Capítulo 23

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Jennie tuvo que hacerse prácticamente de todo desde ese momento, empezando por consolar a Haerin, que lucía demasiado confundida y llorosa por la extraña situación en la que se encontraba su mamá.

Lisa, para no asustarla más de lo que ya estaba, se escapó al baño para seguir sollozando. Su mente se seguía sintiendo demasiado confundida por lo que acababa de pasar, incrédula y aterrada por el miedo de que le quitaran a su bebé. La idea la paralizaba por completo, como si estuviera a punto de enloquecer ante el pánico.

Mientras tanto, la alfa dejó que Haerin llorara en sus brazos, consolándola con arrullos suaves y tiernos. Poco a poco, la niña se empezó a calmar.

—Bien, bien —Jennie le besó la frente, limpiándole las mejillas del rastro de lágrimas—, ¿qué tal si ahora dormimos, Haehae?

—Papi —barboteó, y la alfa soltó feromonas paternas, cálidas y envolventes para la bebé—, papi...

Debió sentirse más que relajada en ese ambiente, pensó Jennie, pues no le costó demasiado hacerla dormir. La observó un rato antes de ir hacia la habitación de Haerin, recostándola en su camita.

—Tranquila —le susurró, arropándola para que no pasara frío—, papá se encargará de todo, cachorrita. Te protegeré a ti y a mamá.

Una vez consideró que la bebé ya no despertaría, se dirigió al baño, abriéndolo y encontrándose con el desastre que era Lisa. No le sorprendió encontrársela en el suelo, abrazándose las piernas, así que Jennie se inclinó y la agarró por la cintura. La omega la abrazó ahora del cuello, dejándose levantar.

—Mi amor —Jen habló, sentando a la menor en la tapa del inodoro—, ven, vamos a limpiar esta linda carita.

—Nini —tartamudeó, frotando sus ojos como para alejar las lágrimas—, yo... lo... lo si-siento...

—¿Qué sientes? —Jennie abrió la llave del lavamanos—. ¿Tener que cuidarte ahora? No digas tonterías. Eres mi omega, te amo, y es mi responsabilidad cuidarte, cariño.

Eso pareció hacerla llorar más, pero Jennie no le tomó mucha importancia, mojando sus manos para quitar el rastro de lágrimas de las mejillas de su novia. Tenía la carita y ojos hinchados debido al llanto, sin embargo, seguía siendo muy hermosa para Jennie.

—Tengo miedo —admitió Lisa, dejando que la alfa le limpiara la nariz también, haciéndole sonar su nariz. Era como ser una niña pequeña siendo atendida, aunque eso no lo hacía desagradable—, no quiero... ¿qué tal si...?

—No te adelantes —le interrumpió, amorosa—. No voy a dejar que ese idiota nos quite a nuestra hija, Lili. Si es necesario que contrate a los mejores putos abogados del mundo, lo haré.

Lisa parecía aturdida ante sus palabras, tratando de procesarlas, y Jennie sólo la
abrazó con fuerza, como si pudiera unir las partes rotas de la omega con ese gesto.

De su desesperada y sollozante omega. La castaña lo podía percibir a través de su lazo, de la marca que compartían, lo atormentada que se sentía, como si no pudiera ver un rayo de esperanza. A Jennie no le importaba: ella se encargaría de que su pareja no perdiera esa brillante sonrisa que siempre traía encima. No dejaría que le arrebatan a su cachorra, a esa bonita bebé que era suya también. Haerin era su hija, era parte de su manada.

La omega pareció notar los pensamientos de la alfa, porque le devolvió el abrazo por el cuello. A pesar de ser ligeramente más alta, a Lisa le encantaba rodearla con sus brazos de esa forma.

—Es tuya —le susurró Lisa—, es tu hija. Es nuestra hija. Nuestra bebé. Tuya y mía. Eres su único padre, mi amor...

—Y como su padre, la voy a cuidar con mi vida —le prometió Jennie—. Te lo juro por mi alma, bebé. Ese imbécil no nos la va a quitar bajo ningún motivo.

Lisa sólo asintió con la cabeza, incapaz de hablar y con el corazón encogido en miedo. Sin embargo, sabía bien que confiaba en Jennie, con su alma, sin ninguna duda. Era capaz de confiar en ella incluso con los ojos cerrados.

—Te amo —le aseguró.

—Yo también te amo —contestó Jen—, a ti y a nuestro cachorrita.

Jennie se encargaría de que ese imbécil no arruinara esa preciosa familia que tenía.

***

Lo primero que hizo Jennie, al día siguiente, fue llamar a sus padres. Su padre era un accionista mayoritario de una empresa de alimentos, por lo que conocía a muchos contactos influyentes que pudieran ayudarle en conseguir un buen abogado.

Lo aprovechó, además, mientras iba a trabajar a la universidad. Dejó a Lisa con Jisoo y Haein, que fueron a verla apenas su novia los llamó para conversar con ellos. Sabía que sus amigos le iban a cuidar, además que también tenía claro que la omega necesitaba de su propio espacio para hablarlo con otras personas.

—¿Un abogado? —preguntó su padre, confundido—. ¿Y eso para qué, Jennie?

La alfa vaciló un momento antes de decidir contarle la verdad. Estaba al corriente de que eso iba a significar que sus padres se involucraran más de lo debido, pero tal vez, Jennie podía aprovecharse un poco de eso.

¡¿Cómo?! —escuchó que el hombre gritó indignado al otro lado de la línea—. ¡¿Qué ese imbécil quiere quitarnos a nuestra
nieta?! ¡¿Quién se ha creído?!

Jennie escuchó los insultos de su padre, dándole la razón cuando se detenía a respirar antes de seguir, sirviendo también para canalizar sus propias injurias contra el imbécil de Kangsan.

¡Te daré los mejores contactos que tengo! —le aseguró su padre—. ¡Es más, dame todos los datos posibles de esa familia, voy a averiguar lo que pueda de esos idiotas!

En un inicio, Jennie tenía muchas dudas acerca de incluir a sus padres en ese proceso, sin embargo, decidió que sería lo mejor para espantar a Kangsan. Sabía, según Lisa, que la familia de ese alfa tenía dinero y contactos, por lo mismo, de seguro contrataría a un buen abogado también para lograr su objetivo. A ella no le importaba el dinero, para nada, pero tampoco dejaría que ese cretino lo usara en contra de su novia.

—Gracias, papá —dijo Jennie.

Dile a Lisa que no se preocupe, ¡no vamos a permitir que les quiten a su hija! —agregó Hyunsuk vehemente.

Mientras tanto, la omega se encontraba en su departamento, tratando de controlar el llanto, mientras oía los insultos de Haein.

—¡Maldito sinvergüenza! —exclamaba indignado el alfa—. Ya se las verá, ¡cuando lo vea, le voy a romper la cara! Aprenderá a no meterse más contigo ni con Haerin.

Jisoo, en tanto, observaba a las niñas jugar en la habitación de la bebé. Estaba al cuidado de Danielle ese día, a quien aprovechó para que estuviera con Haerin y jugara con ella. Su cachorrita era muy cuidadosa con la pequeña, sin ser brusca ni agresiva, tratando de explicarle todo con paciencia a la gatita.

—Kangsan dijo que pagaría la manutención correspondiente —dijo Lisa, con dolor en su voz y aspecto cansado. Jisoo caminó hacia ella, sentándose a su lado y agarrándole la mano—, ¿cuánto serán? ¿Unos millones de wons? Los podrá pagar sin problema.

—Tienes pruebas de que no quiso hacerse cargo desde un inicio —apoyó Jisoo—. Nosotros testificaremos a tu favor, Lisa. Además, todos saben lo que ocurrió en el colegio.

Ese recuerdo provocó que la pelinegra hiciera una mueca de dolor, como queriendo no recordar lo que pasó en esa época. Haein y Jisoo compartieron una mirada discreta, pues vieron, en primera fila, lo mal que la pasó Lisa en ese último año escolar.

Ellos le dijeron mil veces que Kangsan sólo jugaba con ella, sin embargo, ciega de amor, a Lisa no le importaba mantener esa relación a escondidas. Y, cuando todo finalmente se terminó, ellos estuvieron allí para tratar de reparar a una rota y desconsolada Lisa.

—Además —agregó Haein—, Jennie está contigo. Yo también hablaré con mis padres para buscar un abogado que nos ayude. No me llevo bien con esa mocosa —añadió con tono ligero, queriendo bromear—, ¡pero si me la quitan, me enfadaré demasiado! ¿Con quién pelearé entonces?

Lisa sonrió con debilidad, escuchando las voces de Danielle y Haerin provenientes de la habitación. Su cachorra, a pesar de todo, parecía no haberse dado cuenta de la situación, porque había estado jugando todo el día, especialmente desde que llegó la pequeña alfa a hacerle compañía.

Otra vez apareció la idea de lo que podía ocurrir en caso de que Kangsan siguiera adelante, y un escalofrío recorrió su cuerpo. Casi de inmediato, su marca ardió.

Llegaré pronto, pareció decir el enlace con Jennie.

Sus músculos se relajaron levemente. Su alfa siempre tenía ese poder calmante en ella.

—¡Mamá!

Los tres saltaron en su lugar al escuchar el grito, volteándose hacia el pasillo, donde Danielle les miraba con una expresión tímida. Detrás, Haerin se sostenía de la pared, tambaleándose.

—¿Qué pasa, Dani? —preguntó Jisoo, entrando en ese maternal rol que tenía ahora. Danielle sonrió y corrió hacia ella, abrazándola por las piernas—. ¿Tienes hambre, cariño?

—No —Haerin cayó al suelo, pero volvió a levantarse con rapidez, y Haein la sorprendió, agarrándola. La bebé gritó—. ¡No, feo! —exclamó Danielle, y fue donde el hombre.

—¿Cómo? —gritó Haein, atónito, antes de que su rostro se tornara indignado—. ¡¿A quién le dices feo, enana?! —se puso de pie, llevando a Haerin contra su pecho, que empezó a protestar.

—¡A ti, feo! —chilló Dani, agarrándolo del pantalón—. ¡No toques a mi Rinnie!

Jisoo comenzó a regañar a Danielle, mientras que Lisa parpadeó en confusión. Haein, más indignado, también se dedicó a chillar. Haerin reclamaba, pero todos la ignoraban.

—¿Tu Rinnie? —decía Haein, burlón—. ¡Pues déjame decirte, enana, que no es tuya! Es más, ¡la acabo de comprar para llevármela ahora!

—¡Nooooooooooooooo! —gritó Dani, y pateó a Haein en la pierna.

—¡Danielle! —gritó Jisoo—. ¡Haein, no le sigas el juego, por Dios!

—¡Pero me pateó! —se quejó el alfa—. ¡Te voy a pisar, mocosa!

—¡Rawr! —gritó Danielle, antes de lanzarse a morder la pierna del alto—. ¡Suelta a mi Rinnie!

Jisoo rodó los ojos, con Haein chillando por el dolor y el pasmo de haber sido atacado de esa forma. Lisa no pudo evitarlo, y comenzó a reírse ante la situación tan tonta que estaba viendo en primera fila, como si se le hubiera quitado un peso de encima.

Finalmente, Haein tuvo que dejar a Haerin
en el suelo, que enseguida fue agarrada por Danielle. La niña mayor la tomó por la cintura, levantándola, mientras la bebé chillaba por la felicidad.

—Dani —comenzó a decir Jisoo, tratando de ponerse seria—, ¡no puedes morder a tus tíos!

—Mmm... —Danielle se veía desinteresada por el regaño—. ¡Que no vuelva a tocar a mi omega!

Las risas de Lisa se detuvieron, aunque se transformaron en un atragantamiento que se volvió en tos. Jisoo cubrió su rostro, como si no pudiera creerlo, y ahora, Haein comenzó a carcajearse, a pesar de estar frotando su pierna, en el lugar donde fue mordido.

—¡Meya! —chilló Hae, riéndose porque Danielle le levantaba—. ¡Upa, Dan!

—¿Qué es esto?

Los jóvenes se voltearon hacia la puerta, donde estaba Jennie, con una expresión de sorpresa. De seguro esperaba encontrarse con Lisa llorando y siendo consolada, y no con esa irrisoria situación.

Danielle dejó en el suelo a Haerin.

—¡Papa! —gritó la bebé.

—¡Tía Jennie! —exclamó Danielle, corriendo para saludarla.

—Jisoo —habló Haein—, deberías controlar a tu hija. Creo que me pegó la rabia.

—Eso ya lo tenías de antes —replicó la azabache.

Jennie seguía viéndose más que confundida, tomando en brazos a Danielle, a pesar de que pronto Haerin se le pegó a la rodilla. Tuvo que hacer malabares para agarrarlas a ambas, que se veían muy felices en brazos de la alfa.

Lisa se hizo a un lado en el sofá, dejando que Jennie se sentara a su lado, y le dio un beso suave en la mejilla.

—¿Estás bien, cariño? —consultó la castaña.

—Sí —agarró a Haerin, acariciándole su carita suavecita y sacándole unas risitas—, las chicas me han hecho reír hoy. ¿Puedes creer que Danielle ha reclamado a Haerin
como suya?

—¿De verdad?

—¡Sí! —soltó Danielle con entusiasmo—. ¡Hu-e-le muy bien! Rinnie será omega, y mía —añadió con orgullo.

—¿Insistes con eso? —provocó Haein—. Ya se la compré a Lisa, me la llevaré hoy.

Comenzó un nuevo berrinche. Jisoo tuvo que agarrar a Danielle para que no fuera a morder a Haein.

Sin embargo, Lisa se sentía mucho más relajada y tranquila ante esa visión, sabiendo que contaba con sus amigos en todo.

***

Una semana después, conocieron a la que sería su abogada para ese caso: Bae Joohyun, una alfa y prima lejana de Jennie. Según la alfa, su padre la contactó ya que se especializaba en casos de familia, e iban a tener su primera reunión ese día.

La fueron a ver a su oficina, y Lisa se sorprendió al notar lo bonita que era. Se parecía un poco a Jennie, pudo apreciar, con el rostro más afilado y, tal vez, un aspecto mucho más frío.

—Hola, Joohyun —saludó Jennie, sacándola de sus pensamientos.

La mujer sonrió con suavidad. Así, se veía mucho menos seria y algo cálida.

—Hola, Jennie. Vamos, pasen —añadió, antes de extender su mano hacia Lisa—. Me presento, soy Bae Joohyun. El padre de Jennie me habló un poco sobre su caso.

—Soy Lalisa Manoban —dijo la omega, tímida. Hae, en sus brazos, miró a la mujer con extrema curiosidad—, y ella es nuestra cachorra, Haerin Manoban.

Joohyun saludó a la bebé, que le devolvió el gesto con una sonrisita, mostrando sus dientes delanteros. Eso fue suficiente para relajar a Lisa, pues Haerin tenía un gran sentido para juzgar a las personas.

La alfa las invitó a sentarse. La omega pidió permiso para dejar a la cachorrita en el suelo, y cuando obtuvo una respuesta positiva, no tardó en hacerlo. Haerin comenzó a tambalearse alrededor del cuarto, aunque parecía ser consciente de que no debía tocar nada.

—Supongo que la bebé a la que se refería tu padre es Haerin —comentó Joohyun, viendo de reojo a la niña.

—Sí —habló Jen—. Conocí a Lisa el año pasado, fue una estudiante mía, y comenzamos a salir —levantó sus manos con inocencia ante la mirada que le dirigió Bae—. No vayas a juzgarme, la universidad no lo prohíbe.

Joohyun soltó un pequeño bufido. La omega sintió sus mejillas un poco coloradas en señal de vergüenza.

—De todas formas —prosiguió Kim—, somos una pareja establecida ya. En unos días, Lisa se mudará a mi departamento y queríamos iniciar los trámites legales para darle mi apellido a Haerin.

Joohyun anotó un par de cosas en su computadora, asintiendo en silencio.

—¿Cuántos años tiene Haerin? —preguntó.

—Un año y siete meses —habló Lisa, sacando un papel del bolso que llevaba—. Esta fue la notificación que nos llegó del tribunal...

La alfa agarró el papel, leyéndolo con rapidez y sin hacer un comentario, antes de volver su vista a Lisa.

—¿Qué tal si me cuentas su historia? —dijo con amabilidad.

Lisa apretó los labios un instante, algo contrariada, pues no le gustaba hablar demasiado sobre lo que pasó años atrás. Le hacía sentir muy, muy avergonzada, y como una idiota que cayó ante Kangsan.

Sin embargo, sabía que Joohyun necesitaba saber todo eso. Después de todo, se iba a convertir en su abogada.

—Yo tenía diecisiete años y era mi último año de preparatoria —comenzó a decir, sin mirar a nadie en particular—. Kangsan era un compañero de generación, pero de otra clase. Él era muy... muy conocido en el colegio, era como el típico alfa de buena familia, con mucho dinero, que además era un buen partido. Muchos de mis compañeros omegas siempre le miraban —Jennie le agarró la mano con cariño—. Él y yo coincidimos en un taller de Artes y, um, comenzamos a salir.

La alfa se le acercó con esa sonrisa fácil que ponía, con un gesto de amistad y relajación. En un inicio, Lisa no lo tomó mucho en cuenta, pues era un poco tímida cuando se encontraba sin sus amigos. Sin embargo, Kangsan insistió e insistió, hasta que a ella no le quedó más remedio que prestarle atención.

En un inicio, el alfa sólo quería algo de ella: que le ayudara en sus tareas. Lisa tenía una leve reputación de chica estudiosa, y Kangsan estaba un poco en problemas, reprobando algunas asignaturas por irresponsable.

—Fue una relación secreta —dijo Lisa, haciendo un mohín—, es decir, sólo... él y yo...

—Me imagino lo que ocurrió, Lalisa —le interrumpió Joohyun, amable.

A Kangsan le hizo mucha gracia enamorarla. Enamorarla. Parecía gustarle mucho llevarla a la cama, o ni siquiera eso, sino sólo follársela en la escuela, en algún rincón donde nadie los descubriera. Lisa no podía creer cómo fue tan idiota, dejándose usar de esa manera y pensar que eso era amor.

—Cuando quedaban unos meses para terminar la preparatoria —continuó la omega—, quedé preñada. Así que le conté a Kangsan, fui a su casa para decirle, pero él... él negó que fuera suyo —más vergüenza la golpeó—. Él me insultó, dijo que no era de él y que no se haría cargo del bebé. Además, su madre también estaba allí e hizo lo mismo: renegó que ese bebé fuera de su hijo y me echó de la casa.

De pronto, Haerin volvió donde ella, abrazándola por una de sus piernas. Lisa le sonrió con amor.

—Traté de hablarlo mil veces más con él, pero Kangsan simplemente me ignoraba y, además, se lo contó a sus amigos, que hicieron correr la historia por el colegio —agregó—. De pronto, todos sabían que yo estaba embarazada y no sabía quién era el padre, y ese tipo de rumores. Al salir de la preparatoria, no supe nada más de Kangsan ni de su familia.

—Entonces... —habló Joohyun con pausa—, ¿él jamás se hizo cargo de Haerin?

—No —Lisa fue tajante con eso—. De ninguna forma. No la reconoció ni con apellido, ni con una manutención. No quise llevarlo a juicio, además, porque no me importaba —añadió a último momento—, yo tenía claro que, si él pagaba una pensión por mi bebé, podría tener ciertos derechos para verla, y no me interesaba eso. Y a él tampoco le importaba... al menos hasta ahora.

Joohyun asintió con la cabeza, todavía anotando en su computadora lo que parecían ser todos los detalles.

—Mira —dijo ella, comenzando a hablar en un tono lento—, seré honesta con ustedes dos, para que sepan a lo que nos atenemos —ante esa voz, Lisa no pudo evitarlo, y se tensó—. El tema de la custodia es muy, muy complicado de resolver, y más si el padre biológico exige estar con el cachorro.

—¿Cómo? —Lisa comenzó a alterarse—. Pero él...

—Si bien él no ha pagado la manutención, si se le exige y lo cumple, entonces puede pedir también compartir la custodia —Joohyun hizo un mohín—. La Justicia, a pesar de todo, trata de ser imparcial, aunque a veces la cague.

—¡Pero no es justo! —saltó Lisa, pálida y con labios temblorosos—. ¡Él jamás... jamás se ha interesado en Haerin! Nunca preguntó por ella, ¡ni siquiera sabe cuándo cumple años!

—La única forma en que se resuelva esto —dijo Joohyun—, es que él renuncie a la paternidad frente a un juez. Necesitaré el contacto de su abogado para poder iniciar las negociaciones con él. Eso implicaría verlo y tener una conversación entre los cuatro. Si logramos convencerlo...

Jennie tomó en brazos a Haerin, que se veía un poco confundida por el aspecto de Lisa. Sin embargo, la omega se veía incapaz de mirar a su hija, tan asustada con lo que podía pasar en esa reunión.

Hablaron un poco más con Joohyun, donde ella pidió otros detalles, antes de despedirlas. Les prometió que les volvería a llamar cuando concertara esa reunión con el abogado, y Jennie se hizo cargo de llevar a Haerin, pues Lisa seguía alterada con lo ocurrido.

¿Cómo era posible que la justicia tuviera esa posición? ¡Kangsan jamás se hizo cargo de Haerin, en ningún sentido! Y ahora, pretender actuar como el mejor padre del año, cuando con suerte conocía su nombre...

Jennie le agarró la mano.

—No te preocupes —le aseguró—, Joohyun sabe llevar estos casos. Ella nos aconsejará lo mejor, bebé.

—Pero... pero...

—Te lo juro: no nos van a quitar a Haerin —insistió, y Lisa quería creerle. Por Dios que quería creerle.

A pesar de que su corazón sólo se apretara en dolorosa angustia, como anticipándose a lo que iba a ocurrir.

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