CAPITULO 3.

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(***)

Primer día de clases y definitivamente me perdí.

Llegué media hora antes para evitar retrasarme en mi primera clase, pero adivinen que...

¡No funcionó!

Me perdí, como era de esperarse. Mi clase empezó hace cinco minutos y aún no sé dónde diablos ando parada. Intenté preguntarle a un par de chicas en el corredor, pero les importó una mierda, así que tuve que seguir andando por mi cuenta... Mala elección.

—¡Hey! Hola —le grité a un chico que iba algo apurado— ¿Podrías ayudarme? No encuentro mi aula.

—¿Nueva? —preguntó él sonriendo.

—¿Tan perdida aparento?

—Demasiado, belleza —bromeó— Préstame ese horario, te ayudo a orientarte.

Sin que yo se lo pasara tomó la hoja de mis manos y leyó todo lo que decía en ella.

—Valentina Green...mmm... Artes Modernas —me miró— Buena elección —volvió al papel— ... Aula quince... Ya lo tengo, ven, no te pusieron en que edificio.

—¿Hay más de una aula quince? —pregunté notando que debí sonar como una boba.

—Si, querida —respondió devolviéndome el papel y noté que sus uñas postizas eran extremadamente largas para sus dedos— Hay tres edificios, los tres tienen una aula 15, si eres de Artes Modernas, supongo que vas o por pintura o escultura.

—Pintura —respondí doblando el papel.

—Pues vienes conmigo —dijo sonriendo— Pintura, aula quince edificio b.

—¿Pintas? —pregunté mirando sus uñas.

—¡Oh, cariño, claro! —exclamó, me tomó del brazo y empezamos a caminar— Pinto desde pequeño, que no te engañen mis uñas gigantescas —me sentía cómoda con él o ella, no sabía cómo le gustase que lo/la llamase, apenas le conozco— Soy Norel Miranda, un gusto conocerte Valentina Green.

—El gusto es mío, Norel.

Ambos seguimos juntos hacia el edificio b, llegamos media hora tarde a clases, pero eso no pareció molestar al profesor. La primera clase sería efectos modernitas, algo así como enseñarnos a pintar con una apariencia realista y en 3D, algo extraño, pero que de inmediato llamó mi atención.

—Entonces, rubia de ojos rubíes, y piel de porcelana —susurró mientras el maestro enseñaba unos modelos de pinturas de alguien llamado Ethan Gray— ¿De dónde eres?

—¿Qué te hace pensar que no soy de Nueva York? —pregunté mirando al frente, pero noté como él evitaba reírse.

—Porque todo de ti grita "Hey, no soy de Nueva York, mírame" —dramatizó— ¿De dónde eres? —volvió a preguntar colocando su rostro entre sus manos.

—California —respondí al fin— Y tu chico castaño, de ojos negros y piel de canela ¿De dónde eres?

—¿Qué te hace pensar que no soy neoyorquino? —copió mi pregunta.

—Todo de ti exclama "Hey, soy una diva maravillosa, mírame" —bromeé dramatizando la última parte.

—Me caes bien— susurró antes de tocar mi nariz con su uña— Soy de España —respondió— Mi padre es español, mi madre Dominicana, por eso este color tan hermoso —posó para luego seguir mirando la clase.

El resto de la clase fue tranquila y bastante interesante. Hubo una pintura en específico que llamó mi atención por los detalles tan realistas que en esta se mostraban; era una chica extremadamente pálida, con el pelo más rojo que podrías ver, tenía unas pecas hermosas y unos ojos aqua que te tentaban a tocarla, aunque solo fuese pintura sobre un lienzo de tela.

—Linda ¿Cierto? —comentó Norel a mi lado.

—Bastante —respondí hipnotizada y tentada a tocar el recuadro— ¿La pintó ese tal Ethan?

—Sí —respondió él con una sonrisa— En esos años, según sé, era su novia...Jane, si no estoy mal.

—Es magnífico —susurré— Ella debe ser hermosa.

—Lo es —respondió él— En fin, señorita California —me dio un pequeño choque amistoso— ¿Qué harás el viernes?

—Aún no lo sé —claro que lo sé. Quedarme en mi habitación haciendo absolutamente nada e ignorando a todos.

—Perfecto, para mí eso es un nada —dijo emocionado— Hay una fiesta, bueno, la dan casi todas las semanas, pero deberías venir a esta.

Definitivamente no, nada de fiestas para mí, no, no, y no.

—Sí, claro —respondí arrepintiéndome al instante.

—Te presentaré a las personas más divertidas de todo el instituto —exclamó con algo de sarcasmo— Llevo aquí el tiempo suficiente para conocer a mucha gente.

—¿Cuánto llevas aquí?

—Casi cuatro meses —sonrió— Que te digo, tengo una energía contagiable.

—Ya me voy dando cuenta.

Las clases que restaron de mi día las pase sola. Solo había coincidido en dos clases con Norel, por lo menos ya conocía a alguien. Mientras más aumentaban las horas del día, más personas habían caminado por los corredores, me daba demasiada ansiedad, pero no podía correr de esto, este es mi sueño, estudiar aquí siempre ha sido mi sueño.

A la hora de comer, la cafetería estaba algo desierta para ser un lugar tan grande, había demasiada variedad de comida, pero yo elegí fruta, demasiada fruta. Al salir de la fila y pagar mi comida noté que Norel estaba en una mesa con dos chicas más, él no parecía divertirse tanto, pero sus acompañantes se morían de risa por algo que yo ignoraba y que a Norel, al parecer no le agradaba.

—¡Hey, California! —vociferó y casi todos voltearon a verme— Aquí hay lugar, ven con nosotras.

Me encogí de hombros y me encaminé hacia ellos.

—Hola —saludé con una sonrisa mientras dejaba la bandeja sobre la mesa.

—Hola... ¿California? —preguntó una de ellas.

—Valentina —respondí— Me llamo Valentina.

—Le digo California porque es de allá —comentó Norel.

—Entendible —respondió otra de las chicas— Yo soy Savannah, ella es mi novia Vanya.

—Un gusto.

Luego de un rato, Vanya y Savannah volvieron a su charla sobre un chico y su, supongo yo, novia. Norel y yo por otro lado instalamos una conversación algo alejada de la suya. Hablamos sobre qué tipo de pintura nos gusta usar y en qué tipo de lienzo en específico, hablamos sobre cuadros de paisaje, artistas de nuestra actualidad y algo de moda, más bien él habló de moda, yo solo escuché; en cierto punto la pareja de novias se mofó de nosotros llamándonos "Nerds de la pintura", no me molestaba, pero al parecer a Norel sí.

—Cállate inepta traga aire —le respondió a Savannah antes de tomar mi mano y hacerme salir junto a él del comedor— Simplemente la detesto.

—¿Y por qué eres su amigo? —pregunté mientras avanzábamos y él fumaba un cigarrillo.

—No lo soy —respondió pasándome uno y yo lo tomé con gusto— Es mi hermanastra, me siento con ellas porque no me gusta sentarme solo.

—Aceptas una "amistad" toxica porque te sientes solo — comenté.

—No es más de lo que todas las personas tienen —respondió— ¿Te quedan clases? —negué con la cabeza— Bien, a mí tampoco.

Caminamos sin rumbo durante una hora, luego nos tumbamos debajo de un árbol y entre los dos nos fumamos toda una cajetilla de cigarrillos. Debo admitir que tenía mucho tiempo sin fumar y aún más tiempo sin interactuar con alguien a esta cercanía.

Norel era alegre, en si me acordaba mucho a Karina, la misma energía y actitud, pero me dejé muy en claro de que él no era ella, y de que esta es una vida nueva, no quiero dejar a mi mejor amiga en el pasado, pero tampoco quiero que mi futuro se opaque por toda la tristeza que mantuve el año anterior.

—¿Te llevo a casa? —preguntó Norel mientras volvíamos cerca del parqueo.

—No, estoy bien —respondí— Recogeré algunas cosas de camino a casa.

—¿Conoces las calles neoyorquinas, California? —preguntó en broma.

—Más que tú, España —respondí mientras él se marchaba en su auto.

En verdad casi no conozco las calles de Nueva York, y además sé que no es seguro andar por ellas sola, pero de algún modo tenía que aprender.

Eran apenas las cinco en punto, el sol aún no se ocultaba, pero estaba ansioso por ello. El abuelo me dijo que podía marcarle si necesitaba que me recogieran, yo me negué, buscaría la manera de llegar sola a mi casa.

Media hora en el centro, me detuve unas seis veces a ver artistas urbanos, un chico hizo un dibujo mío y le permití colgarlo en la pared de un edificio abandonado, me hice amiga de unas niñas que jugaban en el parque y estuve caminando sola hasta las siete y media de la noche. La luna lucía esplendorosa, siendo la primera llena de todo el año, la brisa era fría, pero no molesta y a pesar de que las calles son peligrosas a esta hora yo me sentía segura en mi soledad.

Casi daban las ocho en punto cuando el abuelo marcó a mi celular preocupado porque no llegaba a casa, le dije que solamente estaba sentada a los alrededores de central park, estaba a unas seis calles de mi casa, pero el insistió en venir a recogerme. Mientras estuve ahí sentada observando como algunos gansos dormían en el agua me permití pensar en muchas cosas a las cuales tenía unos cuantos días u horas sin darle asunto, por ejemplo, Logan, me había marcado hace dos días para decirme que se encontraba en Jersey haciendo unas sesiones fotográficas para una amiga de su madre, me dijo que no estaría aquí sino hasta el lunes, eso estaba bien por mí, pues podría ir sola a la fiesta que Norel me había invitado.

—La ciudad es linda de noche ¿Cierto? —preguntó el abuelo sentándose a mi lado.

—Es tranquila —respondí— Me gusta la tranquilidad.

—Y aun así iras a la fiesta de tu amigo el viernes — comentó casi riendo.

—¿Cómo sabes eso? —pregunté sorprendida.

—Un tal Norel marcó a la casa —respondió— Preguntó por ti, dijo que era tu amigo y que solo hablaba para saber si habías llegado a casa. Dejó su número móvil para que le textees.

—¿Cómo carajos consiguió el numero de la casa? —pregunté casi en un susurro.

—No lo sé —rió el abuelo. Qué bueno que le cayera en gracia— Vamos a casa, la noche es larga y fría en estos días.

La semana fue poco interesante y milagrosamente rápida, no fue hasta el miércoles en la noche que pude terminar de acomodar toda mi habitación. Moví algunas cosas de lugar, me deshice de otras y añadí algo de mi toque personal.

A las dos de la madrugada del viernes aun me encontraba guardando cosas en el closet cuando me percaté de la caja, hace días había tendio tanta curiosidad de ella que decidí no dársela al abuelo para que la subiera al desván, me quedé con ella y no fue hasta ahora que me dispuse a abrirla.

Dentro se encontraban una vieja memoria USB, marcada con las sigas AGB, al principio no entendí que significaban hasta que seguí escarbando hasta el fondo. En él encontré dos cartas dirigida a mi tía, también encontré una cajita de anillo de compromiso vacía, algunas fotos viejas, creo que mucho antes de conocer a Theo. También había una donde ella vestía un hermoso vestido amarillo y en el fondo de la caja estaba el mismo vestido, casi en girones, el color se había vuelto opaco por el tiempo que tenía ahí, pero aún se admiraban sus facciones, mangas bajas, cuello en uve y la falda hasta las rodillas.

Me dormí sobre todas las cosas de la caja aproximadamente a las cuatro y algo de la madrugada, no tendría clases hoy, así que me podría levantar cuando deseara. El abuelo no trabajaba, pero siempre solía ir a pasear al parque y se quedaba casi todo el día jugando ajedrez con algunos ancianos del lugar.

—¡Val! —gritó el abuelo desde el primer nivel haciendo que me despertada— Teléfono... Para ti.

—Está bien —respondí somnolienta antes tomar el teléfono que estaba en la mesita— ¿Hola?

—¡Por fin y te encuentro! —exclamó— Soy Norel ¿Todavía me recuerdas?

—Claro —respondí sin evitar poner una sonrisa— Primera pregunta.

—¿Sí? —preguntó en un tono chillón.

—¿Cómo diste con el numero de la casa de mi abuelo?

—Antes de acertar contigo marqué a aproximadamente doce familias apellidadas Green. Cuando un viejito contestó pregunte por ti y me dijo que no estabas en casa —explicó— Así di con tu número. No me diste tu móvil así que decidí buscar a mi nueva amiga en ese viejo lugar llamado directorio, además te deje mi número y no llamaste.

—Eres extraño —susurré— Además, ni siquiera fuiste a clases esta semana.

—Lo sé —respondió e imaginé que sonreía— Estuve alguito ocupado en la costa —se carcajeo— Te recuerdo que hoy es la fiesta, pasaré por ti a las seis.

—Por favor, dime que no averiguaste mi dirección —dije y le oí carcajearse otra vez.

—Claro que no, boba —respondió— Tú me la darás, tampoco quiero parecer un Stalker profesional. Parecería que me gustas, pero yo prefiero más a las personas de más de metro ochenta, mucha cabellera y con un pene en lugar de vagina ¿Me entiendes?

—Te entiendo —me reí— Te espero a las seis.

—¿Dirección? —me apremió.

—En la quinta avenida con Washington —respondí— Es una casa estilo los ochentas de dos niveles pintada de azul coral.

—Anotado —dijo— Te veo luego, California.

Me sorprendía lo energético que Norel puede ser. Es mi primer amigo en la gran manzana y aunque me sentía un tanto incómoda porque técnicamente él me eligió para ser su amiga, se lo agradezco, me hacía falta.

Logan marcó hoy para decirme que llegaría el domingo, debo admitir que, aunque es mi novio y lo amo, me sentía algo mejor sabiendo que estaba lejos.

—¿Saldrás esta noche? —preguntó el abuelo mientras comíamos.

—Unjú —respondí con la boca llena— Norel me invitó a una fiesta.

—Eso es bueno —respondió moviendo la cabeza de manera afirmativa— Solo no bebas mucho o amanecerás en el pórtico.

—Entendido —sonreí.

A las seis en punto Norel estuvo en mi casa, según él "La fiesta empezaría a las nueve, pero iríamos a ambientar el lugar junto a su grupo de amigos".

—Ya verás —dijo emocionado— Te encantarán. Ya conoces a Savannah y Vanya, aún te falta por conocer a Doggy boy y su novia Hazel, la hermana y mejor amiga de Hazel, Harley, su novio Dick...

—¿Dick como...?

—Sí —se carcajeó— Dick como eso que estás pensando, en fin, quizás todos te caigan bien.

—Quizás —repetí.

Llegamos al lugar y era gigantesco, y cuando digo gigantesco hablo enserio. Lejos de las urbanizaciones, por lo menos debía de tener unas cinco habitaciones por nivel y solo eran dos, pero te daba la ilusión de haber llegado al capitolio en Washington, era puramente blanco, la entrada era hermosa llena de flores y luces, era perfecta.

—Bienvenida a la mansión principal de los Bennett —exclamó Norel— Si así de impresionada estás con solo ver la entrada, espera a mirar el interior.

—¿Quiénes son los Bennett? —pregunté aun admirando el lugar.

—¿Brent Bennett? ¿Alicia Maslow? Me estás diciendo que no los conoces.

—Espera... ¿Alicia la modelo?

—Esa misma, Brent Bennett es un productor musical muy conocido.

—Wow.

Solo alcancé a decir eso antes de que tuviera que salir del auto. La puerta principal parecía el portón al cielo, era color perla y simplemente descomunal. Al entrar al pasillo lo primero que captaron mis ojos fueron las escaleras dobles que daban al segundo nivel, una sirvienta salió a recibirnos y dijo que como ya éramos los últimos su turno había acabado.

Caminé detrás de Norel por un pasillo hasta que llegamos a un segundo salón, igual de grande que el primero, pero este estaba lleno de luces neón, comida, bebida y unos cigarrillos de procedencia dudosa a mi opinión.

—¡California! Viniste —exclamó una de las chicas, Savannah creo.

—¿California? —preguntó una chica de pelo oscuro.

—Savannah, su nombre es Valentina —le corrigió su novia.

—Sí, sí, eso mismo —sacudió la mano en el aire quitándole importancia— Cali... digo, Valentina, es una pintora nueva en el instituto.

—No la había visto —respondió la de pelo oscuro ignorándome por completo.

—Si lo sé, es tan rubia y pálida —bromeó y todos rieron.

—No lo dice en forma de ofensa —susurró Norel.

—Lo sé —respondí.

La chica de pelo azabache aún seguía observándome como si fuese un bicho raro, pero Savannah le susurró algo al oído, lo cual la hizo cambiar de humor por completo.

—Hola, Valentina —saludó dándome dos besos— Quizás Norel ya te habló de mí, soy Hazel, bienvenida a la casa de mi novio, siéntete cómoda.

—Gracias, supongo.

—Ya te había hablado del clan —comentó Norel a mi lado— Conoces a Vanya, Savannah, y Hazel —entonces me tomó del brazo y me acercó al centro de los muebles— Ella es Harley —señaló a una chica de pelo marrón cobrizo— Él es Dick —señaló a un chico alto de tez morena— Y el rey del lugar, Alexander Bennett —señaló hacia un chico semi desnudo que se encontraba recostado en el mueble más grande.

Alexander era notablemente alto, todos sus brazos, torso y cuello se encontraban cubiertos de diversos tipos de tatuajes, su pelo era algo largo, pero sin perecer descuidado y sus ojos estaban coloreados de un rosa pálido, eso gracias a la sustancia algo dudosa que se acaba de absorber con ayuda de un dólar enrollado, pero pude notar que estos era un tono claro ¿De cuál? No sabría decirlo.

Pero casualmente lo único que pasaba por mi cabeza en ese momento era el apodo que Norel le había dado, Doggy boy.

—Bienvenida al clan, nueva pintora del instituto —comentó este limpiando su nariz— Nunca están demás las manos agiles— añadió con un tono lujurioso.

—Gracias —respondí— Pero siento pena por ti, ya que estas manos agiles nunca estarán a tu disposición —agregué quitándole la sonrisa de suficiencia.

Con este último comentario todos escondieron la risa, incluso Hazel que se había mostrado algo incomoda ante el comentario de su novio.

—Chicos, no empecemos la noche con una pelea ¿Sí? — intervino Vanya— Mejor unos tragos de vodka con limón y abramos las puertas a los invitamos que se arremolinan en la entrada principal.

Dicho esto, Harley, la hermana de Hazel nos repartió unos vasos desechables con vodka y limón, todos tomamos y digamos que el ambiente mejoró notablemente. El puerton principal se abrió dándole paso a unos diez o quince autos llenos de personas y poco a poco toda la casa se fue abarrotando de música, voces y alcohol.

—¿Todo bien, Val? —preguntó Norel al verme sentada en las escaleras tomando directamente de una botella de whisky— No me digas que no estas disfrutando la fiesta.

—No es eso —respondí dándole otro trago a mi botella— Es solo que ando observando.

—¿Observando? — preguntó curioso mientras se sentaba a mi lado— ¿Qué observamos?

—Aquel chico de la esquina —respondí recelosa.

—¿El chico alto y fuerte que mira a esa chica tipo "Te acercas más y te desnudo"?

—Sí.

—¿Lo conoces? —preguntó quitándome la botella y tomando de ella.

—Se supone que es mi novio —contesté y Norel casi se ahoga con la bebida.

—Oh no, él no hará esto frente a mí y menos a mi nueva mejor amiga —comentó con furia antes de ponerse de pie junto con mi botella de whisky— ¡Hey, tu, cabeza de mierda mal excretada! —gritó y acto seguido lanzó la botella en dirección a Logan.

La botella pegó justamente en la pared encima de él, por lo cual cuando se rompió terminó bañando en alcohol y vidrio a la sensual pelinegra que lo acompañaba y a él. Obviamente aún no había notado mi presencia al lado de Norel, esto gracias a que simplemente se soltó en comentarios homofóbicos.

—¡Qué te pasa marica de mierda! —gritó sacudiéndose los trozos de cristal— ¿Quieres intentar ser un hombre por primera vez en tu vida o qué?

—Mejor cierra la boca pedazo de excremento de caballo estreñido —le gritó Norel aun a mi lado— Eres una gran mierda, una gran mierda apestosa.

—Y tú eres un marica con aspiración a ser Blancanieves, puto indio de mierda —contestó Logan mientras que todos se arremolinaban para escuchar la discusión.

—Créeme, mierda de enano diarreico —gritó mientras se sostenía del barandal— ¡Yo soy la puta Blancanieves! A diferencia de ti que luces como un barro en el trasero de uno de los siete enanos.

Llegué a cierto punto de la discusión en que ya no soportaba escuchar a Logan gritar, así que decidí ponerme de pie, tomé una de mis zapatillas y la lancé a lo ciego, gracias a Dios, o quizás a satanás que de seguro miraba todo el evento con una sonrisa, mi tacón le pegó justamente en las bolas y todos rieron mientras él se tiraba al suelo por el dolor.

—¿Quién fue la maldita zorra que...? —empezó a preguntar cuando por fin dio con mi muy enojado rostro— Val —susurró sorprendido— ¿Qué haces aquí?

—Eso debería preguntártelo yo a ti —respondí mientras baja las escaleras— Se supone que estarías en Jersey hasta el domingo ¿No? —comenté mientras le quitaba mi zapatilla de la mano— Sabes, mejor no digas nada. Prefiero no escucharte.

—Va...Val...cariño —tartamudeó— Llegué antes y... bueno... me invitaron a esta fiesta, pensaba ir a verte mañana.

—Sé que estas mintiendo —gruñí con furia— Definitivamente creo que esta relación no tiene futuro —solté antes de volver a subir las escaleras y encerrarme en una habitación.

Solo tardó unos cinco minutos en dar en cual de todas las habitaciones del segundo piso me encerré. Había accedido a una con una decoración, no por decir "básica", sino más bien clásica, creo.

La cama era gigantesca y de cada esquina se alzaban unos mástiles que sostenía un gran cuadrado decorado sutilmente con diseños en negro, parecía un camarote al estilo siglo trece, pero encima no había otra cama. En la penumbra distinguí algunas que otras cosas más, pero no me animaba a encender la luz, sobre todo con Logan allí fuera gritándome que abriera la puerta, decidí a aparentar que soy transparente.

Luego de un rato, que a mi opinión pareció una eternidad, una voz nada familiar interrumpió la de Logan.

—Será mejor que dejes de aporrear mi puerta o lo próximo en ser aporreado con mi pie será tu trasero —comentó la voz con una tranquilidad increíble— Largo.

—Pero ahí...

—Largo —volvió a espetar el chico y luego escuché algunos pasos alejándose.

Mi corazón se detuvo un momento, pues temí que fuese el padre de Alexander y que yo me haya metido a intrusear en su recamara.

La puerta se abrió lentamente y las luces se encendieron, yo no me moví de mi lugar y tampoco pude soltar ningún tipo de disculpa, pues no era exactamente lo que planeaba, más bien, a quien planeaba ver.

—Creo que te he librado del pesado que intentaba entrar a la habitación —comentó el chico dejando una mochila sobre la cama— ¿Estás bien, hermosa?












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