IV ━ you might not be the golden one

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❝ you cry; but you don't tell anyone
that you might not be the golden one.
and you're tied together with a smile
but you're coming undone ❞

IV . . . las chicas de oro también
pueden llegar a romperse.

AQUELLA MASCULINA Y DESCONOCIDA VOZ A SUS ESPALDAS la hizo sobresaltarse levemente en su posición a tal punto de enrederase con el falso inferior de su vestido y perder el equilibrio por un par de segundos que casi transcurren como una película en cámara lenta. La ubicación en la que estaba no era la más conveniente o segura y sumado a eso estaba el ínfimo estado de ebriedad en el que se encontraba que ahora dominaba su sistema.

No obstante, antes de que pudiera resbalar o al suelo o por el balcón Anthony Bridgerton llegó a sujetarla.

El fuerte brazo en su cintura la desconcertó aún más como si se sintiera acorralada a algo peor. Sin embargo, al levantar la vista y encontrarse con dos marrones y preocupados ojos toda su anatomía se sacudió con nerviosismo e incluso vergüenza.

—¿Se encuentra bien? —la educada pero un tanto ansiosa voz de aquel hombre acarició sus oídos.

Ella tuvo que sacudir un poco la cabeza ya que aún se encontraba embobada por el licor pero sólo se limitó a asentir.

—¿Qué hace aquí? No es el mejor lugar para que una dama se encuentre sola —continuó él.

Torturosamente Genevive se dio cuenta de que él aún seguía con su brazo envuelto en su cintura, como si pensara que ella volvería a caerse. A pesar de eso, Bancroft se alejó sabiendo que no era lo correcto y ahí el recién llegado captó las mismas intenciones y lo entendió; era lo justo.

Cuando la futura reina tomó algo de distancia su nublada vista por fin pudo hacer un mejor enfoque ante la figura frente a ella y un retorcijón le vino en el estómago cuando se dio cuenta de que se trataba del vizconde Bridgerton.

—Milord —susurró con su tersa voz haciendo una corta reverencia—, lamento no haberle reconocido a la brevedad.

Quién iba a pensar que aún en estado de ebriedad Genevive sería tan educada como siempre.

Pero ¿Cómo había llegado la cabeza de la casa Bridgerton hasta ese lugar? La verdad era que Anthony también se sentía cansado de tanta alcurnia, bailes y presentaciones. Si bien es cierto su deseo era encontrar una esposa urgentemente no le había gustado la manera en que su madre lo había introducido a aquel evento causando que una oleada de indeseables mujeres se fuera sobre él. Se sentía cansado y quería paz.

Quién diría que en su intento de alejarse del salón principal terminó encontrándose con Genevive, la cuál buscaba lo mismo.

—No hay cuidado —negó él aún un poco confundido por la situación que acababa de ocurrir y tratando se descifrar que le estaba pasando a la mujer—. Espere —entrecerró los ojos y se le acercó un poco ante la necesidad de apreciar de mejor manera su rostro para aclarar sus dudas—. ¿Usted es de la familia de franceses que acaba de llegar?

—¿El acento me delató? —bromeó soltando inconscientemente una corta risa. El alcohol aún agitaba su interior.

El hombre ladeó un poco la cabeza—Es la mayor; la marquesa —aquello no fue como una pregunta sino una afirmación para si mismo. Aún estaba tratando de atar los cabos.

La aludida sólo asintió levemente.

Milady —de la misma manera que ella segundos atrás, el vizconde hizo una pequeña reverencia.

Genevive agradeció al cielo que él no se diera cuenta del detalle más importante de su existencia en ese momento: Que ella era la prometida del príncipe Herbert y que pronto sería reina de Francia. Pero bueno, eso era un hecho que aún no gritaban a viva voz o que tampoco la tal excéntrica Lady Whistheldown se había encargado de contar.

Cuando un corto silencio se creó entre ambos la marquesa giró sobre sus talones para tratar de llegar a la mesa que estaba detrás de ella y tomar asiento. No obstante, sus torpes pasos fueron percibidos por el hombre y cuando éste notó que tenía un vaso en la mano lamentablemente comenzó a entender lo que sucedía.

—¿Qué está sucediendo? —se le acercó con el ceño fruncido mientras ella se sentaba.

—Con todo respeto vizconde, eso no es un tema de su incumbencia —arrastró suavemente las palabras mientras llenaba su vaso con más líquido de la botella a su lado.

—¿Está bebiendo? —las palabras de Anthony casi fueron horrorizadas, como si estuviera viendo el peor de los pecados cumplirse ante sus ojos—. Eso no es adecuado para una mujer de alta élite como usted; no corresponde.

—Claro —asintió con los labios formando una línea recta—, pero los hombres sí pueden hacerlo ¿No?

El audaz comentario lo tomó por sorpresa y se vio imposibilitado de decir algo más.

—No todos tenemos una vida feliz ¿No es así? —sorbió su nariz y le dio un sorbo a su vaso—, a veces sólo tenemos que encontrar las maneras para no morir ahogados en ese dolor.

—No, esto no puede acontecer; si alguien más la ve será un escándalo —se le acercó—. Venga conmigo, la llevaré a...

—No —lo detuvo de inmediato como si estuviera asustada de que alguien la tocara—. ¿Qué no entiende que no quiero volver a ese lugar? Ya no puedo —sacudió su cabeza.

—Alteza...

—Si tan sólo entendiera el sufrimiento por el que estoy pasando y dejara de lado los estrictos roles de género que siempre ha creído todo sería distinto —arrastró las palabras.

Él calló y sólo meditó.

—Se ve que es un hombre decente —Anthony se sorprendió por el cumplido—, así que por favor haga honor a eso y déjeme sola.

Bridgerton tartamudeó por unos segundos y miró a todos lados totalmente nervioso. Sus manos jugaban juntas detrás de su espalda mientras trataba de enfrentar el hecho de que no sabía bien cómo reaccionar ante los sentimientos de otra persona.

—Yo...Milady... —ella alzó su cansada vista—. No puede quedarse aquí sola.

En ese instante el vizconde apreció con más claridad los preciosos ojos de Bancroft, los cuales ahora eran iluminados por la luz de la luna y sus dilatadas pupilas a causa del alcohol los hacían verse mucho más grandes, como si hubieran hipnotizado al hombre por un ínfimo instante.

—Sí puedo —contestó ella suavemente—. En serio necesito estar sola.

Entonces la curiosidad del castaño comenzó a comérselo vivo.

—Dice que es infeliz —murmuró nervioso—. ¿Por qué?

—¿No lo somos todos un poco? —le dio un sorbo a su vaso.

—Pero usted lo dice con motivo...¿Ha sucedido algo?

Oh, qué no ha sucedido, y desde mucho tiempo.

—Por favor —rogó ya sintiendo que la cabeza le ardía como el mismísimo infierno—, necesito estar a solas.

—Lo lamento, pero no puedo abandonarla en ese estado —reiteró.

—No necesito que nadie juegue a ser el héroe, milord.

—No soy un héroe...Soy un caballero, y es mi deber —se irguió—. Usted no se encuentra bien...Déjeme...

Hizo una pausa inmediata, ya que no estaba midiendo al cien por ciento las palabras que estaban saliendo de su boca, sólo sabía que lo estaban haciendo y no estaba en conocimiento de si se arrepentiría de ellas más tarde.

—Déjeme ayudarla.

Genevive alzó sus ojos hacia él aún procesando las palabras que había oído. Lamentablemente eso no la hizo sentir mejor y ni mucho menos la calmó, de hecho la hizo sentir mucho más vulnerable que antes por la simpleza del acontecimiento de que ella se veía como alguien que necesitaba ayuda con urgencia.

¿Esa era la impresión que estaba dando?

Quizás debía dejar de cargar con el peso de tener que ser la chica dorada que siempre estaba bien. Estaba atada a su día a día con una sonrisa que todos adoraban y admiraban pero por dentro había una tempestad de dolor e infelicidad que no parecía calmarse con nada.

Finalmente ella terminó negando hacia el hombre—Me temo que nadie puede.

Anthony se vio mucho más tenso que antes y lo único que atinó a hacer fue mover sus pies que hace segundos estaban estancados en el suelo para caminar hacia el pasillo. Sin embargo, no quiso perder de vista a Bancroft, como si estuviera asustado de que algo fuera a pasarle otra vez.

Esperanzado esperó ver a alguien que pudiera ayudarle, alguien con quien pudiera dejar a la mujer ya que él no se sentía más capacitado para brindarle el apoyo que ella necesitaba. Además, no estaba para nada de acuerdo en que una mujer se emborrachara así que ya no podía verla.

No obstante, aún había algo dentro de sí que le decía que se quedara.

Después de un par de segundos su desesperación comenzó a hallar solución cuando a lo lejos vio una cara con rasgos franceses que se le hacía levemente conocida y similar a la de Bancroft.

—¿Marquesa Mountbatten? —al ver que la aludida se volteó al llamado, confirmando que realmente se tratada de ella, siguió—: ¡Marquesa Mountbatten!

Al reconocer la voz y el leve tono de alerta que este cargaba Sylvie Mountbatten-Windsor giró sobre sus talones en el pasillo y se acercó al hombre que la llamaba.

—Vizconde —hizo una corta reverencia—. ¿Ocurre algo?

—Es usted hermana de Lady Bancroft ¿No es así?

—Sí ¿Por qué? —dijo rápidamente—. Llevo horas sin verla ¿La ha visto?

Anthony hizo un pequeño asentimiento con la cabeza indicándole a la castaña que lo siguiera. El vizconde sentía un poco de alivio al encontrarse con alguien de la familia de Genevive ya que no sabía que sería de sí si no podía hacerlo en un par de minutos más.

—¿Usted sabe donde se encuentra mi hermana? —preguntó ella mismas avanzaban.

—La encontré hace unos momentos. Intenté ayudarla pero creo que no me corresponde —se lamentó—. Espero que siga donde la dejé...No se veía muy bien.

Las últimas palabras tentaron fuertemente a Sylvie ante una mayor preocupación por su hermana. Aceleró su paso casi al punto de terminar trotando, no le importó que el vizconde Bridgerton estuviera con ella o mucho menos otra cosa, lo que importaba ahora era Genevive.

—Gen —el nombre colgó de sus labios cuando la vio de espaldas a ella y caminó hacia adelante en el balcón para alcanzar a tocar delicadamente su hombro—, Gen.

Sin embargo, su vista se fue al ambiente que rodeaba a la futura reina. Los vasos, la botella vacía y una atmósfera de dolor que hasta se podía sentir.

—¿Genevive? —observó todo confundida.

Al oír la familiar voz la marquesa levantó la vista de sus piernas un tanto sorprendida.

—¿Syl? —por un segundo dudó que era ella debido a lo nublada que tenía la vista a ese punto de la noche—. ¿Qué haces aquí?

Antes de poder responder la menor se giró hacia el hombre que la había traído hasta allí para decir:

—Puede retirarse vizconde, yo me encargo ahora.

Aún bastante perdido y confundido en la situación, un muy nervioso Anthony terminó asintiendo ante la petición. No obstante, se atrevió a decir antes de desaparecer:

—¿Estará ella bien?

Sylvie le echó una mirada de reojo a su hermana que parecía navegar en su propia infinita consiencia y soltó un suspiro agradecida por la ayuda del hombre que realmente se veía preocupado por la mujer; no olvidaría ese gesto.

—Muchas gracias.

Aquella respuesta por parte de Sylvie no fue del todo la que Bridgerton esperó pero sabía que ese tema ya no era para nada suyo como para seguir entrometiéndose. Aún tratando de calmar su ansiedad hizo una corta reverencia casi como para sí mismo ya que las mujeres no lo estaban viendo y se retiró.

No obstante, en su cabeza no dejaba de rondar la figura y el carácter de Genevive.

Una vez solas, las hermanas Mountbatten-Windsor por fin dieron rienda suelta a su charla personal y sincera. La menor, sobre todo, ya se encontraba bastante nerviosa:

—Ya dime que pasa, me estás asustando. ¿Qué es todo esto? ¿Cómo es que has terminado aquí?

—Estoy cansada, Sylvie —Gen apoyó su cansada cabeza en una de sus manos—, estoy cansada de pretender.

Su hermana guardó silencio y la analizó con preocupación.

—Siento que por años he tratado de complacer la felicidad de los demás pero me olvidé de la mía...No sé que he estado haciendo, no sé en qué punto está mi vida ahora o que quiero hacer con ella porque ya me acostumbré a esta inútil rutina.

Sylvie nunca había visto a su hermana así en todos los años de su vida. Con el alcohol alterando sus emociones y diciendo lo terrible que era su existir cuando siempre trataba de mantenerse positiva y verle el lado bueno a cada detalle de las cosas.

—Antes de que tú nacieras mamá me dañó tanto —se llevó una mano al pecho—. Se esforzó demasiado por formarme de una forma que ella nunca pudo ser y siguió y siguió y siento que de cierta manera lo sigue haciendo. Por eso siempre quise que ustedes no pasaran por lo mismo que yo...Pero siento que les estoy fallando; no estoy siendo una buena hermana.

—Oye, por favor no digas eso —tomó sus manos sobre la mesa—, tú no nos has fallado en nada en lo absoluto. Lo único que me preocupa es cómo te estás torturando con todo esto; no quiero que lo hagas.

Era duro para Sylvie ver a su hermana sintiéndose de esa manera. Todos los días de su vida se veía tan alegre, radiante y sin ninguna complicación. Sin embargo, el estar oyendo esas cosas de la boca de su hermana aclaraba las sospechas que la menor estaba teniendo sobre los verdaderos sentimientos internos de Bancroft. De cierto modo le dolía, pero no le sorprendía, ya que la conocía tan bien que sabía que las cosas no estaban siendo maravillosas del todo en su vida.

—Lo lamento —cerró los ojos—, pero no puedo evitarlo.

Genevive se dio un corto segundo para secar con cuidado las débiles lágrimas que habían resbalado por por mejilla otra luego tomar aire y decir.

—No soy feliz Sylvie...Hace mucho tiempo dejé de serlo.

La aludida no pudo hablar por los primeros segundos..

—Pero, el príncipe...

Una corta y sarcástica risa proveniente de la boca de su hermana la interrumpió—¿En serio crees que estoy con él porque me hace inmensamente feliz? ¿Que ser la futura reina de Francia es mi mayor deseo? ¿Que mis futuros lujos y responsabilidades son todo lo que quiero? ¿Que tener hijos con Herbert es un sueño cumplido? Pues no.

—Gen...

—Sé que infinitas veces les dije que se casaran por amor y no por deber; que buscaran su real felicidad —nuevamente rió—, pero soy una hipócrita porque ni siquiera yo soy capaz de hacerlo.

—¿Entonces por qué te casarás con Herbert? —cuestionó la menor agitando sus manos entre las suyas, sintiendo como la desesperación y la incertidumbre por la situación de su hermana la comía viva.

La mirada de Bancroft se perdió en el nocturno paisaje y en el movimiento de los sauces de un lado a otro al ritmo de la suave brisa que estaba corriendo. Dicha brisa que acariciaba sus hombros descubiertos y agitaba los cabello que se habían salido de su estructurado peinado. No sabía si seguía alterada por la bebida o simplemente estaba teniendo un momento de meditación real ya que todo estaba tan borroso, tan confuso y exasperante que podía ver frente a ella como su vida se caía a pedazos.

—Necesito irme a casa —fue lo único que dijo ignorando la pregunta de su hermana—; quiero descansar.

El corazón de Sylvie se acongojó y eligió no seguir insistiendo en el tema —por el momento— ya que no era una buena situación, un buen ambiente y muchísimo menos un buen estado en el que su hermana se encontraba.

Pronto tendrían tiempo de hablar y sacar a la luz todo lo que a Genevive le ha estado doliendo por años.

gif by marti hermosa <3















































holissss estamos de vueltaaaa.

ya tenía este cap medio armado de hace tiempo soooo finalmente lo pide subir.

qúé les pareció todo??? les leo! btw, hay una razón pq gen aceptó casarse con el príncipe pero lo resolveremos más tarde jeje !!! ++ además, todos nos merecemos una hermana como Sylvie, te amamos preciosa a aa a

en fin, esta alma anda en clases así que me tengo que retirar. sin embargo, les digo que ya desde este primer encuentro de nuestro genthony se vienen cosas muuuuy buenas. be ready!

nat

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