⚜️44⚜️"Expiación a la locura"

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Lejos de estar en su fase más cuerda y arraigado a lo que su instinto le dicta, el no muerto implora porque alguna deidad de los desafortunados humanos se le materialice, y le impida hacer lo que su insana cabeza le dicta.

Apegado al afrodisíaco aroma que desprende la piel del condenado rubio más el fermento de sus sustancias viscosas, elixir que tiene el placer de probar con su boca, el vampiro debate en si tener un parvo de piedad con su entrega o tomarlo todo de una.

Y es que la agonía que le implica al no muerto, el tener toda esa lechosa piel al alcance de sus labios, sumado a la expuesta arteria de su ingle (que insana para su propia estabilidad mental palpita gustosa) lo tiene en una debacle mental del cual se quiere alejar; sobre que observa al humano terminar de largar todo adentro de su boca.

¡Maldito infierno! Ser una condenada bestia nocturna que debe priorizar su innata naturaleza por sobre las necesidades del otro.

Pero Arthur, lejos de pensar con claridad se envalentona, aunque luego invadan incertidumbres acompañadas de crecientes temores a su soma. Aún así, apretando nuevamente sus piernas susurra: —No me dejas pensar con claridad, si tengo tu aliento a centímetros de mi sexo y de mi palpitante cuerpo... Es que temo bajar la guardia y que finalmente me consumas.

Entonces, resuena el áspero sonido de la frustrada risa del vampiro, que luego de dejar un húmedo y sentido beso en la sensible zona, anuncia certero y con un creciente malhumor enmarcado en toda su faz: —Tú, dijiste que no temes jugar con fuego. Y ahora que estás pisando brasas calientes ¿te asustas? Al final, debo suponer que mis resueltas palabras nunca fueron ni serán expedidas en vano. Tú... no estás, ni estarás preparado nunca para esto. —Procede a bajarlo despacio mientras acomoda lentamente su ropa —. Así que, hazme caso de una jodida y buena vez. Deja de alimentarte con fresca sangre que solo provoca que necesites del placer que refiere su menester. Y desde ya te digo, que si esto sucede de nuevo, no creo poder ponerle paño frío a lo que dicta mi maldito instinto... Estás advertido.

Y ante sus dichos, el vampiro velozmente se aleja. Pseudo ofendido con él mismo, por caer una y otra vez en su maldita sonrisa, por ceder ante el calor de su piel, y en todo lo que el condenado rubio le despierta por dentro.

Pero ante la inoportuna insistencia de aquel que lo frena sin tener en cuenta las malditas consecuencias de sus actos, refunfuñando regresa hasta donde se encuentra malherido el humano tirado. Y ante la atónita mirada del rubio, se agacha cual acechador a su presa y clava sus filosos colmillos en la demacrada piel de su cuello.

Solo insignificantes respiros se escuchan flotando en el sombrío escenario. Dejando moribundos quejidos que solo llegan al alcance de los exacerbados oídos de ambos. Estando el vampiro, completamente dispuesto a demostrar lo que es capaz y de lo que está hecho. Y dándole a entender, al medio humano, lo que debería ser capaz de hacer de ser finalmente transformado.

—Por favor, no lo hagas... te lo ruego. —Sale entre apenas audibles lamentos por parte del rubio.

—Esto es lo que soy Arthur... —levanta su roja mirada, mostrando el fuerte tinte de su rostro —. Y lo que serás, si no eres capaz de dejar de jugar con fuego. Ahora, ¿estás dispuesto a convertirte en un condenado asesino por no querer alimentarte como es debido? ¿O prefieres que te succione hasta prácticamente matarte, y así convertirte en una verdadera bestia sedienta de sangre?

Y el medio humano, asustado por escuchar la cruda realidad desde la boca del no muerto (más su antinatural deseo) solo puede soltar caminos salados conformados por la clara frustración de no querer ser lo que anhela con todo su ser.

Maldiciendo por lo bajo, el no poder actuar con la suficiente valía para dejarse convertir sin que todo le importe, absolutamente nada. 

Y sin perderle la mirada, la sedienta alimaña desgarra parte de la piel del moribundo. Para darle al medio humano, un escenario aún más lúgubre para su total desagrado.

Y aunque el vampiro menor no suele alimentarse hasta matar a su presa. Necesita demostrarle, de una buena vez, su innata naturaleza. Provocando así a que el rubio decida, si seguir o abandonar el juego de provocar a la bestia y dejar de jugar a ser un pseudo vampiro.

Así es que el rubio decide, aturdido al verse reflejado en ese desagradable acto, socorrer la vida de aquel que comparte "raza" según sus creencias. Siendo en vano, cuando es empujado por William con extremada fuerza hacia el otro lado.

Silencio... Una larga pausa sin sonidos sucede, en cuanto el cuerpo tirado deja de emitir sus últimos latidos. Dejando al medio humano en un estado de shock, al ser participe actuante del asunto. Ya sea por haberlo probado a lo bocado o por ser cómplice de su desafortunada muerte.

—¿Q-qué h-has hecho?

Cuestiona el medio humano, aguantando el desborde de sus ojos y repleto de sentimientos encontrados. Sentimientos que le pesan sobre que observa el rostro carmín del asesino frente a sus ojos. No quiere ni puede aceptar, que su incipiente naturaleza le clame por hacer esto.

Y aún así... se nota correcto, asqueado y enfermo por partes iguales al sentirse completamente apasionado por el insano morocho.

Pero el vampiro, preso de los designios de su propio destino y entregado a los dejes del olvido, solo se eleva. Dejando al inerte y tiznado cuerpo tirado como desecho mientras dictamina: —¿Y encima te animas a preguntar qué he hecho? Hice lo que vas a hacer tú, si no te frenas o me frenas a tiempo... Y agradece que no te tomé a la fuerza, porque te juro que ganas no me faltan, me abundan.














Nos queda nada para el final🥺
Gracia por tu apoyo y por dejarte llevar en cada sentida letra🥰

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