15. Charla de chicas (Parte 1)

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Amanda Harley

Si pudiesen verme físicamente sabrían de sobra que yo no era del tipo de mujer que tenía acostumbrado tener charlas de chicas. Sin embargo, aquí estaba, en camino a tomarme un café con Alice y Lanna que, si lo pensaba bien, eran sumamente intimidantes.

Dos mujeres hermosas, exitosas, inteligentes y espectaculares, charlando con... Bueno, conmigo, Junior, el hijo del mecánico. Esto me aturdía bastante las ideas mientras Justin me conducía al lugar conmigo sentada en el asiento de copiloto, mientras el trataba de persuadirme de que no fuese a ese lugar.

—No entiendo por qué es un problema —repliqué luego del tercer argumento.

—Vas a estar incómoda, ellas son...

—¿Chicas? —inquirí—. ¿Crees que las chicas me incomodan? —él negó pensando en qué decir, pero luego me miró.

—Vamos, Junior. En todo este tiempo no he conocido a una sola amiga tuya.

—Porque no las tengo —respondí, elementalmente porque era cierto—. Pero eso no quiere decir que no pueda tenerlas —él suspiró con frustración y comenzó a subirle volumen a la radio—. ¿Eres el único amigo que puedo tener?

Puso los ojos en blanco.

—No me agrada la idea de que tu nueva amiga sea Lanna Jhonson —aseguró.

—¿Por qué? ¿Es una mala persona?

—Es la persona más fuerte, decidida y directa que conozco —admitió luego de rodar los ojos de lado a lado mientras giraba en una intersección.

—¿Y?

—Todo bien, supongo que te debo dar un voto de confianza si quieres seguir con esta farsa con tus nuevas amistades —me manipuló, podía sentirlo en su voz. Comenzó a juguetear con el volante mientras yo me arreglaba el cabello hacia el otro lado. Por alguna razón no me parecía que combinara en esa tarde de chicas, yo simplemente no sentía que fuera como ellas.

Me quedé en silencio sin querer escucharlo volver a replicarme por esto, así que él se concentró en la música y comenzó a cantar suavemente una melodía romántica que sonaba en la radio.

Lo escuché cantar con cierto grado de inspiración, poca entonación, pero si un brillo especial en sus ojos mientras repetía el coro de la canción que decía algo sobre encontrarse con una chica y enamorarse de ella.

Estiré la mano y apagué la radio del coche. Había algo especialmente complicado para mí de escuchar música con Justin en el coche. Y es que, al verlo cantar baladas románticas, comenzaba a preguntarme si estaba pensando en Alice, o si tal vez estaría pensando en mí.

Y la verdad es que: ¿por qué pensaría en mí?

Sin embargo, ahí cantaba algo sobre la casualidad de encontrarse con una hermosa chica espectacular y nunca más poder separarse de ella, mientras yo trataba de recordarme que no éramos pareja realmente, y que él solo me estaba dejando en mi tarde de chicas porque su ex novia nos vería.

—¿Qué sucede? —inquirió luego de terminar su coro y notar que había apagado la música.

—Cantas terrible —le mentí. Él tamboreó en el volante y me miró un par de segundos mientras se paraba frente al restaurante.

—¿Segura que quieres entrar? —insistió y yo puse los ojos en blanco cuando hice amago de abrir la puerta y él cerró su enorme mano sobre mis dedos y la presionó. Me di vuelta y me volví a sentar como si las piernas me obligaran, y en lugar de soltar mi mano, cerró sus dedos sobre los míos como si me tomara con fuerza.

—¿Qué sucede? —le pregunté cuando él me haló con suavidad y me atrajo hacia sí de una forma tan envolvente que juraba que el corazón se me iba a ir corriendo. Sus hermosos ojos grises se centraron en mí con una media sonrisa y su nivel de atracción me situó a escasos milímetros de su rostro haciéndome preguntarme una vez más si sería posible que yo lo besara en este juego tonto.

No sería un beso real, sería como para matar la curiosidad, como para no morirme de ganas de saber qué sucedería si finalmente el rubio cabellos de oro se decidiera a besarme. Posó su mano en mi mejilla y miró mi rostro de arriba abajo como si tuviese miedo de perderme y yo fruncí el ceño.

—¿Nos están viendo? —le pregunté y él pareció espabilar. Bajó la mano izquierda y cerró los dedos sobre mi otra mano y negó.

—Es que no quiero que las quieras más que a mí —sonrió—. Intentaba convencerte de que te quedes —y vaya que estaba cerca de conseguirlo.

—Necesitas ir a tu casa a arreglar tus cosas —le recordé.

—Y si yo tengo tu coche, ¿cómo volverás a tu casa?

—Alice va a llevarme —le aseguré sin poder dejar de mirarlo a los ojos, era como uno de mis pasatiempos favoritos. Volvió a mover sus dedos entorno a mi mano y juraría que podía imaginar una vida entera con su enorme mano rodeando mis dedos y prometiendo cuidarme de cualquier cosa como se le había dado por hacer en los últimos días.

—No quiero que escuches a Lanna Jhonson —me pidió y yo solté otra risita.

—¿Acaso conoce al Justin malvado? —él no sonrió—. Es solo una charla de chicas, Edward. ¿Puedes dejar de exagerar?

—Bien, bien. Te dejaré ir —afirmó tratando de volver a espabilar cuando yo me di cuenta que no había soltado mi mano, pero no diría nada porque tampoco es que me disgustaba la idea de que me agarrara—. Te quiero, ¿vale?

—Vamos, no puede ser tan malo —me reí. Realmente toda su expresión de abatido me causaba algo de gracia porque esto no tenía nada que ver con él. Entonces se puso mucho más tenso y se volteó a mirarme, le tomó un mini segundo retomar esa sonrisa tontarrona suya que sabía que era falsa, pero que lo hacía parecer enamorado. Esa era su sonrisa de «Alice nos está mirando».

Apenas y miré de refilón, pude darme cuenta que Lanna había salido a la puerta del restaurante para recibir a Alice, pero ahora nos miraba fijamente a través del cristal del coche.

Y esta era mi oportunidad de ir un paso más allá en este juego. Simplemente necesitaba saber qué era lo que sentía por este idiota que me tenía tan embobada, y que quizás no fuese nada, sino que se desvaneciera.

—Yo también te quiero —le aseguré gesticulando muy bien las palabras antes de atraer su rostro con mi mano y darle un beso fugaz cerca de la comisura de los labios. Y una explosión surgió desde la boca de mi estómago hasta abrazarme por completo dándome un calor indescriptible y una sensación de dulzura en el interior. Cerré los ojos tan solo un segundo y luego me obligué a ver lo que había hecho para no parecer la tonta desubicada que realmente era.

Sé que para Justin fue inesperado, pero no reaccionó de mala manera, sino que se me quedó mirando un instante a los labios cuando me separé de él y le sonreí en despedida. Quise huir de lo que hice, sin saber si lo iba a tomar de buena forma y cuando me fui a levantar noté que sus dedos seguían rodeando mi mano. Entonces me volví y lo miré a los ojos que casi podría decir que brillaban, aunque fuese imposible.

Estábamos tan cerca que podía sentir su respiración rozar mis labios y me estaba muriendo por dentro. Pero esto era demasiado teatro para mí, e iba a acabar por matarme y él simplemente me miraba como esperando algo más. ¿Qué podía ser? ¿Qué todavía nos miraban? El corazón se me iba a salir cuando tragué grueso y dejé de mirarle los labios para poner algo de orden en mí.

—¿Me dejas bajar? —entonces volvió a espabilar.

—Discúlpame —dijo, y me soltó antes de darme un pequeño beso en la frente y quitar el seguro del coche.

Y me bajé de la nube casi tan rápido como me subí en ella. Sin duda alguna, esto no había sido una buena idea.

Cuando entré, Lanna estaba en la puerta dándole indicaciones al maestro de sala y tan pronto como pasé, el chico me quitó la chaqueta y Alice se aproximó a mí desde la otra puerta del restaurante.

Caminamos hasta un área cerrada y Lanna entró quitándose su filipina con dos estrellas en la solapa, la colgó en una de las esquinas mientras yo me sentaba a mirar los detalles de la sala VIP de este bonito restaurante.

No tardé en darme cuenta de que no se trataba de una sala VIP, era el lugar especial de Lanna. A juzgar por los portarretratos llenos de los logros de Lanna, una foto con una señora, muchas fotos con Alice, algunas de ellas con Joshua también y en una que estaba muy en el fondo me parecía que estaban Justin, Alice y ella, en una especie de carrusel en una vieja feria.

—Debo admitir que nunca antes vi a Justin llevar a Alice a una cita conmigo —fue lo primero que dijo riendo y yo casi me sonrojé. Odiaba esas actitudes involuntarias de mi cuerpo, porque realmente Justin me trajo para convencerme de que no viniera, y para que nos vieran juntos, así que no tenía nada que ver conmigo, ¿o sí?

—Puede ser que Justin haya cambiado un poco —dije mirando mi teléfono, un mensaje de texto surgía en mi teléfono. Lanna se sentó al lado de Alice mientras yo miraba con disimulo el mensaje de Justin.

Justin: ¿Ya quieres que te rescate?

Solté una risita inevitable y Lanna me miró de reojo.

—Puede que haya cambiado mucho —comentó echándole una mirada a Alice que no supe como catalogar.

—¿Sería posible? —inquirió Alice con una sonrisa divertida mientras me estudiaba detalladamente. Yo le respondí un mensaje rápido a Justin antes de seguir en mi conversación.

Yo: ¡Déjame ser una chica!

—La verdad es que no poder dejarte tranquila luego de dejarte en una tarde de chicas, no suena muy a Justin —siguió Lanna—. Suena más a algo que Joshua haría —miré a Alice porque me interesó mucho su reacción dubitativa.

—¿De dónde conoces a Justin? —le pregunté a Lanna y ella recargó su rostro sobre su mano como si no supiera por donde empezar.

—De la escuela. Éramos amigos.

—¿Y qué sucedió? —le pregunté cuando Alice se interesó—. Es que ya no me parece que sean amigos.

—Simplemente no pudimos ponernos más de acuerdo —concluyó cuando Alice respiró profundo y puso una mano sobre la de Lanna.

—Lanna es un poquito celosa conmigo y Justin, era la misma cosa —explicó con una media sonrisa cuando un amable mesero entró con café y biscuits para todas.

—Entonces los arruinaste, Al —bromeé cuando Alice suspiró.

—Supongo que si —pero por cómo lo dijo, no le pesaba ni le parecía que fuese algo demasiado importante.

—No podría culpar a Aly. La verdad es que Justin cambió mucho.

—¿Cómo? —inquirí cuando Lanna negó.

—Oh, no pienso arruinarnos la tarde de esa forma —soltó una media sonrisa antes de arrimarme el biscuit con los dedos—. Cuéntame cómo fue que llegaste a ser la nueva mejor amiga de mi Aly —Alice le dio un codazo y ella soltó una sonrisa que compartieron.

—Bueno, no nos llamaría mejores amigas —admití con una media sonrisa—. Somos conocidas convenientes —Alice soltó una carcajada y asintió.

—Bueno, conocida conveniente, tengo que agradecerte por cuidar de mi Al mientras no estuve —admitió y yo asentí.

—La verdad es difícil no cuidar de Alice —admití. Esa era de las pocas cosas que podía admitir con certeza acerca de esta farsa, era excelente haber conseguido a un ser humano tan excepcional como Alice.

—¿Y a ti?, ¿quién te cuida? —inquirió cuando yo no pude evitar atragantarme con una sonrisa. Mi respuesta era casi inmediata y Justin estaba en ella, pero no podía ser tan cursi con algo que ni siquiera era real.

—Alice, claro —esa parte también era cierta cuando Lanna me escrutó y luego miró a Alice fugazmente—. ¿Quién cuida de ti, Lanna?

—Alice —replicó y luego pensó un poco más allá—. Supongo que tiene un corazón grande para cuidar de todos —pensó en voz alta y yo asentí.

—Supongo que somos esa clase de personas —razonó Alice mirándonos un segundo—. Las que todavía están ahí para cuidar unas de otras.

—Bueno, Amanda, creo que eso es verdad —me aseguró Lanna—. Por eso siempre serás bienvenida en mi lugar seguro —señaló las paredes del lugar—. Y en un rato nos tomaremos un selfie que pondré en una de esas paredes.

—¡Cuánta confianza! —se quejó Alice—. A Robert no le has puesto una foto en ese muro —Lanna soltó una media carcajada.

—Lo de Robert no va en serio, lo de Amanda sí, se ve que es buena chica —replicó y yo solté una carcajada.

—¿Quiero saber quién es Robert?

—Un tipo que le compra chocolates a Lanna cada dos días —relató Alice y yo miré a Lanna ponerse roja como un tomate.

—De verdad no me parece que Robert sea interesante —aseguró negando con la cabeza.

—Pero sigues comiéndote los chocolates —las tres reímos cuando recibí otro mensaje y no pude evitar sonreír al ver el móvil.

Justin: ¿Ya puedo ir por ti?

—Venga, ¿es Justin molestándote? ¿puedo responderle? —inquirió Lanna bromeando nuevamente, y entonces entendí que esto era una charla de chicas. Por un momento creí que se trataba de algo muy plástico y superficial, que ninguna otra chica jamás me entendería, y que tal vez nadie nunca lo había hecho.

Pero cuando le di el teléfono a Lanna y me reí a carcajadas al imaginarme la cara de Justin cuando escuchara la nota de voz en la que ella iba a responderle que por favor me dejara cinco minutos a solas, entendí que estaba a salvo en este lugar, que estas chicas no se parecían en nada a las del instituto, y que tal vez yo si encajaba ahí.

Y nos reímos un par de horas más. Hablamos del tal Robert, hicimos pros y contras, Alice se negó rotundamente a hablar de Joshua, pero por su aspecto parecía estárselo pasando muy mal, entonces lo más seguro era ignorarlo.

No fue sino hasta que anocheció que recibí un nuevo mensaje de Justin que me dejó un poco pensativa.

Justin: No quiero que te vayas sola a casa, y tenemos cosas de qué hablar. Entonces iré a buscarte cuando estés lista.

¿Qué sucede? Parece que tienes malas noticias —yo negué y entonces me aproximé a responderle.

Yo: ¿Todo bien?

—¿Ya Justin se ha enojado? —yo sonreí nerviosa y negué.

—No creo —y cuando vi su mensaje tuve la respuesta.

Justin: simplemente no puedo esperar para verte.

No pude evitar esbozar una sonrisa tonta, de esa niña enamorada que deseaba que él fuese real en ese aspecto. Sin embargo, supe de inmediato que Justin se estaba cubriendo las espaldas por si acaso Lanna volvía a tomar mi teléfono.

Yo: Bien, puedes venir por mí.

—Debo admitir, Amanda, que dudé de ti cuando te conocí —yo levanté la mirada hacia Lanna quien parecía muy seria con esta confesión.

—¿Por qué? —le pregunté directamente cuando volví a dirigir la mirada al móvil que levantaba un nuevo mensaje.

Justin: Voy volando

—Creí que eras una especie de tapadera para que Justin frecuentara a Alice, pero ya estoy convencida de que no es así —estuvo tan cerca de la verdad que mi corazón se aceleró demasiado y no pude sino soltar una media carcajada cuando Alice le dio un codazo a Lanna quien siguió riendo.

—¿Y cómo te diste cuenta de que te equivocas? —le seguí el juego y Lanna dio un sorbo más a su café.

—Porque de verdad estás perdidamente enamorada de él, eso no puede fingirse.

Y hasta ese momento la charla de chicas no me pareció tan peligrosa, tan acertada y a la vez tan falsa. La miré y negué con la cabeza.

—No es para tanto —pero de nuevo sentí la sangre subírseme al rostro y ruborizar todo mí dejándome en evidencia.

—Te dije que era totalmente seguro... —comentó Alice cuando Lanna soltó una risita más.

—Estás invitada a todas nuestras tardes de chicas —añadió Lanna mientras yo trataba de tragarme lo último que me quedaba del café con la profunda sensación de que había quedado en evidencia.

Feliz viernes! Aquí les dejo uno de los mejores capítulos que he escrito de valiente jeje espero que les guste tanto como a mí! 

Me dejan su estrellita y sus comentarios! «3

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