Capítulo 35.

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Jungkook se despertó en la madrugada, cuando ni siquiera los pájaros comenzaban a cantar, sintiendo el estómago revuelto y la piel húmeda por el sudor.

Tomó una respiración profunda, intentando de esa forma calmar las náuseas que estaban subiendo por su garganta.

—Ngh... —se quejó el alfa, removiéndose en la cama e intentado alejar con cuidado el cuerpo de Jimin, quien al parecer, se negaba a soltarlo.

Jimin refunfuñó adormilado, volviendo a abrazar a Jungkook.

—¿Qué pasó? —murmuró Jimin, bostezando y frotando su mejilla contra el pecho de Jungkook.

Jungkook suspiró, haciendo una mueca cuando el dolor comenzó a intensificarse.

—Necesito ir al baño.

A regañadientes, Jimin lo soltó. Bostezó nuevamente y se frotó los ojos con sus manos empuñadas para apartar los rastros de sueño.

Jungkook se levantó de la cama, sintiendo un repentino mareo que lo desestabilizó.

Ugh.

Caminó hacia el baño, directo al inodoro y se dejó caer sobre sus rodillas, vaciando casi de inmediato su estómago. Era obvio que algo le había caído mal, ¿pero qué? No solía enfermarse a menudo y seguía la misma dieta alimenticia de siempre.

—¿Estás bien? —Jimin preguntó desde la puerta, apretando el interruptor para encender la luz.

Jungkook tiró inmediatamente la cadena y se levantó, acercándose al mueble donde tenía su cepillo y pasta de dientes.

—Solo... —murmuró, con la boca llena de espuma. Escupió para poder hablar bien— Creo que me enfermé o algo así.

—Oh...

Cuando Jungkook terminó de cepillarse los dientes, se lavó la cara y las manos. Jimin cogió una toalla limpia y se la entregó.

—Gracias —el alfa murmuró mientras se secaba el rostro.

—¿Te sientes muy mal?

—No.

Cuando terminó, colgó la toalla en una barra de acero negro para luego avanzar hacia Jimin, quedando frente a él. Sin decir nada, Jungkook elevó una de sus manos y le acarició la mejilla derecha, sin apartar sus ojos de los afelpados labios de su omega. Jimin inclinó la cabeza hacia un lado, apoyándose sobre la palma de su mano.

Dioses, deseaba tanto consumirlo, porque estaba seguro de que Jimin era como algún tipo de droga para él.

Te quiero.

Las palabras querían ser dichas en voz alta, pero había algo que se lo impedía.

En cambio, Jungkook se inclinó y lo besó, derritiéndose en el dulzor de los labios de su omega.

Jimin se aferró a él, gimiendo y besándolo con necesidad. Amaba esto. Amaba todo lo que Jungkook le hacía sentir.

—Vamos... vamos a la cama —Jimin susurró sobre los labios húmedos de Jungkook.

El alfa sonrió, acunando cariñosamente el rostro de Jimin para volver a besarlo suavemente.

—Quiero darme una ducha primero —finalmente respondió, apartando su boca de la de Jimin— Estoy todo pegajoso.

Jimin se relamió los labios con la punta de su lengua, sintiendo esa molesta sensación de pérdida.

—Yo... yo también. Bien, vamos a bañarnos juntos.

Era vergonzoso, pero Jimin se sentía jodidamente insaciable, siempre hambriento por cualquier tipo de atención por parte de Jungkook. Ansiaba el toque de sus grandes manos sobre su cuerpo desnudo, sus labios húmedos y dulces chupando y mordisqueando los suyos, incluso su mirada. Dioses, deseaba que Jungkook lo mirara siempre.

Jungkook no opuso objeción alguna, simplemente hizo un ruidito de aprobación y comenzó a desnudar a Jimin lentamente, recorriendo con sus manos las curvas de su cuerpo.

Mío.

Era increíble lo que provocaba en él este chico testarudo. Estaba seguro de que si le hubieran dicho hace un año atras, que caería como idiota un joven y rebelde omega, Jungkook se habría reído, porque no había forma que se relacionara con gente que él consideraba imanes para los problemas.

Quizás había escupido descaradamente al cielo.

Porque Jimin gritaba problemas por donde lo mirara, pero a la mierda con eso. Él lo quería así; todo rebelde y testarudo.

Lo quería.

Dioses, no sólo era su lado humano el que lo quería, sino también su lado animal. Su lobo lo había reclamado como suyo, desde mucho antes que su lado humano aceptara que lo quería.

Había caído profundamente en él, porque estaba seguro que si Jimin a estas alturas le podía las estrellas, él se las bajaría de una u otra forma. Quería complacerlo todo el tiempo. Verlo sonreír. Hacerlo feliz. Mierda. Lo adoraba de una manera tan poco sana, que a veces era un poco aterrador.

Jimin gimió, separando sus labios con entusiasmo. Mierda, nunca se cansaría de este hombre.

—Eres tan delicioso, tan dulce... —murmuró Jungkook sobre sus labios, mezclando sus respiraciones— Que podría comerte.

Lo besó de nuevo, separando sus labios y empujando su lengua dentro de la boca de Jimin.

Se terminaron de desnudar entre besos y suaves caricias. Una vez que sus labios comenzaron a hormiguear de tanto ser usados, Jungkook se alejó de Jimin para acercarse a la ducha y apretar los botones que ajustaban la temperatura del agua mientras esta comenzaba a caer.

—Ven aquí —Jungkook le llamó, estirando su mano para que Jimin la tomara.

Jimin inmediatamente la tomó, sin siquiera pensarlo, siendo guiado al centro de la ducha. Sus cuerpos comenzaron a mojarse rápidamente y el vapor los envolvió. Jungkook acunó nuevamente su rostro, mirándolo a través de las gotas que caían sobre ellos a la vez que se inclinaba y presionaba un pequeño beso en la punta de su nariz.

Jimin parpadeó un par de veces, sonriendo.

Me gustas, maldita sea. Mucho.

Las muestras de afecto por parte de Jungkook cada vez aumentaba más y más. No solo eran los besos y las caricias, sino que todo su comportamiento y los pequeños obsequios que le había comenzado a llevar. ¿Será consciente de lo obvio que es?

—No dejes que un alfa te marque, cachorrito...

La voz de su padre comenzó a susurrarle desde algún rincón de su cabeza, advirtiéndole y recordándole que no debía creer en ellos, porque sino terminaría tan desdichado como él. Jimin casi se ríe ahí mismo, considerando que ya estaba jodidamente atrapado con este alfa.

No todos los alfas son malos. Tú eres bueno. Bueno para mí.

Cerró los ojos cuando Jungkook presionó su boca contra la suya, decidido a ignorar los susurros débiles de su padre, dejando que su mente se centrara únicamente en este hombre que parecía consumirlo con un simple roce de piel, con una simple mirada.

Quizás ya había perdido la cabeza, pero no le importaba. No ahora, al menos. Tal vez luego, cuando haya tenido suficiente y se haya cansado de este alfa sexy y arrogante.

Y sinceramente, esperaba que nunca pasara.

La ducha duró más de lo normal, considerando que ninguno de los dos fue capaz de detenerse a tiempo, desesperados por unir sus cuerpos. Jimin se había corrido primero, aferrado a los hombros anchos de Jungkook, mientras este lo sostenía por los muslos.

—No me anudaste —Jimin reclamó, decepcionado por no haber sido estirado con el maravilloso nudo de su alfa.

Su espalda estaba apoyada contra los azulejos y sus piernas enredadas en las caderas de Jungkook. No era la mejor de las posiciones, pero aun así deseaba el maldito nudo.

Jungkook se rió; esa exquisita risa ronca y grave que vibraba por todo su pecho mojado.

—Luego —respondió, inclinándose hacia adelante para besarlo suavemente en los labios.

Jimin suspiró, fascinado.

—Bien —logró decir, sintiéndose totalmente drogado por los besos y las feromonas de su alfa.

Con cuidado, Jungkook salió de su interior y Jimin inmediatamente dejó escapar un ruidito molesto por la pérdida.

—Debemos ir a dormir un poco más —dijo Jungkook luego de la protesta de Jimin, bajándolo con cuidado.

Jimin suspiró una vez que sus pies estuvieron de vuelta en el piso.

—Sí, creo que deberíamos dormir.

Una vez que se enjuagaron sus propios fluidos y salieron de la ducha, Jungkook se envolvió primero una toalla alrededor de sus caderas, para luego cubrir a Jimin por completo.

—A las nueve tenemos que estar en la consulta... —dijo Jungkook con los ojos cerrados.

Ya estaban en la cama, con sus pijamas limpios y los cabellos secos.

—Uhm... vale —murmuró Jimin, acurrucado entre los brazos de Jungkook.

Olvidando los extraños retorcijones en su estómago, Jungkook enterró su nariz en los cabellos alborotados de su omega, respirando su olor.

Mmh...

Ahí estaba, esa pequeña nota más dulce. Era como si el olor de Jimin, que era de frutos rojos, se centrara únicamente en las cerezas, intensificándolas por sobre el resto. Aunque, por supuesto, era algo sutil.



Ω

Cuando entraron a la casa, Taehyung intuyó de inmediato que algo no andaba bien y corrió escaleras arriba mientras llamaba a su madre. Seokjin lo sigo desde atrás, asustado por el repentino cambio de su novio.

Taehyung empujó la puerta de la habitación de su madre, sin siquiera molestarse en llamar, siendo recibido por el asqueroso e intenso olor de su padre.

Ugh...

Ambos hicieron una mueca de desagrado mientras arrugaban la nariz.

Pero las molestas feromonas quedaron de lado cuando Taehyung notó lo que había en la cama. Se paralizó por uno o dos segundos, intentando procesar de manera rápida lo que estaba viendo.

Era su madre. Ella estaba desnuda en la cama, pobremente tapada, con su delgado cuerpo lleno de moretones y su rostro ensangrentado e hinchado.

Titubeando, decidió avanzar.

—Mamá —le llamó el alfa, sintiendo como su corazón golpeaba el interior de su pecho con fuerza— ¿Mami?

La omega no respondió.

Los ojos de Taehyung se llenaron de lágrimas y sus manos comenzaron a temblar.

Que no esté muerta. Por favor, que no esté muerta.

Estaba aterrado, pero aun así necesitaba saber que estaba bien.

Ignorando el hecho de que estaba desnuda, Taehyung la acomodó en la cama, dejándola boca arriba y cubriendo rápidamente su cuerpo.

—Mamá —comenzó a decir, su voz sonaba notoriamente temblorosa— Mamá, despierta..

Seokjin también estaba paralizado. Jamás había visto algo así.

—Mami... —Taehyung la llamó nuevamente, como solía llamarla cuando era pequeño y tenía miedo— Mami, despierta.

Tocó su mano y luego su muñeca, comprobando el pulso. Estaba viva.

El alivio cayó sobre él, haciéndolo derramar gruesas lágrimas.

—Doctor... —murmuró Seokjin, nervioso— Debemos llamar a un doctor.

No era capaz de moverse. Quizás no quería hacerlo realmente. La habitación olía asquerosamente a Woobin; un alfa abusiva y cruel. Quería salir de ahí, porque algo en él, no sabía qué, le advertía que estar en esa mansión era sinónimo de peligro.

Taehyung sorbió su nariz, apartando con el dorso de su mano las lágrimas. Sacó su teléfono y llamó al doctor que solía ir cada vez que su madre enfermaba.

Seokjin vio a su novio hablar entre sollozos mal contenidos, sin soltar la mano de su madre. Era tan desgarradora la escena, que su corazón se hundió en la tristeza. Jiyoon era una omega dulce que aún gozaba de belleza e ingenuidad, condenada a un matrimonio forzado para asegurar el patrimonio de la familia que la estaba condenando, tal cual habían hecho con Yeri, la esposa oficial de Taehyung.

Cuando Taehyung colgó la llamada, se levantó y caminó en completo silencio hacia el baño, para luego volver con una toalla húmeda entre sus manos. Se sentó en el borde de la cama y comenzó a limpiar suavemente el rostro de su madre.

—Quisiera que se muriera —Taehyung dijo de repente, asustando a Seokjin. El olor del alfa comenzó a volverse agrio por el miedo y la ira.

—¿Qué?

Soltando una risa carente de humor, Taehyung aclaró:

—Mi padre. Quisiera que se muriera, para que dejara de jodernos la vida.

Seokjin finalmente avanzó, deteniéndose a un lado de su novio.

—Tae...

—Nunca antes la había visto así... —susurró el alfa, quebrándose nuevamente.

Seokjin se agachó y lo abrazó, intentando consolarlo de alguna manera. Era nuevo para él todo esto, porque su padre jamás le había levantado la mano a su madre. Su familia quizás era privilegiada; rebosante de amor y unión. Su padre, un alfa criado a la antigua, nunca despreció ni miró en menos a su madre, sino todo lo contrario, amándola cada día con palabras y acciones.

—Se pondrá bien —Seokjin dijo, sin estar realmente seguro— Y la sacaremos de aquí.

—Sí... —Taehyung suspiró, sabiendo que debía sacar pronto a su madre de ese infierno, antes de que sea demasiado tarde— Buscaré un lugar seguro, donde papá no pueda encontrarla.

Estuvieron un rato más ahí, vigilando a la omega, quien no mostró indicios de querer reaccionar.

—¿Quieres que le prepare una sopa? Creo que necesitará comer algo, para recuperar energías.

Dándole una última mirada a su madre, Taehyung se puso de pie.

—Sí. Te lo agradecería mucho, amor.

Seokjin le sonrió con ternura.

—Entonces estaré abajo, viendo que hay para prepararla.

El alfa asintió con la cabeza antes de responder.

—Vale, yo bajo en un momento.

—Bien.

Seokjin le dio un beso en los labios a su novio antes de bajar a la cocina, sin dejar de sentirse inquieto.

Taehyung en cambio, se movió hacia el armario de su madre y rebuscó entre la ropa alguna camisa de dormir. Cuando la encontró, suspiró aliviado y se devolvió a la cama.

—Lo siento, mamá... —murmuró, con los ojos empapados en lágrimas.

Fue por otra toalla húmeda y comenzó a limpiarle el cuello y los brazos, para luego intentar ponerle la suave camisa de seda.

Fue complicado, considerando que tuvo extremo cuidado para tocarle lo menos posible su cuerpo lastimado, además de que mantuvo los ojos centrados únicamente en su rostro.

—Lo siento... —sollozó, odiando que su madre pasara por todo esto. Odiándose a sí mismo por no ser tan fuerte y protegerla— Te sacaré de aquí, lo prometo.

Cuando terminó de abotonar la camisa, apartó las mantas ensangrentadas de la cama y la cubrió con una frazada limpia, besó su frente y salió de la habitación, queriendo abrazar a Seokjin para aliviar la pena y el miedo que lo envolvía en ese momento.



Ω

Habían pasado el día juntos, recorriendo el gran centro comercial de la ciudad.

Jimin miró el hermoso ramo de rosas rojas que Jungkook impulsivamente le había comprado. Él solo había sonreído y dado las gracias, aun cuando en realidad deseaba saltar sobre Jungkook y decirle que lo quería.

—¿Aún te duele el estómago? —Jimin le preguntó, apartando sus ojos de las rosas para mirar a Jungkook.

El alfa hizo una mueca antes de responder.

—Un poco, pero esto está delicioso —respondió Jungkook, pinchando un cubo de sandía para llevarlo a su boca.

No era un gran fan de la fruta, pero por alguna extraña razón, la deseaba como si fuera el mejor de los manjares. Jimin sintió, imitando a su alfa; metiéndose un cubo de sandía a la boca.

Estaban sentados en el amplio patio de comida del centro comercial. No estaba tan lleno, pero había gente por donde miraras. Y Jungkook jamás creyó que un día estaría ahí, comiendo comida rápida de un buffet junto a su omega, porque a este no le interesa ir a los restaurantes costosos y refinados que solía frecuentar.

—Quiero ir al baño —dijo Jimin a la vez que se ponía de pie. Jungkook lo agarró inmediatamente de la mano, reteniéndolo.

—Te acompaño.

—Ay, por favor —Jimin gruñó, apuntando con su mano libre hacia el baño— Estamos prácticamente al frente, no es como que me vaya a perder.

Jungkook soltó un bufido mientras soltaba a regañadientes a su omega, metiendo un cubo de sandía a su boca para masticarlo con rabia.

—Bien —gruñó.

Jimin sonrió, pero se apartó rápidamente porque su vejiga parecía querer explotar.

Lo vio alejarse, metiéndose de malas ganas más trozos de sandía a su boca, pero saboreándolas con fascinación.

Estaba tan jodidamente molesto, porque vio a muchos idiotas voltear para mirar a su omega. Maldita sea, se sentía ridículamente celoso hasta del aire que su omega respiraba.

¡Y no entendía la razón de estos celos enfermizos!

Nunca imaginó que sería tan posesivo, porque nunca lo había sido realmente. Pero ahora... dioses, ahora solo quería marcar a Jimin con su olor y meterlo a una cajita para que nadie más pudiera mirarlo.

No quería buitres merodeando a su omega.

Era suyo, maldición. Y para mala suerte de todos, a Jungkook no le habían enseñado a compartir, considerando que fue hijo único hasta la adolescencia.

Cuando Jimin salió del baño, el mundo gris y sombrío en el que Jungkook se sumergió, pareció iluminarse, pero duró demasiado poco para su propio gusto.

Un idiota se habia acercado a su omega para hablarle. Jimin sonrió. El idiota también sonrió. Algo hablaron.

Calmate. Cuenta hasta diez. Uno, dos, tres... ¡A la mierda!

Eso fue todo. Se levantó de un salto y llegó como un rayo al lado de su omega, marcándolo de inmediato con su olor para ahuyentar al idiota con cara de idiota y olor de idiota.

El chico se encogió en su lugar. Jungkook sonrió de forma vil, satisfecho con la reacción del idiota.

–¡Jungkook! —Jimin siseó, sonriendo en forma de disculpa hacia el chico— Lo lamento —dijo de todas maneras.

El chico sonrió de manera incómoda.

—Está bien, gracias de todas formas. Nos vemos.

—No, claro que no nos vemos —gruñó Jungkook, ganándose un golpecito en el pecho.

Jimin no vio cuando el chico se alejó, porque estaba intentando estrangular a Jungkook con la mirada.

—¿Explicate?

El alfa resopló, volviendo a relajarse una vez que estuvieron solos.

—Nada.

—¿Nada? ¿estás seguro? ¡Porque podría jurar que casi te comes vivo a ese pobre chico que solo me estaba preguntando si sabía donde estaba el cine en este jodido centro comercial ridículamente gigante! —le gritó Jimin, sonando demasiado exasperado.

Jungkook sonrió, tomando por la cintura a su omega para atraerlo hacia su cuerpo, inclinándose para callándolo con un dulce beso.

Jimin se resistió los primeros tres segundos, luego separó sus labios y se derritió contra la boca de Jungkook.

No fueron las miradas curiosas y cuchicheos de la gente lo que hizo que ambos se alejaran, sino el teléfono de Jungkook sonando.

Soltando un gruñido bajo, Jungkook sacó su teléfono y respondió la llamada.

—Jeon —fue todo lo que dijo, esperando que la otra persona le respondiera.

Señor Jeon, le habla el doctor Jang. Tengo los resultados de los exámenes realizados esta mañana, puede venir ahora, trabajo hasta las ocho, o puede venir mañana durante el día.

—Ahora.

Muy bien. Lo espero entonces.

Jungkook colgó la llamada y miró a Jimin, quien le miraba con cierta curiosidad.

—¿Quién era?

—El doctor.

—Oh.

—Vamos, tenemos que ver qué nos dice.

—Vale.

Jimin tomó el ramo de flores y se devoró lo poco que quedaba de sandía. Tiraron los envases en los basureros y comenzaron a caminar hacia los elevadores para bajar al subterráneo, donde Jungkook había estacionado su auto. Esta vez no estaban siendo acompañados por los guardias o el chofer, cosa que Jimin agradeció en silencio.

Jungkook tomó la mano de Jimin mientras caminaban, entrelazando sus dedos. Y ese simple gesto calmó a Jimin, quien ya estaba nervioso por saber lo que diría el doctor.

Esperaba que no fuera nada grave, solo algo pasajero y que pudiera curarse con medicamentos.

Realmente esperaba eso, porque no se sentía mentalmente preparado para algo más.  

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