🌹30🌹

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Por la mañana, la tonalidad de mi cara
es más verde que roja. Me miro en el
espejo y me desespero. ¿Cómo puedo
tener esta pinta?

Por favor, ¡si parezco Hulk!

Vale…, no es que sea una belleza, pero vamos, verme así es terrible, es
deprimente.

Pobre Taehyung. Vaya novio que
tiene. Cuando regreso a la habitación en la radio suena Satisfaction de los Rolling Stones y canto. Esa canción siempre me recuerda a mis amigos de Busan. Comienzo a bailar mientras canto a voz en grito. Taehyung sube a darme un beso antes de marcharse a trabajar y, sorprendido, me mira desde la puerta, hasta que soy consciente del deprimente espectáculo que le estoy ofreciendo y me paro, aunque mis
hombros siguen el ritmo mientras me
acerco a él.

—Me encanta verte así de feliz.

Sonrío. Le doy un beso.

—Esta canción me trae muy buenos
recuerdos de mi gente.

—¿De alguien en especial?

Con una maquiavélica sonrisa, asiento. Taehyung cambia su gesto y, dándome un azote de lo más sensual, exige con posesión:

—¿De quién?

Divertido por lo que voy a decir,
explico:

—De Yugyeom… —Y cuando su
mirada se tensa, prosigo—: De Rose…

Me da otro azote y otro más. Pica,
pero me río. Cambia su gesto a otro más
divertido y murmura mientras me
masajea la nalga enrojecida:

—No juegues con fuego pequeño o
te quemarás.

—¡Mmm!, me gusta quemarme. —Y
contoneándome, susurro—: ¿Quieres
quemarme?

Taehyung me retira de su lado y resopla.
Lo tiento. Me desea. Después menea la
cabeza hacia ambos lados.

—Tú recupérate, que, cuando lo
estés, prometo quemarte.

—¡Guau! —grito, y sonríe.
Después me da un beso.

—Que tengas un buen día, cariño.

Dicho esto, se va. Está a cinco metros de mí y ya lo echo de menos. Pero he quedado con Min ho para comer y sé que me lo voy a pasar bien. Asomado a la ventana, veo cómo se aleja su auto y, de pronto, suena el teléfono. Mi hermana.

—¡Hola, tontooooooooooooo!

—¡Hola, gordita! ¿Cómo estás? —le
pregunto riendo mientras me tumbo en la
cama para hablar con ella.

—Bien. Cada día más rellenita, pero
bien. ¿Y tú que tal, cómo andas?

Su voz suena algo triste, pero yo con
el subidón de lo ocurrido segundos antes
con Taehyung, respondo:

—Pues mira, Yang mi, no te asustes.
Estoy bien, aunque soy igualito que el
increíble Hulk. Anteayer me caí en la
nieve. Tengo la cara que parece un
cuadro de Picasso y puntos en la barbilla. Con eso, te lo digo todo.

—¡Tontoooo, no me asustes!

Al ver que se alarma, añado:

—Pero ¿no ves que estoy tranquilamente hablando contigo? Ha sido un golpecito de nada. No dramatices, que te conozco.

Durante más de una hora hablo con
ella. La noto bien, pero hay algo que no
sé…, no me deja contento. Cuando cuelgo el teléfono me visto y bajo al comedor.

Sarah está pasando el aspirador, y al verme, lo para y pregunta:

—¿Cómo está hoy, joven?

—Mejor, Sarah.

A las doce aparece Min ho con el
encargo que le hice cuando supe que iba
a venir y cuando me ve se queda sin
habla. Aunque le he avisado por teléfono, no puede dejar de impresionarse al contemplar mi rostro. Sentados en el salón comemos lo que Sarah nos ha preparado mientras charlamos.

—Tengo que contarte algo, Min ho.

—Tú dirás.

Divertido, lo miro y murmuro:

—El otro día me encontré con Yeji
y le di dos cachetadas y una patada en el
culo. Vale, antes de que digas nada, sé
que estuvo mal. Soy un adulto y no puedo ir comportándome como un delincuente, pero, oye, reconozco que me sentí bien al hacerlo y que si no hubiera sido por las caras de todos los que nos miraban, le habría dado siete más.

El tenedor se le cae de las manos, y
ambos nos reímos. Le cuento lo ocurrido
y maldice no haber estado allí para
haber aprovechado como Chung ha y darle
su deseado bofetón. Cuando terminamos
de comer, en vez de sentarnos en el salón, decidimos ir a mi cuarto. Se sorprende de lo bonito que lo estoy dejando y, cuando ve el árbol de Navidad rojo en un rincón, mi comentario es:

—Mejor no preguntes.

Animados, nos sentamos en el cómodo sillón rojo que me ha regalado Taehyung, y tras charlar un rato, pregunta:

—Entonces, ¿todo bien con Taehyung?

—Sí. Discutimos, nos reconciliamos
y volvemos a discutir. Bien.

—Me alegro —dice riendo—. Y en
lo sexual, ¿bien también?

Pongo los ojos en blanco y asiento.
Ambos nos reímos.

—Increíble. Cada vez que quedamos
con Yoongi y hacemos un trío es
indescriptible. Me vuelve loco ver la
pasión que pone Taehyung. Cómo me
ofrece… ¡Oh, Dios, me encanta cómo
me poseen entre los dos! Nunca había
pensado que lo pudiera pasar tan bien en algo que al principio me parecía
escandaloso.

—El sexo es sexo, Jungkook. No hay que darle más vueltas. Si a ustedes como pareja les gusta y lo disfrutan,¡adelante!

—Ahora lo disfruto, Min ho. Pero
antes, te aseguro que pensaba que las
personas que lo hacían eran unas
depravadas. Pero la sensación que me
produce sentirme tan deseado y cómo
ellos me hacen suyo…

—Calla…, calla que me excitas.
¡Soy un depravado! —Ambos reímos, y
él añade—: Por cierto, hablando de
depravación, ¿te ha dicho Taehyung algo de la fiesta privada de esta noche? —Niego
con la cabeza—. Estoy seguro de que los han invitado, pero en tu estado seguro
que Taehyung ha declinado la oferta.

—Normal. Con la pinta que tengo.
Mejor no sacarme de casa, que asusto
—me burlo, y los dos nos reímos. Pero,
curioso, pregunto—: ¿Va mucha gente a
esa fiesta?

—Sí. La verdad es que sí va bastante gente. La suelen hacer en su bar de intercambio de parejas, y te aseguro que allí va lo mejor de lo mejor. —Y bajando la voz, murmura—: El año pasado en esa fiesta Woojin y yo hicimos realidad una de nuestras
fantasías.

Durante un rato me explica sus
experiencias. Todas son morbosas y
excitantes. Me encanta hablar con Minho
tan abiertamente de sexo. Nunca he
tenido un amigo con el que poder
conservar con tanta sinceridad de esto y
me gusta. A las cinco se marcha. Tiene
que arreglarse para la fiesta.

Eon Jin llama para ver qué tal estoy, y tras ella, Chung ha. Está encantada con su
cita de esa noche. Le doy ánimos y le
pido que mañana me llame y me cuente
qué tal fue todo.

Por la tarde, Yong ho regresa del colegio. Tras hacer sus deberes lo espero en mi habitación. Cuando entra le enseño los patines en línea que le había encargado para él a Min ho. Aplaude.

Una vez que se pone las coderas, rodilleras y casco, comenzamos sus clases con el
skateboard. Como era de esperar, se
desespera. Lo primero que hay que
aprender es a saber cuál es el centro del
equilibrio de uno.

Le cuesta un poco, aunque al final lo consigue, pero poco más. Cuando oímos el auto de Taehyung, rápidamente dejamos todo en su sitio.

No debe saber ni notar que estamos
practicando con eso. Yong ho a su
cuarto de estudios, y los dos
disimulamos muy bien. Me saco del
bolsillo de mi pantalón un chicle de
fresa y lo mastico.

Cuando Taehyung viene a mi cuarto a
buscarme, me encuentra sentado en el
suelo, mirando la pantalla del
ordenador.

—¿Por qué no te sientas en una
silla? —pregunta.

—Pues porque me gusta mucho sentarme en esta mullida y carísima alfombra. ¿Hago mal?

Se agacha y me da un beso. Está
guapísimo con su caro abrigo azul y su
traje oscuro. Su aspecto de ejecutivo es
imponente, y me encanta. Me pone. Me
da la mano y me levanto, y entonces,
sorprendiéndome, me entrega un
precioso ramo de rosas rojas.

—Feliz día de los Enamorados, pequeño.

Boquiabierto y asombrado me quedo.
¡Qué romántico!

Mi Iceman me ha comprado un precioso y maravilloso ramo de rosas rojas por el día de los Enamorados, y yo ni le he felicitado ni tengo nada para él.

¡Soy lo peor!

Taehyung sonríe. Parece saber lo que pienso.

—Mi mejor regalo eres tú, bebé. No necesito nada más.

Lo beso. Me besa y sonrío.

—Te debo un regalo. Pero de momento tengo algo para ti.

Sorprendido, me mira, y saco el paquete de chicles del bolsillo. Se lo enseño. Sonríe. Saco uno. Lo abro y se lo meto en la boca. Divertido por lo que aquello significa para nosotros, pregunta:

—¿Ahora te van a salir los ronchones y la cabeza te va a dar vueltas como a la niña del exorcista?

La carcajada de los dos es deliciosa.

—La nueva modalidad es mi cara
verde y mis puntos. ¿Puede haber algo
más sexy para un día de los Enamorados?

Taehyung me besa y, cuando se separa de
mí, digo:

—Me ha comentado Min ho que esta
noche va a una fiesta en un bar de
intercambio de parejas. ¿Tú sabías
algo?

—Sí. Pero decliné la oferta. No estás tú para muchas fiestas, ¿no crees?

—Pues sí…, pero, oye, si hubiera
estado presentable, me habría gustado ir.

Taehyung me besa y me mordisquea el
labio inferior.

—Pequeño viciosillo, ¿tan necesitado estás? —Yo me río y niego con la cabeza, y él comenta mientras me aprieta contra él—: Ya habrá otras fiestas. Te lo prometo. —Y al ver mi mirada, pregunta—: A ver, bebé,
¿qué quieres preguntar?

Yo sonrío. Cómo me va conociendo.
Y acercándome a él, pregunto:

—¿Has hecho alguna vez un
boybang?

—Sí.

—¡Hala, qué fuerte!

Taehyung ríe por mi contestación.

—Cariño, llevo más de catorce años
practicando un tipo de sexo que para ti
de momento es una novedad. He hecho
muchas cosas, y te aseguro que algunas
de ellas nunca querré que las hagas. —Y
al ver que lo miro en busca de saber
más, indica—: Sado.

—¡Ah, no!, eso no quiero —aclaro.

—Tengo sed. ¿Quieres beber algo?

Enamorado, con mi ramo de rosas en
la mano, camino de su mano por el
enorme y amplio pasillo de la casa. De
pronto, cuando llego a la cocina y entro,
Sarah me mira con una sonrisa, y yo
grito:

—¡Susto!

El animal corre hacia mí, y Taehyung lo
para. No quiere que me haga daño. Pero
el animal está como loco de felicidad, y
yo todavía más. Tras abrazar con
cuidado a Susto y decirle mil cosas cariñosas, miro a mi machote de ojos
azules y, sin importarme que Sarah
esté delante, le abrazo y murmuro:

—Eres lo más bonito que ha parido tu madre y te juro que me casaba contigo ahora mismo con los ojos cerrados.

Taehyung sonríe. Está pletórico. Me besa.

—Lo más bonito eres tú. Y cuando
quieras…, nos podemos casar.

¡Oh, Dios!

Pero ¿qué acabo de
decir?

¿Le acabo de pedir matrimonio?

Pa matarme.

Susto da saltos a nuestro alrededor,
y Taehyung, parándolo, comenta, divertido:

—Como verás, le he puesto la bufanda para el cuello que le hiciste. Por cierto, está tremendamente afónico.

—¡Aisss, que te como Iceman! —
exclamo riendo y lo beso.

Apasionado por aquel bonito momento, estoy tocando a Susto, que no para de moverse por lo contento que está, cuando veo algo en las manos de Sarah. Es un cachorro blanco.

—¿Y esta preciosidad? —pregunto
mientras lo miro embobado.

Sin soltarme de la cintura, nos
acercamos a Sarah, y Taehyung comenta:

—Estaba en la misma jaula que Susto. Por lo visto es el único de su camada que ha sobrevivido, y debe de tener como mes y medio me han dicho. Susto no se quería venir conmigo si no me llevaba a este pequeño también. Tenías que haberle visto cómo lo agarró con la boca y salió de la jaula cuando lo llamé. Luego, fui incapaz de devolver al cachorrito a la jaula.

—Es usted muy humano, señor —
murmura, emocionada, Sarah.

—Es el mejor —asiento, dichoso.

Ante nuestros comentarios, mi feliz
Iceman sonríe y dice, mirando al
cachorro:

—Lo que no sé es de qué raza será.

Con mimo, cojo al cachorro. Es
gordito y esponjoso. Una preciosidad.

—Es un mil razas.

—¿Un mil razas? Y ése ¿qué perro
es? —pregunta Sarah.

Taehyung, que ha entendido mi broma,
sonríe, y yo, con el cachorro en mis
manos, le aclaro a Sarah:

—Un mil razas es un perro que tiene
de todas las razas un poco y ninguna en
especial.

Los tres nos reímos. Sarah, feliz, se marcha para contárselo a Norbert. Yo dejo al cachorro en el suelo, y Taehyung dice mientras sujeta a Susto para que no me salte encima.

—¿Te gustan tus regalos?

Encantado y enamorado, lo beso y
musito:

—Son los mejores regalos, cariño.
Y tú eres el mejor.

Taehyung está feliz. Lo veo en su mirada.

—De momento, se pueden quedar en
el garaje, hasta que les hagamos una
caseta fuera.

Yo le miro. Eso no se lo cree ¡ni loco!

—Vale…, pero hoy déjales que se
queden en casa. Hace mucho frío.

—¿En casa?

—Sí.

En este preciso momento, el
cachorro, que camina por el suelo, se
mea. ¡Vaya meada que echa!

Taehyung me mira y, con seriedad, pregunta:

—¿Dentro de casa?

Parpadeo. Le guiño un ojo y, con
complicidad, cuchicheo:

—Que sepas que acabas de aumentar
la familia. Ya somos cinco.

Mi alemán cierra los ojos y entiende
perfectamente lo que acabo de decir y
antes de que diga alguna de sus groserías,
le apremio:

—Vamos, Tae —digo mientras cojo
al cachorro—. Démosle la sorpresa a Yong ho.

—¿Susto no le dará miedo?

Yo niego con la cabeza.

Sin hacer ruido, nos dirigimos hacia
su habitación de juegos. Con cuidado,
abro la puerta y hago entrar al animal.

—¡Susto! —grita el niño, y lo
abraza.

Las carcajadas de Yong ho son
maravillosas. ¡Colosales! Y el perro se
tumba panza arriba para que le rasque la
barriguita. Durante un rato, la felicidad
del pequeño es plena, hasta que ve en
mis manos algo que llama su atención.

Con los ojos como platos, se acerca a
mí y pregunta:

—Y éste ¿quién es?

Taehyung, dichoso y, sobre todo,
sorprendido por la felicidad que ve en
su sobrino, explica:

—Cuando fui a buscar a Susto,
estaba con él en la jaula. Susto no quiso
dejarlo solo y se vino con nosotros.

El niño, alucinado, mira a su tío. Dos
perros. ¡Dos! Yo, encantado, dejo al
cachorro en sus manos.

—Este pequeñín será tu superamigo
y supermascota. Por lo tanto, el nombre
se lo tienes que poner tú.

Yong ho mira a su tío, y cuando ve que
éste asiente, sonríe. Mira a continuación
al cachorro blanco y dice, tras guiñarme
un ojo:

—Se llamará Calamar.

Un enorme nudo de emociones se
agolpa en mi garganta al escucharlo, y
sonrío. El pequeño pone el pulgar ante
mí, yo pongo el mío, y terminamos con
una palmada. Nos reímos. Taehyung me besa en el cuello y susurra en mi oído al ver a su sobrino feliz:

—Cuando quieras, ya sabes…, me
caso contigo.

Si  ven alguna incoherencia xfa avisenme

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro