⚜️29⚜️"Exacerbación"

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Cruciales segundos se suceden a medida que el vampiro menor cierra, con suma pesadez, sus ocelos. Dejándose vencer por la carga emocional que conlleva recordar todo el daño que ha malogrado a lo largo de los cuantiosos años.

El percibir cómo se reproduce en su mente, los aterradores ecos de los gritos desgarradores de aquellas mujeres y hombres que han sido su presa fácil a lo largo de su sanguinaria casería; lo repleta de inmensas culpas que nunca antes había tenido oportunidad de expiar. Y aunque su actualidad sea otra, carga con el peso del recuerdo de los horrores añejos.

Mujeres, hombres o cualquiera que estuviera dispuesto por unas míseras monedas a dejarse consumir, profanar y vejar, ha sido moneda corriente en ésta última centuria para el vampiro menor. En cuanto trató (pero luego notó) que consumir del plasma que adecuó su familia como forma de alimento permanente para el resto de sus días, no lo complacía ni llenaba.

Así que ahora, entregado hacia aquél que él mismo convirtió en una pseudo bestia, espera su designio en el efímero instante en donde definitivamente se cierren sus párpados por la fatiga reinante... Dejando que lentamente cubra su soma, un renegrido abismo que apacigua las voces intrusivas que lo sucumbieron por años.

En eso, y contra todo pronóstico, aparece el mayor de los hermanos. Que puesto al tanto de lo ocurrido en el pasillo por uno de sus propios empleados, logra detener el asunto antes de que pase a ser un asunto mucho más cauto.

—¿¡Pero qué demonios!? — Advierte el mayor de los pálidos consanguíneos, tirándose encima del rubio. Quién con una extremada fuerza logra quitarse (como si nada) su cuerpo de encima. Dando comienzo a una redada por sacar del frenético trance a su estrenado empleado y lograr, que de algún modo, recobre su cordura.

Entonces, gritos retumban en llamados, quejas con tintes de sobrehumana fuerza y un joven rubio sacado en sus cabales, se promulgan como un pedido desesperado de que alguien haga algo. Ya que la gran fuerza impuesta por el mayor de los hermanos, no llega a ser suficiente. Y debe recurrir, como última instancia, al abanico de posibilidades de que el rubio pueda salir dañado en el intento de separarlo.

Así que asomando sus aterradores filos (los cuales por siglos no ha utilizado más que para marcar eróticamente y en la intimidad al que consideraba su hermano) desgarra una pequeña porción del brazo del medio humano, haciendo que reaccione ante la aguda crisis de repentino dolor que lo aqueja. Y aprovechando justo en ese instante para arrojarlo bien lejos por el pasillo y golpeando éste, durante el proceso de aterrizaje, su cabeza. Quedando así, inerte y sumido en un profundo sueño.

En eso, asoman el vampiro del medio y algunos empleados, trayendo consigo algunas antorchas encendidas y otros, alguna especie de palo. Dispuestos a dar batalla de ser absolutamente necesarios... Ya que es de conocimiento público, que las primeras transformaciones o casi transformaciones, suelen ser agresivas y con total perdida del conocimiento... Quedando solo un cuerpo manejado por la temerosa oscuridad que lo repleta.

Segundos luego y sobre uno de los laterales del pasillo, el menor de los vampiros cae como un costal de papas arrojado al vacío del abismo. Quién sufriendo un colapso de ser "casi" drenado desde sus adentros, muere lentamente por dentro, purgando por cada uno de sus pecados.

—¡William! — Grita desesperado el mayor mientras no pierde detalle del rubio a lo lejos. Marcando con su mirada hacia su amado, para que se ocupe de aquello y entregándose él, de lleno, a velar por su parvulo y demacrado hermano.

Rápido accionar del vampiro en jefe se sucede, cuando habilita su palpitante y pálida piel con el único fin de dar vida a su menor al embeber de su muñeca.   Mientras ruega a sus ancestros para que le den la fuerza necesaria y así poder detenerlo a tiempo. Y que ésto, quede solo como la anécdota de un vil cuento.

El moribundo, perdido en su limbo de ensueño casi nulo, dilata sus fosas nasales ante las copiosas gotas de sangre que aparecen, luego de que su hermano mordiera su propia muñeca en pos de acercarla al alcance de su escaso olfato.

Pero al ser la alimaña, más fuerte que cualquier vestigio de lo que haya sido como humano, se aferra de inmediato a la pálida circunferencia. Chupando con extrema avidez, como si de un delicioso manjar se tratase y llamando de inmediato, la atención de aquel vampiro que estaba velando por las laceraciones del rubio.

Y Henry, dando rápidas indicaciones al personal que se encuentra en el lugar, se dirige velozmente hacia aquel que mutó la definición del amor a su lado. Velando porque su menor sea capaz de frenar antes de que ésto se torne en un círculo vicioso del cual no se tenga retorno.

El joven rubio, sumido en un profundo sueño y con heridas expuestas que serán de gran dolor cuando despierte, es trasladado por varios empleados hasta los aposentos del vampiro del medio. Cama de la cuál no hubiera tenido que salir según los pensamientos del resto del cotilleo.

Es que ninguno en la casa sospecha de la erótica contienda nocturna, más que lo que pudo observar el no muerto del medio a lo lejos. Dejando en éste, un gran cargo de conciencia haciéndolo que se cuestione, una y otra vez: ¿Y qué hubiera pasado si..? Cómo si él hubiera podido, de algún modo, frenar la faena. Pero aún así, se machaca en fatídicos pensamientos que lejos están del detenimiento.

Y a medida que el vampiro menor, preso del afrodisíaco aroma y sabor, succiona como si su vida dependiera de ello (más allá de ser certero el acto y el accionar de su hermano en estos momentos) marca un legítimo límite entre lo erróneo y lo correcto cuando suceden segundos en donde el menor se aferra profundamente, provocando que el mayor abra con prontitud sus ocelos.

A todo esto Henry, aterrado y otro poco más preocupado, intenta sacar a su amado del oscuro frenesí que sujeta a que ambos hermanos se sometan.

Y como mayor estrategia, acude a su fuerza extrema, logrando sacar al mayor cuando sus pestañas indicaban que ya estaba al borde de perder su cordura y consciencia. Logrando que el menor de los hermanos inspire profundo, tomando conciencia del lugar para luego desplegar su mirar. Dándose cuenta, tardío, de la gravedad del asunto en cuanto observa sangrar sus muñecas a Nam y la cara de horror del semejante a su par.

—Y-yo... —cuestiona William con dubitativa y ronca voz.

—Mas vale que esto valga la maldita pena William —. Le suelta ofuscado el vampiro del medio, ayudando a incorporar a su amado y saliendo del rango de visión del menor.




Gracias por leer, comentar y valorar 🥰
Los amito mucho♥️

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