zarik, apretaba sus labios, deseando contestarle de alguna manera, pero sabía que cualquier palabra que le dijera, sería devuelta con un golpe duro de realidad.

—Al menos dinos donde se fue Roxy y no os molestaremos con vuestra gran ayuda a la ciudad.

Lania observaba a Zarik con asombro, no porque contestara de esa manera, sino porque no se esperaba que tuviera aprecio por Roxy. Sabía que ellos dos se llevaban bien, en el mercado ambos hablaban mientras Roxy cuidaba bien su espada-látigo, incluso estaba dispuesta a darle un arma nueva sin tener que pagarlo, algo que Zarik se negó.

—Yo que sé, ya no es mi maldito problema —contestó Eios.

Cuando iba a cerrar la puerta, Zarik puso la mano en medio para abrirla de golpe sin pensarlo dos veces, acercándose a él para empujarlo e impactarlo contra la pared. Eios, aterrado y confundido por la actitud del contrario, vio con sus ojos el terror que hacía tiempo que no había sentido.

—Donde, está, Roxy —repitió Zaril.

Sus labios temblaban mientras veía aquel cazador de apariencia oscura observándole con aquellos ojos rojos. Su figura permanecía firme, no había sacado su arma, solo fueron sus manos y su fuerza para demostrar que a Zarik le daba igual quien fuera su enemigo, era capaz de hacerle frente con tal de conseguir su información.

Lania podría hacer algo al respecto para calmarle, pero opinaba igual, no era justo que le pidieran algo a Roxy cuando nunca se lo habían enseñado. Capaz Lania habría sido más comprensiva y paciente, pero teniendo en cuenta que el tiempo importaba, sabía que Zarik lo resolvería a su manera, siempre y cuando no hubiera violencia.

—S-Se fue hacia esa calle. —Señaló Eios con su mano izquierda hacia uno de los callejones que, por desgracia, iba hacia el mercado—. Murmuraba palabras, de-decía que iba a buscar a alguien.

—Quiere buscar a Creni o alguien de los antiguos héroes, maldita sea —supuso Zarik, dándole la espalda a Eios para salir de casa, aunque antes de hacerlo, frenó sus pasos y le miró de reojo—. Gracias por tu amable ayuda.

La intensidad de aquella palabra logró dejar helado a Eios, que vio como Lania y Zarik se iban corriendo hacia el mercado. Por un momento Eios perdió la consciencia, como si miles de seres lo observaban con ansias para matarle.

—¿Qué es ese poder? —se preguntó Eios, aterrado.

Zarik sabía que lo que había hecho no estaba bien, pero quería darle un pequeño escarmiento, saber lo que realmente tuvo que sufrir Roxy cuando estaba rodeada en una situación tan desesperante donde no podía defenderse.

¿Lania estaba de acuerdo con lo que hizo su hermano? Sí y no, entendía que su hermano despreciaba a ese hombre por cómo había actuado, también lo hacía, pero veía innecesario ese último gesto. Sabía que no le había hecho daño, lo que demostraba que sabía controlarse, pero a su vez sentía que Eios había recibido mucho castigo al darse cuenta que era un cobarde y que había echado a una niña que no tenía nada de culpa.

—A veces eres irremediable, Zarik.

—No iba a irme sin dejarle la culpa de su lado, Lania —explicó Zarik—. Su familia se aprovechaba de ella, nunca le enseñó nada, ¿y le tienen que decir que es su culpa?

Lania suspiró con cansancio.

—En eso te doy la razón...

Corrieron en dirección al mercado, sacando sus armas para prepararse de cualquier peligro que pudiera haber. Tenían claro que su búsqueda ahí iba a ser peligrosa, más si allí era de noche, donde las anomalías salían en busca de víctimas, aunque a su vez, aquella noche era una ideal acompañante de Zarik, que le aumentaba parte de su fuerza.

Les sorprendía que los Noilens no hubieran detectado la presencia de Roxy en dirección al mercado. Cuando les preguntaron, les aseguraron que no vieron nada, ni una presencia, lo que les hacía sospechar que a lo mejor Roxy, antes de irse, hubiera tomado algún brebaje donde el mercado solían vender, ya que, aparte de interesarle el mundo de las armas, también mostró interés por la creación de pociones mágicas.

—No debiste haberle enseñado las pociones de fuerza o discreción —le reclamó Lania a Zarik.

—Era muy curiosa y no pensé que iba a ser tan lista para usarla en una situación así —le respondió Zarik, sin perder el ritmo.

Lania soltó un suspiro, sintiendo el cambio al ver como las calles estaban destrozadas y ensuciadas, ningún puesto del mercado había sobrevivido al igual que los grandes edificios que fueron derrumbados hasta más de la mitad, muriendo así miles de seres que no tenían ninguna culpa de tal desgracia.

Cada paso que daban era dejar atrás el empeño y cariño que aquellos mercaderes habían creado con sus manos, era dejar atrás la felicidad y compañerismo que había entre ellos y los clientes. Dejar atrás diversas historias y cotilleos que había de por medio.

Lania sentía rabia al ver la realidad, siendo inundada en parte por la oscuridad de no ser que podía ver porque la luz que emitía su arco le permitía avanzar mientras buscaban a Roxy. Ambos hermanos se temían lo peor, y más si alguien tan inexperta como Roxy caminaba por aquellas calles llenas de maldad.

El ambiente oscuro no era para nada relajante para Lania, ni tampoco para Zarik, que de normal solía valorarla y sentirse relajado, pero al estar en el mercado donde toda esa masacre ocurrió, solo podía escuchar el murmullo de almas condenadas a la vez que olía la sangre de diversos seres, siendo así un olor putrefacto del que se vio obligado a cubrir su boca y nariz ante tal asquerosidad. Lania también lo hizo con un paño que sacó de los bolsillos de su vestido diseñado para las batallas.

Pronto pudieron escuchar unos pasos más distintos a los suyos. Buscaron a su alrededor para poder ver a lo lejos a aquella adolescente de vestimentas ligeras que sujetaba lo que parecía ser su espada. Ante esto, Zarik fue el primero en reaccionar, corriendo hacia ella para ver como la joven giraba su cuerpo con temor.

—¡¿Z-Zarik?!

El asombro e ilusión se vieron reflejados en su rostro que estaba casi cubierto con aquella pequeña máscara que le dieron sus padres. Su cabello castaño atado con un moño dejaba a la vista su cara y hombros de color carne junto a esos ojos marrones que eran dañados por la crueldad que tuvo que vivir. Vestía con una falda rojiza, una camisa destrozada que dejaba visible su pecho vendado junto a unas piernas que no estaban nada protegidas, ni si quiera tenía unas botas o calcetines.

—¡Cuidado!

El grito claro de Zarik provocó que la chica se defendiera con aquella espada, bloqueando el ataque de una anomalía que iba hacia ella. Lania pudo verlo y no dudó en disparar varias flechas hacia aquel ser. Mientras tanto, Zarik agarró la mano de Roxy para salir de ahí lo más rápido posible, acercándose a Lania.

—¿¡A quién se le ocurre ir sola al mercado!? ¡Podías morir! —le recriminó Zarik, mostrando su angustia.

Roxy no respondía ante esas palabras porque la culpa una vez más la azotaba, cerrando sus ojos para contener sus lágrimas, aunque no por mucho tiempo porque tendría que moverse y protegerse, manteniéndose al lado de Lania que seguía disparando a las pocas anomalías que se acercaban.

—Roxy, quédate a mi lado, nosotros intentaremos sacarte de aquí —avisó Lania con calma.

—Yo... yo creía que no había anomalías —murmuró Roxy, arrepentida—. Decían que allí no habría más al crear aquella norma en los documentos y...

—Ya ves que no es así —explicó Lania, viendo el arrepentimiento en los ojos de Roxy—. Dime... ¿por qué viniste aquí? Podrías haber muerto.

—Vine aquí varios días, vigilando la zona desde la lejanía, fue justo hoy cuando quise adentrarme y ves si había supervivientes, quería... quería ser útil.

Lania soltó un suspiro largo mientras mantenía su posición, viendo como su hermano, con su arma látigo en mano, vigilaba a su alrededor, indicando cuando moverse y cuando no. Mientras salían de aquel sitio, Lania agarraba de la mano a Roxy para intentar calmarla, aunque no funcionara del todo.

—Quería demostrarle a mi tío que podía salvar a alguien, quería buscar... buscar el cuerpo de mis padres para darle un digno funeral, pero yo...

—No te atormentes, Roxy, ahora es mejor que salgamos de aquí, luego me explicarás todo cuando estemos a salvo, ¿vale? —pidió Lania.

La joven chica de dieciocho años observó a Lania con cierta sorpresa, se esperaba que le dijeran miles de palabras despreciables por no ser capaz de defender a los suyos, por no haber hecho nada más que esconderse, pero en vez de eso, recibió las palabras amables que lograron tranquilizarla y centrarse.

Observó hacia Zarik, viendo como aquel que admiraba estaba protegiéndolas con aquella arma que tantas veces había mejorado y cuidado. Sonreía ante esa nostalgia, pero con rapidez negó y trató de centrarse, obedeciendo a las órdenes que ellos le pudieran dar.

Siguieron con su objetivo, estaban quietos en el sitio en silencio, observando a su alrededor como mejor podía, Roxy era la que más le costaba a diferencia de Lania o Zarik, por lo que tenía que confiar en ellos.

—A mi señal —murmuró Zarik.

El silencio envolvía a los tres en ese momento, si salían corriendo de ahí, lograrían salir y ver la luz de un sol que tanto ansiaban. Sus pulsaciones se aceleraban cada vez más, siendo Zarik el único que controlara tal órgano y fuera envuelto en esa insensibilidad para poder dar la señal.

Cuando estaba listo para hablar, sintió el temblor de varios seres que iban hacia ellos. Moviendo su látigo con brusquedad, gritó a Lania para que le ayudara porque varias anomalías los habían detectado.

Fue ahí cuando Lania se puso enserio, preparando sus flechas para lanzarlas al cielo, creando así una lluvia de estas que irían hacia las anomalías. Cuando la luz alumbró la zona de combate, Roxy cayó en el terror al ver que no eran pocas los que la rodeaban, por ello se agarró a Lania en un abrazo, temblando sin parar, algo que a la cazadora le incomodó porque no le permitía moverse bien, pero no le dijo nada y siguió con sus gestos suaves para disparar con sus flechas hacia las anomalías que se acercaban, mientras que su hermano, con movimientos erráticos y bruscos, movía su látigo de un lado a otro para despedazarlas sin piedad alguna, moviéndose veloz hasta llegar a ellas.

Al girarse y ver que Lania iba a ser atacada a sus espaldas, intentó extender su espada, pero para su sorpresa, Roxy pudo reaccionar antes y mover su espada con cierta torpeza, logrando bloquear el ataque de aquella anomalía.

Ver como ese ser abría su boca con aquellos colmillos que aumentaban de tamaño hicieron que Roxy temblara sin parar, apareciendo aquellas lágrimas que la hacían desesperar, pero para su suerte no duraría mucho cuando la espada de Zarik destrozó la cabeza de aquel ser sin apenas darle tiempo a reaccionar.

—¡Corred!

La velocidad de Zarik era mayor al estar en oscuridad, por lo que pudo agarrar a Roxy y a Lania para salir del mercado antes de que vinieran más anomalías. Sentir el sol en su cuerpo no le hizo ninguna gracia, quejándose mientras que su hermana le pedía que frenara el paso y la soltara.

Obedeció, llegando así a una de las calles de la ciudad donde Zarik impactó contra el suelo agotado, respirando con cierta angustia mientras Lania se acercaba a él para ver si estaba muy herido. No le gustó ver como en sus brazos tenía rasguños, aunque no parecían ser muy profundos.

—Roxy —llamó Lania.

—¡Ah! ¡Sí!

Lania observó a Roxy con total seriedad, viéndose como aún tenía aquellas lágrimas de temor por lo ocurrido, suspiró, dándose cuenta que no iba a ser la única que reaccionaría así si los demás no conocían la verdadera crueldad de las anomalías.

—Ayúdame a llevar a Zarik, vamos a ir a casa.

—¡R-Recibido!

No pasaría mucho tiempo, pues ambas se pudieron coordinar bien para llevar a Zarik hasta su hogar que se encontraba oculta en la naturaleza que tenían cerca. Los árboles que se movían con suavidad lograban calmar esos nervios que los tres sentían a la vez que respiraban la frescura de aquella hierba que les rodeaba.

Pronto llegaron a casa, donde allí dejarían a Zarik en el sofá tumbado para que Lania buscara la medicina específica que los cazadores tenían. Roxy, sentada al lado de él, miraba a todos los sitios, pero no a los ojos de su compañero.

—Roxy... ¿Por qué se te ocurrió esa idea tan tonta? —preguntó Zarik seriamente.

—Por mis padres... y por venganza —admitió Roxy, agachando su cabeza.

Tales palabras lograron que el mayor suspirara con cansancio, ¿cómo se lo iba a decir si después de todo tuvo esos sentimientos?

—Comprendo que estés así... pero, ¿ibas a ir con ese poco dominio de la espada? —preguntó Zarik, a lo que Roxy le miró con arrepentimiento—. Podrás crear muchas armas que podrás impactar en la cabeza de las anomalías, pero eso es un gran desgaste de energía...

—Yo... no lo pensé de esa manera —admitió Roxy, avergonzada, agachando su cabeza mientras miraba sus manos llenas de cicatrices y suciedad.

—Tranquila, creo que no eres la única que ha sentido esa rabia, más si tu familia te culpa de un sentimiento que todos ellos tienen —explicó Zarik mientras miraba el techo de su casa.

—Me dijeron que tenía que haber protegido a mis padres, pero, ¿qué podía hacer? Me encontraba con uno de los niños que solía cuidar de niñera y cuando todo ese caos ocurrió, tuvimos que salir corriendo del edificio —explicó Roxy entre lágrimas, notándose en su voz el dolor—. Nos escondimos, tapé los oídos del pequeño porque no quería que se traumatizara ante los gritos de sufrimiento de los demás, ¡claro que deseaba hacer algo! Pero no pude y... confiaba en que los héroes pudieran hacer algo.

Zarik suspiró, poniendo su mano izquierda en sus ojos, sintiendo la culpa al no haber podido hacer nada.

—Lo siento, Roxy —murmuró Zarik.

—No... no es vuestra culpa, vi lo que hicisteis y... la verdad, era difícil hacerlas frente —contestó Roxy, preocupada—. Mikuro murió, no sabemos nada de Creni, pero a lo mejor haya muerto, al igual que Kimi, Kano, Agnis... Fue... Fue una horrible guerra en la que las anomalías ganaron con todo.

—Pero eso no nos impide volver con fuerzas.

La intervención de Lania hizo que Roxy se girara y la mirara con asombro, viendo como traía un pequeño cuenco de madera en sus manos con un líquido morado que no se veía nada apetecible para la adolescente, de hecho, se había cubierto la boca y nariz ante tal olor que desprendía como si fuera un tipo de brebaje poco agradable de dirigir.

—Ay no me fastidies, hermana —murmuró Zarik.

—Es la mejor que tienen los Hunx, la medicina de Wayra, específicamente sus Yinax's, venían muy bien para reducir el daño y regenerar las heridas —explicó Lania.

—Qué remedio —susurró Zarik, incorporándose para poder tomar la medicina de aquel cuenco a desgana.

Roxy observaba con atención, viendo como Zarik hacía gestos con su rostro, dejando en claro que detestaba el sabor dulce de aquel líquido, a diferencia de su hermana, a él le gustaba las bebidas amargas o que apenas tuvieran un sabor muy destacado como el salado o el dulce.

Tras beber todo, se sentó en el sofá y miró hacia Roxy, quien, en silencio, estaba atenta a cualquier cosa que le pudieran decir.

—¿Es posible... que me expliques todo? —pidió Zarik.

—Yo... —Roxy miró hacia sus manos, recordando bien ese momento—. Creí que era buena idea crear una espada para poder hacer frente a las anomalías, pero antes de hacerlo, me encargué de dejar al pequeño que cuidaba a uno de uno de los supervivientes.

—¿Qué espada creaste? —preguntó Lania.

—Era una que iba a tener poderes de fuego y viento, quería crear ventiscas de fuego que hicieran frente a las anomalías, quemarlas —explicó Roxy—, pero al hacerlo... la espada no me obedecía y se quedó clavada en el suelo, siendo imposible de sacarla y ello tuviera que huir.

Zarik suspiró ante esto, cruzando sus brazos con preocupación.

—¿Y luego que ocurrió? —preguntó Zarik.

—Pues, me aseguré de que el pequeño estuviera bien, y de hecho, se encontró con su familia —explicó Roxy aliviada, sintiendo el orgullo de haber hecho algo útil—, pero cuando volví a casa...

Roxy no quiso seguir explicando, lo que provocó que Zarik soltara un largo suspiro.

—Roxy, tu cabeza está llena de problemas y creo que lo mejor que puedes hacer ahora es tomarte una ducha y vestirte con una ropa más adecuada —sugirió Lania—, puedo dejarte la mía, creo que te vendrá bien y es de cazadora, lo que es ideal para el combate.

—Oh, por favor, no te tomes tanta molestia, pensaba en ir a mi casa y...

—No vas a ver a tu familia para que contesten de esa forma —intervino Zarik con un tono que demostraba esa molestia—, si eso ya vámonos nosotros y tomamos lo que te haga falta.

La vergüenza inundó las mejillas de Roxy, mirando hacia su alrededor para rascar su cabeza y sonreír.

—G-Gracias.

Con ello obedeció y se duchó tal y como le había sugerido Lania. Una vez allí, los dos hermanos se mirarían en medio del comedor. Si bien sentían alivio de que Roxy estuviera bien, temían por la situación de aquel pequeño ser llamado Creni... ¿Y qué estaba ocurriendo con Florian y los demás que estaban tardando tanto?

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