0 ━ and my cheeks are growing tired

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❝ and my cheeks are growing tired
from turning red and faking smiles.
are we only biding time 'til i lose
your attention? ❞

0 . . . detrás de cada hermoso y
reluciente diamante hay una dura historia detrás que la acompaña.

🕰 5 YEARS AGO

LOS MOUNTBATTEN-WINDSOR ERAN COSA SERIA, LO DIGO EN todo el sentido de la palabra. Si quieren hablar sobre una familia que fue completamente estricta con su primogénita no duden en mencionar a estos franceses. Por mucho que quisieran a su hija no había día en que no le recordaran lo importante que era su deber de encontrar esposo y deslumbrar ante la sociedad. Se lo dejaron muy claro...Créanme, bastante claro.

Oh, pobre Genevive...

Desde muy pequeña recibió disciplinadas clases de como ser la dama perfecta. Como caminar, como reír, como entablar una conversación con alguien, como reaccionar ante alguna situación, los modales correctos, los valores indicados, le enseñaron a bailar, a apreciar la literatura y hasta los instrumentos musicales. No les importaba realmente que el proceso haya iniciado cuando ella tenía siete años, sólo deseaban que una Mountbatten-Windsor los pusiera en lo más alto.

Por mucho tiempo Genevive vivió confinada en su hogar; eran muy pocas las veces que salía al exterior a convivir con otros ya que se pasaba todo el día estudiando o practicando como ser la dama correcta. Su madre Brigitte era la que más énfasis ponía hasta en el más mínimo detalle sobre lo que su hija hacía. Ella no había logrado deslumbrar así que necesitaba encarecidamente que su primogénita lo hiciera por ella.

Cuando fue creciendo la mujer envió a la adorada castaña a otros países, deseando que allá ella pudiera recibir mucha más educación de una mano distinta pero igualmente firme. Era como si estuvieran preparando a un soldado para la batalla; no había descanso, no había piedad, sólo la incesante búsqueda de un éxito rotundo ante la quisquillosa sociedad.

Pasó el tiempo y cuando ella cumplió la edad adecuada regresó a Francia para finalmente presentarse al mundo en la temporada social, anhelando con fuerza ser algo digno de admirar y cumplir la labor de encontrar un buen esposo. Brigitte era la que más nervios albergaba. Años preparando a su primogénita para evitar cualquier mínimo error y ahora todo se concentraba en un único y sólido momento.

¡Cuánta dicha tenían los corazones de sus progenitores cuando vieron que todos sus esfuerzos valieron la pena! Genevive brilló sobre todas las otras debutantes con gracia y belleza, llevándose así el adorado título que la realeza ofrecía para ser el preciado diamante de la temporada.

Había que decirlo, no había absolutamente nadie como ella.

Lo que vino después fue obvio, los pretendientes comenzaron a llover sobre la primogénita de los Mountbatten-Windsor y con excelentísimo cuidado ella y su madre tuvieron que elegir quién sería el indicado para desposar a la joya de aquella jornada social.

El suertudo fue el marqués de Wellington James Bancroft; un inglés que se dedicó a buscar esposa en Francia. El hombre llenó de elogios, presentes, compañía, alegría y cuántas otras cosas a la castaña. Ella no tardó en quedar cautivada con el hombre dando así el espacio para que, tan sólo semanas después, éste le propusiera matrimonio.

¡La boda fue todo un evento! Los Mountbatten-Windsor y los Bancroft se unieron para celebrar tan importante unión de ahora los marqueses de Wellington. La pareja se veía feliz, con ganas de iniciar un futuro juntos a pesar de que todo haya iniciado como un simple deber. La mujer dejaría Francia y tendría un nuevo inicio como más de alguna vez soñó.

No obstante, hubo una nube negra que apareció en su soleado existir.

Justo cuando Genevive y James comenzaban a pensar sobre el hecho de formar una familia, el marqués enfermó. Una rara y poco conocida enfermedad atacó su organismo y lo mantuvo inmovilizado para la realización de diversas tareas, incluido la atención a su esposa y sus labores como marqués.

Inminentemente el marqués falleció una noche de invierno en el lecho de su cama, teniendo a un lado a su divina esposa sujetando su mano hasta el momento que dejó salir su última respiración. A tan sólo unos días de cumplir un año de matrimonio todo aquel compromiso se vino abajo.

En ese momento la vida de Genevive se transformó en un desastre. Una mujer sin un hombre era una mujer a la deriva para la sociedad y, a pesar de que la primogénita de los Mountbatten-Windsor fuera totalmente capaz de acarrear con el marquesado por su cuenta, así no era la ley y alguien debía llegar para hacerse cargo de ella y todo lo que envolvía a aquel título.

No obstante, nadie llegó.

Todos los parientes de James estaban casados o ya estaban muertos o no tenían la edad suficiente. No había ningún Bancroft que pudiera acarrear con las responsabilidades y una viuda desamparada. Pero había que ser sinceros, a pesar de lo deslumbrante que era Genevive, nadie quería otra tarea sobre sus hombros...Tampoco estar con ella.

La marquesa estuvo a la deriva por casi tres años. No pudo ejercer su título, no asistía a eventos, no la invitaban a las ceremonias...Todo porque al estar completamente sola era considerada poco relevante. A ella le dolía, pero se lo aguantaba tal y como le habían enseñado. Su madre le ofreció volver a casa pero ella eligió irse a otros países aprovechando su mediana libertad y pasar el tiempo que le quedaba en la soledad de su fracaso.

Ya su familia tenía suficientes escándalos en Francia, no quería que ella fuera uno más.

Tal y como dijo fray Antonio de Guevara en su libro Reloj de príncipes: "Si una viuda sale de su casa, la juzgan por deshonesta; si no
quiere salir de casa, piérdesele su hacienda; si se ríe un poco, nótanla
de liviana; si nunca ríe, dicen que es hipócrita; si va a la iglesia,
nótanla de andariega; si no va a la iglesia, dicen que es a su marido
ingrata; si anda mal vestida, nótanla de extremada; si tiene la ropa
limpia, dicen que se cansa ya de ser viuda; si es esquiva, nótanla de
presuntuosa; si es conversable, luego es a sospechosa de la casa;
finalmente digo, que las desdichadas viudas hallan a mil que juzguen
sus vidas, y no hallan uno que remedie sus penas"

A pesar de todo eso, llegó el día en que llamó la atención de alguien.

Después de un tiempo decidió regresar a su país natal, y ese fue uno de los únicos instantes donde a alguien le interesó tener a la marquesa de Wellington; viuda de Bancroft, entre ellos. Estar nuevamente con los suyos y bajo el cobijo de una familia tan apreciada como los Mountbatten-Winsor le permitió una invitación a una velada después de mucho.

Dicho evento se trataba de un baile de la realeza. La preciosa castaña llamó la atención de los presentes con su distintiva belleza, carisma y modales; todos en susurros recordando a quien fue el diamante de temporadas pasadas. Muchos se detuvieron a entablar una conversación con ella e incluso la invitaron a la pista de baile.

Pero hubo uno que sorprendió a todos.

Cuando el mismísimo príncipe de aquella nación, Herbert II, se acercó a ella extendiéndole una amable mano Genevive no pudo ocultar su sorpresa. Pero manteniendo su compostura hizo una reverencia con todo el respeto que él se merecía y aceptó compartir una pieza de baile con su soberano.

El príncipe quedó anonadado.

La marquesa era tan delicada, tan sonriente, tan agraciada, tan agradable, tan solemne, tan...Única en su especie, que llamó inmediatamente la atención del monarca, haciendo imposible el querer separarse de ella otro segundo. Se preguntaba ¿Por qué no le había prestado atención antes cuando debutó y la dejó irse con un inglés?

Bancroft lo confesaba, el príncipe no era tan casto o prudente como ella deseaba, pero era mejor esperar el resultado que todos aquellos encuentros tendrían en su futuro.

El resultado: Herbert II le propuso matrimonio.

Al príncipe no le importó que ella fuera una viuda, no le importó que hubiera estado sola, ni lo importó que había pasado unos años a la deriva u otras cosas, él sólo quería una mujer a su lado y vio en Genevive las perfectas cualidades para ser su esposa.

Y no sólo eso...También su reina.

Aquel compromiso estaba condicionado por una cosa que el francés se aseguró dejar claro: Casarse con él implicaba que los pasos para convertirse en rey estaban completados. Con una esposa finalmente podía ser coronado monarca de Francia utilizando así a Genevive como su as bajo la manga para obedecer las tradiciones de la nación. Si bien es cierto estaba cautivado por ella, la principal razón del matrimonio era ascender al trono...Y ahora junto a la castaña.

Si había que hablar con la verdad simplemente había que hacerlo, y la verdad era que Bancroft no estaba tan fascinada con la idea de desposar al príncipe y mucho menos ser reina. ¡Imposible! Cualquier otra mujer estaría celebrando con gran dicha el hecho de ser una futura monarca; es el sueño cumplido de muchas debutantes. Sin embargo, eso no era lo que Genevive quería en su totalidad.

Ella quería amar...Ella quería sentirse amada y enfocarse en algo mucho más allá de un deber. Ya había sufrido lo suficiente, ella creía firmemente que se merecía algo hermoso que pudiera atesorar en el futuro; un amor real.

Pero bueno, algunos amores solamente viven en los cuentos que se relatan a los niños. Trató de ver el lado positivo de toda esa situación sabiendo que había un problema personal que quería resolver cuanto antes y el ser reina le podía dar la autoridad y las oportunidades para lograrlo. Así que, finalmente, terminó aceptando la propuesta por un deber y nada más que un deber.

Lo opuesto a lo que ella deseaba.

Solamente le quedaba seguir sonriendo hasta que sus mejillas le dolieran, ocultando el dolor y el cansancio que sentía de tener que estar en un centro de atención que realmente no deseaba. Por mucho que fuera propensa a decir lo que pensaba y rebatir, nada de lo que dijera cambiaría el rumbo de las cosas. Siempre la opinión del hombre tendría más peso que la de una mujer.

Había que seguir adelante.

Una carta llegó al hogar inglés de los Mountbatten-Windsor anunciando que su primogénita iba a casarse ¡Y a ser reina! Sus corazones se llenaron de regocijo pero sobre todo de orgullo. Genevive les daría una honra que sería la envidia de toda Francia y de todo Londres -ya que ellos ahora se habían mudado allí- asumiendo lo que sería un importante cargo pero también una responsabilidad.

Está de demás decir lo que sucedía en el interior de su madre al oír la noticia. Su codicia y ambición iban mucho más allá que el amor. Ya sentía entre sus manos aquel honor y el hecho de ser la madre de la reina de Francia.

Pero esto no era sobre Brigitte, era sobre Genevive, pero ella no lo entendía.

Después de largas conversaciones la marquesa logró convencer a su prometido de dividir las ceremonias en dos: La boda sería en Londres y la coronación en Francia. Las tierras londinenses eran ahora hogar de su familia y la castaña pensó que sería una buena idea cambiar de perspectiva y hacer algo nuevo. Además, todo el marquesado de Wellington yacía allí y debía dejar constancia con ellos. De esa manera todos quedaban felices y conformes; listos para dar el siguiente paso.

Evidentemente la preparación de la ceremonia de matrimonio implicaría un viaje a Londres. Su madre exigiría ser parte de aquel proceso y Bancroft estaba segura de que no la dejaría en paz. Pero más allá de ella, Genevive deseaba pasar tiempo con su hermano y sus hermanas, acercarse a todas las cosas que dejó atrás y reencontrarse con ella misma; sabiendo, eso sí, que pronto dejaría todo por la corona francesa que descansaría sobre su cabeza.

Qué incierta es la cabeza que lleva la corona...

Todo era tan protocolar...Rutinario, e incluso monótono. Si bien es cierto iba a casarse, no había nada que le diera emoción, júbilo o ánimo a su vida en ese instante. Se estaba casando por un deber y eso no hacía otra cosa que debilitarla poco a poco.

Quizás necesitaba un descanso.

Quizás necesitaba que la apoyaran.

Quizás necesitaba que la escucharan.

Quizás necesitaba que le sacaran una verdadera sonrisa.

O quizás ella necesitaba sólo una persona que llegara para cambiarlo todo.











































































EEEEEH TENEMOS PRÓLOGO

que lindo pero que triste todo. #GeneviveDeservesBetter siono

qué les pareció? todo ha sido una intro para lo que es ya el primer capítulo como tal que ya transcurre en la línea de tiempo original, con nuestra gen llegando a londreeeesss

anyway, espero les guste y también lo que se viene. take care of yourselves <333

Sincerely yours, Nat.

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