⚜️32⚜️"Dejarse ser"

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Como si el tiempo se detuviera por instinto o como si los trazos salados pudieran volver hacia la naciente de los ojos, el mundo se detiene frente a sus ocelos.

Un momento donde no importa nada más que la desmedida atracción recíproca que experimentan ambos cuerpos.

Un instante dónde atrás quedaron las posibles dudas o lamentos del pseudo humano, para poder dejarse ser con aquel que lo tienta con su niebla.

Centímetros de angustia y pena que se complementan con la incrementada libido que experimenta el joven rubio bajo las garras de aquel que fue su opresor en algún momento.

—No tientes a la bestia para luego salir huyendo.

Se escucha claro como el agua, la profunda voz del no muerto mientras rebota calor por cada rincón del recinto que rodea ambos cuerpos.

Un vampiro embelesado con el que era su presa, y un pseudo humano que se deja seducir por la afección de las tinieblas.

Segundos donde no quieren nada más que fundirse en la boca ajena, dejando la incertidumbres fuera de contexto para no tener que reclamar barbaridades cuando la culpa invada sus extrañas.

—Eres una maldita bestia del infierno... Y me iré contigo derecho, si no puedo controlar esto que siento.

Resalta, algo colérico, el joven rubio preso de su ferviente deseo. Humedeciendo con creces sus labios mientras devora con sus ojos, los labios del hombre bestia que tiene enfrente de su irreconocible cuerpo.

Entonces, la llama de la desmedida pasión que los envuelve se incinera en cuestión de segundos. Y sin dudarlo, las manos del gélido morocho fueron a parar a la naciente de los cabellos del acorralado rubio.

En un acto de puro instinto por tocar lo que siente como propio.

—Dime que pare antes de que sea demasiado tarde....

Suelta el vampiro, preso del momento por su incrementado deseo de devorar por completo las fauces del joven rubio, sin decir lo que realmente siente por dentro... Un inconmensurable afecto que tiñe cada parte de su pútrido cuerpo y que logra hacerlo sentir merecedor de algún grado de la efímera humanidad que lo rodea.

Ya que no solo es preso de un incrementado deseo desde la porción más libidinosa de su cuerpo, sino que también es cautivo de un verdadero afecto que no ha sabido experimentar en demasiadas décadas.

Y el joven humano, apresado entre sus firmes brazos, solo puede jadear desesperado ante lo que repentinamente siente.

—Recuerda que todo es producto de tu situación y del momento, piensa con la cabeza de arriba antes que te devore la de abajo —. Anuncia ronco el no muerto sobre el cuello de pseudo humano, mientras tira de sus rubios y sedosos cabellos que se enredan entre sus filosas garras. —No más dudas Arthur... Por favor... Te lo suplico.

Y como si alguna fuerza sobrenatural tirara de los hilos del rubio cual titiritero, estampa su boca sin dudas ni preceptos sobre los ansiosos ribetes del sugestivo vampiro.

Logrando acallar los desafortunados pensamientos que rellenaban la cabeza del pálido morocho y dándole bandera verde a los ansiosos movimientos de su cuerpo.

A suave terciopelo se le hace al no muerto, la deliciosa boca del rubio. Dejando en claro con profundas succiones y delicadas mordidas, que esto apenas da comienzo en sus arrebatadas vidas.

Las manos deseosas de ambos, se recorren con ímpetu en las curvas del contrario, incrementando no solo la necesidad de promover el afecto sino también, la necesidad del rubio de finalmente alimentarse.

Entonces, el pseudo humano, nublado en su raciocinio a causa de la hambruna que presenta, emite un gorgoteo desde la base de su garganta que alerta de inmediato a las terminaciones nerviosas del vampiro.

Y éste, cautivo del momento, ya se encuentra con sus ojos inyectados en rojo y con el incipiente asome de sus filosos colmillos.

Pero al verlo a su bello humano, drogado con la situación y sin poder controlar su reciente instinto por alimentarse presto de sangre a lo bebé de pecho, se calma de inmediato para poder ocuparse ahora de lo que le sucede al objeto de su afecto.

—Arthur, debes comer. En la cocina hay reservas del plasma que prepara mi familia. Ven, vamos.

—No, no quiero matar a nadie —. Anuncia asustado el joven rubio. Con sus ocelos bien abiertos y empañados en repentinas lágrimas. —No... no voy a comer a nadie... —Finaliza.

Y el no muerto, sorprendido del ataque repentino de conciencia del rubio, le suelta: —Será cada vez peor si no te alimentas. No debes dañar a nadie. Lo que consume mi familia es alguna especie de preparado orgánico mezclado con sangre de animales o alguna mierda de esas. Y aunque es horrible, definitivamente es mucho mejor que morir de hambre.

—Quiero tu sangre.

Silencio... Absoluto silencio reina en el recinto que fue testigo de sus ansiosos toques de labios minutos antes de que aquel, que hace latir el pecho del no muerto, le pida alimentarse directamente de su sangre.

Dudando al respecto de ceder su corporeidad dado que la última vez casi murió por culpa de sus errados actos o casi lo transformó en su defecto.

—Estoy consciente William... Yo... Yo solo quiero...

Suelta el rubio, apresando sus cabellos y con sus ojos brillando en una bruma ansiosa nunca antes vista por el no muerto.

—Se te hará mucho más difícil luego ¿entiendes a lo que me refiero? Es decir, alimentarte de plasma es una cosa, pero de verdadera sangre y encima no humana...

—Lo sé, lo entiendo, — Suelta el pseudo humano perdido en el afrodisíaco aroma que expide el no muerto. —pero te necesito... Te deseo.

Y el vampiro, sonriendo sin poder creer lo que escucha le suelta: —¿A mí? ¿O a mi maldita sangre? Somos dos cosas distintas, por si no te habías dado cuenta.

—Déjame embeber de tu sangre William, eres como una maldita droga afrodisíaca que no puedo dejar de oler como un demente. Lo siento si te sientes objeto, pero...

—Deja, mejor no digas nada, lo entiendo. A parte, es mi culpa que estés así en primer instancia —. Resignado, el vampiro cierra con fuerzas sus ojos mientras debate internamente, si lo que hará le traerá problemas a futuro. —Esta bien... ¡Pero solo un poco! O te juro que...

—¡Perfecto! Solo una probadita conejito de indias —. Anuncia jocoso el joven rubio.

—Perooo, solo puedes hacerlo en la muñeca —. Dictamina aquel que servirá de comida, sin tomar real conciencia de la repercusión de sus actos.






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Los amito mucho ♥️

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