[8] : CAUGHT IN THE ACT

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CAPÍTULO 8 // PILLADOS EN EL ACTO

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EL SEGUNDO TRIMESTRE DE SU QUINTO AÑO ESTABA EN PLENO APOGEO, BAJO EL CONTROL DE UMBRIDGE. Blaire Hope estaba lista para abandonar, ya había tenido suficiente de la cara de sapo rosa. La castaña se quedaba con el trío más a menudo de lo que pensaba que debería. No encontró la necesidad de estar con sus amigos Slytherin; ellos nunca fueron tan buenos amigos de todos modos. Y con el infame trío confiando en ella, Blaire se encuentra más cómoda con ellos. No tiene que tratar de ser una "mala" persona, puede ser ella misma.

Blaire caminaba con Harry y Cho Chang, mientras sostenía su libro de hechizos de Magia Oscura en sus manos. Ella no entendía por qué caminaba con Harry y su crush desde hace dos años; Cho Chang. La morena volvió a sentir la punzada de celos golpeando contra la boca del estómago. Quería gritar y golpear su estómago repetidamente para dejar de tener este sentimiento. Blaire no estaba celosa de Cho Chang. A ella no le importaba que Harry se estuviera riendo con ella. A Blaire no le importaba que Cho hubiera besado a Harry en la última reunión del ED. A pesar de que Blaire no le importa, ella sabe que, en el fondo, sí le importa. Pero su ego es demasiado grande para admitirlo.

—Harry, Blaire —gritó Hermione, con Ron corriendo detrás de ella, mientras ambos empujaban a la gente.

Los dos se detuvieron frente a ellos y Hermione volvió a hablar.

—Hagrid ha vuelto.

Un brinco de emoción había chispeado a través del cuerpo de Blaire. Le gustaba mucho que Hagrid enseñara Cuidado de Criaturas Mágicas, extrañaba no tener al medio gigante en Hogwarts.

El cuarteto corrió hacia la cabaña de Hagrid, deteniéndose abruptamente.

—¿Por qué está Umbridge aquí? —susurró Blaire, mientras se escondían detrás de la ventana.

El trío se encogió de hombros, tan confundidos como ella. Luego se volvieron hacia la ventana, capaces de escuchar lo que los dos adultos estaban hablando.

—Es la última vez que lo digo —le dijo la voz aguda de Umbridge a Hagrid—. Le ordeno que me diga dónde ha estado.

—Ya se lo he dicho. Me he ausentado por motivos de salud —dijo Hagrid bruscamente.

—¿Por motivos de salud? —articuló Blaire, mientras se volvía hacia Harry.

—¿Su salud? —preguntó Umbridge, obviamente no creyéndose la excusa del medio gigante.

—Sí. Un poco de aire fresco, ¿sabe?

—Ya. Como guardabosques, le debe de costar encontrar aire fresco —dijo Umbridge lentamente, mirando alrededor de la pequeña cabaña.

—Quiero decir, no se equivoca —estuvo de acuerdo la morena. El trío la hizo callar, y ella les rodó los ojos.

—Yo en su lugar, no me acostumbraría demasiado a estar de vuelta —dijo Umbridge con severidad—. Es más, no me molestaría en deshacer la maleta.

Con una última mirada petulante, Umbride salió de la cabaña, y se fue directa al castillo. Los cuatro entraron y Hagrid notó que la morena llevaba la túnica de Slytherin.

—¿Blaire Hope? ¿Una Slytherin?

—Oh, no te preocupes, está bien —dijo Harry—. Su padre es de La Orden.

Hagrid asintió.

—Esto es alto secreto, ¿de acuerdo? —empezó él y los cuatros jóvenes asintieron—. Dumbledore me mandó para tantear a los gigantes.

—¿Gigantes? —preguntó Blaire—. ¿Los encontraste?

—Bueno, no son tan difíciles de localizar, para ser sincero. Son enormes, ¿entiendes? —le contestó Hagrid, haciendo un gesto a su gran ojo morado.

—Intenté convencerlos para que se uniesen a la causa, pero no era yo el único que intentaba ganárselos.

—¿Mortífagos? —preguntó Ron.

—Sí. Intentando persuadirlos para que se unieran a Quien-Vosotros-Sabéis.

—¿Y lo han hecho? —preguntó Blaire con curiosidad.

—Les di el mensaje de Dumbledore. Supuse que alguno recordaría que él fue bueno con ellos. Supuse...

—¿Y ellos te hicieron eso? —preguntó Hermione con preocupación, refiriéndose a las cicatrices y al ojo morado de su rostro.

—No, no exactamente —Hagrid agitó la cabeza, mientras se apoyaba el filete crudo en su ojo morado.

Fang ladró, babeando por el filete crudo que Hagrid había puesto sobre su ojo morado.

—Toma, toma, todo para ti, dormilón.

Fang tomó el filete con aprecio mientras se lo comía ansiosamente.

Hagrid se volvió hacia la ventana, y vio nubes oscuras que cubrían el cielo sobre el castillo.

—Está cambiando el tiempo. Como la última vez —se detuvo, y después de un momento continuó—. Se avecina tormenta, Harry. Hemos de estar prevenidos para cuando ella llegue.

Con eso, Blaire se quedó en estado de shock hasta que llegaron al castillo. Hermione y Ron fueron a la sala común de Gryffindor, diciéndole a Harry que se encontrarían con él allí. Harry accedió a llevar a Blaire a las mazmorras, donde estaba la sala común de Slytherin.

Después de un tiempo, Harry se dio cuenta de que Blaire no era la habitual perra maliciosa y habladora que suele ser.

—¿Qué pasa? Desde lo de Hagrid, has estado fuera de sí.

Blaire miró a Harry con una inexpresiva mirada.

—Va a haber una guerra, ¿verdad?

Harry asintió.

Blaire Hope hizo su camino pasando al lado de Pansy, ignorando la forma en la que la fulminaba con la mirada al salir de la sala común. Las dos amigas todavía no se hablaban. Blaire sólo ha tenido una pequeña conversación con Draco Malfoy. Quien sólo quería saber qué estaban haciendo ella, Potter y sus amigos. Blaire no le dio una respuesta directa, no quería delatar al ED.

Al ver a otros estudiantes entrar en la Sala de Menesteres, sintió algo retorcerse en su estómago. Sabía que no se trataba de Harry y Cho porque no estaban, sentía que algo malo iba a suceder. La castaña no sabía por qué, simplemente lo sabía.

—Harry —le llamó Blaire, mientras él hablaba con Neville Longbottom. Harry caminó hacia la chica—. Tengo un mal presentimiento sobre la reunión de hoy.

Harry frunció el ceño.

—¿Por qué?

—No lo sé, es sólo que... siento que hoy va a pasar algo. Creo que deberíamos cancelar la reunión —sugirió Blaire honestamente.

—Blaire, no podemos simplemente cancelar la reunión. Todos ya están aquí. La reunión de hoy saldrá bien —le dijo Harry mientras iba al frente de la habitación, donde estaban Ron y Hermione.

Blaire se arrastró detrás de él, mientras Harry comenzaba a hablar sobre la clase de hoy. Hoy practicarían el encantamiento Patronus.

—Buscad un recuerdo poderoso —gritó Harry, mientras caminaba por la habitación—, el más feliz que podáis encontrar. Dejad que os llene. 

»Un Patronus de cuerpo entero es el más difícil de crear, pero un escudo protector puede ser igualmente útil contra una gran variedad de oponentes —Harry continuó con la explicación.

Esta sería la primera vez que Blaire crearía un Patronus. 

La chica cerró los ojos, concentrándose en el recuerdo que le dio la sensación de felicidad más intensa: su madre. La castaña pensó en la mujer que le trajo al mundo, riendo y sonriendo. El hermoso recuerdo hizo que sintiera un calor que iba inundando todo su cuerpo. Blaire abrió los ojos, y apuntando su varita ligeramente hacia el techo, dijo el encantamiento.

Expecto Patronum —una niebla blanca se disparó desde el extremo de su varita, lanzando un animal plateado con forma de gato que dio vueltas alrededor de ella.

—¡Fantástico, Blaire! ¡Simplemente brillante! —felicitó Harry, ganando un tono rojizo que se extendió por las mejillas bronceadas de la castaña.

—Recordad, vuestro Patronus solo podrá protegeros mientras estéis concentrados.

Un fuerte ruido hizo que la habitación se quedara en silencio. Todo el mundo se detuvo, y sin decir ni una palabra, se giraron hacia la pared donde se creó el ruido. Blaire sintió su estómago retorcerse aún más mientras caminaba hacia el centro de la habitación donde Harry y todos los demás estaban de pie.

Los vidrios que estaban justo delante de la puerta cayeron al suelo, y un agujero atravesó la pared. Varias personas asomaron la cabeza por él.

—De esto me encargo yo —dijo una voz chillona—. ¡Bombarda Máxima! —el resto de la pared se rompió y pedazos de ladrillo golpearon el piso debajo de ellos.

—Te dije que tenía un mal presentimiento sobre esto —señaló Blaire, mientras le susurraba a Harry.

El ED vio a un grupo de Slytherin, con Filch, Umbridge y Cho Chang siendo arrastrada por Draco Malfoy.

—¡Cogedlos! —ordenó Umbridge.

Blaire estaba de pie siendo agarrada por las manos fuertes y regordetas de Crabbe, mientras ella luchaba por liberarse, pero él apretó aún más fuerte su agarre.

—Te mataré por esto, Crabbe. Que se te queden marcadas mis palabras en ese sucio cerebro de guisante que tienes —siseó.

Crabbe solo se echó a reír, mientras la empujaba a la oficina de Dumbledore, junto con Harry.

Una vez que los dos llegaron a la habitación, Kingsley Shaklebolt, Cornelius Fudge, junto con otro chico y, por supuesto, Umbridge, estaban parados allí.

—Llevo semanas espiándolos —dijo Umbridge—. Y vea, "Ejército de Dumbledore", prueba de que le he estado diciendo la verdad desde el principio, Cornelius.

—Sus aterradores infundios acerca de Quien-Usted-Sabe nunca nos han engañado —Umbridge regañó a Harry, y Blaire siseó como una serpiente a la vieja rosada. Quien retrocedió, mirándola cuidadosamente.

—Vimos sus mentiras como lo que eran, una cortina de humo para hacerse con el control del Ministerio —acusó la vieja gárgola, enfrentando a Dumbledore mientras se lo decía a Fudge.

El viejo mago barbudo permaneció firme y calmado, no estando en desacuerdo.

—Naturalmente.

—No, profesor. Él no tiene nada que ver, fue idea mía —insistió Harry, tratando de ayudar al Director.

—Muy noble por tu parte, Harry, protegerme. Pero como es más que evidente, en el pergamino pone "Ejército de Dumbledore", no "de Potter" —persistió Dumbledore.

—Es solo un nombre —saltó Blaire—. Simplemente lo nombramos así.

Dumbledore ignoró a la morena.

—Yo di instrucciones a Harry para crear esta organización. Y yo, y solo yo, soy responsable de esa actividad.

—Mande una lechuza a El Profeta —instruyó Fudge—. Podemos llegar a tiempo para la edición matutina.

—Dawlish, Shacklebolt, escoltaréis a Dumbledore a Azkaban, hasta la celebración del juicio por conspiración y sedición —declaró Fudge.

—¡No! —gritó Blaire, causando que Crabbe sacara su varita. Eso hizo que Harry se enfadara y tratara de liberarse.

—Ah, ya sabía yo que surgiría este contratiempo. Parecen tener la ilusión de que voy a ir... ¿Cómo se diría? Por las buenas —expresó Dumbledore, caminando hacia atrás lentamente, mientras el resto, excluyendo a Blaire y Harry, se acercaban más al señor mayor.

—Pues, les diré algo: No tengo la menor intención de ir a Azkaban.

—¡Esto es el colmo! —siseó Umbridge—. ¡Cogedle!

En segundos, el Fénix de Dumbledore; Fawkes, voló hacia él. Y Dumbledore aplaudío sus manos sobre las plumas de Fawkes, desapareciendo de la habitación. Blaire se quedó confundida mientras veía la escena que se desarrollaba delante de ella.

—Podrá no caerle bien, Ministro, pero no podrá negar, que Dumbledore tiene estilo —se jactó Kingsley.

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