• Parte 3

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El sábado del festival Orquídea había salido de su habitación y caminó hacia la sala principal para encontrarse con la niña y su padre.

—¡Qué linda! —le expresó muy contenta Felicity.

—Gracias, cariño —le sonrió.

—Ya nos podemos ir, ¿no? —sugirió la nena solo para quedarse en la casa de Ofelia y dejar a su padre a solas con la niñera.

La preadolescente no era celosa y menos en cuestión de emparejar a su padre con la chica. De serlo, solo era con las mujeres que veía que querían conseguir a su padre y no le prestaban atención a ella, incluyendo a Geraldine que había sido la pareja de él, en ese sentido lo era también y la odiaba mucho más con la fea actitud que había tenido con ella.

Los tres salieron de la casa y Nate ayudó a su hija a subirse a la camioneta mientras que Orquídea iba del otro lado para subirse en el asiento trasero también.

—Vaya adelante, luego tendrá que bajarse y no me gusta conducir como si fuese el chofer.

—Pero ¿no le parece un poco raro?

—No, suba tranquila al asiento delantero.

—De acuerdo.

Una vez que se metieron dentro, él encendió el motor y emprendieron hacia la casa de Ofelia en donde llegaron a los pocos minutos.

—¡Ofe! Traje el bolso para quedarme a dormir como me dijiste —le anunció contenta.

—Me parece muy bien —le sonrió—, vaya tranquilo y diviértase con Orquídea, Felicity va a estar bien cuidada.

—Gracias, Ofelia, hasta mañana y buenas noches.

—Buenas noches.

Apenas Nathaniel se subió de nuevo a la camioneta la joven mujer se sintió realmente incómoda estando a solas con él.

—Estaba muy contenta en quedarse con Ofelia, es la primera vez que se queda a dormir, ¿no?

—Sí, creo que es bastante grandecita para quedarse a dormir en su casa y tanto Ofelia como su familia la conocen desde que tenía un año.

—Eso es lo importante, sobre todo, si nunca le fallaron en algo.

—No, nunca, la familia de Ofelia y ella son muy buena gente.

Llegaron en pocos minutos luego de la pequeña conversación y Nate aparcó la camioneta en el sector donde se encontraban los demás vehículos. Los dos se bajaron y caminaron hacia el establo que estaba acondicionado para realizar eventos.

—En el pueblo de donde provengo no se escucha este festival, parece que es bastante famoso, ¿no?

—Todos los años se realiza, es para festejar el verano y la época de floración de las zinnias.

—¿Zinnias? —cuestionó con curiosidad—. ¿Cultivan flores?

—Los campos de zinnias son míos, así que digamos que sí, el festival lo organiza Lydia, pero yo le doy los fondos para el evento, es una manera también para que los habitantes del pueblo y quien quiera acercarse al festival pasen una noche agradable.

—Me va a perdonar, pero no conozco cuáles flores son.

—Un día de estos se los mostraré si quiere, son coloridas y bonitas.

Cuando entraron al establo se les acercó Lydia para saludarlos.

—Me alegra de verlos, señor Colleman, muchas gracias por permitirme organizar una vez más el festival y dar el dinero para que esto funcione.

—No hay de qué, Lydia. ¿Está todo en orden? ¿No le falta nada a nadie?

—Todo está más que bien y todas las personas se están divirtiendo. Hay comida, bebida y música.

—Bien —asintió con la cabeza también.

—¿Hay concurso para elegir a la flor del año? Bueno, en este caso a la zinnia del año —comentó Orquídea.

—Es una muy buena idea —ratificó Nathaniel mirándola a los ojos con atención.

—¿Sí? —inquirió incrédula.

—¡Sí! —expresó con entusiasmo Lydia—, sería cuestión de pensar en los premios y armar las votaciones.

—Las votaciones son más fáciles que los premios, se anuncia el nuevo concurso y en un papel escriben el nombre de la chica que quisieran que salga como la zinnia del año y sus acompañantes, luego se hace el recuento de votos y según la cantidad es para cada puesto —confesó el hombre.

—Zinnia del año, zinnia mediana y zinnia pequeña, ¿algo así podrían ser los puestos? —sugirió Orquídea.

—No, tiene que ser algo más llamativo, ¿qué tal Zinnia Elegans Queen Red Lime, Zinnia Elegans Pink Princess y Zinnia Elegans Zinderella? Así son los nombres verdaderos —respondió Nate—. Sin contar con que esas tengo en los campos.

—Suenan bien, parecen sofisticadas —comentó la chica—. Y un premio por cada puesto, ¿verdad?

—Así es —dijo Lydia—. Sus campos están cerca de aquí, ¿le parece si envío a algunas personas a que corten las que usted diga y armamos unos bonitos arreglos florales para el pelo de cada ganadora?

—Me gusta la idea, hazlo, Lydia, gracias.

—Perfecto, señor Colleman, enseguida los enviaré, han quedado cintas de tela y otras flores para que podamos armar el buqué.

—¿Habría problema en que te ayude con eso? —preguntó la chica.

—Para nada, cuando regresen de los campos, te aviso para que me ayudes, gracias desde ya —le regaló una sonrisa.

—Cuando tengan listos los arreglos, me avisas para que anuncie el concurso, mientras tanto pensaré en los premios —avisó Nathaniel.

—De acuerdo, señor —le respondió Lydia y se alejó de ellos.

Al quedar solos de nuevo, Orquídea divisó entre la gente a Thomas que estaba con un grupo de hombres bebiendo cerveza y se limpiaba la boca con el puño de la camisa.

—¿Quiere un poco de ponche?

—Nunca lo he probado, pero está bien.

—Le gustará, tiene un poco de alcohol, pero es sabroso por lo frutal que es.

—Bueno —asintió con la cabeza.

El hombre caminó hacia la mesa de bebidas y sirvió en dos vasos de vidrio un poco de ponche para cada uno.

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