Cuando llego al bar, mis amigos me preguntan por Yugyeom. Mis señas lesindican que no quiero hablar.

Respetan mi silencio y no vuelven a preguntar.

Mi buen amigo Lay se acerca a mí y me pide una Coca-Cola.

—Bebe… Te sentará bien.

Una hora después, ya estoy más relajado.

Lay se ha encargado de hacerme
sonreír y sólo me ha permitido beber Coca-Cola.

Según él, el alcohol no es bueno
para las penas. Mientras todos hablamos, me fijo en su brazo.

Su tatuaje me llama la atención.

Por ello lo agarro y lo acerco a mí.

—¿Éste es nuevo?

—Sí, ¿te gusta?

Asiento.

Siempre me han gustado los tatuajes y los hombres que los llevan.

Algo que, ni por asomo tiene Taehyung. Su piel es suave e impoluta, algo de lo que carece Lay, que
es tatuador y un ferviente amante de grabar su piel.

De pronto, se me ocurre algo.

—Lay, ¿tú me harías un tatuaje?

Sus almendrados ojos me miran.

—Claro que sí. Cuando tú quieras, Jungkook.

—¿Cuánto me cobrarías?

Lay sonríe

—Nada, cielo. A ti te lo hago gratis.

—¿En serio?

—Que sí, tontito.

—¿Me lo harías ahora?

Sorprendido, deja su cerveza sobre el mostrador y repite mis palabras:

—¿Ahora?

—Sí.

—Son las cinco de la madrugada.

Sonrío. Pero, dispuesto a conseguir mi propósito, me acerco a él.

—¿No crees que es una hora estupenda para hacerlo?

No hace falta seguir hablando. Lay me agarra con fuerza de la mano y salimos del bar.

Nos subimos a su moto y me lleva hasta su estudio, su negocio de
tatuajes.

Al entrar, enciende las luces y yo miro a mi alrededor. Cientos de dibujos
colgados por las paredes, el trabajo de Lay durante todos aquellos años.

Tribales, nombres, caricaturas, dragones…

—Bueno, don Impaciencia. ¿Qué tatuaje quieres que te haga?

Sin moverme, sigo observando las fotos hasta que veo algo y entonces sé lo que deseo tatuarme.

Se sorprende cuando se lo digo, pero buscamos en sus plantillas lo que quiero.

Decidimos el tamaño.

No muy grande, pero que se vea.

Decidido, trabaja en la plantilla.

Veinte minutos después, me mira.

—Ya lo tengo, precioso.

Nervioso, respondo afirmativamente. Me lo enseña.

Observo su diseño y sonrío. Me invita a sentarme en la camilla donde hace los trabajos.

—¿Dónde quieres que te tatúe?

Durante unos instantes, dudo. Quiero que aquel tatuaje sea algo muy íntimo, que sólo vea quien yo quiera y que siempre… siempre me recuerde a él.

A Taehyung.

Al final convencido de lo que quiero, me toco justo encima de mi depilado pubis y susurro:

—Aquí, quiero que lo tatúes aquí.

Lay sonríe. Yo lo hago también.

—Nene, será un tatuaje muy sensual. Lo sabes, ¿verdad?

—Sí, lo sé —contesto.

Lay asiente y pregunta, mientras coge una aguja:

—¿Estás seguro, Jungkook?

—Sí —afirmo con rotundidad

—Vale precioso, entonces túmbate.

Mientras hablamos y escuchamos una canción, Lay trabaja sobre mi cuerpo. Los pinchazos de la aguja me duelen, pero no es comparable con el dolor que tengo en mi corazón por culpa de
Taehyung.

Sobre las siete de la mañana, Lay deja la aguja sobre la mesita y me lava con agua.

—Ya está, precioso.

Me levanto, ansioso por ver el resultado.

En boxer, me dirijo hacia un espejo y el corazón se me encoge al leer sobre mi pubis: «everything you want».

Cuando llego a casa, sobre las ocho de la mañana, estoy agotado y algo dolorido por el tatuaje.

Pero abro el portátil.

Descargo las fotos que hice con mi móvil y decido cuál enviar.

Después abro mi correo y escribo.

De: Jeon Jungkook

Fecha: 22 de julio de 2012 08.11

Para: Kim Taehyung

Asunto: Noche satisfactoria

Para que veas que lo que te prometí lo cumplo y lo disfruto.

Atentamente,

Jeon Jungkook

Adjunto al mensaje una foto en la que se me ve sobre una cama con Yugyeom besándome.

El tatuaje ni lo menciono.

No se lo merece. Quiero que se sienta mal.

Que vea que sin él mi vida sigue.

Tras leer el escueto mensaje cien veces, lo envío. Cierro el portátil y me marcho a dormir.