veintidós

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Lautaro, lo de comprar personas creo que no está bien.


Mi idea era hacer lo mismo que Aura hizo, solo que con la chica que siempre está pegada a Nina, quien supongo es su amiga.

Le ofrecí unas galletas. Y verás, no eran galletas cualquiera. Eran galletas que dentro tenían mermelada de frutos rojos. Un invento extraordinario, si me lo preguntas.

Ella, cuyo nombre no pregunté ni me interesa, aceptó de inmediato la ofrenda. Fue entonces cuando le pregunté por Nina y por ti.


Nina no tuvo la culpa.


Estuve a punto de arrebatarle mi ofrenda porque no quería otra respuesta encriptada. Pero ya las había abierto y se las estaba comiendo una tras otra. Yo no iba a tocar galletas ensalivadas.

Por fortuna volvió a hablar:


Siempre fuiste muy duro con ella. ¿Qué esperabas que hiciera?


Luego se distrajo. Dijo algo como que nunca se habría imaginado hablar contigo después de todo lo que había pasado. Y que creía que eras una horrible persona. Que, desde mi perspectiva, no está equivocada. ¿No crees?


Ese día le gritaste muy feo. Nina no sabía que estaban esas cosas en el campo. Nadie le dijo de ellas... Y no lo hizo porque quisiera retarte o hacerte enfadar. Estaba triste porque no estaba a tu altura. Porque no era suficiente para ti. Tonta.


Recordé al enfadoso niño que habló de ese campo. Ojalá le hubiera roto más cosas.


A Nina le duelen mucho sus dedos cuando hace frío. Se le acalambran las manos cuando las usa demasiado. ¿Se las has visto? Nina traía la piel colgando de sus dedos ese día. La mano derecha era un desastre.


Pero Nina puede correr aún.


Tú no, Lautaro. Tú estás roto.


Nina, la susodicha, llegó un poco después. Intenté mirar sus manos, pero no me lo permitió. Se llevó a su amiga, arrastrándola y amenazándola, tal como un verdadero demonio haría. Y temí. Temí porque me miró como si hubiera hecho algo terrible, sus ojos con la promesa de arrancarnos las entrañas.

Que esta carta conste como evidencia de que yo no tuve nada que ver con lo que sea que le haya hecho el demonio a su amiga. Y si me pasa algo, que sepas que fue ella.


Entiendo, y al mismo tiempo, no entiendo, Lautaro. Pero estoy cerca, bastante cerca. Te mando un pedazo de galleta de mermelada.

No la he mordido.

No tanto.


Ojalá mis cuervos te piquen las costillas.

-Atentamente, Lautaro falso.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro