6 | Lo siento.

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6| Lo siento.

Ellie.

Soy un estorbo y una preocupación constante para las personas que me rodean.

Soy una cobarde por no salir de este hueco en donde me encuentro hundida.

Soy...

Coloco las manos en mis oídos hecha un ovillo en la cama, como si así pudiera callar mis tormentosos pensamientos.

Una mierda de semana he pasado. Los pensamientos intrusivos me apagan de golpe y me hunden más de lo que estoy. Descartarlos cada vez se vuelve más difícil.

No tengo fuerzas para levantarme de la cama, no quiero hablar ni ver a nadie, pero me atraviesa una punzada de dolor al recordar todas las veces que papá ha venido a mi habitación, deja cada una de mis comidas en el escritorio y se sienta en la cama para hablarme de cualquier cosa, esperando a que diga algo.

No recibe una respuesta y, al caer la noche, deposita un beso en mi frente para retirarse.

Lo siento muchísimo, papá.

Son las nueve y media de la noche y continuo hecha un ovillo en mi cama.

Kora y Max han llenado de mensajes el grupo de WhatsApp con la intención de preguntar por mi estado, pero no he respondido ninguno. No tengo ánimos para eso, y quizá soy una egoísta por ello.

El pensamiento de que sólo están conmigo por la lástima que les causo logra que mis ojos ardan por el ya conocido nudo en mi garganta.

Aleja esos pensamientos negativos, Ellie. Me obligo.

Notificaciones seguidas provocan que busque el celular entre las sábanas y lo encienda.

Es del grupo de WhatsApp.

Kora: ELLIE DOROTHEA, RESPONDENOS. POR FAVOR.

Kora: Perdón por hablarte en ese tono ;(, al menos dinos que estás bien.

Max: Pequeña hada, estamos preocupados por ti. ¿Estás bien?

El pecho se me comprime un poco.

Max: ¿Sabes qué? A la mierda, vamos a tu casa en este preciso momento.

Kora: ¡Sii! Primera vez que utilizas ese cerebro que tienes.

Max: Muy graciosa -.-, espero que estés lista porque ya salgo a tu casa.

Es de noche y hoy es viernes, puede que los dos tengan otros planes, así que me apresuro a responder:

Estoy bien, chicos. No se preocupen y disfruten de su viernes.

Luego de un par de minutos, Kora responde un «ya vamos en camino».

Trago saliva para aligerar el nudo en mi garganta y me vuelvo más pequeña en la cama.

Al cabo de un largo tiempo en el que sólo quería gritar hasta arrancarme esta horrible sensación de pesadez, la puerta de mi habitación se abre y encienden las luces, debido a que estaba sumida en oscuridad.

Max y Kora se miran en silencio de pie en la puerta, y yo me acomodo en la cama para dirigirles la mirada.

Los ojos de Kora se cristalizan y abre sus brazos para mí, no tardo en salir de la cama y caminar hacia ella para que me envuelva en un abrazo cargado de consuelo.

Las lágrimas no tardan en salir y mis sollozos es lo único que se escucha.

Max se une al abrazo y acaricia mi cabello con suavidad.

—Estamos aquí para ti, Ellie.

Y, con eso, me permito llorar todo lo que contuve en esta semana.


〃〃〃〃

Hace unos minutos atrás, Max y Kora me obligaron a salir de mi habitación y ahora nos encontramos en la sala de estar, presenciando los raros—pero graciosos—pasos de baile de Max.

Sinceramente, parece un gusano en una fruta intentando buscar refugio para que no lo trituren en la licuadora, sin embargo, sé que lo hace para distraerme y sacarme al menos una sonrisa, algo que agradezco y le agradeceré siempre.

Kora, en cambio, se la pasa en grande y no tarda en carcajearse a tal punto de rodearse el estómago con sus brazos porque de tanto reírse le duele.

—De-detent...–no termina de hablar cuando le llega otra carcajada al ver como el moreno se enreda con sus pies y su trasero toca el piso.

Él se tumba con los brazos abiertos y se une a las carcajadas de mi amiga.

Sus risas son como una dulce melodía para mis oídos.

Papá llega hacia donde estamos con un plato de galletas recién hechas y tres tazas de chocolate caliente. Muestra una ancha sonrisa y sacude su cabeza con diversión cuando observa a mis dos amigos reír ruidosamente,  luego me mira con una cálida añoranza en sus ojos celestes.

Sé que extrañas que yo ría como solía hacerlo, papá. Yo también lo extraño.

—¡Galletas!–Kora ama las galletas.

—¡Chocolate caliente!–Y Max ama el chocolate caliente, en realidad, ama todo tipo de comida.

Reprimo una sonrisa, parecen niños pequeños.

—Cortesía de mi parte por haber sacado de esa habitación a mi Ellie tras esta dura semana–dice papá con destellos de agradecimiento en su mirada.

—Lo haríamos todas las veces que sean necesarias, ojos de gato.–«ojos de gato» es el apodo que le puso Kora a papá, y, aunque éste le dirige una mirada de advertencia, sé que en el fondo le agrada.

Max, desde el piso, asiente con solemnidad y le da un sorbo a su chocolate.

—Yo...–los tres me miran expectantes y cojo una gran bocanada de aire para añadir:–. Siento mucho que se preocupen por mi culpa–miro a Max–, sé que tú tenías alguna salida a algún bar con tu equipo–lo conozco lo suficiente y sé que le gusta disfrutar de los fines de semana–. Lo siento por hacer que ahora mismo no estés disfrutando–miro a Kora, que ha dejado de comer galletas para mirarme–. Sé que hoy tenías planeado encerrarte en tu habitación para ver esos dramas coreanos que tanto te gustan, mientras comes helado de chocolate, como todos los viernes. Lo siento por hacer que no estés chillando como loca cuando suceda algo emocionante.

Observo a papá, sus ojos se encuentran cristalizados.

Por más «lo siento» que les diga, nada cambiará este horrible sentimiento de culpa por hacerles pasar un mal rato a las personas que amo.

Quisiera deshacerme de esta culpa que siento, pero no sé cómo lograrlo. Trago saliva con fuerza y me obligo a hablar:

—Papá...–acaricio su mejilla como todas las veces que él ha hecho conmigo–, en otro momento adivinaría lo que estarías haciendo un viernes, probablemente llevándonos a algún restaurante; ir a jugar a los bolos u otro lugar que nos despejara la mente–sonríe con nostalgia–, pero todo eso cambió gracias a mí; yo soy la culpable de que debajo de esos lindos ojos tengas oscuras ojeras y una constante preocupación, y yo...–las lágrimas amenazan con salir, pero las retengo y no dejo que salga ninguna–, no sabes cuánto lo siento.

No sé descifrar la mirada de los tres, pero no me gusta y me rodeo con mis brazos en busca de algo de apoyo.

—Ellie...–habla Max y me mira directo a los ojos–, sí, tal vez en este momento estaría en algún lujoso bar, pero te equivocas al decir que no estoy disfrutando, ¿sabes por qué? Porque aunque no fue tu risa la que sonaba en esta casa, en algún momento de mi ridículo baile pude ver una pequeña sonrisa en ese rostro tan bonito que tienes, y no sabes cuánto lo disfruté, además...–alza su taza de chocolate–lo estoy disfrutando mucho más si hay chocolate caliente de por medio–se ríe.

Le enseño una media sonrisa y le doy un sorbo a mi chocolate caliente.

Quisiera no sentirme así.

—Eres más importante que todos los dramas coreanos que existen–asegura Kora después de un corto silencio, y me señala con el dedo índice–. No sigas pensando que no disfruto estando a tu lado. Eres mi amiga y sabes que disfruto de tu compañía.

Asiento y me guiña un ojo.

Papá me rodea con sus brazos y deposita un beso en mi frente. Quiero pensar que no soy una carga para él y que estará para mí en todo momento, aún cuando algún día se entere de la verdad.

De sólo pensar en eso se me instala un mal presentimiento en el pecho.

—Cielo, ¿estás bien?–papá escudriña mi rostro con confusión–. Parece que hubieras visto a un fantasma.

No me odies, papá.

Realizo un gesto para restarle importancia y trato de sonreírle, pero me resulta difícil.

Sé que Kora y Max no pasaron por alto la angustia que probablemente se reflejó en mi rostro, pero no comentan nada y les agradezco internamente por ello.

—Iré por más galletas–comenta papá levantándose del sofá.

Cuando se pierde dentro de la cocina, exhalo el aire que tenía retenido y me paso una mano por mi cabello.

—Ellie...–comienza Kora.

Max le hace señas con los ojos y su gesto casi me hace reír.

—Hoy no–respondo.

Ella asiente, compresiva.

Hoy no, porque temo que ustedes también me odien.

El timbre de la casa suena y frunzo el ceño. La mayor parte del tiempo no recibimos visitas y las dos personas que siempre vienen, están tomando chocolate conmigo.

Arreglo mi coleta alta un tanto descuidada y me dispongo a caminar para abrir la puerta.

Al abrirla, frunzo el ceño con confusión.

¿Qué...?

—Hola.

—¿Qué haces aquí, Ryan?–mi voz sale más brusca de lo que imaginé.

Es inevitable no estar a la defensiva con este chico, ¿qué me pasa? Es como si lo detestara y apenas hemos cruzado palabras.

Alza la caja de pizza que tiene en sus manos y muestra una sonrisa de dientes blancos.

—Quise venir a disculparme por lo que te dije el día que nos conocimos, y pienso que la pizza es un buen puente para comenzar desde cero–me abruma como sus ojos mieles miran a los míos con tanta intensidad, y aparto la mirada–. También vine porque...–duda en decirlo y traga saliva–estaba preocupado, puesto que no has vuelto a ir al consultorio.–susurra.

Bufo y ruedo los ojos en el proceso.

—Ni siquiera nos conocemos, ¿y ya estás preocupado por mí?–niego con la cabeza–. Es mejor que te regreses a casa, no necesito a más personas en mi vida que se preocupen por mí.

Intento cerrar la puerta pero su pie se interpone.

Lo miro con cansancio y ahora es su turno de fruncir el ceño.

—¿Qué te pasa conmigo? Lamento haber dicho que tu sonrisa era falsa, pero no creo que eso sea lo que te tiene tan enojada, ¿o sí?–me tiende la caja de pizza–. Vengo para intentar comenzar desde cero, e incluso te digo que también vine porque estaba preocupado y te comportas así.

Ya no tiene el ceño fruncido, ahora sólo refleja desilusión.

Dudosa, acepto la caja de pizza y ninguno rompe el contacto visual.

—¿Te cuesta mucho creer que una persona quiere ser tu amigo o que se preocupe por ti?–dice, con un tono de voz bajo.

—Yo...n-no...

—¿Todo bien, Ellie?–Max se sitúa a mi lado y mira con un poco de desconfianza a Ryan.

—Sí, ya él se iba.

—¿Ryan?–papá llega hasta nosotros y yo maldigo internamente–. Por Dios, afuera hace algo de frío, pasa o Elisabeth me matará por dejar que su hijo pesque alguna enfermedad–bromea y luego me mira–. ¿Por qué no lo habías dejado entrar, cielo?

Me ahorro responder y me adentro a la casa, no sin antes notar una pequeña sonrisa en el rostro de Ryan.

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¡Hola, holaa bellezas! ¿Cómo se encuentran el día de hoy?

•¿Qué planes sueles tener los fines de semana?🌤️

•¿Prefieres ver dramas coreanos, leer un buen libro o ver una buena película? 💫

•¿Chocolate caliente o galletas? ☕🍪. Yo soy amOlosdulcEs3000, help

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