CAPITULO 8.

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(***)

Medio mes sin drama, sin pelear o discutir con nadie, sin necesidad de enfardarme. Se sentía como el cielo, podría acostumbrarme a esto fácilmente.

Hace unas semanas Norel me contó que Hazel y Alexander había roto su noviazgo, desde entonces no los he visualizado a ninguno de los dos por el instituto. En dos días es San Valentín, mi fiel amigo y yo decidimos que tendremos una noche de chicas en su casa, puesto que Savannah se ira por todo el fin de semana y sus padres igual, pero por el momento estamos planeando la cena de cumpleaños del abuelo.

—¿Cuántas personas dices que irán? —preguntó Norel mientras llevaba el carrito de las compras.

—Como unas veinte, creo. En verdad no lo sé —respondí tomando varios paquetes de costillas para azar.

—¿Podemos llevar vodka? —preguntó sonriendo como el gato de Alicia en el país de las maravillas

—No —respondí quitándole la botella de la mano— No tenemos edad para comprarlo y además la mayoría son personas de la tercera edad, no creo que sea buena idea darles alcohol.

—Odio la juventud y la vejez —se quejó y seguimos buscando por todo el super.

Cuando llegamos a casa mamá se encontraba haciendo la limpieza mientras que papá se encargaba de la cocina, a los hombres de la familia Green se le daba demasiado bien cocinar. El abuelo nos ayudó a Norel y a mí a cargar la compra a la casa, y el resto del día nos la pasamos los cinco charlando y riendo como nunca.

Viernes 13 de febrero, suelen decir que los viernes trece son de mala suerte, pero yo no creo en eso. Norel se quedó a dormir en mi casa y estuvimos despiertos hasta muy tarde por lo que nos levantamos dando las once de la mañana. Papá ya se encontraba en la cocina preparando la comida y mamá estaba sentada en la mesa decorando un pastel.

—Buenos días, hermosa —saludó papá cuando me vio entrar— ¿Hambre?

—No mucha, papá —respondí acercándome y dándole un beso en la mejilla.

—¿Y yo no tendré mi beso matutino? —preguntó mamá mientras ponía cara de perrito y terminaba de poner algunas esquinas del pastel con la manga pastelera.

—Buen día, ma —dije acercándome y dándole un beso en la mejilla.

Mi relación con mis padres siempre ha sido de esa manera, no por ser la hija única, sino que ellos se volvieron mis mejores amigos, eran algo así como mis confidentes desde que tengo memoria. Norel bajó las escaleras aún somnoliento, tomó una taza de café y ambos nos sentamos a ayudar a mamá con el pastel.

—Señora Green ¿Lleva usted muchos años haciendo pasteles? Esto se ve de maravilla.

—Por favor Norel, tratame de tu —dijo antes de volver a rellenar la manga— En verdad mi esposo fue quien me enseñó —dijo sonriendo y mirando de manera cómplice a mi padre— La cocina nunca fue lo mío, pero con el tiempo aprendí lo rutinario y algo más.

—Increíble —susurró Norel alucinado— Yo espero casarme con un hombre como su esposo, porque la cocina no se me dificulta, en verdad se cocinar muy bien, pero me da pereza tener que hacerlo —bromeó y todos rieron.

—Creo que hasta le da pereza respirar —bromeé y todos volvieron a reír.

La casa no estaba tan solitaria como siempre y eso me hacía sentir bien. Mamá y papá charlaban a gusto mientras ponían la carne a azar en el patio trasero, Norel y yo estábamos dentro de la cama elástica poniéndole luces decorativas y el abuelo arreglaba las mesas. White New Magic sonaba en la radio, era una banda nueva, yo no conocía la canción, pero Norel se desgargantaba gritando la letra.

Have you ever seen the way everything shines when you are around, tell me that you want to stay cause I promise I Will never keep you down... my hearts still beating for you tell me that you feel it oh, my heart still falling for you tell me that you hear it too...?

—Everybody see what I see, the prettiness in you is so real —empezó a cantarme mientras brincaba— Everybody know how I feel when I'm with you I can't hide it, tell me that you'll stay one more day oh ooh oh tell me that you'll stay one more day...

—Chicos —nos llamó mi madre— Los invitados están empezando a llegar, así que vayan a alistarse ¿Les parece?

—¡Claro que sí! —exclamó Norel— Vamos rubia barbie —me haló del brazo— Hoy es día de festejo.

Bien entrada la noche los amigos del abuelo se encontraban bien repartidos en las mesas comiendo alegremente.

Mamá y papá iban de aquí para allá llevando de toda clase de cosas. Las voces y las risas hacían sentir el lugar ameno; la brisa era cálida, ni muy fría ni muy caliente. Norel le había comprado un presente al abuelo, era un juego de ajedrez de cristal, al abuelo le fascinó tanto que lo puso encima de la chimenea y era simplemente hermoso.

—¿Gastaste mucho dinero en eso? —le susurré mientras las personas empezaban a darle los presentes al abuelo.

—No tanto —susurró devuelta.

—¿Cuanto?

—Trecientos dólares —contestó y luego se alejó de mí.

Yo aún estaba indecisa si darle los presentes del abuelo ahora, gracias a Dios mamá interrumpió con la idea de partir el pastel. Todos nos reunimos en una de las mesas y empezamos a cantar feliz cumpleaños, cuando papá le pidió que apagara las velitas este protestó diciendo que ya era demasiado mayor para estar pidiéndoles deseos a una velita. Partido el pastel y todos comiendo de él, fui sola a mi habitación de pinturas y saqué el cuadro familiar que pinté para el abuelo.

—Creo que tendré el honor de dar los últimos regalos —comenté saliendo por la puerta— Admito que he pintado muchos retratos de ella, pero este es especial —lo miré por última vez antes de dárselo al abuelo— Feliz cumple abue.

Cuando miró los rostros de la pintura su semblante cambio por completo, pasó de felicidad a tristeza y luego a una alegría penosa.

—Oh, mi Rori y mi Angela —susurró posando la mano en la pintura— No saben cuánto las extraño —se dirigió a las miradas sonriente de mi abuela y mi tía.

—¿Te gusta? —pregunté tratando de contener el nudo en la garganta.

—Es hermoso —respondió— La voy a colgar en mi habitación.

—¿Todos tu regalos incluyen lagrimas? —comentó Norel detrás de mí— Porque si es así, no quiero el mío.

Su comentario nos hizo reír a todos, sobre todo al abuelo que por un momento se había entristecido. Creo que de cierto modo Norel tiene razón, todos mis regalos llevan lágrimas y en sí, una parte de mí.

Cuando la fiesta terminó, entre todos recogimos el desastre y limpiamos, eran cerca de las once, el cumpleaños del abuelo estaría a punto de terminar, pero aún me faltaba un regalo por dar. Hice que mi familia y Norel se sentaran en la sala con la excusa de que veríamos una película. Mi amigo y yo nos sentamos en el suelo, mamá, papá y el abuelo en el sofá principal. Con un nudo en el pecho conecté la pequeña memoria a la pantalla y el primer sonido en aparecer fue la risa de mí tía.

Volteé la cabeza para ver la reacción de todos y sus rostros estaban pasmados de la sorpresa, Norel no entendía lo que estaba pasando así que me susurró al oído:

—¿Esto es bueno o malo? ­—preguntó— ¿Qué pasa?

—Esa es la voz de mi tía —comenté sintiendo las lágrimas arder en mis ojos.

Pausé el video y me puse de pie.

—Sé que ya los hice llorar, lo siento, pero creí que les gustaría escucharla.

—¿Dónde lo encontraste? —preguntó mamá con lágrimas cayendo por sus mejillas— Esa noche la recuerdo como fuese ayer.

—Creíamos que la perderíamos esa noche —comentó papá limpiándose una lagrima— Era tan jodidamente terca —rio con amargura.

—El abuelo me dijo que hace mucho había perdido la idea de cómo sonaba su voz —continúe— Abuelo —me arrodillé frente a él— Sé que tú nunca querrías olvidarla, se cuánto la quieres y he la aquí.

Volví a reproducir el video y apareció el rostro de mi tía, sonriente, lleno de vida y energía. La primera parte del video pasó dejando lugar al que iba dedicado a mis abuelo.

»Papá, mamá, en serio los necesito tanto

Se escuchó la voz de mi tía quebrada en llanto

»¿Por qué ahora que soy feliz?

Lloraba con fuerza mientras sostenía un sobre en sus manos.

»Cuanto quisiera estar con ustedes, que me abrazasen como un sándwich mientras lloro, que me digan que todo estará bien.

Respiró forzadamente.

»Porque nada está bien, me estoy muriendo y solo quiero decirles que los amo, los amo tanto y he sido tan mala hija

—Detenlo —susurró el abuelo— No... no puedo verla llorar así. Lo siento Val —comentó antes de ponerse de pie y que mi corazón se partiera aún más.

El silencio nos inundó y papá propuso preparar algo de chocolate, pero yo solo quería dormir, era lo único que necesitaba en este justo momento.

En la paz de la habitación Norel se quedó dormido con mucha facilidad, a mí me costó unas tres horas más cerrar los ojos. Dormir no significaba soñar con algo lindo, a pesar de que la brisa que entraba por la ventana era fría, yo sudaba como nunca, sentía mi pulso acelerado y como todo me daba vueltas, sin darme cuenta volví a quedarme dormida, pero no soñé nada, no sentí nada.

La luz del sol entraba fuerte por la ventana que había dejado abierta la noche anterior, el árbol que quedaba justamente pegado a mi balconcillo brindaba una brisa serena. Norel ya no se encontraba durmiendo, el lugar donde había pasado la noche estaba vacío y totalmente recogido, el nunca madruga, por lo cual me levante de prisa y al hacerlo el peor mareo de mi vida me atrapó. Me tomó un rato sentir el suelo y cuando por fin pude me duché y bajé a la sala.

Todos estaban sentados en el patio trasero mientras algo se cocinaba en el horno.

—Buen día —saludé— ¿Por qué no me han llamado más temprano? Creo que dormí demasiado.

—Si lo hiciste —comentó papá brindándome jugo— Norel tuvo que ir a su casa, pero dijo que sus planes de hoy y mañana aún siguen en pie.

Perfecto.

Hoy es 14 de febrero, día de san Valentín, se supone que Savannah, junto a la madre y el padrastro de Norel, no estarían en casa, por lo cual nosotros tendríamos nuestra pequeña fiesta para dos.

Comimos en el patio trasero mientras disfrutábamos de la ligera brisa, el abuelo se excusó por la manera en la que actuó la noche anterior, no tenía por qué hacerlo, sé muy bien lo que siente, a pesar de que extraño escuchar la voz de mi mejor amiga, no soy capaz de ver algunos de nuestros videos juntas, no podría aguantarlo.

Dejé de lamentarme de mi vida por un instante y me propuse a preparar algo de ropa para la noche. Norel y yo teníamos planes de ir a cenar, luego nos iríamos a su casa y veríamos películas. Se sentía de maravilla no estar encerrada todo el tiempo y sobre todo se sentía bien tener un amigo tan cercano por nueva vez.

Mi teléfono vibró un par de veces mientras entraban algunos mensaje, muchos de ellos era de Logan, otros era del mismo número desconocido que me había mandado las fotos de Savannah y mi ex. Esta vez el numero me envió una foto de Alexander ¿Qué tiene que ver el conmigo?

Decidí ignoralo, tanto al desconocido como a Logan. Hoy era un día de festejo por así decirlo, saldría con mi amigo y nada iba a arruinarme la noche.

Acompañada de Norel, llegué a un pequeño restaurante frente a Central Park, el lugar estaba en un cuarto piso, por lo cual la vista era espectacular. Yo llevaba un vestido azul marino y el pelo recogido en una coleta con flequillos a los lados, Norel llevaba una camisa blanca con unos finos pantalones de tela negra, a primera vista parecíamos pareja y gracias a eso conseguimos una de las mejores mesas al lado de los ventanales.

La cena estuvo más que deliciosa y las risas no faltaron en ningún momento. Nos debatimos un momento sobre si comprar chessecake para el postre o que fingiéramos un compromiso para obtener pastel de chocolate gratis. Nos decidimos por la segunda opción.

En medio de risas y parloteo, me puse de pie y me descoloqué el anillo de oro que papá me había regalado hace un año. Me arrodillé justo al lado de la silla de Norel y le pedí matrimonio, la cara de sorpresa de todos los que se encontraban a nuestro alrededor era épica y yo no entiendo cómo, pero pude contener la risa hasta después de marcharnos del restaurante.

—... y la cara de la señora al ver que quien pedía matrimonio eras tu ¡Fue épica! —exclamó Norel mientras conducía.

—Lo mejor de la noche es que obtuvimos postre y bebidas gratis —me carcajeé mientras la brisa me daba en lleno en el rostro.

Por primera vez en mucho tiempo no me sentía incomoda mientras iba de noche en la autopista. Norel me hacía sentir segura en todos los aspectos y simplemente me sentía feliz.

—Eres el mejor amigo que cualquiera pudiera pedir —comenté.

—Y tú eres la mejor amiga perfecta para corromper —bromeó haciéndome reír— Pero... eres maravillosa y debo admitir que nunca había tenido una mejor amiga. Sabes, un gay de 12 o 14 años no siempre es confiable —sonrió con pena.

—Pero ahora eres un gay de casi 19 años del que, por desgracia, me confío demasiado —respondí acariciándole la mejilla— Gracias por ser mi amigo, Norel Miranda.

De camino a casa compramos pizza, porque la cena del restaurante no fue suficiente, también compramos helado y recibimos un mensaje de Vanya que se nos uniría en la pijamada.

—Look into his angel eyes, one look and you're hypnotized, He'll take your heart and you must pay the price —canturreó Vanya mientras veíamos uno de mis musicales favoritos.

—Look into his angel eyes, you'll think you're in Paradise, and one day you'll find out he wears a disguise, don't look too deep into those angel eyes —le acompañó Norel y luego ambos señalaron hacia mí.

—Oh no, no, no, no, Ah-ha-ha, ah-ha-ha-ha-ha-ha, Ah-ha-ha, I keep thinking 'bout his angel eyes, I keep thinking, ah-ah.

Luego de las dos películas de Mamma mía y de ver The Greatest Showman, decidimos recalentar la pizza y tomarnos una ronda de cidra espumosa, y cuando digo una ronda, hablo de una botella completa para cada uno.

—Mi cita estuvo bien, pero esta noche de chicas es mucho mejor —comentó Vanya mientras se encontraba sentada en la encimera.

—¿Cita? —preguntó Norel muy sorprendido— ¿Con quién? ¿Quién es la valiente?

—El valiente —comentó ella dándole un trago a su botella y Norel y yo nos acercamos más a ella, pues se había puesto interesante la historia.

Yo consideraba a Vanya del todo lesbiana, pero al parecer no lo es, nos contó que ella misma se sorprendió dándose una oportunidad con un chico, pero aseguró que en serio le había empezado a gustar. No nos quiso dar el nombre, pero ambos estábamos felices por ella.

Caímos rendidos cerca de las 3 de la mañana. Norel se quedó a dormir en la habitación de Savannah, yo dormí en la suya y Vanya durmió en la de invitados. Dormí cerca de una hora y luego bajé al Segundo nivel a tener una merienda.

«¿Te interesa un trabajo de medio tiempo?» número desconocido.

«Te pagaré muy bien» número desconocido.

Decidí ignorar los mensajes, pues quizá estuviesen equivocados y sobre todo porque mi ánimo no estaba en lidiar con desconocidos ahora. Una tristeza increíble se apoderó de mí, tomé mi teléfono y empecé a revisar recuerdos del año pasado, uno de ellos fue un paseo en la playa en el que Karina y yo nos emborrachamos demás y tuvimos que pedirle a Cristina, su madre, que nos recogiera. La foto estaba borrosa, pero podías notar nuestras sonrisas de pura felicidad mientras sosteníamos botellas con vodka de frambuesa.

—¿Recuerdos de medianoche? —preguntó Vanya acercándose a mí.

—Es la primera vez que veo nuestras fotos desde hace un año —dije sintiendo un nudo en la garganta— La extraño tanto.

—Es entendible —comentó ella brindándome una cerveza, yo alcé una ceja y ella sonrió— Mi padre murió cuando yo tenía diez, sé que no es lo mismo, pero entiendo el sentimiento de extrañar a alguien.

—Lo siento mucho —me lamenté sintiendo una lagrima en la curvatura de mi ojo— Ha de ser muy doloroso eso.

—Tienes esa tendencia —afirmó mientras asentía con la cabeza— ¿Por qué pones la tristeza ajena por encima de la tuya?

—No hago eso —repliqué tomando de mi cerveza— Solo es empatía.

—La empatía es entender el dolor ajeno, tu sin embargo lo reflejas, y a mi parecer, te obligas a sentirlo.

—No lo hago —respondí algo dudosa de la veracidad de mi afirmación.

—Bien —se encogió de hombro— Sé que de seguro muchas personas te lo han dicho y yo simplemente este añadiéndome a ese listado, pero no deberías culparte. No sé qué pasó ni que tan cercanas eran tú y la chica, pero vi en tu mirada todo el dolor del mundo cuando Hazel te acusó de matarla, cualquier simple asesino no sentiría ese dolor.

—Gracias —dije tragándome el nudo que me impulsaba a llorar— ¿Quedan más cervezas?

Febrero es el mes mar corto del año. A mi parecer apenas ayer Norel, Vanya y yo habíamos tenido la mejor pijamada del mundo, pero no, eso fue hace tres semanas. Marzo imponía un clima neutro, la primavera se hacía sentir con un sol cálido y una briza casi inexistente. Las personas que estaban aproximados a graduarse tenían un ajetreo con la organización de la gala que sería la presentación anual en la que algunos de primer año participaríamos. Yo había preparado unas dos pinturas más que hicimos en clase y Norel se sorprendió de maravilla cuando el profesor nos comunicó que nuestros retratos de Alexander se estarían exponiendo.

—Les gusta la perversión —bromeó Norel mientras recogíamos nuestras cosas— Primero me dicen que es muy gráfico y ahora lo expondrán a cientos de personas.

—Les gusta lo nuevo —comenté yo— Quizá eso fue lo que llamó la atención, la poca sanidad visual de tus cuadros —bromeé y él rio.

Vanya nos acompañó durante la hora de receso y nuestro ambiente era ameno hasta que Savannah llegó acompañada de mi ex. La mirada de Logan me provocaban mil emociones, puede que ahora mismo le esté odiando, pero hay algo en mí que se niega a creer que lo dejé de amar, a pesar de todo sigo sintiendo cosas por él y me odio por ello.

Ellos tomaron asiento en su mesa usual, luego de un rato Hazel y su hermana se les unieron y el último en llegar fue Alexander, quien al verme a lo lejos me dio una mirada extraña por un momento y luego se centró en su comida. Las risas que provenían de esa mesa me hacían sentir que se burlaban de nosotros, quizá no fui la única que sintió eso, pues Norel sostenía con fuerza un pequeño cuchillo de plástico.

—Mejor deja eso en la mesa —dijo Vanya quitándole el utensilio de la mano.

—Podría sacarle los ojos a esa rubia oxigenada y al pene corto de Logan —siseó furioso.

—Pero eso no sería suficiente —comentó Vanya tranquilizando— Así que es mejor ignorar cualquier cosa de la que estén hablando.

Yo me quedé en silencio manteniéndole la mirada a Alexander quien hace apenas un mes y algo se había comportado de la mejor manera conmigo y ahora pareciese odiarme.

—Valentina —llamó mi atención Norel esperando la respuesta a una pregunta que no había escuchado.

—¿Eh? —dije confundida— Lo siento no escuché.

—Te preguntábamos que ¿Qué piensas sobre que Alexander siga comiendo con su ex, pero te coma a ti con la mirada? —sonrió Norel tratando de no romper en una carcajada.

—Pienso que me importa un carajo —respondí recogiendo mis cosas— Tengo clases las próximas dos horas ¿Nos vemos mañana?

—Yo las recogeré temprano, pues antes de las clases quiero llevarlas a mi café favorito —comentó Norel sonriendo de oreja a oreja.

Me despedí de mis dos únicos amigos y me encaminé hacia el pasillo detrás del comedor, descubrí que es la manera más fácil para llegar al siguiente edificio, aunque es demasiado solitario. Luego de unos metros lejos de la puerta empecé a escuchar pasos detrás de mí, por un momento me alarmé, pero luego una voz de razón me tranquilizo diciéndome que me encontraba en un complejo estudiantil y no me dañarían ¿O sí?

—¿Podrías ralentizar el paso? Necesito hablar contigo —era él. Alexander era quien venía detrás de mí como un acosador.

—O tu podrías dejar de seguirme —comenté mientras caminaba más rápido.

—Te envié mensajes durante el último mes —dijo con toque de incomodidad— No respondiste.

—A ver. Durante el último mes recibí miles de mensajes —¡mentira!— Y quizá el tuyo se perdió en medio de todos ellos.

—¿Ah sí? —preguntó y sentí la suavidad de su palma en mi antebrazo ¿En qué momento se había acercado tanto? Debo tener cuidado con este chico— En mis mensajes te proponía un trabajo.

—Oh, el acosador que me ofrecía trabajo con una tonalidad dudosa eras tu —comenté soltándome de su cuidadoso agarre— Bien ¿Qué quieres?

—Mi padre se ha empeñado en complacer a su esposa y hacer una pintura familiar. Pensé en proponerle el trabajo a Norel, pero debo admitir que tu trazo es más ágil y menos exagerado.

—¿Lo dices porque Norel te pintó desnudo con un miembro exageradamente prominente? —pregunté con una sonrisa de suficiencia.

—Creeme, California —comentó acercándose demasiado a mi rostro— Si tuvieses mi miembro erecto frente a ti, te darías cuenta de que la pintura de Norel tiene falta de detalles y longitud.

Tragué en seco e intenté mantenerle la mirada, pero he de admitir que me sentía más pequeña de lo que era ante la mirada de esos ojos semi azulados.

—Creo que tu ego es aún más grande que tu miembro —respondí arrepintiéndome de mi comparación.

—Qué bueno que admitas que es grande —sonrió con superioridad— En fin, no estoy acá para provocarte sexualmente...

—No lo haces —le interrumpí.

—Dile eso a tu pulso —comentó con la mano en mi muñeca ¡En que puto momento me agarró de la muñeca!

—Suéltame —siseé y él levantó las manos en señal de tregua.

—Lo siento, California. No quiero molestarte, solo necesito que hagas esa pintura, te pagaremos muy bien.

—Bien, solo traeme las fotos cuando puedas.

—Sí... — alargó mucho la palabra— Sobre eso... —se rascó la nuca— Mi padre quiere que trabajes exclusivamente en nuestra casa, seremos tus modelos vivientes.








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