7. Mentiroso

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Mary Alice

Después de un largo día en el trabajo y un corto momento jugando videojuegos con mis amigos, aquí estaba frente a la puerta de mi novio, el nuevo mentiroso de la relación.

Y es que yo conocía de memoria sus malcriadeces, y pese a decirme que tenía muchísimo trabajo y por eso pasaría de mí, y también de mi salida con mis amigos, suspiré al entender que no había salido de casa en todo el día.

¿Cómo lo sabía? Llámenlo instinto de novia tóxica, pero mi novio era muy rutinario y solía regar las dos plantas que estaban afuera de su puerta antes de salir. También limpiaba la alfombra y nunca salía los martes sin sacar la basura del envase común que estaba afuera, que ahora mismo lucía como si tuviese una semana y tantas sin vaciar.

Entonces, podía equivocarme, pero sabía que no lo hacía. Mi novio había mentido y se había quedado en casa todo el día, lo cual era como el tercer o cuarto acto de la semana que le convertía en un completo mentiroso y que comenzaba a hacerme perder la paciencia.

Aun así, decidí jugar la carta de la paz porque lo extrañaba demasiado y nuestra relación era muy importante para mí. Yo tenía un punto, y una razón para estar enojada con él, pero ninguna de las dos cosas valía más para mí que Joshua, entonces lo intentaría una vez más, por honrar el compromiso que teníamos, porque el amor no es egoísta, y porque necesitaba que él dejara de ser lo que no era.

Abrí la puerta con delicadeza y puse las bolsas de la cena en la mesa mientras lo escuchaba discutir por teléfono.

—Te he dicho que no quiero, ¿vale? —soltó con voz histérica mientras yo me preguntaba si tal vez debía hacer algún ruido para que notara mi presencia—. Ya he dejado a mi prometida muchas... —y entonces decidí quedarme en silencio—. No lo entiendes, ella no es así —debatió nuevamente y luego escuché cómo algo se caía desde su habitación y yo decidía dejar de husmear haciendo un ruido al cerrar la puerta—. Mary Alice no es como mamá, papá. Y no pienso salir de aquí esta semana ni la que viene.

Me hice la desentendida con eso, mientras me quitaba la chaqueta despreocupadamente y veía a mi novio ofuscado salir de la habitación levantándose el pelo ahora semi largo de la cara y mirándome algo sorprendido. Entonces no había escuchado mi ruidito de la puerta.

—Amor... —susurré con una media sonrisa. Yo había decidido dejar de estar molesta con él, y ciertamente su decisión de no dejar la ciudad al antojo de su padre me había ayudado mucho con esta motivación.

—Alice, yo... —comenzó a tratar de excusarse y entonces recordé que justo ahora yo lo estaba agarrando con las manos en la masa, o en la mentira, mejor dicho. Solté una media risita y corté la distancia entre los dos a pasos agigantados. Enredé los dedos en su cabello y le robé un beso de esos que me estaba haciendo falta hacía ya más de un mes.

Y decidí perdonarlo, porque veía que mi actitud lo estaba obligando a mentir. Porque tenía una vida complicada sin que yo decidiera complicarla y porque necesitaba quitar todos los ruidos visuales, mentales y emocionales para poder hablar de esto con la mente sobre la mesa y que dejáramos de hacernos daño.

No me malentiendan, no permitiría que él usara mi actitud como excusa para mentirme. Sin embargo, tenía la cabeza sobre los hombros, así que sabía que poniéndome irracional tampoco íbamos a arreglar nada y solo nos alejaríamos más.

Y por la forma como sujetaba mi cintura y yo me aferraba a su cuello les podría jurar que no quería soltarme de él nunca.

Nos sentamos a comer como debimos hacerlo anoche. Él se rio de mis ocurrencias y yo bromeé más que de costumbre porque sabía que él estaba estresado. Entonces, cuando él sirvió el postre y nos sentamos a comer en la terraza de su departamento, él tomó mi mano, me besó entre los nudillos y me miró a los ojos con su mejor cara de convencimiento.

—¿No me vas a preguntar qué hago en casa? —le sonreí, porque amaba tanto que no pudiera dejar el tema pasar sin arreglarnos, entonces supe que ya era el momento de hablar.

—Puedes explicarme sin que te lo pregunte, ya lo sabes.

—Estaba enojado contigo y actué como un niño, perdóname.

—¿Por qué estabas enojado? —le pregunté. Él suspiró.

—Creo que primero deberíamos hablar de por qué tu estabas enojada —sugirió y yo negué.

—Qué tal si seguimos como vamos, ¿vale? Mis enojos no son más importantes que los tuyos.

—No me gusta que seas la mejor amiga de tu ex novio —fue totalmente directo y yo asentí.

—No somos mejores amigos —aclaré—. Y entiendo por qué eso te hace sentir inseguro, aunque me parece ofensivo, no estoy intentando repetir lo mismo que sucedió contigo.

—Perdóname, Aly. De verdad no quise decir eso.

—Pero lo dijiste, Josh —le dije bajando la mirada—. Lo dijiste y es porque lo piensas así.

—No es justo que él esté contigo mientras yo trabajo —se negó rápidamente mientras tomaba mi mano y jugaba con mis dedos.

—Justin ha sido una casualidad maravillosa, Joshua, pero no es tu reemplazo —él tragó grueso y supe que estaba enojado de nuevo.

—Después de todos estos años vuelve a dedicarte todo el tiempo que no te dedicó justamente mientras yo estoy trabajando —soltó entre dientes.

—Esto no es una competencia, Joshua —susurré con la voz baja y él suspiró.

—No quiero perderte como él lo hizo —reveló y yo pasé los dedos por encima del contorno de su mano.

—Voy a ser honesta contigo—él levantó la mirada y yo pensé muy bien mis palabras—. No es justo que te compare con Justin ni sus errores, o tampoco que lo mencione siquiera, porque eso no tiene nada que ver con nosotros y no quiero que comience a tenerlo.

—Es inevitable comparar.

—No es inevitable, y necesitamos evitarlo porque si no empezaré a creer que yo soy el problema —le pedí intentando dar por concluido el tema. Joshua suspiró y asintió.

—No lo eres —asumió antes de que yo pudiera explicarme—. Eres más que perfecta.

—Eso no me alivia —admití—. Has mentido mucho últimamente.

—Realmente no quería pasar la tarde con tu ex novio.

—No me refiero a eso.

—¿A qué te refieres? —dijo poniendo todo su esfuerzo en dejar de comportarse como un niño.

—Te extraño, todo el tiempo te extraño. Quiero que estés conmigo, que sigamos trabajando mano a mano y tú has pasado un mes fuera de casa, y la verdad es que no entiendo por qué, ¿podrías explicarme?

—El expurgo del contenedores que nos enviaron desde Chile tomó un poco más de lo esperado. Y mientras estaba allí, los socios de mi padre me ofrecieron un contrato por otros dos contenedores de libros históricos —pensé detenidamente y él hizo silencio como si eso fuera todo.

—Podemos hacernos cargo, solo si los traen hasta aquí.

—Estuve haciéndome cargo, ya terminé con esos dos contenedores —yo contuve las palabras en mi garganta y esperé que se explicara—. Los libros llegan mañana —suspiré, después de todo si el trabajo ya estaba hecho no había por qué molestarse tanto. Y me repetí eso una, dos y hasta tres veces para evitar caer en una confrontación por algo que ya sucedió, y que ya hizo sin mi consentimiento.

En realidad, me sentía supremamente enojada por esto, pero necesitaba calmarme para no echar a perder nuestra charla semi—madura.

—Entiendo. Entonces ya todo está hecho.

—La verdad es que los contenedores tenían muy buen material, así que podremos reponer rápidamente la inversión solo con los que están en buen estado —dijo conteniendo un poco la emoción—. El contrato incluye otros seis contenedores y...

—Espera ahí —le pedí sintiéndome tan aturdida que retiré las manos de la mesa para que dejara de tocarme. Joshua suspiró y se acercó un poco.

—Sé que es apresurado, pero es una oportunidad imperdible que... —negué con la cabeza.

—Por favor —le supliqué necesitando que hiciera silencio para procesar la molestia de un solo trago—. ¿Tomaste un trabajo de más de tres meses fuera del estado sin consultarme? —inquirí tratando de entender, esperando estar equivocada, pero otros cientos de preguntas se me agolparon en la cabeza y cuando tomó aire para responder lo interrumpí abruptamente levantándome de la mesa—. ¿Firmaste un contrato que compromete a nuestra empresa sin mi firma? ¿Sin comentarme? ¿Sin mi consentimiento?

—Es una buena decisión empresarial, Alice —me siguió.

—¿Quién lo dice?

—Yo lo digo.

—Y si lo es, ¿por qué no me consultaste?

—Porque no lo entenderías.

—¿Por qué? —volví a repetirle—. Le Petit Princesse es mi bebé, Joshua. No tenías derecho.

—¿Crees que haría algo para dañar nuestra empresa? Alice, esto no es sobre eso, es que no te lo dije porque no aceptarías que me fuera seis meses a...

—¿Seis meses? ¿Cuándo esperabas decirme que te irías seis meses, Joshua? ¿Después de la boda?

—No, es que... Es algo que necesito hacer —yo negué con la cabeza y sentí el fuego subirme en arcadas por la garganta. Esto era inaudito, increíble.

—¿Desde cuándo? —eran más las dudas que se agolpaban en mi cabeza, porque este chico no era el mismo Joshua que se moría por casarnos, por iniciar una vida juntos y por toda una serie de cosas que no tenían nada que ver con este montón de planes empresariales que se había armado solo.

—Quiero que mis hijos puedan tener una buena vida, Alice. Quiero extender mis estacas, tener más alcance, hacer crecer mi empresa, convertirme en un hombre increíble e ir más allá de lo que ahora tengo.

—Si querías una vida de soltero, no me hubieses pedido matrimonio, Joshua.

—¿Qué? ¿De dónde sacas eso?

—Que acabas de decir todo lo que quieres y no me has mencionado en ninguna parte. ¿O es que estoy implícita en la parte de los hijos?

—Es obvio que formas parte de todo. Estás conmigo, perteneces allí.

—Ese es un nuevo problema que tenemos, Joshua. Que yo no quiero pertenecer a tus planes ni tener un lugar solo a tu lado. He tenido que pasar por mucho para entender que soy tan valiosa que siempre tengo mi propio lugar. Y creí que ambos pertenecíamos al mismo lugar, no que fuera tu lugar y yo tuviera un pequeño espacio.

—No es pequeño, es...

—No entiendes —lo silencié—. No sé de dónde sacaste todo esto, pero no lo entiendes.

—Eres tú quien no entiendes, no tenemos que conformarnos con un estilo de vida mediocre —y entonces recordé que eso fue lo primero que su padre le dijo en nuestra fiesta de compromiso.

«Eres tan joven como yo cuando me casé con tu madre. Espero que no te conformes con un estilo de vida mediocre», le dijo el Señor Casttle en un tono de voz tan bajo que creyó que nadie más lo oyó, pero yo lo hice.

—¿Mediocre? —dije sintiéndome profundamente herida por sus palabras—. ¿Te parece que los últimos dos años han sido mediocres? —las lágrimas se me agolparon en la garganta esta vez y caminé al interior de la casa para respirar profundo y no comenzar a llorar como estúpida.

—No es eso lo que quiero decir —me siguió—. Sino que podemos ser mejores y...

—Construir una empresa paso a paso contigo a mi lado ha sido perfecto para mí. Extendernos a restauración de antigüedades, contratar a dos restauradores y ofrecer conferencias, seminarios y estudios sobre lo que sabemos hacer ha sido perfecto para mí. Crecer paso a paso y tener tiempo para ti, para mi familia y para lo que considero valioso no es un estilo de vida mediocre, es vivir.

—No quise decir eso —se retractó tan pronto como me miró a los ojos.

—Pero lo dijiste —musité—. Y también dijiste que no soy como tu madre, Joshua. No lo entendí en ese momento, pero ahora creo que tienes razón, no lo soy, y no voy a casarme con tu padre.

—¿Qué?

—Haz lo que tengas que hacer, Joshua. No pienso atarte a un estilo de vida mediocre —resolví con un profundo dolor en el pecho, pero es que no podía impedirle ser lo que deseaba ser.

—No, Alice... Escúchame por favor.

—No pienso esperarte seis meses en casa, Joshua. Este mes fue insoportable.

—Pero... ¿Y si vienes conmigo? —yo fruncí el ceño y negué.

—Hay tantos problemas que rondan esa sola decisión que ya no entiendo ni siquiera cómo tu respuesta resuelve algo.

—No tendremos que estar lejos.

—¿Y crees que eso es todo? ¿Simplemente yo siendo absorbente? ¿Alice siendo Alice? —él se sujetó la cabeza con las manos como si fuera a explotar el cerebro.

—¿Entonces qué quieres de mí? —se frustró y yo entendí su frustración, más que nada porque por más que nadara en este lago fangoso, no podía encontrar el origen del problema para arreglarlo.

—Que dejes de ser un mentiroso —le repliqué.

—Nunca te mentí.

—Lo hiciste. Dijiste que lo que éramos siempre sería suficiente, y en algún momento de este tiempo decidiste que no lo era.

—Lo es, Alice.

—¿Y entonces por qué te tienes que ir seis meses a cumplir un contrato que nunca acordamos? ¿Por qué no te parece suficiente nuestro crecimiento periódico? ¿Por qué no soy suficiente para que tomes en cuenta mi opinión con respecto a algo trascendental como el siguiente medio año de tu vida?

—No es así. Eres suficiente.

—Mentiroso —repetí.

—Deja de llamarme mentiroso.

—¿Por qué? No haces más que mentir porque todas tus acciones se direccionan a un final inevitable —entonces me tomó de ambas manos y yo sentí la necesidad de huir.

—Deja de amenazarme con irte, Alice. Te necesito.

—Mentiroso.

Y es que tenía que ser mentira. No podía necesitarme tanto y firmar un contrato para irse lo más lejos que se pudiera durante seis meses.

—Voy a arreglarlo —me juró con la mirada, entonces yo suspiré y lo miré a los ojos.

—Creo que es lo único por lo que sigo manteniendo esta conversación sin propósito —fui totalmente honesta y él intentó entrelazar sus dedos con los míos.

—¿Porque me crees?

—Porque espero que esta vez no mientas.

Y es que había una amplia diferencia entre poner las esperanzas en algo, y no esperar lo peor. Conocía a Joshua y sabía que tenía todo muy bien justificado, y para él tenía sentido. Pero había perdido de vista tantas cosas por intentar complacer a su padre que me había sacrificado a mí, y no era que yo no pudiera ceder una que otra vez ante algo que tuviera perfecta lógica, era que esta vez él dejó todo de lado para hacer esto que me excluía completamente.

Era inevitable sentir que mentía, porque podía repetir una y otra vez lo mismo, mirarme con esos ojos de convencimiento y yo cedería ante lo que me pidiera, pero cuando notase otra vez que había puesto mil cosas sobre mí, entonces ya la mentira sería demasiado evidente para negarla.

La verdad estaba en las acciones, no en las palabras. Pero eran las palabras las que lo convertían en un mentiroso.

Ya debe haber personas que me odien por esto jajaja pero no me arrepiento de nada, todo tiene un propósito. 

¿Opiniones por aquí? Cuéntenme qué les parece Joshua hasta ahora jeje

Bueno este es otro capítulo de feliz lunes cierre de mes ^^ espero que hayan tenido un buen febrero y que nos sigamos viendo para el próximo lunes. No olviden dejarme su estrellita.

Los quiere

E.C Álvarez

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro