EXTRA FINAL.

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(***)

Día 7... Días restantes 1...



Fue hace seis meses que decidí darle el sí definitivo a Alexander y aceptar casarme con él.

Habíamos celebrado la boda de Norel el mes pasado, la mía había sido pautada para el primero de febrero de este año, o sea, mañana. Luego de la muerte del abuelo no tuve la valentía para mudarme de la casa, por lo que Alexander cerró su departamento para vivir conmigo, en serio no quería dejarme sola, sobre todo cuando papá le hizo prometerlo. Vanya y Norel quisieron hacer la despedida de soltera 3.0 como ellos le llaman, recordando que en la de Vanya terminamos comprando cosas raras en Walmart, en la de Norel nadando desnudos en la costa de Coney Island y solo Dios sabe que nos espera esta noche.

Mis padres se quedarían en la mansión Bennett para dejarnos esta casa a nosotras solas. Ya lo habíamos vuelto tradición, tres compromisos, tres despedidas, tres bodas.

—Más le vale a Alexander no presentarse porque conservo mi trompeta de la suerte —dijo Norel sacándola del asiento trasero del auto— Está como nueva, pues ni se tocar trompeta.

—¿En serio conservas esa cosa? —preguntó Vanya volteando los ojos.

—Oh Vani, creeme que sí —rio y sopló el instrumento provocándonos tapar nuestros oídos— Suena de maravilla.

Los tres entramos a la casa, porque se suponía que teníamos que cocinar algo para el día. Eran apenas las doce en punto y eso de tener que prender la estufa a ninguno nos gustaba, así que optamos por la vieja confiable, pedimos dos pizzas de triple queso y pepperoni.

Como hoy era mi día, yo quise ver mi serie favorita en el mundo, a ellos ya no les disgustaba e incluso Gray se había encariñado de los libros. Se los leo a él y Rea cuando vienen a quedarse con Alec y conmigo.

—¿Cuántas veces hemos visto a Percy hacer esto? —preguntó Vanya concentrada en la pantalla.

—Cerca de diez veces —contestó Norel sin dejar de mirar— Las últimas dos semanas, pero ya es una tradición ¿No?

A mitad de la tarde ya íbamos en la temporada 4 de Percy Jackson y los dioses del olimpo, todavía nos faltaba la ultima temporada, sumando la serie de Los héroes del olimpo. Norel ya llevaba media caja de cervezas, Vanya reclamó todo el vino tinto como suyo y yo tenía a mi lado algo de vino blanco ligado con vodka, mala opción.

Siempre se nos da muy bien tomar hasta no saber que hacemos, esta vez la excepción fue la hora, pues eran las seis y treinta cuando decidimos que ir a Seven Eleven a comprar chucherías sería la idea más fantástica del año.

—Deberías cortarte el pelo —comentó Vanya sosteniendo mi coleta que llegaba le nivel de mis costillas— A mi me lució de maravilla en mi boda.

—Vanya, alejate de mí pelo —dije como pude mientras evitaba que Norel chocara con un estante de sopas instantáneas— Norel, no. No compraremos una rata.

—Pero miralo —me puso ojitos de perro— Está rechoncho y hermoso.

—No —dije y él soltó la jaula ocasionando que el animalito gritara.

—Eres mala, rubia —dijo haciendo puchero.

—Y tú eres un adulto muy infantil —repliqué y él se encogió de hombros.

—Tienes razón.

Seguimos conduciendo el carrito con Vanya dentro por todo el lugar, ella decidió que ya no quería un gnomo, gracias a Dios, pero se compró un flamenco, esta chica tiene problemas con las decoraciones de jardín. Al final Norel sí se llevó el jodido hámster y yo terminé comprando seis libras de arándanos y cuatro cajas de haría de hotcakes, con la excusa de prepararlos mañana antes de la boda, cosa que sé muy bien no haré, pero da igual. Como adultos responsables compramos mucho más alcohol y volvimos a casa manejando sin cruzarnos luces rojas, eso sí, casi chocamos con un hidrante...dos veces.

—Quiero hotcakes —dijo Norel mientras acariciaba al hámster— Y pirulo también.

—Piru... ¿Qué? —Vanya juntó las cejas.

—Pirulo —respondió él muy orgulloso— Así se llamó mi primer perrito, y este amigo será pirulo chancho.

—¿Qué? —pregunté yo y él siguió derecho a la cocina.

—¿En serio lo vas a llamar "Pirulo chancho"?

—Sí, pirulo por mi perro, y chancho porque... bueno, está chanchito —lo levantó y la ratita chilló— Lo ves.

Terminé preparando mezcla de panqueques con arándanos, pero Pirulo chancho decidió que era buen momento para darse un baño en una de ellas y espantarme de muerte. Cuando la rata esa salió del cuenco todo lleno de la mezcla que estaba a nada de echar en el sartén, saltó en mi pelo y terminé vaciándome todo encima.

Norel corrió detrás del animal y Vanya entre risas me ayudó a quitarme la mezcla de la ropa, Pirulo chancho creyó también oportuno correr por toda la casa y subirse a unos muebles ¿Cómo alcanzó? No lo sabemos, pero si ensució demasiado las cosas que estuvieron a su alcance.

Luego de terminar de hacer los panqueques y de que algunos se quemaran, nos tiramos en la cama elástica a comer y terminarnos las bebidas.

—No puedo creer que han pasado seis años —comentó Norel mientras intentaba no atragantarse con un panqueque— En tan poco tiempo he encontrado a las amigas que completan mi alma.

—Sé que nos amas demasiado —comentó Vanya abrazándonos— Yo también los quiero.

Nuestra borrachera no pasó de las dos de la mañana y por desgracia nos habíamos vuelto a quedar dormidos al aire libre. Ya era algo muy repetitivo y común en nuestras despedidas.

La luz del sol me daba directamente en la casa y eso me ayudó a espabilarme más rápido cuando escuché que alguien tocaba bocina en frente a la casa; me apresuré en llegar a la puerta y abrirle a Nadia quien se encontraba con rostro de reproche y los brazos cruzados.

—Tres bodas, mismo comienzo —dije entrando a la casa— Tu boda es en tres horas —dijo yendo directamente al patio trasero para lanzarles un zapato a Norel y Vanya— Lo bueno es que esta vez no se cortaron el pelo —miró a mi amiga— O se lo tiñeron —me observó a mí— O se colocaron trenzas africanas —miró a Norel.

—Debes admitir que lucía hermoso —respondió Norel todavía somnoliento.

—¡Vamos! ¡Arriba! —exclamó y Vanya se resbaló por la orilla de la cama— El tiempo es corto y necesitan darse un baño —volvió a la cocina y justamente mamá cruzaba la puerta junto a Alicia.

—¡Ahhh! —gritó Alicia mientras corría escaleras arriba— Hay... hay una rata en el sofá —dijo con miedo y Norel corrió directo a su rata mascota.

—No es una rata —dijo levantando al animal que se encontraba cubierto de mezcla seca— Es un hámster y su nombre es Pirulo chancho —sonrió orgulloso y mamá tuvo un ataque de risa— Un nombre lindo, ¿Cierto señora Maya?

—¿Qué demonios? —Nadia tomó un mechón de mi pelo— ¿Qué es esto?

—Mezcla de panqueques —contestó Vanya por mi— Pirulo creyó que se le vería bien.

Tuve que lavar mi pelo para que Alicia lo secará con una secadora lo más rápido que podía. Mamá ayudaba a Nadia con el maquillaje, esta última estaba concentrada en Vanya y mamá en Norel, la música resonaba en mi habitación y eso me mantenía calmada, pero tenía un pequeño nudo de nerviosismo en mi estomago que no me dejaba en paz.

La boda empezaba a las diez, eran las nueve en punto.

Vanya y Norel ya se encontraban en sus respectivos vestuarios, mamá y Alicia batallaban para ondular mi pelo que ya estaba demasiado largo, Nadia intentaba mantenerme quita mientras me maquillaba y me colocaba las prendas con cuidado de no dañar ni el maquillaje ni el peinado.

Mi vestido era simplemente gigantesco, era estilo Ballgown de diferentes tipos de telas de encaje transparente, tenia muchas capas de esta y cada vez que me movía en el sentía como si cargase una nube algo pesada atada a mi cintura. Mamá quiso ocultarlo, pero la vi en varias ocasiones arreglarse el maquillaje porque había empezado a llorar, yo intenté no hacerlo, pero una sensiblera como yo llora hasta por respirar.

A las nueve con cuarenta y cinco Brent había pasado a recogernos, íbamos apurados pues la novia y su cortejo se había emborrachado la noche anterior y se encontraban resacados a más no poder. Llegar a la iglesia fue fácil, el que yo me despojara del nervioso y las ganas de llorar no; papá se puso super sentimental al verme y Nadia me discutió mucho para que no llorara.

—Eres una preciosidad —comentó admirándome— Sé que tu abuelo está pensando lo mismo ahora y se siente orgulloso de ti —yo sentí conteniendo las lágrimas— Te vas a casar, pero sabes que me tendrás de por vida. No dudes ni un momento en llamarme si quieres que papá te abrace hasta dormirte, porque lo haré hasta el último momento de mi vida, mi Valentina preciosa.

—Siempre necesitaré que lo hagas, papá —él me abrazó con cuidado— Siempre seré tu pequeña Val y la de mamá, así como del abuelo.

—Lo sabemos.

El piano empezó a resonar por toda la iglesia anunciando mi entrada.

Cuando las puertas se abrieron contemplé a un muy nervioso Alexander. Su rostro se iluminó al verme entrar y mi corazón se detuvo cuando hice contacto con sus ojos, eso ojos azul grisáceos que me han torturado los últimos años. Sebastián se encontraba a su lado sonriendo orgulloso, Kevin me miraba con una sonrisa afable, Vanya y Norel se sostenían de las manos, un acto que repetimos en las respectivas bodas de cada uno.

Al pasar por los asientos de la primera fila visualicé los que pedí que reservaran, estaban cubiertos de blanco y cada uno tenía un cartel con sus respectivos nombres: Reservado para Aurora Green, Angela Green, George Green y Karina Blake. En la fila contraria a la mía estaba la familia de Alexander y el único asiento en blanco en honor a su madre: Reservado para Rea Renaldi.

Los ojos se me cristalizaron porque se que no estaban físicamente aquí, pero podía sentir sus sonrisas y eso me movía el alma. Cuando papá me entregó a la mano de Alexander pude sentir como él temblaba, yo no estaba más lejos de eso.

—Eres lo mejor que he podido pedir en mi vida —dijo dándome un beso en la mano.

—Y tú eres lo único que yo he pedido en la mía —respondí y su sonrisa se ensanchó aun más si es posible.

Durante la ceremonia nos mantuvimos susurrándonos cosas y eso hacía que el padre sonriera por parte del discurso. Nuestros votos fueron excepcionales y la salida desastrosamente hermosa, gracias a que Norel había pagado a un grupo de chicos para que nos inundaran en arroz y pétalos de flores.

—Te dije que volvería por ti —susurró Alexander en mi oído mientras bailábamos la primera pieza como esposos y Lacey nos retrataba en la sala llena de personas— Que no me rendiría y no lo hice. Jamás me rendiré si se trata de ti, amor mío.

—¿Jamás? —pregunté y él me besó con dulzura.

—Jamás —afirmó.

Durante la noche bailé y charlé con casi todo el mundo, para nosotros la boda terminaba temprano, porque teníamos que volver a casa para empacar para la luna de miel, a la cual teníamos el vuelo a las cinco de la mañana del día siguiente. Me despedí de mis padres y de mis amigos con lágrimas de pura felicidad en los ojos y Alexander condujo a casa.

—¿Esto es real? —pregunté y él tomó mi mano.

—Bastante real, mi pequeña Van Gogh —respondió acariciando mi palma.

—Siento que esto es una fantasía. No... no me había sentido tan feliz en tanto tiempo —dije apretando su mano y él sonrió— Creo que al final estábamos destinados a encontrarnos.

—Y ha sido el mejor destino dictado para mí —afirmó con seguridad.

Salimos del auto y entrar a la casa en silencio me dolió un poco, porque en el fondo siempre esperaba ver al abuelo en algún rincón de esta riendo o haciendo uno de sus usuales chistes o anécdotas.

Alexander me tomó en brazos y me subió a la habitación, entre risas bromeamos sobre como siempre se le hacía fácil sostenerme, pues yo no pesaba la gran cosa.

—Ese vestido te queda hermoso, pero... —empezó a desamarrar el corsé— Te ves todavía más perfecta sin él —dejó un pequeño beso en mi cuello y todo mi cuerpo se erizó.

—Si quieres puedes quitarlo —sonreí y él apretó sus manos a mi cintura.

—Para mí esa orden es un placer —dejó otro beso en mi espalda mientras deslizaba el vestido hasta el suelo— No sé como logras descontrolarme tan rápido, pequeña Van Gogh.

Sus manos acariciaban mi espalda con lentitud, me encontraba totalmente desnuda en sus manos y se sentía tan bien como siempre. Él vestía un traje totalmente negro que le daba un toque demasiado sensual, sobre todo cuando una erección se marcaba sobre su pantalón de tela fina. Sabía que estaba listo para mí, pero yo quería jugar un poco.

Lo guie a la cama y cuando estuvo sentado empecé a bajar su pantalón y su pene se levantó con cuidado cuando quité sus calzoncillos. Comencé lamiéndolo lentamente y Alexander soltó un profundo suspiro de placer; decidí llevarlo más lejos cuando lo introduje por mi boca hasta la entrada de mi garganta y un gruñido abandonó su boca tomando mi pelo con firmeza y profundizando en mi boca. Movía mi cabeza con suavidad y me utilizaba para su gusto, eso me motivaba a seguir hincada frente a él dándole el placer que necesitara.

—Esta noche no planeo correrme en tu boca —me detuvo con gentileza haciéndome alzar la cabeza para mirarlo a los ojos— Me voy a correr dentro de ti cuantas veces quiera y tú lo recibirás —yo asentí obediente y Alexander sonrió— Mi amada esposa.

Su voz era ronca y llena de lujuria. Luego de terminar de quitarse todo el traje me colocó en la cama y me pidió que me mantuviera con las piernas abiertas hasta que él quisiera, yo no podía decir que no, con Alexander nunca podía decir que no.

—Estás tan mojada —dos de sus dedos recorriendo mi vagina y se detuvieron sobre mi clítoris— Y tan hinchada —lamió sus labios— Estás tan lista para que me introduzca en ti y te haga gritar —introdujo un dedo en mi vagina y eso me hizo temblar— ¿Necesitas más? —yo asentí y él negó ligeramente con una sonrisa lujuriosa— Usa tus palabras amor mío. Quiero escucharte.

—Necesito más —mascullé y un segundo dedo entró y yo arqueé mi cintura para sentir más— Quiero más —rogué y Alexander comenzó a mover sus dedos dentro de mí.

—¿Más? —preguntó tomando velocidad y yo gemí— Voy a parar si no me dices...

—Necesito más —gemí mientras apretaba las manos de las sábanas y todo mi cuerpo estaba dispuesto a él— Necesito más —rogué y aumentó la velocidad de sus dedos— Dios mío —exclamé sintiendo como estaba a nada de un orgasmo.

—Recuerda que no es a él a quien tienes que pedirle —sacó su mano de mi parte baja y yo casi protesto, pero antes empezó a acariciar mi hendidura con su pene erecto— Tienes que pedirme a mí —se introdujo con fuerza y yo grité de placer— Porque soy el único que te hará disfrutar tanto de tu propio cuerpo —acometió con fuerza— Porque yo soy totalmente tuyo y tú eres mía.

—Alexander —gemí y él volvió a introducirse con fuerza.

—Así mismo —me tomó en brazos y movió mi cadera para introducirse otra vez— Quiero escuchar mi nombre en tu hermosa boca, pequeña.

—Necesito más —grité agarrándome a su cuello y besándolo— Alexander, por favor.

—¿Quieres correrte? —preguntó con una sonrisa— ¿Necesitas correrte? —yo asentí desesperada y él redujo sus movimientos— Lo harás cuando yo te lo permita.

Salió de mi y me dejó en el suelo, me dirigió hacía la pared y me pegó de ella. Podía sentir su pene en mi espalda baja y su aliento en mi cuello, él respiraba pesado y mi corazón amenazaba con salirse de mi pecho. Volvió a tentarme acariciando las cachas de mi trasero con su pene, empezó acariciando la entrada de mi ano, pero bajó lentamente hacía mi vagina y se introdujo con mucha fuerza, esta vez pegándome a la pared y mis piernas de debilitaron.

Empezó a salir y a entrar con mucha fiereza arrancando gritos de placer de mi boca. Sus gruñidos se volvieron más fuertes y constantes y se abrazó mi cintura con firmeza, todavía dentro de mi empezó a conducirme a la cama y me colocó con la cintura recostaba en la orilla y él trasero directamente alzado para él. Yo doblé un poco más mis caderas y Alexander me movía a su antojo, todo mi cuerpo estaba a flor de piel y podía sentir como su pene caliente palpitada dentro de mí al borde del orgasmo; mi cuerpo reaccionó a mis propios pensamientos y me llevó a temblar del placer de sentirlo correrse, un último gruñido fuerte salió de su garganta al tiempo que se introducía por última vez dentro de mi y que yo llegaba al orgasmo más maravilloso de mi vida.

Mis piernas y todo mi cuerpo temblaba todavía con el pene de Alexander dentro de mi palpitando de placer. Cuando salió los fluidos empezaron a bajar por mis muslos y él me tomó a horcadas sobre su cintura y me besó con cuidado. Era un beso suave, delicado y llenó de amor, al contrario de lo que recién había terminado, sus manos recorrieron mi espalda y sus ojos lucían llenos de admiración.

—Te adoro con mi alma, mi amada esposa —susurró sobre mis labios y yo sonreí al escuchar esa palabra otra vez.

Se sentía tan irreal, pero tan bien.

—Yo te adoro con todas mis fuerza, mi amado esposo.




SORPRISEEEEEE HAHAHAHAHA
CUENTENME SI LES HA GUSTADO ESTE PEQUEÑO EXTRA♡♡♡





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LES QUIERO CON TODA MI ALMA SOLO POR LEERME Y RECUERDEN EL PLAYLIST ACA ABAJO LES DEJO MI INFO POR SI QUIEREN CHARLAR UN RATO.

RECUERDEN QUE MIDNIGHT SILHOUETTES YA ESTÁ DISPONIBLE Y LA PUEDEN LEER <3


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