12-Baile de media noche

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


—¡Tres! —Empujé a Arthur y lo obligué a meterse debajo de la mesa que estaba tras nosotros.

—¿Por qué lo hiciste? —refunfuñó.

—Quédate ahí, yo me encargo de Uriel —Me coloqué frente a él tratando de ocultarlo con la falda de mi vestido. A lo lejos vislumbré al rey quien me saludó con la mano y no hice más que sonreír, lo que él habrá tomado como una invitación porque se estaba acercando a mí—. Ay, no, ¿qué le digo?

—Elógialo, ama que lo vanaglorien. O bien puedes salir corriendo y evitarlo.

—Ya es tarde, ya está...

—Es un placer conocerla al fin, lady Fletcher.

—Aquí... ¡Su majestad, es un honor verlo! —exclamé denotando exagerada emoción— Me complace verlo aquí.

—Fui muy osado al haber venido, dado que no fui invitado —A pesar de que una resplandeciente sonrisa adornaba su perfilado rostro, su aura era completamente aterradora.

—¿Qué quiere decir con que no fue invitado?

—A mi hermano se le habrá pasado, supongo que él sabía que no me lo perdería por nada.

—Arthur es así, es un poco olvidadizo —Reí nerviosa.

—¿Y dónde está?, creí haberlo visto acá hace un momento.

—Le surgió un asunto. ¿Le parece bien si continuamos nuestra conversación al ritmo de la música?

—¿Me está usted invitando a bailar?

—Si no le molesta, por supuesto.

—Nunca antes me habían invitado —Me brindó su mano y la tomé—, estoy maravillado.

«¿Por qué se me ocurrió hacer esto?».

***

Luego de bailar con el rey y llevarme unas feas miradas cargadas con un poco de indignación de parte de casi todas las personas, tomé un respiro dejando descansar mi espalda sobre una fría pared. Le eché el ojo a la multitud, después del descanso de los músicos el ambiente se volvió agradable, las parejas bailaban por todo el lugar y las luces de las lámparas titiritaban al son de los instrumentos de cuerda.

Perdí a Arthur de vista por un largo rato desde que lo dejé bajo la mesa. Seguro se encontraba conversando sobre cosas que no me resultaban para nada interesantes, con personas que no me parecían para nada agradables.

Mientras tanto, yo estaba totalmente embelesada por aquel violista, anonadada por la suave forma en que se movían sus delicadas manos, y enamorada de su música. Me estremecía su pasión, sus expresiones y su canción. Definitivamente observarlo era placentero.

Desde siempre he tenido inclinación por este tipo de música, y más si era tocada por ese apuesto joven que de vez en cuando me miraba y sonreía con calidez.

—Si usted está falta de compañía, con gusto me ofrezco a invitarla a bailar —Creí escuchar a alguien tratando de llamar mi atención, pero yo no podía apartar la vista del lindo violinista—. Si no le molesta al duque, claro —Insistió.

Yo no deseaba bailar con él, y estaba segura de que Arthur tampoco lo querría, así que lo ignoré y permanecí contemplando aquella vista que me sonreía.

—Te aseguro mi buen amigo, que sí me molesta.

El hombre que me hablaba, mágicamente se marchó, a pesar de que no fui yo quien le echó.

La persona que se acababa de unir, se colocó enfrente mío, tapando por completo mi vista.

Logró que despegara los ojos del músico y lo fijara en él cuando me arrinconó lentamente contra la pared.

Me llevé cierta sorpresa, este era más apuesto que el anterior; más feroz, más osado. El único hombre al que le permitiría realizar su acción de hace un momento sin estampar mi mano contra su rostro. ¿Quién más podría ser sino el mismísimo Arthur Lancaster? El cual llevaba escaneándome con la mirada por un largo tiempo.

—¿De qué color es tu cabello? —preguntó, no tenía sentidos pero igual respondí.

—Es... ¿gris?

—¿Y tus ojos?

—Son...

—Maravillosamente verdes —respondió por mi y se mantuvo observándome por un  largo rato. 

La forma en que me miraba estaba despertando ciertas sensaciones en mí.   

—¿Vas a continuar devorándome con la mirada?, o... —Sujeté el pañuelo que llevaba anudado a la camisa y lo jalé acercando su rostro al mío. Al ser más alto que yo, se vio obligado a inclinarse— ¿vas a decirme de una vez qué es lo que deseas?

—¿Qué observabas con tanta atención, como para que ignoraras completamente al barón que te estaba invitando a bailar recién? —Se acercó más a mí a la vez en que me juzgaba con la mirada.

—Nada —Tuve que apartar mis manos de su camisa y posicionarlas en su pecho para evitar ser aplastada por su cuerpo—. Solo disfrutaba de la música, nada más.

—O quizás era a ese apuesto violinista con el que no parabas de intercambiar miradas.

—Es bueno ver que reconoces que es apuesto —Bromeé.

—No soy ciego, así que también vi como lo mirabas.

—¿Es así?, es que admiraba su forma de tocar —Reí nerviosa—. Además, ¿cómo sabías que él me miraba? ¿Será porque tú también lo hacías? —Noté como mi pregunta le sorprendió.

—No lo hacía —Apartó la mirada un poco... ¿Nervioso tal vez?

—No te juzgo, mi prometido tiene buen gusto. ¿Me das espacio? —Se apartó rápidamente, dejando un paso de distancia entre nosotros— Gracias, ahora si mes disculpas, iré al baño.

—Atenea, no vayas muy lejos, hay mucha gente, muchos extraños para ti.

—Únicamente iré al baño, nada más que eso Arthur.

«¿Por qué actúa tan raro?», mentí acerca ir al baño, solamente quería salir de ahí.

Me alejé lo suficiente y fui por algo de tomar.

Estaba muy relajada tomando vino cuando por... ¿Segunda vez ya?, volvieron a perturbar mi tranquilidad.

—¿Te diviertes? —Otra vez esa pregunta, pero provenía de otra persona.

—Tú... ¿Qué haces aquí?

—Porque yo sí que me divierto. Es entretenido verte fingir ser feliz. Sé la verdad Atenea, sé que no estás comprometida porque ames al duque, al igual que sabes que él no te ama a ti. Únicamente querías deshacerte de mí.

—Preguntaré una vez más, ¿qué haces aquí Froilán? No recuerdo haberte invitado y dudo que Arthur lo hiciera.

—¿Acaso importa?, vine a bailar al igual que todos —Se acercó a mi oído, su asqueroso aliento a alcohol casi me dejó sin olfato— y nada más que eso —concluyó con una risa desenfrenada e histérica.

—Lárgate.

—Que disfrutes tu vino, preciosa —agregó antes de retirarse.

—¡¿Qué?! —Olvidé que Atenea moría por culpa de ese mal nacido y yo aquí tomando vino después de hablar con él. No podía ser más estúpida. Estrellé la copa al suelo y corrí al baño, antes no quería ir, pero ahora definitivamente tenía que ir.

Intenté todas las formas que recordé de cómo hacer para vomitar. Tenía que hacerlo y sacarme lo que sea que había ingerido. Lo intenté tantas veces hasta que lo logré, no dejaría que él que me matara tan fácilmente.

Salí del baño sosteniéndome de la pared.

—Que lastima, era un buen vino —Y ahí estaba otra vez—. ¿De verdad creías que te envenenaría? —Sonrió levemente—, hay mejores formas —susurró para luego darse la vuelta e irse.

«Tengo que buscar a Arthur».

Busqué desesperadamente por todas partes hasta que por fin me topé con su mirada.

—Arthur, tengo algo que decirte.

—Lo que sea puede esperar —Me llevó de las manos al centro del salón y la gente comenzó a reunirse alrededor de nosotros.

—¿Qué es esto? —susurré.

—Atenea Fletcher... —Recé para que no fuese lo que estaba pensando— ¿Me concedería el honor acompañarme en este baile? —Tendió su mano.

—Sería un placer —Sonreí al tomarla—. Juro que por un momento me asustaste —le susurré al oído.

—Si estuviese completamente loco, te pediría que te casaras conmigo.

—Y si yo estuviese completamente loca, aceptaría casarme contigo.

Ambos sonreímos momento antes de perdernos completamente uno en la mirada del otro. Los minutos pasaban, la suave tonada nos hacía danzar de tal manera que olvidé que estaba rodeada de gente y solo lo vi a él, a nosotros, para mí no había nada más que la profundidad de sus ojos, la cual le hacía competencia a la oscuridad de la noche.

Y entonces me lo planteé por primera vez, pensé en hacer algo que deseaba y no me atrevía, pero él habló, recordándome una vez más la razón por la que lo odiaba.

—¿Por qué bailas de forma tan horrible? —No podría esperarse más de él, no sabía durar un segundo sin molestarme.

—Porque tengo un acompañante que baila tan mal, que tengo que rebajarme a su nivel y seguirle el paso —La sonrisa le fue borrada del rostro, él pareció indignado y yo lo disfrutaba.

—Alégrate, pues tienes la suerte de que me ofreciera a bailar contigo —Me acercó más a él y continuamos bailando mientras discutíamos.

—Inmoral —Le dije al oído.

—Indecente —respondió de igual manera y me hizo girar.

—Eres cruel.

—No me has visto siendo realmente cruel.

—Estúpido.

—Campestre.

—Qué palabra tan poco sofisticada, debería dejarlo y buscarme a un hombre de mayor finesa —Mis ganas de provocarlo aumentaron.

—No creo que ningún otro noble se sacrifique a estar con una campesina como usted —Sonrió vencedor.

—Eres malo —Lo pisé fuerte.

—¿Malo? —Sujetó mi cintura y me hizo dar una vuelta haciendo mi vestido danzar de una manera gloriosa, terminé la voltereta quedando en una posición inclinada mientras él sostenía mi pierna. Terminamos frente a frente recibiendo múltiples aplausos por el público—. Al parecer necesitas practicar más tus giros —susurró en mi oído.

—Tiéntame, y quien terminará girando la próxima vez serás tú, pero de cabeza —declaré con la voz agitada.

Entre risas y un par de discusiones, bailamos casi toda la noche fingiendo ser un par de amantes enamorados. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro