CAPÍTULO NUEVE: Luis

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Caracas, 13 de julio del 2022 12:51 pm

Quedan poco menos de 9 horas para el fin del mundo


Las luces de Caracas llevan casi dos horas apagadas, y es probable que no vuelvan a encenderse jamás. La recepción telefónica es pésima y apenas si permite que, de vez en cuando, la alarma se actualice en los teléfonos.

Sin electricidad y sin internet, poco se puede hacer. La ciudad está sumida en el caos. Desde su casa, Luis escucha gritos, cornetas e, incluso, disparos ocasionales. Definitivamente se siente como el fin del mundo —o como una rebelión contra el gobierno—.

Por la ventana ha visto cómo dos encapuchados entraban a la casa de enfrente por la fuerza. Todavía no salieron.

"Espero que doña Isabel y su hija se encuentren bien", piensa, a pesar de saber que lo más probable era que ninguna de las dos sigan con vida.

Su mejor amigo ha salido junto con otros chicos del barrio, más grandes que ellos, para saquear la licorería de la otra cuadra y emborracharse antes de morir.

A Luis lo invitaron, pero él no tiene ganas de ir. Su prioridad es otra, que espera poder cumplir cuando se aproxime el anochecer y la peor parte de la locura se haya diluido un poco.

Mientras tanto, su madre, aterrada, se ha pasado la mañana completa creando una barricada de muebles frente a cada posible acceso. La nevera está de lado, en el suelo, frente a la puerta principal. Encima de esta descansa la mesa, patas para arriba, y algunos electrodomésticos. Así, las ventanas también han sido bloqueadas. Todas, salvo la del cuarto de Luis, que será su ruta de escape.

Intercambia algunos mensajes con chicos del liceo en busca de información. Los textos tardan varios minutos en transmitirse, y eso ralentiza el proceso.

"No voy a morir virgen", se repite el adolescente una y otra vez. Le da igual si la chica es linda o fea. Alta o baja. Flaca o gordita. Solo quiere vivir la experiencia sexual una vez en la vida. Él es el único en su grupo de conocidos que no ha podido encontrar la oportunidad de acostarse con una mujer hasta el momento.

Solo tiene una regla que se ha autoimpuesto: ambos deben disfrutarlo. Y no es que su moral sea alta ni que se considere a sí mismo un caballero, sino que Luis cree que no podría regocijarse en el sexo si su pareja está gritando de dolor o pidiendo ayuda. Eso le arrancaría el deseo. Le apagaría las ganas.

Carlos le dice que Juan seguro tiene información sobre algunas prostitutas. Juan responde que nunca guardó los números, pero que le puede preguntar a su primo, que es el que se las recomendaba. El primo de Juan dice que tiene los datos en el computador, que no puede encender porque no hay luz. Pero promete llamar a José, que es el proxeneta amigo suyo que siempre le hace descuentos.

Así, alrededor del mediodía, Luis recibe lo que tanto anhelaba: un listado de nombres —apodos, en su mayoría— y teléfonos.

Lee las opciones varias veces en busca de la que más llame su atención.

Abigail

Brenda

Tessa

Estrella

Claudia

Teresa

Ariana

Reina

Mimi

Astrid

Lucila...

"No tengo tiempo para andar indeciso", se dice Luis, y decide escribirles a todas para ver cuáles responden.

Redacta el mensaje con prisa y sin cuidado. Cuando termina, lo selecciona y lo copia para poder pegarlo a cada uno de los contactos que acababa de recibir.

Sospecha que muchas no responderán, ya sea porque tienen otros planes para sus últimas horas de vida —lo cual le resulta entendible y aceptable— o porque ya han sido contratadas hasta que acabe la cuenta regresiva.

Luis no sabe cómo hablarles, qué debe decirles. Relee lo que puso y se pregunta si es obvio que es virgen o que es adolescente. Si se reirán de él. Si ha brindado más información de la debida. Si ha sonado como un viejo degenerado o qué.

Y ni siquiera sabe si las prostitutas son bonitas o no. Igual, a esta altura, le es indiferente. Solo quiere quitarse las ganas de coger antes de morir.

Hay veinticuatro nombres en total en la lista. Confía en que le conteste, al menos, una de las chicas.

"Hola mami! Tienes planes lo q queda de hoy? Me gustaria coger contigo y pago en dólares. Dame un horario y dirección y ahí estaré. Tu jefe me paso el numero."

Aguarda casi veinte minutos a que los mensajes terminen de enviarse. Y luego otros veinte más para que lleguen los primeros rechazos.

Reina ya tiene cliente. Lucila no trabaja más. Tessa se burla de él porque de nada le sirve el dinero si el mundo se va a acabar.

Luis comienza a perder la esperanza cuando su teléfono vibra con una notificación de Brenda:

"Hola! Xq no vienes a la fiesta dl fin del mundo? Empieza en dos horas. Sexo, cervezas y entrada gratis. No necesitas identificación solo avisa que vas de parte de Brenda y te dejan entrar y ya. T espero ;) corazón"

Al final de aquella invitación sale la dirección del evento. Luis no puede dejar de sonreír, la erección presiona fuerte contra su ropa mientras imagina todo lo que experimentará al llegar. Sueña despierto con mujeres atractivas y desnudas que se mueven al ritmo de la música. Cierra los ojos y esboza la escena ideal, con una morena apenas mayor que él, sentada sobre su regazo mientras sube y baja cada vez más rápido. Se ve como en las películas yankees.

Luis no puede evitarlo, comienza a masturbarse. Cree oír en su mente los quejidos de placer de la prostituta. El sueño es tan realista que incluso detalla con cuidado el modo en el que los pechos de la mujer rebotan con pesadez ante cada movimiento. Desea tocarlos, estrujarlos entre sus manos, lamerlos y chuparlos.

Por algunos instantes, se olvida de que el fin del mundo se aproxima. Las preocupaciones desaparecen, el miedo a la violencia en las calles deja de importarle porque está convencido de que, en apenas un par de horas, dejará de ser virgen. Y no solo eso, sino que también podrá experimentar posturas varias, como las que ve siempre en páginas de pornografía. Tiene unas cuatro o cinco fantasías que espera poder cumplir antes de que la cuenta regresiva llegue a su fin.

Está cada vez más excitado.

"¿Podré hacer un trío?" se pregunta. Y, con la imagen mental de dos rubias arrodilladas frente a su pene con la boca abierta, eyacula.

Abre los ojos. Sus hombros se relajan y una sonrisa sincera aparece en su rostro. Irá a darse una ducha y luego se preparará para salir. Espera que nadie note sus intenciones.

"Perdón, mamá".



Gracias a @Kathwriter por ayudarnos a adaptar mejor el capítulo al contexto venezolano. 

Y gracias a todos por leer :)

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