"Es peor el remedio que la enfermedad", bien lo dice el dicho y no podía ser más cierto que ahora.

Al parecer el cauce natural de la vida consiste en aprender de los errores que se cometen, pero al fin y al cabo seguimos siendo humanos, tardamos demasiado en comprender esta simple regla.

En pos de la mejora de nuestras condiciones, ya de por si muy ventajosas para la humanidad debido a los avances tecnológicos que han llegado con estos prósperos tiempos, debía necesariamente haber algún problema y vaya problema.

El dominio del mundo ya no consistía en la guerra o en la economía, sino más bien en la cura de las enfermedades, aquel que fuera capaz de mitigar las dolencias de la gente y curar las enfermedades que las aquejan, tendría a sus pies a todas las naciones del mundo para manejarlas a su antojo.

Bajo este propósito maquiavélico, detrás de las puertas de los institutos de investigaciones más importantes del mundo, se había mantenido durante mucho tiempo una lucha silenciosa.

Muchas cosas cambiaron desde entonces y un montón de teorías conspiranoicas se formaron alrededor de estos eventos, algunas más macabras que otras.

Así transcurrió el tiempo en una aparente calma, hasta que aquel endemoniado virus se propagó debido a una fuga en un laboratorio de uno de los institutos, no por nada era llamado el V666.

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Todo comenzó durante una plácida noche, los gritos me despertaron y al observar por la ventana, la gente huía despavorida en todas direcciones de un enemigo aún invisible para mí.

La ciudad bien iluminada, las enormes pantallas y los hologramas andantes, alertaban del inminente peligro desconocido.

"Sujetos de prueba han escapado del laboratorio central y están sueltos en la ciudad, de aspecto peculiar: tienen la piel pálida, provistos de colmillos y son alérgicos al sol, además de tener fuerza sobrehumana. Se recomienda tener cuidado si se encuentra con uno y mantenerse alejado, aún no se conocen los daños que estos individuos puedan ocasionar".

Casi de manera inmediata mi cerebro relacionó aquella particular descripción a una sola palabra: "Vampiros", era algo obvio que los medios los comenzaran a llamar de esta forma también, lo note cuando encendí la televisión después de que aquel evento me quitara el sueño por completo, e intentado mantener la calma aseguraba todas las puertas y ventanas.

Me mantuve alerta con un bate en la mano, solo por si acaso y como si el peligro hubiera sido invitado a mi casa, de un gran golpe descomunal la puerta estalló, solo logre ver una silueta y salí corriendo de allí sin nada más que el bate que llevaba en la mano y no me detuve hasta llegar al centro de la ciudad, no me importo que estuviera en pijama.

Todo estaba bastante calmado y muy vacío, solo las repetidas advertencias provenientes de las pantallas retumbaban en las calles; el ambiente se sentía bastante extraño, cargado de una tensión inexplicablemente abrumadora.

De pronto una mujer apareció corriendo frenética como seguramente yo lo había hecho hace unos segundos y se detuvo frente a mí cuando me vio empuñar el bate.

— Viene hacia acá — advirtió casi sin aire.

— ¿Quién? — pregunte preocupada.

— Es uno de ellos, es justo como lo describieron — tomaba bocanadas de aire entre palabra y palabra.

En cuanto terminó su frase, aquella criatura apareció mostrando sus enormes colmillos en una aterradora sonrisa de satisfacción al vernos, el miedo me impulso a correr de nuevo, no importaba la dirección que tomará, solo comencé a mover mis piernas y deje a aquella mujer atrás.

— ¡¡Ayuda!! — oí su grito ahogado ya lejos.

Me detuve por un instante y voltee al escuchar aquello, me percate de que el sujeto no me perseguía, probablemente ya había atrapado a su presa; aún sabiendo que era peligroso, decidí regresar por aquella mujer que probablemente ya estaría muerta o algo peor.

Regrese sobre mis pasos cuidadosamente y empuñando el bate con fuerza, me recargue en la esquina antes de mostrarme por completo, y pude oír un sonido que no podía asociar a nada conocido mezclado con un par de gemidos leves.

Reuní todo el valor que me fue posible y respire hondo, di un salto acompañado de un enorme grito que supuestamente alejaría a aquel horrible ser, pero lo que vi fue completamente todo lo contrario a lo que me había imaginado.

El "vampiro" sujetaba con fuerza los brazos de la muchacha y estaba encima de ella besándola apasionadamente, tan concentrado en su cometido que ni siquiera se inmuto de mi presencia hasta aproximadamente un minuto después cuando que sus ojos me observaron, estos parecían vacíos, como perdido,s y luego soltó a la muchacha quien aún permanecía tumbada en el pavimento; retrocedí con cautela preparada para propinarle un batazo magistral, pero él simplemente volteo y se marchó en dirección opuesta.

Examine los alrededores durante un momento y luego me dispuse a ayudar a la muchacha a levantarse.

— ¿Qué paso? — pregunte mientras la sujetaba del brazo.

— No lo se, él solo se abalanzó sobre mi y en cuanto me tuvo controlada, me dio un beso que casi me deja sin aliento — contestó mientras se paraba y arreglaba su atuendo — porque casi me ahogo — agregó de inmediato al ver que podría malinterpretar sus palabras.

Sonreí ante su singular parlamento; después de aquel extraño suceso ambas nos despedimos y tuve que regresar a casa, no sin antes pasar por una armería a comprar un paralizador, solo por si aquel atacante misterioso seguía en casa.

Afortunadamente no había nadie en casa, solo la puerta malograda y desperfectos menores en ese sitio, tuve que llamar a la policía y también a quien me arreglara la puerta.

Toda la noche permaneció relativamente tranquila después de aquello, salvo por un par de ambulancias y sirenas que se oían a lo lejos; pero sin duda la visita del policía me dejo con una gran interrogante, "¿por que no la ataco a usted?" pregunto durante el interrogatorio y no supe que contestar; no podía sacarme aquella duda, "¿Por que no me había atacado?".

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A la mañana siguiente, diversos autos de la institución patrullaban las calles buscando a sus sujetos experimentales, de los cuales no había rastro alguno, seguramente se habían escondido del majestuoso sol radiante que resplandecía como nunca lo había visto antes.

Los noticieros informaban que 30 sujetos habían escapado del laboratorio y que eran prácticamente inofensivos, excepto por el hecho de que se alimentaban de la saliva humana, lo cual explicó el suceso de la noche anterior; también advirtieron que era muy probable que los besos prolongados ocasionaran los mismos síntomas en los individuos afectados y que debíamos mantenernos alertas sobretodo durante la noche, "genial ahora debo cuidarme de estos vampiros besucones" me habló el pensamiento.

Como era domingo, yo no planeaba salir de casa y decidí dirigirme a la ducha para despejarme, fue entonces cuando me di cuenta que mi aliento tenía un particular olor espantoso y eso era debido a que la noche anterior había degustado una rica pasta de ajo, entonces mis neuronas comenzaron a funcionar y de manera automática sonreí frente al espejo, ¿acaso era esa la razón por la que aquel vampiro no me había besado a mí?...