II ━ the rumors are terrible and cruel

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❝ the rumors are terrible
and cruel but honey must
of them are true ❞

II . . . los franceses están en londres
y ahora todo el mundo lo sabe.

UNA PRECIOSA Y SINCERA SONRISA DESLUMBRABA EN EL rostro de Genevive al recordar lo importante que era aquel día para su familia. A pasos más acelerados de lo normal caminó por los pasillos del nuevo hogar de los Mountbatten-Windsor hasta llegar a una oficina en donde su prometido se encontraba trabajando. Su llegada había sido repentina y por eso la embajada francesa en Londres aún no estaba lista para recibir a las eminencias.

Bancroft soltó su vestido que había estado sujetando por delante para no tropezar mientras avanzaba y con delicados golpes tocó la blanca madera de la puerta que separaba el pasillo con aquella sala que buscaba.

Al oír la voz de Herbert permitiéndole pasar ella la abrió y dejó enseñar su anatomía primero antes de ingresar completamente.

—¿Se puede?

El príncipe levantó la vista de los papeles sobre la mesa y esbozó una sonrisa cuando la delicada figura de su futura esposa brilló ante sus ojos.

—Por supuesto.

La castaña sonrió y finalmente hizo completo ingreso a la estancia para quedar frente al escritorio donde el regente trabajaba.

—En unos segundos nos iremos. ¿Nos acompañarás? —habló ella delicadamente. El monarca le había dejado tutearlo, pero sólo cuando no estuvieran con más personas.

—Me temo que no, querida —revisó el papeleo que tenía—. Tengo mucho trabajo por hacer, cartas que enviar, contratos que firmar... —alzó las manos—. Recuerda que hice un sacrificio por ti al decidir venir aquí a Londres, pero eso implica que ahora tengo muchas más labores al estar lejos de casa.

—Comprendo —contestó disimulando su desilusión con el juego de sus manos moviéndose sobre la otra en su regazo—, me hubiera gustado que te nos unieras.

—Y a mí. Pero ayer ya fuimos a hablar con la reina para informarle de nuestra presencia aquí, por eso creo que no sería una falta de respeto para ella si me ausento.

—Tienes razón, no tienes porqué preocuparte —tragó saliva—. Pero de todas maneras cumplo con informar que ya nos vamos. No podemos hacer esperar más a esta hermosa ceremonia.

—Ve tranquila, nos veremos para cenar —sonrió—. Oh, y deséale a Odette la mejor de las suertes de mi parte. Estoy seguro de que tendrá un debut tan hermoso como el de su hermana mayor.

Presión, presión y más presión.

Genevive terminó sonriendo de todas maneras—Te lo agradezco y se lo haré saber —hizo una corta reverencia antes de retirarse—. Majestad.

Una vez fuera de la habitación Bancroft soltó un largo suspiro apoyada en la madera de la pared. Si bien es cierto ella hubiera disfrutado ser acompañada por su prometido a tan digno evento había una ínfima parte de su ser que se sentía más a gusto con su ausencia en ese preciso momento.

Posteriormente sacudió su cabeza, pasó sus manos por su vestido color azul marino para alisarlo y bajó las escaleras de aquel hogar para poder encontrarse con su familia de una buena vez.

—Gen —al bajar el último escalón fue interceptada por su hermana Sylvie—. ¿El príncipe no vendrá?

Torció los labios—No, tiene mucho que hacer.

Alzó una ceja no tan a gusto con aquel accionar—¿En serio?

—Ay por favor hermana, recuerda que me hizo el regalo de venir a Londres con ustedes y para colmo realizar nuestra boda aquí. Al estar lejos de Francia sus deberes se duplican y tiene mucho más que hacer.

Frunció el ceño aun no convencida del todo—Si tú lo dices...Pero ¿Estás bien?

—¿Yo? De maravilla —enganchó su brazo con el de ella para poder salir; los carruajes los estaban esperando—. Hoy es el día de Odette y sólo de Odette. Cualquier cosa que me pase a mí en este momento pasa a segundo plano.

Sylvie no quiso agregar nada más y fingió estar de acuerdo con la calma que su hermana le aseguraba tener. Tenía que confesarlo, la menor no era la fanática número uno del príncipe y no le estaba gustado del todo el trato que comenzaba a tener con Genevive.

Una vez afuera Bancroft se encontró con la mirada asustada de su hermana Odette que la miraba rogando por su ayuda.

Su corazón se aceleró por la emoción de verla vestida tan hermosa de la misma manera en que lo hizo minutos antes cuando la vieron bajar las escaleras del brazo de su padre. Ella era tan hermosa, tan delicada, tan sutil y agradable a la vista que se podía llegar a comparar con una muñeca. El vestido blanco sin ninguna mancha o arruga hacia juego con sus zapatos del mismo tono al igual que con el adorno de pluma en su cabeza y el precioso collar de oro que ella y Herbert le habían obsequiado para la ocasión.

Se veía hermosa.

—Oye, oye, oye, por favor respira —alcanzó sus manos cuando vio que estaba demasiado nerviosa—. Te ves perfecta.

—¿Y si me equivoco al caminar? ¿O...Al hacer la reverencia ante la reina? ¿O al sonreír? Incluso ¿Y si se cae esta tonta pluma de mi cabeza? —su suave voz ahora se encontraba acelerada.

Genevive soltó una delicada risa—Hermana...Lo harás increíble.

—¿Estás segura?

Asintió con total seguridad—No dudo que deslumbrarás a más de un hombre esta temporada —la menor soltó un suspiro un tanto más aliviada al oír a la experta—. Sólo mantén tus hombros hacia atrás —tomó aquella zona de su cuerpo y realizó la acción—, mentón en alto —elevó aquella zona con su dedo— y que tu sonrisa sea la misma de todos los días...Esa hermosa y perlada sonrisa que tanto amamos.

Las palabras de ánimo hicieron sonreír a Odette y aquella calidez de su persona contagió a Bancroft con el mismo gesto.

—¿Ves? De eso estoy hablando —con cuidado de no estropear sus vestiduras la mayor la abrazó—. Estarás asombrosa. Y no olvides de ignorar los comentarios de mamá que te pongan mucha presión. La única presión que aquí importa es la que tú decides ponerte sobre ti misma.

—Gracias Gen —susurró contra su hombro—. Me alegra tanto que hayas vuelto para estar conmigo hoy.

Se separaron—Yo también lo estoy...Ahora vamos al carruaje, no hay que hacer esperar a la reina...Ni a los pretendientes.

























































































LA LLEGADA AL PALACIO FUE REALMENTE RÁPIDA PERO quizás eso se debía a todo el nerviosismo que la familia en general cargaba. Odette pasó junto a Brigitte a un salón privado en donde esperarían ser llamadas y así caminar por un pasillo lleno de personas y sobre todo con la presencia de la reina Charlotte. Así ésta misma analizaría con lujo y detalle a las debutantes.

El resto de la familia tuvo que esperar dentro del mismo salón general con los otros familiares de las otras debutantes que aguardaban con el mismo anhelo que ellos ver a las doncellas hacer su glorioso ingreso.

Algo que no se pudo evitar fueron las miradas furtivas de los ingleses a su alrededor ante la tan sopresiva presencia de los Mountbatten-Windsor. No pudieron pasar por alto el característico acento que podían oír de ellos mientras hablaban o, para ser mucho más claros aún, cuando comenzaban a hablar en francés.

—Me sudan las palmas de las manos —escuchó Genevive en su oído por parte de Silvain—, no sé si es por los nervios de ver a Odette o porque todos nos están mirando extraño.

—Pueden ser ambas —contestó la mayor—. Pero debes dejar de mirar a todos lados de esa manera, la gente se puede ver ofendida.

—¿Cuánto falta? —reclamó el chico.

—Esto está muy aburrido ¿Estamos de acuerdo? —secundó Syl.

—Lo hacemos por Odette. Ahora pónganse derechos —la indicación de Bancroft fue atendida cuando le dio a cada auno un leve golpecito en la espalda—. Nuestra hermana puede salir en cualquier momento.

Los tres hermanos mantuvieron una correcta y solemne postura acorde a lo digno del evento y su carisma y porte seguía sin pasar desapercibido por las personas a su alrededor.

—¿Quiénes son ellos?

La suave voz de Daphne Bridgerton se alzó en un susurro hacia su hermano Benedict. Curiosamente se había mantenido observando a los recién llegados en frente de ella y aún no lograba descifrar todo el misterio.

—Por lo que oí son una familia que acaba de llegar desde Francia —contestó este.

Una corta risa salió de los labios del mayor de aquel grupo de numerosos hermanos: Anthony—Lo que nos faltaba en esta temporada; un grupo de franceses que llegan para arrasar con todo.

Sus palabras no fueron respondidas por sus hermanos ya que estos sólo se repartieron una fugaz mirada. Sin embargo, los ojos de quién ahora era la cabeza de la casa Bridgerton se fueron inconscientemente hacia el frente, en donde aquella familia francesa se mantenía charlando al otro lado del pasillo.

El joven se veía inquieto, la que a su parecer resultaba ser su melliza se notaba un poco nerviosa y quién dedujo que era la mayor trataba de mantener el orden y la calma en el grupo.

No obstante, le fue muy complicado apartar su mirada de la mayor.

La elegancia de Genevive lo hizo tomarse un segundo para analizarla. Sus delicadas manos yacían al frente entrelazadas, su castaño cabello estaba perfectamente peinado sin ninguna falla, sus azules ojos quedaban expuestos ante él de manera intermitente debido al batir de sus largas y finas pestañas y su sonrisa parecía infundir paz a cualquiera que la viera.

Anthony había quedado consternado, no había otra palabra para describirlo en ese momento.

—Hermano, hermano... —la voz de Benedict lo sacó de su trance—. Ya va a empezar.

El mayor entendió y le dio una última mirada curiosa a la castaña para luego fijar su vista en el pasillo aguardando por el debut de su hermana.

No obstante, Genevive sí se percató un poco de aquello.

—El hombre de allá estaba mirándome —dijo a su hermana apuntándolo con la cabeza disimuladamente.

—Todos nos miran, Gen.

—Ya sé, pero él estaba siendo muy... —ladeó su cabeza—. Persistente.

Sylvie le iba a contestar con lo que ella creía en su opinión personal que sucedía pero el sonido de las puertas abriéndose los interrumpieron.

La primera en ingresar fue la distinguida reina Charlotte. La cual, con toda su elegancia, concurrencia y habilidad de sobresalir tomó asiento en la silla más grande e importante del lugar a la espera de las señoritas que se presentarían ante su solemne eminencia.

Las primeras hicieron su ingreso sin mayor problema pero todo se detuvo para los franceses cuando oyeron:

—La marquesa de París, Lady Brigitte de Mountbatten y la señorita Odette Mountbatten-Windsor.

Tuvieron que reprimirse las ganas de gritar, saltar y aplaudir como locos cuando vieron que su hermana entraba al salón principal con la mirada de todo el mundo sobre ella.

Odette se veía hermosa, perfecta y radiante. Al hacer ingreso del brazo de la matriarca de aquella familia todos se quedaron pasmados ante su presencia. Los curiosos ojos de las personas añoraban saber más sobre la peculiar francesa y su excéntrica familia que ahora estaban en suelo londinense.

A pesar de que la misma reina se vio un tanto confundida por la procedencia de aquella joven no hizo ningún mal comentario o alguna expresión que dejara en evidencia desagrado. Al parecer Odette había causado una buena primera impresión.

Después de la menor de los Mountbatten-Windsor otra joven había comenzado a hacer su ingreso y por lo que habían oído se trataba de Eloise Bridgerton. No obstante, justo cuando aquella ojiazul se había quedado estática en medio de su caminar algo que nadie esperaba sucedió.

Un sirviente entró repentinamente a la sala acercándose hacia la monarca con una bandeja de plata en sus manos.

—¿Qué significa esto? —exclamó la reina.

Su mirada se fue al delgado objeto que yacía sobre la charola y al reconocer de qué se trataba una juguetona sonrisa se dibujó en sus labios. Tomó rápidamente el pedazo de papel que le extendían y sus ojos recorrieron de punta a punta lo que en éste se escribía y no se detuvo hasta que estuvo satisfecha.

Y cuando lo estuvo alzó la voz:

—Ya vi suficiente.

Todos se sorprendieron al notar que la reina estaba terminando la ceremonia de debutantes.

—Pero majestad, aún hay...

—Ya vi suficiente —su voz resonó en la sala una vez más pero en esta ocasión fue con el fin de abandonar el lugar sin importarle cosa alguna.

La sala entera quedó pasmada sin saber qué hacer mas que comentar en voz baja el desagrado que la situación les había causado.

—¿Qué sucede? —cuestionó Sylvie observando a su hermana mayor.

—No lo sé, pero no se muevan de mi lado —respondió ella realmente preocupada poniendo una de sus manos hacia atrás; cubriéndolos.

Pero entonces los franceses se dieron cuenta que todo el mundo que tenía aquella pequeña revista en sus manos comenzaba a observarles con demasiada intensidad.

—¿Por qué la gente nos mira tanto?

La pregunta de Silvain no fue respondida inmediatamente ya que Genevive había aceptado gentilmente el trozo de papel doblado e impreso que uno de los sirvientes le había extendido. Sus hermanos se le acercaron para escudriñarlo con curiosidad dándose cuenta que tenía la silueta de una mujer estampada en la parte superior, el nombre de lo que aquella revista era pero por sobre todo, el contenido que estaba escrito.

Cuando lo leyeron los Mountbatten-Windsor quedaron paralizados:

Queridos y gentiles lectores:

¿Me extrañaron?

Mientras los miembros de nuestra querida sociedad vacacionaban en sus rústicas viviendas, esta autora solo hizo una cosa...Pulir mis habilidades. No, algo aún mejor, afilé todos mis cuchillos para todos ustedes.

¿Creían que ya me habían olvidado? Que sus rigurosas y especulativas mentes no los engañen, sólo basta un simple evento fuera de lo común para que esta lectora salga de su madriguera para llevarles a cada uno de ustedes a ser conocedores de las historias más íntimas y recientes de este lugar.

Las preguntas sobre la identidad de esta autora y sus medios son muchas, cuando lo realmente importante son las nuevas caras que tenemos entre nosotros, tal parece que hemos tenido el honor de recibir una nueva familia recién llegada desde lejos. Si pensaron que pasaría por alto algo como la familia Mountbatten-Windsor, realmente no me conocen. Pues bien parece que la imprevista presencia de los marqueses franceses junto a sus peculiares hijos será un cambio que no vimos venir, aunque bueno, los cambios siempre son para mejor, ¿Cierto?

Sinceramente esta autora espera que su estadía en Londres sea grata, otra cosa que también espero es conocer un poco más de esta nueva visita que sin dudas estoy totalmente segura que sus nombres estarán en próximas ediciones más de una vez si no cuidan sus movimientos.

Bienvenidos a Londres, familia Mountbatten, nos vemos pronto.

Atentamente,
Lady Whistheldown.






















































































WE'RE BACK WE'RE BACK. QUE TAL GENTEEEE

esto sigue y ya nos fuimos de lleno al transcurso de la segunda temporada de la serie y no puedo esperar para compartir todas las cosas bacanes que se vienen. lo único que les diré es que nuestra genevive necesitará mucho apoyo ))):

also, special shoutout a la marti pq muchas partes de este cap las escribimos juntas juju vayan a leer exile para que no se pierdan las conexiones y estas situaciones del punto de vista de sylvie<3 also, entropy la fic de mila igual viene a fuuuuull

esto no para así que espero vernos a la siguiente! viva genevive joder, te amo flaca

nat

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