A veces, las personas nos sentimos realmente inútiles, nos sentimos invisibles. A veces, sentimos que nuestra vida es una mierda y que nada podría ser peor. A veces, nos sentimos idiotas, como si fuéramos las peores personas del mundo. Pero, ¿saben qué es lo que más rabia da, cuando nos encontramos en una situación así? La sensación de que nadie quiere escucharnos. Y por eso estamos así, solos, enmedio de una gran frustración.

Querida persona, querida alma perdida.

Aquí estoy yo, para escucharte y entenderte. Aquí estoy yo, para hablar contigo si me necesitas. Porque eso es ser persona.

Existe alguien que quiere escucharte. Si tienes problemas, cuéntamelos, porque aunque no te conozca te voy a intentar ayudar. Recuerda, que aquí estoy, si me necesitas.

La desesperación es horrible. Sentirse solo e invisible también. Y cuando te sientas sol@ e invisible, también te sentirás desesperad@. Desesperad@ porque alguien l@ entienda y l@ escuche.

La desesperación es sentirse inútil, uno cuando estés desesperado ya no tendrás ilusión por nada, y sentirás que todo es un asco. Sentirás que es imposible que te salga bien algo, o que nunca tendrás suerte.

Y aquí estoy yo, escribiéndote a través de una pantalla, tal vez a pocos minutos de tí, tal vez en la otra punta del mundo, y explicándote que si que hay alguien dispuesto a escucharte. Y que aunque la gente de tu alrededor te haga creer que sí, no estás solo.

Esa sensación de: «intento hablar con todos pero ni me quieren escuchar ni me quieren entiender» es algo verdaderamente desesperante. Hundirse en un pozo, y presenciar que los demás lo están viendo y no están haciendo nada, también lo es.

Impotencia. Así es como reaccionas cuando nadie te escucha. Cuando tienes un problema y nadie te hace ni caso, tú intentas transmitirle tus emociones con muchísima impotencia, porque, repito, quieres llamar la atención porque estás desesperad@.

Si necesitas desahogarte en alguien, dímelo a mí, porque yo intentaré ayudarte.