Cicatriz

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Albert había vivido casi toda su vida en Royal Woods, había visto como el pueblo de su infancia comenzaba a parecer cada vez más una pequeña ciudad que, si bien aún respetaba algunas cosas y no había acabado con toda la vida natural, sentía que las calles y edificios comenzaban a hacer desaparecer lugares simbólicos para él, más, eso hace mucho que había dejado de importarle.

No tenía a nadie con quien compartir aquellas vistas, así que, ¿Qué importaba si desaparecían? Sería lo mismo que si él desapareciese, nadie lloraría una lágrima por él y terminaría siendo otro cuerpo más, si es que, enterrado en el cementerio local, por eso jamás le importo su salud, correr a altas velocidades ni nada de esas cosas que le recomendaban tuviese cuidado, puesto que, en el fondo de su corazón, hace mucho que había perdido real incentivo para seguir luchando. O al menos, así era hasta hace un tiempo.

Ver a ese pequeño peliblanco fue casi como sentirse reflejado en apariencia, lo que le provoco el sentirse asqueado al notar aquella debilidad en su persona, una que con el tiempo comenzó a tolerar, pero aún tenía vivido aquel momento.

- "Lo siento... snif, lo siento... snif, lo siento..."

El pequeño se aferró como pudo a él, disculpándose por lo que había hecho tanto como estar aliviado porque estaba allí, era reconocido por una persona al punto que había llorado por su sufrimiento y preocupado por su bienestar, algo que sintió como reconforto su corazón enormemente al punto que no pudo evitar soltar algunas lágrimas traicioneras, pues, ya no estaba solo. Había otra persona dispuesta a quererlo, a aceptarlo en su vida pese a todo, lo que al principio fue simplemente dejar un legado en el mundo se había convertido en lo que le motivaba a vivir.

Ya no era criarlo para convertirlo en un hombre hecho y derecho que dijese con orgullo su apellido, era el deseo de ver a su nieto crecer con una sonrisa en el rostro, pues sentía que mientras el pequeño estuviese bien, todo estaría bien.

Pero... ¿Qué significaba la existencia de aquella pequeña de sombría apariencia?

Estaba demasiado asustada para mentir, demasiado impresionada para huir y tenía la información correcta. Además de que no podía evitar el parentesco con su difunta madre, y si todo eso era verdad, quiere decir que su último nieto no fue Lincoln, podía ser ella, podían ser más, ni siquiera se imaginaba cual podía ser la cantidad viendo que ni siquiera el trato horrible de Rita pudo impedir que continuasen juntos, si solo uno de esos nietos fuese como Lincoln...

Ese pensamiento le hizo apretar con fuerza sus dientes mientras aceleraba aún más su motocicleta, conocía las calles perfectamente, tenía buenos reflejos cuando no estaba ebrio, no le tomaría mucho más llegar a esa pútrida casa que tanto odiaba y así lo hizo. No sabía si era por la colera, porque finalmente tenía algo por lo que luchar o por su profundo odio acumulado por más de una década en su interior, pero una orden de alejamiento no podía importarle menos, quería respuestas, quería notar si sus miedos eran infundados y alejarse de ese lugar de una buena vez, pero, sobre todo, quería encarar a la que alguna vez juro proteger de la maldad del mundo solo para notar que ella misma era dicha maldad.

Ni siquiera lo pensó, al estar frente a la puerta la golpeo hasta que las bisagras cedieron y ya nada podía impedirle lograr su objetivo, aun cuando sentía que los recuerdos inundaban su mente.


- Y... ¿Qué te parece la casa hija?

- Es bastante espaciosa, además el vecindario parece tranquilo.

- Nos costó encontrarla, pero incluso tu madre la aprobó, y sabes lo difícil que es eso.

- Ni me lo digas, - Rita comenzó a acariciar suavemente su vientre – Será un buen entorno para que crezca sana y fuerte, además seguro que a Lynn le encanta, sobre todo por el precio jajaja, - Mira a su padre con una sonrisa – Gracias papá.

- No hay de qué...


- ¡¡¡Rita!!! ¡¡¡¿Dónde estás maldito pedazo de escoria humana?!!!

No se detuvo a esperar una respuesta e ingreso en el domicilio, encaminándose rápidamente al segundo piso, en búsqueda de la habitación que antaño habría albergado a los padres de esa casa.

- ¡¡¡Sal ahora malnacida, no te escondas!!!

Sin mucho problema pateo la habitación a la izquierda del baño, la cual según sus recuerdos contenía a la pareja de "padres" desde sus primeros días, notando como tras atravesar la puerta ahora rota, se encontraba algo que distaba mucho de los pocos recuerdos que poseía aquel lugar: era una habitación con dos camas, pintada de un color turquesa con algunos afiches en las paredes y diversos cosméticos repartidos en varios muebles además de una pareja de maniquíes junto a una máquina de coser, pero, lo que realmente capto su atención no fueron los diversos implementos de sastrería o la disposición de la habitación, sino que lo hizo la adolescente que se encontraba en una esquina de la habitación, casi como si se estuviese escondiendo, tiritando atemorizada mientras ocultaba su vista del enfurecido anciano.

Albert se había jurado que no las volvería a ver, no a ellas, no cuando vivirían bajo la crianza de una víbora como lo era Rita, y si bien no podía evitar pensar que las menores aun tenían esperanza, su pensamiento respecto a las mayores era el mismo que hacía Rita: eran enemigos.

- (Imponente) ¿Dónde está Rita?

- Y..Ya llame a l..la policía, p..por f..fav..vor, váyase.

- No lo diré una tercera vez, - El anciano se acercó más a la joven quien intentaba acurrucarse más, casi como si eso le fuese a permitir desaparecer y alejarle de aquel terrorífico sujeto - ¿Dónde está Rita?

- N..No lo sé.

- ¡Mientes! ¡Ustedes siempre lo hacen! ¡Dime donde está ahora!

Mientras decía estás últimas palabras el anciano se termino de acercar a esta, quedando a solo unos pocos centímetros, Leni podía sentir como en cualquier momento este podría levantar el pie y aplastarla como si fuera un simple insecto, observándola con una mirada que nunca había visto en alguien, por lo que realmente ella no sabía cómo reaccionar.

Desde la habitación de Lisa, Luan escuchaba los gritos del anciano contra su hermana mayor, exigiéndole el paradero de su madre, no podía hacer mucho en esa situación, ella tampoco sabía como debía de reaccionar en una situación así y lo único que pudo razonar fue tomar a sus hermanas menores presentes e intentar bloquear la puerta como pudo, Lynn por suerte no le puso mucha resistencia pese a que no se veía especialmente intimidad y Lisa seguía con su expresión neutra por más que sentía como sus pequeñas manos se aferraban a su pecho, cuando comenzó a escuchar los impactos de objetos y el sonido de cristales rotos su preocupación le hizo obligo a acercar a Lynn a su abrazo, un intento desesperado de ella controlar su miedo.

- No pasa nada chicas, no pasa nada, todo está bien, la policía debe de estar en camino, ese ladrón no nos va a alcanzar estando aquí.

Su voz dudaba, ni siquiera sentía la fortaleza para fingir una sonrisa y que todo estaba bien o demostrar un mínimo de tranquilidad, aquellas palabras eran dirigidas principalmente para ella, el abrazo para sus hermanas, aquel sonido de fondo del objetos rompiéndose y a Leni llorar respaldaban su pánico, pero el sentir el débil y tembloroso agarre de la mano de Lynn le hizo reaccionar.

- ¿Vamos a estar bien?

Lynn era reconocida por su fortaleza, todas sus hermanas sabían que ella siempre sería la primera en cargar hacía el peligro si algo ocurría a sus hermanas, por lo que verla tan débil, expectante de su consuelo, no dejo impune a Luan, quien reforzo el agarre de su mano izquierda a Lynn antes de hablarle con un tono más calmado que antes.

- Todo va a estar bien.

- Pero ¿Y Leni?

- Ella va a estar, siempre lo está, por el momento no hagamos mucho ruido, ¿Sí?

Le preocupaba el llanto y suplicas intermitentes de su hermana mayor, pero en esa situación no podía anteponerla, esta nunca lo había hecho por ellas y siempre aparecía Rita para salvarla, ¿Cuál sería el objetivo de arriesgar a sus hermanas menores sabiendo eso? Podía ser cruel, pero tenía prioridades, y estas estaban aferradas a ella, por lo que solo comenzó a hablarles más bajo, rezando porque todo acabara pronto.

Mientras tanto, la habitación de Leni era un desastre, el anciano había repetido la misma pregunta muchas veces y cada vez que recibía una respuesta insatisfactoria terminaba por romper algo, algo que comenzaba a hartarle y cansarle.

- ¡¡¡¿Dónde mierda esta Rita?!!!

- (Llorando) ¡No lo sé!

En ese momento el cansancio e irritación de Albert supero su límite, tomando del cabello a Leni y levantándola, provocando un inmenso dolor en la adolescente.

- Llámala, que venga aquí en este momento.

- Su..Suelteme, m..me duele...

Albert solo reforzo su agarre, halando con más fuerza el cabello de la muchacha.

- Llámala, ¡Ahora!

Mientras sus lágrimas seguían cayendo y su cabeza dolía más que nunca, la muchacha tomo débilmente su móvil, llamar a su madre siempre había sido la solución, incluso en ese momento era lo que le estaban exigiendo y el anciano podría soltarla. Estaba aterrada, adolorida, solamente quería salir corriendo a cobijarse en los brazos de su madre y que esta hiciese desaparecer a ese hombre tan malo, pero también pensó en el difícil momento de su madre, en todo lo que había pasado y en todo lo que podía hacerle ese anciano, por lo que termino tomando con firmeza su móvil, mirando con la poca determinación que le quedaba al anciano antes de tomar la que creía era la mejor decisión, lanzando el móvil por la ventana con toda la fuerza que tenía.

- N..No te acer...caras a mamá.

- (Pensando) Así que así son las cosas.

El agarre se reforzo en ese momento, comenzando a caminar hacía la salida de la habitación.

- Si tú no me vas a decir nada, entonces alguien más lo hará.

No le importo arrastrarla, la muchacha volvía a suplicar que le dejara ir, intentando que este soltase su cabello o golpeando inútilmente su mano, cosas que no le hacían el menor daño a su agarre hasta que llego a la habitación de Luna y Luan, pateándola con fuerza...


- Sigo pensando que un condominio más acomodado hubiera sido mejor. – Dijo Leonard mientras rascaba su barbilla.

- Vamos papá, ni que fuéramos gente de tanto dinero.

- Bueno, si hubieras terminado tus estudios como tu hermano quizás...

- (Fastidiado) No ahora papá.

- Si Leonard, - Dijo Albert antes de envolver su brazo en el cuello de su yerno – El muchacho quizás tuvo un cambio de planes, pero una cría es una bendición al final del día.

- Y esta es una buena forma de partir, además, este será un buen cuarto para que viva nuestro bebé, justo frente al nuestro y junto al baño, ¿Cuántas casas cuentan con eso?

- Aun así...

- Señor Leonard, - La voz de Rita era suave mientras le entregaba una sonrisa – Lynn y yo nos queremos y vamos a ser padres en unos meses, tenemos todo para partir y vivir bien, además, siempre puedo trabajar también, solo tengo que...

- Pff... jajaja, trabajar jajaja.


La puerta cedió fácilmente debido a que ni siquiera estaba bien cerrada, notando que la habitación no contenía a ninguna persona a simple vista, ingresando para abrir de golpe el pequeño closet y notar que solamente estaba repleto de cintas de video y ropa.

- ¿Dónde están tus hermanas?

- N..No lo sé...

- Niña, estoy completamente irritado – Hala con fuerza su cabello - ¿Dónde mierda están tus hermanas?

- S..Solo sé que están Luan y Lynn.

- ¿Y dónde están?

- ¡No lo sé!

Aun con la resistencia que oponía, Albert fácilmente la arrastro hasta la siguiente habitación, la cual tampoco dudo en abrir con una violenta patada.


- De tener un segundo hijo, creo que le daríamos esta habitación.

- ¿Segundo hijo? ¿No es muy pronto considerando que apenas si están casado y van a tener a Lorelei?

- Papá, - Dijo Lynn cansado – Es solo una suposición, digo, me gustaría tener una niña y un niño, y no se llamará así.

- Te lo digo Lynn, tener una niña es un montón de problemas y sentimientos de miedo, ni te imaginas como quería romperte el cuello cuando supe que embarazaste a Rita jajaja, créeme que siempre se protege más a la hija, pero en cambio un hijo es una bendición, es una buena forma de mantener el legado, ¿No crees?

- Albert, creo que tener una hija también es una bendición.

- Claro que lo es, ¿Pero no es mejor un hijo? Digo, ni siquiera voy a poder pasarle el apellido a nadie.

- Albert, eso no importa.

- Claro que importa – Tono burlesco – "señor Loud".


- Mientras antes las encuentre o hagas aparecer a Rita, más rápido terminara esto niña.

Leni sentía como su cuerpo dolía, su inútil forcejeo no había causado nada más allá de lastimarle el cuerpo y que varios de sus cabellos fuesen arrancados, mientras el anciano seguía avanzando, revisando rápidamente la habitación antes de encaminarse a la siguiente.

- P..Por favor... s..suélteme... me... me lastima.

- ¿Me vas a decir dónde está?

- Y..Ya le di..dije que n..no lo sé.

Aun con una respuesta así, Albert comenzaba a calmarse, gran parte de su furia y su frustración habían sido descargadas contra esa casa y la muchacha que llevaba a cuestas, después de todo su rabia era dirigida a una mujer de la cual se espera lo peor, y tanto como su mente se había nublado con la idea de que otros nietos podrían quererle gracias a lo que ocurrió con Lincoln, nada le aseguraba que cualquier otro nieto menor no tuviese la personalidad de la chica que se negaba a vender a su madre, además, comenzaba a pensar en lo más importante: no conseguiría nada están allí.

- Tsk.

No alcanzo a ingresar en la habitación de Lola y Lana, soltando el cabello de Leni quien ante la oportunidad no tardo en alejarse todo lo posible del anciano, retrocediendo hasta chocar con la puerta del baño la cual era incapaz de coordinar suficiente su cuerpo para intentar siquiera abrirla, volviendo a esconderse en ella misma al arrinconarse.

- Que estupidez.

Sentía su mano acalambrada tanto como su pie, por lo que pensó en salir del lugar y fingir que nada de eso había pasado, si tenía suerte no le identificarían o bien podía irse de la ciudad, alejarse con Lincoln de allí y comenzar de nuevo, darle un nuevo aire al pequeño para que el olvidase... no, que ambos olvidasen todo eso y continuar.

Recordar ese hogar no había hecho más que recordarle momentos que no le terminaban de agradar, ver la actitud de su "nieta" solo le hizo confirmar su miedo, ellas no tenían salvación, eran como Rita.

Se encamino antes de mirar de reojo a la adolescente tirada en la esquina opuesta del pasillo, no le dio más de unos pocos segundos de atención, no quería manchar más un pensamiento que ahora estaba dispuesto a olvidar, por lo que bajo la escala tranquilamente, mirando algunas de las fotografías colgadas allí.

No eran muchas, pero sí pudo encontrar más de un momento de convivencia entre varias de las chicas, pudo reconocer las más antiguas con la mezcla de sus propios recuerdos, pero las más nuevas, algunas incorporaciones de nietas, aquello le molesto, lo mejor en ese momento era irse de allí definitivamente, de esa casa, de ese pueblo, de esa vida, estar en esa casa lo hacía sentir enfermo y ya estaba cansado, cansado de la vida de mierda que por tanto tiempo siguió.

O por lo menos esa era su intención, hasta que vio a la persona que se acercaba hacia la casa, horrorizada.

- ¿Qué haces aquí...


- ...papá?

- Nada, nada, solo... sigh, me siento algo solo, ¿Cómo está (Voz adolorida) Lori?

- Ella está bien, gracias por preguntar.

- Ah, qué bueno, y... ¿Cómo va tú...

- Mi embarazo va bien, gracias.

- Je, debo admitir que no esperaba que fueran tan activos, ¿Y ya aprendiste a cocinar mejor?

- Lynn gusta de la cocina.

- Hum, la mujer es quien debe cocinar, no el hombre, pero cumple todo lo demás, al menos es un buen yerno en eso... oye, ¿Me dejas ver a mi nieta?

- Ahora está durmiendo papá, me costó hacer que se durmiera, por favor no la molestes.

- Bah, pamplinas, no todos los días la vengo a ver, - Hace a un lado a Rita - ¿Dónde está mi pequeñita especial?

Rita apretó con fuerza sus manos, antes de voltearse y mirar a su padre, preparándose para hablarle.


- ...Albert? ¿Acaso te volviste finalmente loco?

- ¿Cuántas personas más incluiste en tu retorcido juego Rita?

- No sé de qué me... oh, ¿No sabías que tenías más nietas? Solo un abuelo descuidado olvidaría eso.

- Y una mierda, ¿Al final todo lo que hiciste con Lynn fue para joderme más?

- Solo protegí a mi familia de un anciano desequilibrado, Lynn entendió perfectamente...

- Me pudiste una puta orden de restricción para alejarme de las chicas, luego cuando tú y ese baboso de Lynn se separaron lo lograste convencerlo de alejarme una segunda vez, ¡¿Y resulta que ahora convertiste a tus hijas en seres tan despreciables como tú?!

- ¿Oh? ¿Conociste a alguna? Bueno, imposible que no lo hayas hecho si ni la puerta te detuvo, vaya imagen que deben tener de ti.

Albert empuñaba con furia sus manos, preparado para asestar un golpe contra esta, pero ya no estaba tan alterado, sabía las terribles consecuencias si hacía eso mientras estaban al aire libre, a vista de cualquier posible testigo y tenía una razón para volver a casa, no iba a caer en el juego de Rita otra vez, por lo que resoplo con fuerza antes de dirigirle la mirada una vez más.

- Vine por una idea errada, y ahora que te veo me doy cuenta de la tontería que estaba por hacer, no vales la pena Rita, yo me largo, y si tengo suerte, nunca más te volveré a encontrar.

- Realmente eres terrible, vienes a mi casa a ver a las chicas, la destruyes y te despides así de mi sin dejarme la posibilidad de hacer lo mismo.

Aquello fue un golpe duro contra Albert, pues entendió perfectamente a que se refería Rita.

- Tú y yo no tenemos nada más que hablar.

- Pero yo con mi hijo sí.

Aquello si logro alterar a Albert, quien tomo del cuello de su blusa a Rita, acercándola peligrosamente a su rostro mientras esta no rompía su sonrisa en ningún momento.

- Primero a los puños en vez de las palabras, siempre has sido así, un bruto animal que no se controla y después esconde sus penas el alcohol barato.

- No metas a Lincoln en esto.

- ¿Se llama Lincoln? Qué nombre más estúpido escogió Lynn.

Rita no dejaba su expresión burlesca, provocar al anciano le era útil en ese momento, necesitaba tenerlo susceptible a cualquier provocación y ver como la expresión de este se deformaba cada vez más entre más hablaba le demostraba que iba por buen camino. Ciertamente podía estarse jugando la posibilidad de otra golpiza, pero... ¿Acaso el riesgo no lo valía?

Tenía mucho que ganar y nada que perder teniendo al anciano allí.

- ¿Qué pasó? ¿No tenías ganas de golpearme?

- Eres tan despreciable como siempre.

- Es de familia, ¿No... papá?

La sola presión de su mandíbula logro que un pequeño hilo de sangre brotase de sus labios, Albert no quería dejarse consumir por esa furia ciega, asesinarla a golpes como siempre lo había deseado, de por si ya había hecho un desastre lo suficientemente grande sin tener demasiados testigos como para darle el gusto a Rita, pero que esta supiese que Lincoln estaba con él le preocupaba, sobre todo cuanto sabía ella, se sentía como si caminase sobre hielo y que en cualquier momento podría romperse, necesitaba información y no tenía nada con que dañar a Rita para desequilibrarla, casi como si le abrazase un demonio y le susurrase males al oído, incapaz de reaccionar, a merced de cualquier mal que aquella perversa sonrisa pudiese ofrecerle.

- No me digas así, no tienes el derecho a llamarme así.

- Aún con todo, sigo siendo tu hija, la hija de Albert y Lori Smith, aquella a la que prometiste proteger y dar una vida prospera.

- (Molesto) ¡No tienes el derecho de pronunciar el nombre de tu madre!

- (Seria) ¿Y tú sí? ¿Un bárbaro como tú que pasaba borracho la mitad del tiempo?

- Siempre hice feliz a tú madre, siempre estuve al pendiente de ella y de ti, tú eres la que...

- ¿Feliz? ¿Te atreves a decir que mamá fue feliz? – La expresión confiada de Rita comenzaba a caer, borrando de su rostro aquella sonrisa confiada para cambiar a una mirada más afilada, mucho más cercana a la que el mismo Albert tenía – Para ti serán bellos recuerdos, para mi era ver como un idiota de cabello blanco llegaba ebrio en las noches y nos jodía a mamá y a mí, cuando ella se fue lo comprendí, fui tan estúpida que me tardé hasta que fui madre en darme cuenta del peligro que representabas para mi familia.

- ¡Lo único que hice toda mi vida fue velar por ustedes! ¡Si bebía un poco fue porque la vida no es fácil!

- ¡¿Entonces toda la mierda que nos hiciste pasar fue porque la vida es injusta?! ¡¿Qué clase de justicia es eso?!

- ¡No me hables de justicia cuando convenciste a todos de que era un peligro y me separaste de mis nietas!

- ¡Las separe de un maniaco que no sabe controlarse, nada bueno viene de gente como tú!

- ¡Mientes! ¡Solo querías verme sufrir porque nunca supiste lo que era ser feliz!

- ¡¿Entonces que mierda haces aquí?!

- ¡Eso ya no te incumbe!

- ¡Me incumbe porque se que eres un maldito peligro!

- ¡¡¡Yo no lo soy, eso serás tú maldita psicópata!!!

- ¡¡¡Destruiste la puerta de una casa donde viven unas chicas que han pasado por cosas terribles, ni siquiera te cuestionaste como debían de sentirse y vienes a imponer tu mierda por creer que eres una buena persona cuando solo eres un anciano miserable que no acepta sus propios errores!!!

- ¡¡¡No me hables de errores cuando todo lo que hiciste durante toda tu vida fue cometerlos y culpar a los demás, siempre siendo un desastre en lo que intentabas y la razón de demostrarme por qué debí de tener un hijo en vez de ti!!!

- ¡¡¡¿Y cuando te tomaste la maldita molestia de ayudarme en uno en vez de recordarme que no servía para nada?!!! ¡¡¡¿Te tengo que recordar que si no fuera por mamá me habrías tirado a la calle cuando te enteraste de mi primer embarazo todo por la tontería de no estar casada?!!! ¡¡¡¿Quién fue el anciano de mierda que no ocultaba su decepción cada vez que se enteraba que su próximo nieto no era un varón?!!! ¡¡¡Tú y tus reglas de mierda solo servían para demostrar que eras un peligro para todos!!!

- ¡¡¡Solo pedí lo que era normal!!! ¡¡¡Así es como debe ser una familia!!!

- ¡¡¡Y esas putas reglas nos llevaron a esto, que incluso una de tus nietas menores este muerta!!!

- ¿Q..Qué?

Sin darse cuenta sus manos aflojaron el agarre con el que sujetaba a su hija, incapaz de controlar sus propias manos las cuales habían comenzado a temblar mientras su visión perdía enfoque de la mujer frente a él, Rita por su parte le miraba con ojos cristalizados, respirando agitada con una expresión severa, frotando sus ojos con su antebrazo sin perder aquella agresiva expresión ni mostrar debilidad.

- Todo ha ido cuesta abajo desde hace un tiempo, y hace poco... una de las más pequeñas, apenas tenía 5 años... ella... fue empujada por una de sus hermanas por la escalera.

Albert instintivamente retrocedió, volteando a ver de reojo la escalera por la que acababa de bajar antes de tragar con dificultad.

- ¿C..Cómo? ¿Pero y tú que...

- Pude rechazar a ese niño por lo mucho que me recordaba a ti, pero no por eso deje desatendidas a las demás, tenía que velar por ellas y... deje a las mayores a cargo... cuando llegue... ella ya... no puedo con esto, estoy sola, lo he estado desde hace mucho...

- Rita...

- Yo... lo siento papá... estaba tan enfadada... que perdí de vista lo que importaba... las niñas son lo importante...

¿Cuántos años... décadas habían sido desde la última vez que había visto a Rita tan frágil? Ya ni lo recordaba, todos sus recuerdos habían sido consumidos por las brasas de su odio, nutriéndose de esto para continuar viviendo y escupiendo en su existencia, culpando las circunstancias en que todo se dio, y tal como dijo Rita, ocultándose en alcohol barato y deseos de venganza.

Esa era su verdad, había sido un anciano despreciable, incluso cuando conoció a su nieto estuvo a nada de partirle la cara solo por un momento en que se dejo llevar, incluso ahora estaba allí por que había dejado que su furia le consumiera sin pensar que las cosas podían cambiar, ese pequeño peliblanco era la mayor prueba de ello, él estaba superando lentamente sus demonios, convirtiéndose en un niño más vivaz, más alegre aún cuando estaba tan roto... si alguien así podía cambiar... si alguien así le había hecho cambiar a él, ¿Qué le negaba que Rita no hubiese cambiado también con el tiempo?

Eran sus recuerdos y una pésima experiencia contra lo que tenía en frente, su hija destrozada por lo peor que puede pasarle a un padre, su instinto le decía que no podía confiar en ella, pero su corazón se lo pidió, recordando lo que alguna vez fue para ella... su padre.

- Rita... yo... lo lamento mucho...

- Nunca lo hiciste antes, siempre con tú basura de ser fuerte y todo eso, ¿Por qué debería creerte ahora?

- Yo no... no sabría como...

- Has estado ausente por poco más de una década, nunca intentaste si quiera volver a intentarlo, ¿Crees que te hubiera alejado inmediatamente si te hubieras acercado y escuchado? Incluso para eso fuiste un cobarde, no luchaste por tu familia, solo pensaste en el daño hacía ti en vez de intentar entender por qué tome esa medida.

Albert en ese momento recordó cierto momento, fue una frase casi al aire que había escuchado hace tanto tiempo atrás, pero que ahora le cobraba sentido al ser dichas por su propio nieto.

"Entonces... la cárcel fue más importante que yo."

El solo hecho de recordar el vacío con el que esas palabras fueron pronunciadas por una voz tan joven le golpearon con fuerza, incluso su propio nieto se lo había dicho en el pasado y cuando peor se veía, cuando sufría de esos ataques de pánico esporádicos y apenas si comía cuando él se lo indicaba, llorando por las noches y viéndose miserable durante el día, ¿Y cual fue su respuesta cuando su nieto se lo dijo? Se justifico, escupió sobre Rita y salió del lugar, esa había sido su respuesta.

Sentía como su firmeza le abandonaba, encontraba verdad en las palabras de Rita, el siempre mencionando como debía ser un hombre de verdad y cuando le tocaba su momento huía como un cobarde, por lo que termino bajando su mirada, incapaz de ver a su hija.

- Lo siento mucho Rita.

Tras decir eso se retiró, no podía seguir culpándola, no después de darse cuenta de sus propios errores. Tenía que pensar en ello y, por alguna razón, necesitaba tener a Lincoln cerca para ello, el chico que le abrió los ojos ante su propia estupidez.

Rita por su parte pudo suspirar cuando escucho el motor de la motocicleta de Albert encenderse y alejarse de allí, caminando lentamente hacía el interior de su hogar mientras observaba la destruida entrada, riéndose entre dientes por aquello, encaminándose hasta el sofá para descansar e intentar que sus piernas dejasen de temblar.

- (Pensando) Un solo paso en falso y yo...

A los pocos minutos pudo escuchar como unos lentos y temerosos pasos descendían por la escalera, suspirando cansada sabiendo que ahora tendría que calmar de alguna manera a la que tuviese la desgracia de toparse con Albert, cerrando sus ojos mientras se mentalizaba para lo que venía.

- (Asustada) Mamá...

- Todo está bien ahora Luan, ese anciano ya se fue.

- Q..Que bien...

- Ajá, - Dijo mientras se dejaba caer en el sofá, su estomago de por si ya era una molestia sin contar con la estresante situación como para querer continuar con esa charla inútil – Por favor dame un momento, realmente lo necesito.

- Es que...

- Solo 5 minutos al menos, se que puedes controlar a las demás ese tiempo.

- Pero...

- Luan, ¿Tan difícil es hacer el trabajo de una hermana mayor por 5 minutos?

- Es que Leni...

- (Preocupada) ¿Le paso algo a Leni?

- Ella se encuentra mal, esta llorando en un rincón y no me respondió cuando me acerque.

Rita no necesito pensarlo demasiado, se levantó rápidamente y subió la escalera, notando a su hija tal como se la acababan de describir solo unos momentos antes, algo que lleno de furia a la mujer. No necesitaba estar cerca para ver el daño que esta tenía, pues podía notar el desastre que estaba hecho su vestido, como si la hubiesen arrastrado mientras la chica temblaba violentamente, incapaz de controlar no solo su llanto, sino su propio cuerpo, algo que los pocos segundos que contemplo hicieron sentir como sangre ebullía en furia al ver el deplorable estado al que había sido reducida su niña especial.

No lo pensó mucho antes de tomar su móvil, pensando solo en una cosa.

- (Furiosa) ¡¡¡Ese anciano de mierda me las va a pagar!!!


Minutos después, casa de Albert

Lincoln y Lucy se encontraban sentados en silencio en el pórtico de la casa, no se estaban mirando ni tampoco entablando una conversación, solo eran ellos dos compartiendo la vista de aquel agradable vecindario, ya que ninguno de los dos realmente sabía de qué más hablar.

Lo que se tenían que decir ya fue dicho, saber que la muchacha era su hermana era algo que Lincoln no terminaba de dimensionar, pues el solo concepto de tener hermanas le era raro. La mayor parte de su vida había sido su padre y él, ni siquiera habían tenido demasiados momentos para compartir como para que le cuestionase la falta de una madre o la posibilidad de hermanas, cuando su vida comenzó rápidamente a cambiar estaba demasiado centrado simplemente en llevar el día a día para pensarlo tampoco, todos sus encuentros le habían dicho que aquellas "hermanas" solo deseaban su dolor por cosas que el ni siquiera comprendía, pero esta chica, pese a recriminarle las mismas cosas, le había intentado consolar.

Eso era lo extraño, ya no esperaba nada de sus susodichas hermanas, solo quería mantenerse apartado de estás y llevar como pudiese su vida, olvidar a su padre y a esa molesta voz que le recordaba su más grande pecado, pero por el momento esperaba a que llegase el anciano y viese junto a él que harían con su silenciosa acompañante.

- Lincoln.

- ¿Sí?

- ¿Nunca te has sentido invisible?

El peliblanco no supo como responder a esa pregunta, pues era una sensación nostálgica para él.

- Un poco.

- Tú mencionaste a mis hermanas, pero cuando me recogiste no tenías idea de que yo era parte de la familia, ¿No sabías de mí?

- Bueno... - Él muchacho masajeo su cuello con incomodidad, un gesto que ni siquiera recordaba cuando había comenzado a hacer – Realmente nunca me interesaron ustedes, digo, compartíamos apellido, pero es todo, y ya tenía suficientes problemas con mi vida personal.

- ¿Y nunca sospechaste que podríamos ser familia?

- Si pensara que todos con quienes comparto apellido fuesen mi familia, también pensaría que ese niño de 4° grado, el gordito pelirrojo, es hermano mío.

- ¿Hay más personas con apellido Loud en la primaria?

- Un par, Jay y yo los investigamos hace tiempo cuando creíamos... uh... no importa.

- ¿Creían algo extraño?

- (Avergonzado) No importa, era una tontería.

- A mi me gusta la magia negra, una de mis hermanas cree que no ir al baño antes de un partido es de buena suerte para el equipo, somos una familia peculiar así que no creo que me sorprendas.

- Mmm... bueno, Jay y yo creíamos que yo podía haber sido hecho en un laboratorio, ya sabes, por el pelo blanco, así que para descartar buscamos como eran los otros Loud de la escuela.

- Eso es un motivo bastante tonto.

- S..Sonaba mejor cuando lo pensamos, ¿Ok?

- Jeje, eres gracioso.

En ese momento pudieron escuchar un motor acercarse, uno que Lincoln reconocía bastante bien para ese momento, identificando que donde fuera que el anciano había ido, finalmente había terminado lo que estaba haciendo y, en el mejor de los casos, ya se había calmado, observando con tranquilidad como este se detenía frente a la cochera, momento en el que noto que la chica se refugio detrás suyo, intentado que le ocultase de la posible furia del anciano. Cosa que reafirmo el deseo de Lincoln por que el anciano ya se hubiera calmado.

Albert estaba algo conmocionado de por sí, pues no esperaba realmente encontrar a la pequeña todavía en su hogar.

- No te esperaba encontrar niña.

- U..Usted me dijo que no me fuera.

- Tengo un mocoso descarado viviendo conmigo, no me esperaba que me hicieras caso.

- ¡Oiga!

Aquello causo un poco de gracia a Albert, esbozando una ligera risa mientras seguía pensando en lo que había ocurrido antes, pensando, sobre todo, en su nieto.

- Bueno niña, supongo que el mocoso ya te dijo que soy su abuelo, y por eso que yo soy tu abuelo.

- Mamá Rita nunca nos habló de ti.

- Mamá Rita...

Albert solo resoplo antes de ingresar en el domicilio, realmente casi nunca habían hablado de ella y las pocas veces que esta había salido a la conversación solo había escupido pestes sobre su nombre, algo que le hizo sumirse nuevamente en su mente.

Lucy, por su parte, observo la confusión en el rostro de Lincoln, para ella era algo normal, siempre había tenido en mente que tenía dos madres, Rita y Lori, por lo que no era la primera vez que cuando las pocas personas que le notaban preguntaban se confundían, aunque esto genero una nueva interrogante en la pequeña.

- Oye... ya se que papá es también tu papá, pero... ¿Quién es tú mamá?

- Yo... no tengo idea.

- ¿En serio?

- Siempre fuimos... sigh, papá y yo, a veces ni siquiera eso.

- E..Entiendo.

- (Susurrando) No creo que lo hagas.

Tras eso, el niño se levanto también y se dirigió hacia el interior, ya no había nada ni nadie que le obligase a estar allí, perfectamente podría irse a su casa en ese momento y ducharse, pues aun se sentía incomoda de su percance por terror al anciano... su abuelo, pero también estaba el recuerdo del porque huyo de allí, el frío en aquellas miradas y el desprecio que sabía le tenían, en cambio allí nadie le recriminaba nada, le dirigían la palabra y le trataban como una humana, y tanto como nadie le pedía quedarse, nadie le pidió irse, por lo que prefirió quedarse un rato más, ver si podía sentirse un poco más en calma.

Dentro no encontró a nadie a simple vista, dirigiéndose al único lugar que conocía de esa desconocida casa, la habitación de su hermano, donde lo vio pensativo por lo que prefirió dejarlo por el momento, sentándose en el salón mientras observaba ahora con calma el hogar, pensando en el fondo de su corazón, que ese lugar no estaba realmente mal.

Paso un tiempo cuando el anciano volvió a salir de su habitación, encontrándose con la pequeña en su sofá mientras comenzaba a escuchar algunas bocinas a la distancia.

- Nuevamente, creía que ya te habrías ido.

- Las cosas en casa no están bien.

- ¿Lo dices por lo de tu hermana? – Aquella simple frase estremeció a Lucy, quien centro su completa atención en el anciano – No pongas esa cara, no pienso opinar.

- ¿E..En serio?

- Si, después de todo yo...

No alcanzo a terminar su frase cuando todo el sonido de las bocinas se concentró en su alrededor en forma de coches policiacos rodeando la casa antes de que estos rápidamente abordaran la casa, ingresando por la fuerza ante el desconcierto no solo de la niña, sino del propio Albert.

- ¿Qué cara...

- ¡Apréndanlo!

Debido a su desconcierto, Albert apenas si pudo ofrecer resistencia antes de verse reducido en el piso, viendo como uno de los agentes tomaba a la pequeña y la sacaba rápidamente de la casa mientras otros investigaban las habitaciones, viendo como uno de ellos escoltaba a Lincoln hacia el exterior.

- (Furioso) ¡Hey! ¡Dejen a mi nieto en paz!

- Tienes derecho a guardar silencio maldita basura.

- ¿De qué mierda me estás hablando? ¡Hey! ¡Contéstame! ¡¿Dónde estás llevando a mi nieto?!

El anciano forcejeaba como podía, pero aun cuando tenía la fuerza para oponerse era superado en número, por lo que una vez sacaron a Lincoln y terminaron el rápido registro del lugar sacaron esposado a este, quien no tardo en buscar con la mirada a los niños, los cuales se hallaban desconcertados siendo sostenidos por un policía, el cual estaba luchando contra Lincoln quien pedía al policía que le soltasen, ni siquiera pedía información ni nada, seguía preocupado por él, aún con todo ese caos, seguía siendo importante para su nieto.

- ¡Dejen a mi nieto en paz!

- Cállate maldito enfermo.

- ¿De que mierda me estás hablan...

En ese momento la vio, descendiendo de un coche policial, viendo nuevamente ese rostro en el que había, para su propia desgracia, decidido confiar una vez más.

- ¡Mis bebes! ¡Finalmente los encontré!

Ni siquiera lo dudo, apenas pudo salió corriendo y abrazo a ambos niños, a vista y paciencia de Albert.

- Hijo... snif... finalmente te encontré...

- ¿Quién...

En ese momento se separo ligeramente de Lincoln, permitiendo que este le viese el rostro mientras ríos de lágrimas caían por sus mejillas, acariciando con suavidad su blanco cabello acompañado de una enorme sonrisa en su rostro.

- Lincoln, mi hijo... snif, finalmente te conozco... soy yo... mami... ya todo acabo, ese hombre malo jamás podrá tocarte otra vez.

- ¿Ma... má?

- Así es Lincoln, soy yo, tú mamá.

En ese momento, Rita envolvió nuevamente a Lincoln en un abrazo, apoyando su cabeza en el hombro de su "hijo", posición que le dejo ver al anciano que seguía siendo arrastrado hasta el vehículo policial, observando esa expresión de incredibilidad en su avejentado rostro antes de enfocarse una vez más en este, algo que paso desapercibido para todos los presentes menos para Albert, quien pudo ver una última cínica sonrisa en el rostro del monstruo que alguna vez llamo hija.

- Rita...


Unos minutos antes, casa Loud

Luan observaba con miedo la entrada de su casa, no podía evitar pensar en el ataque alocado de ese anciano ni en como Rita había logrado calmarlo, pero eso no era tan importante en ese momento, lo era su hermana mayor.

La adolescente apenas si había dejado de llorar solo para no responder ante nada, cuando vio que su madre si había reaccionado al nombre de Leni esperaba que esta supiese consolarla como lo había hecho durante toda su vida, no que saliese enfurecida del hogar con rumbo desconocido. Y ahora tenia a Leni sin reaccionar, agradeciendo que Lynn le obedeciese de quedarse con Lisa en el cuarto hasta confirmar que todo estaba bien y el anciano no volvería de la nada.

Luan al menos quería llevarse a la muchacha a la habitación, pero ni eso era capaz ante la asustada muchacha, por lo que termino desistiendo de su intento al poco rato, centrando sus esfuerzos en la ahora rota puerta de acceso a su casa, mientras veía el mensaje que había mandado a Lori, del cual no había recibido ninguna respuesta.

Su hermana siempre respondía ante las emergencias, siempre lo había hecho, y aunque entendía su dolor por haber perdido a Lola, en ese momento le necesitaba allí, a su lado, para sentir, aunque fuese un poco de calma ante todo el desconcierto que había significado el asalto del anciano a su hogar, más, para su suerte, pudo verla llegar junto a una deprimida Luna y una silenciosa Lana.

- Lori, por fin llegaste, yo, nosotras, estábamos...

- Lo estoy viendo.

Solo eso basto a Luan, pudo sentir la sequedad de aquella palabra, el asco de pronunciarla y el asco de casi escupírsela, retrocediendo involuntariamente de la que siempre había sido su más grande pilar.

- ¿Para esto nos llamaste?

- L..Lori, e..entiendo que lo de Lola sea importante, pero nosotras... nosotras... snif...

Lori no se quedó a escucharle, siguió su camino hasta el segundo piso mientras Luna intentaba consolar a la aterrada Luan, observando los daños, pensando en aquella jugarreta que la vida parecía estarle dando sin tregua alguna, notando al poco en la esquina a Leni, quien no se había movido de su posición en todo ese tiempo, pero que al notar a Lori no dudo en levantarse y aferrarse a esta, iniciando nuevamente su llanto aterrado mientras tiritaba al recordar el asco con el que le hablaron, el dolor de ser arrastrada y jalada del cabello o incluso el pensamiento de muerte que le produjo cuando el anciano derribo la puerta de su dormitorio, desahogando todo su terror en los brazos de la segunda persona en quien más confiaba, esperando que esta hiciese lo mismo con ella, envolverla y hacerla sentir segura, mientras le contaba todo su terror y está le cuidaba como tantas veces antes había ocurrido, como la gran hermana mayor que siempre había tenido.

Más, Lori solo veía a su hermana, nada nacía dentro de ella, ni siquiera levantar los brazos y fingir un abrazo para calmarle, nada de eso importaba.

- Lori, fue horrible snif ese... ese horrible hombre... el... snif...

- Leni, no estoy de humor, ve con Rita.

- Mamá no está... snif... no se donde está, quiero que me proteja... ella siempre lo hace... por favor... tengo miedo... snif...

Escuchar aquello solo aumento su molestia.

¿Protección? ¿Cariño? ¿Siquiera piedad?

Basura.

Todo eso era basura, todo lo que había en la cabeza de su hermana era basura colocada por la existencia más horrible que Lori era capaz de imaginar, una persona sedienta de poder, fría y que no le importa nadie, que no había tenido el corazón de proteger a una inocente alma por algo tan estúpido como el dinero, algo que solo lograba enfurecer más a Lori.

Rita solo le causaba dolor, era un odio creciente en su interior que ya no podía soportar, cada movimiento de esa mujer terminaba por destruirla un poco más y ya estaba harta, harta de todo, de ella, de su "madre", de esa impotencia que sintió cuando no pudo abrazar a Lola y solo pudo escuchar cuando ya todo había acabado el llanto de esa desgraciada criatura que se hace llamar su madre.

Ella... Rita... era la causante.

- Leni, ve con mamá.

- Pero... snif, ya te dije que mamá...

- ¿No está? ¿Te dejo sola? No es de extrañar, como si le interesases a alguien.

- ¿L..Lori?

- ¿Crees que vendrá a ti? ¿Por qué no lo hizo antes? Si ella te amara tanto estaría aquí contigo, ¿Extraño no?

- E..Ella me... snif... me quiere...

- Solo por qué eres estúpida, como los chicos en la escuela, una cara bonita con un cerebro diminuto, el blanco perfecto.

- M..Mientes...

- ¿Miento? ¿Yo? ¿La que siempre estuvo para ti incluso en momentos terribles como ahora? ¿Tan vacías son mis palabras para ti?

- P..Pero mamá...

- Entiéndelo Leni, por tu propio bien, - Lori acerco su boca al oído de su hermana, dejando sus labios justo al lado del oído de esta – Ella no te ama, nunca lo hizo, eres como una mascota, él día que no le sirvas...

- M..Mien...

- Solo recuerda, este momento, ¿Quién estuvo a tu lado Leni?

En ese momento Lori se separo de su hermana, dándole la espalda antes de dirigirse a su habitación, pero deteniéndose después de dar un paso hacia esta.

- No lo olvides.

Y tras eso se interno en su habitación, dejando sola a Leni... una vez más.

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