Capítulo 41.

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La información sobre el hombre que acompañaba a la esposa de su jefe llegó incluso más rápido de lo que él esperaba.

—Señor, ya está lo que pidió —informó el beta, sintiendo como su teléfono vibraba ante los correos recibidos.

Woobin miró a su chofer y le hizo un gesto con la cabeza para que comenzara a leer todo en voz alta. El beta suspiró antes de obedecer.

—Jung Hoseok; un alfa de cuarenta años, viudo y padre de un solo...

—Nombre del hijo —interrumpió con impaciencia.

—Jung Jimin.

Woobin arqueó sus cejas. Él conocía ese nombre tan ridículo.

Jung Jimin. Jung Jimin. Jung Jimin...

Su boca se abrió al igual que sus ojos cuando el rostro de uno de los amigos de su hijo apareció entre sus recuerdos.

Pequeño pedazo de mierda.

—¿Es omega? —preguntó Woobin, solo para terminar de confirmar que estaba en lo correcto.

—Sí, señor.

El alfa se rió entre dientes, volviendo a ver hacia donde estaba su esposa y el idiota de su amante.

El beta miró también en su dirección, sabiendo que esto era el inicio de algo bastante feo y retorcido.

—Manda a que le hagan una visita a Jung —dijo Woobin de repente, sin mirar a su chofer— Que lo vigilen hasta que yo dé una nueva orden.

—Como usted ordene, señor.

Ω

Jiyoon había cerrado los ojos, respirando el exquisito olor almizclado del alfa. Ella sonrió, porque las mariposas en su estómago no dejaban de aletear ante la genuina emoción del momento.

—Hay algo... —susurró, abriendo los ojos para mirar a Hoseok.

—¿Algo? —preguntó Hoseok, sonriéndole.

Ella se relamió los labios, descendiendo su mirada a la boca del alfa. Quería besarlo.

Hoseok se dio cuenta de sus intenciones, mas no hizo nada por alejarse o impedirlo. Él también lo deseaba.

—¿Puedo? —preguntó ella con timidez. Sería el primer beso que daba en su vida por voluntad propia. El primer beso que deseaba tanto.

Hoseok torció su boca en una mueca, sabiendo que esto no era correcto. Ella era casada, marcada por su alfa. ¿Qué mierda estaba haciendo? No lo sabía realmente, pero parecía no importarle mucho.

—No deberíamos, Ji...

—Lo sé —ella murmuró con tristeza. Su boca hormigueaba por el deseo abrumador de saborear y disfrutar los labios de Hoseok.

—Sin embargo, yo también quiero.

Ella se rió, nerviosa y ansiosa.

—Entonces, ¿qué estamos esperando? —dijo ella, sintiendo como su corazón comenzaba a latir con más fuerza, casi como si quisiera llegar al límite y explotar. Su lobo aulló de felicidad pura, y fue increíblemente maravilloso sentirlo de esa manera, por un alfa. Por su alfa, quizás.

Hoseok se apartó un poco, sus manos sobre las mejillas calientes de Jiyoon. Se veía tan hermosa.

—Eres preciosa, Ji —le dijo, una vez más— Y también me gustas. Mucho, de hecho.

Los ojos de Jiyoon brillaron a causa de las lágrimas retenidas. Se sentía tan feliz y tan triste a la vez. Nunca nadie la había hecho sentir así; tan especial y tan bonita. Y para ser sinceros, odiaba su vida, a su alfa y su casa. Solo su hijo la mantenía respirando, pero ahora ya no era solo su hijo, sino este alfa que la hacía sentir viva. Amada. Deseada.

Su lobo también ronroneaba, feliz y seguro cerca de Hoseok. Ya no temblaba ni prefería estar sumergido en el sueño profundo, como solía hacerlo cada vez que Woobin rondaba cerca de ella.

Una lágrima se deslizó fuera de su ojo izquierdo, y fue el pulgar áspero de Hoseok quien la detuvo.

—Y me gustaría que nuestra situación fuera distinta... —continuó Hoseok.

Jiyoon negó con la cabeza, ahogando un sollozo.

—A mí no me importa —susurró, sorbiendo su nariz y apoyando su mejilla contra la palma tibia de Hoseok— Yo no... no me arrepiento de esto, de estar aquí contigo, incluso si no es lo correcto. Y me siento tan feliz de haberte conocido. Creo que... tú me haces muy feliz.

—También me haces muy feliz, Ji —respondió con sinceridad, inclinándose hacia adelante y cortando la miserable distancia que los separaba.

Sus bocas se unieron en un suave y delicado beso. Jiyoon cerró los ojos y gimió bajito al sentir el calor y humedad de los suaves labios de Hoseok, experimentando una extraña sensación de cosquilleo alojarse justo en el centro de su estómago. Su lobo se agitaba feliz y ansioso en su interior, llamando al que consideraba ahora su alfa.

Hoseok ladeó un poco su cabeza y llevó su mano a los cabellos de Jiyoon, enterrando con cuidado sus dedos en las suaves hebras para jalarla y permitirse profundizar un poco más el beso.

Estaban en público, a plena luz del día y a la vista de todos, pero parecía no importarles realmente. Y es que, ¡a la mierda la gente y lo que pensaran de ellos!

Cuando el beso terminó, luego de un largo momento, ambos se miraron, sintiéndose totalmente aturdidos, con sus sentidos nublados por aquel acto que les robó hasta el aliento.

Y fue Jiyoon quien rompió el momento, soltando una risita tan suave y melodiosa, casi un bálsamo para los oídos de Hoseok. Él acarició su mejilla, para luego deslizar su pulgar por los labios rojos e hinchados de Jiyoon, quitando los restos de humedad de ellos.

—Quiero besarte de nuevo... —susurró, sonriendo también.

Jiyoon estaba segura de que si abría la boca para decir algo, su corazón no dudaría en escapar. Latía tan fuerte que ya se sentía un poco mareada.

—Mhm... —tarareó, moviendo su rostro para poder presionar sus labios contra la palma de la mano de Hoseok— Entonces, por favor, no te contengas —fue capaz de decir, su voz sonando aún sin aliento.

Hoseok ensanchó su sonrisa, volviendo a acariciar la mejilla caliente y suave de Jiyoon mientras se inclinaba hacia adelante para atrapar sus labios una vez más.

Ω

Woobin los observó en todo momento, sin perderse absolutamente nada desde su posición. Y para entonces, emanaba abundante ira cruda por cada uno de sus poros, volviendo tan espeso e irrespirable el oxígeno dentro del auto que tuvo que abrir todas las ventanas.

Apretó sus dientes con fuerza, haciéndolos rechinar. ¿Cuánto tiempo más tendría que presenciar tal horroroso espectáculo que estaba dando de manera gratuita la zorra de su esposa junto a su jodido amante?

Su lobo gruñó, furioso y herido por la traición. No le dolía que Jiyoon lo engañara, porque él no le era fiel en lo absoluto. Lo que le dolía en realidad era su ego de macho alfa dominante.

Maldita seas, Jiyoon.

Apartó sus ojos furiosos de su esposa para echarle un vistazo rápido a su teléfono que había comenzado a sonar. Había dado la orden, minutos atrás, de que averiguaran dónde se encontraba la pequeña mierda de Jung Jimin.

Uhm...

Tarareó con diversión, leyendo el mensaje que le había llegado.

—Se mueven, señor —el beta le informó, haciendo que Woobin dejara su lectura a medias y levantara rápidamente la vista.

Efectivamente se estaban moviendo, con sus manos entrelazadas y una ridícula sonrisa adornando sus rostros. A Woobin le hirvió todo en su interior, odiando verla así, feliz y libre.

Ella no es libre. Ella es mía.

Por supuesto que no era libre. Jiyoon le pertenecía de todas las maneras posibles, porque él era su jodido alfa. Él era su esposo, el que se la follaba cada vez que se le daba la gana, el que la embarazó más de una vez, el que besaba sus labios y se deleitaba con la suavidad de ellos, el que conocía su cuerpo desnudo como la palma de su propia mano. Él era su dueño, nadie más.

Te mataré.

Quería cerrar sus manos en el delgado cuello de su omega. Quería sentir como los huesos crujían bajo su agarre mortal. Quería presenciar en primera fila como le arrebataría la vida sin mucho esfuerzo.

Eres mía, solo mía. Nunca te dejaré libre. Nunca te irás con nadie más.

No pensaba cometer el mismo error que en el pasado, cuando se había enamorado perdidamente de una preciosa omega, a quien había decidido dejar ir para no condenarla a una vida que ella aseguraba no desear, sin saber que al final le terminaría abriendo las piernas a su propio padre, convirtiéndose en su madrasta. Su mundo, para ese entonces, se volvió gris y sombrío. Nunca le perdonó aquella traición, porque ella era muy consciente de sus sentimientos y de todo lo que él hizo para hacerla feliz. Había sido una zorra, como todas, anhelando poder y estabilidad. Lamentablemente para ella, él fue consumido por el odio, aceptando un matrimonio arreglado para luego acabar con la vida de su propio padre y heredar toda su fortuna, dejando a su jodida madrastra olvidada en una finca al sur del país.

Malditos sean todos los omegas.

Gruñó ante el desagradable recuerdo, todavía con sus ojos clavados en Jiyoon.

Nunca admitiría en voz alta cuanto estaba odiando presenciar toda la escena melosa de su esposa y su amante. Odiaba también saber que ella creyera ser más astuta que él, cuando no lo era. Su ego estaba dañado por una puta omega, que lloraba y fingía sufrir cuando estaba a su lado, pero que sonreía sin problema frente a su jodido amante.

Vio entonces que Jiyoon se despedía, parándose sobre las puntas de sus pies para presionar sus labios contras los de su amante. Fue un roce fugaz, pero bastante significativo para ella, quien inmediatamente sonrió encantada, provocando que el alfa sonriera también.

Conmigo no sonríe así.

Su lobo estaba igual o más furioso que su lado humano. Y quizás también estaba un poco celoso, porque otro alfa estaba de forma cariñosa junto a su omega. A Woobin le molestaba de igual forma, maldita sea. ¡Pero vamos, ni en años luz él sería así de ridículo con ella! Además de que era muy consciente de que Jiyoon le tenía miedo, él mismo había ayudado a ello, infringiendo castigos y torturas, incluso cuando no las merecía.

Cállate. No me interesa si me sonríe o no. No me interesa nada de ella realmente.

Le gruñó a su lobo, quien resoplaba molesto porque no hacía nada por su omega.

Matala.

La repentina orden de su lobo no provocó más que molestia, así que decidió ignorarlo.

—Siguela —ordenó Woobin. Su chofer no dijo nada, simplemente obedeció la orden dada.

Vio como el alfa detenía un taxi y le abría la puerta, sin muchas ganas de dejarla ir.

Malditos sean.

Hoseok se inclinó y la besó, sin importarle absolutamente nada. Luego, cuando finalmente dejaron de dar un espectáculo, intercambiaron unas cuantas palabras y Jiyoon subió al taxi. Él le cerró la puerta y agitó su mano mientras el vehículo comenzaba a avanzar.

—No pierdas de vista el auto y ponte delante de él.

—Sí, señor —respondió el beta, acatando la orden de inmediato. Pisó el acelerador, no hasta el fondo, y esquivó ágilmente los autos delante de él, logrando rápidamente alcanzar el taxi. Giró el volante y se atravesó delante del auto, impidiéndole el paso.

—Espera aquí, yo iré por mi esposa —ordenó mientras abría la puerta de su auto.

Ω

Jiyoon iba completamente sumergida en sus pensamientos, con sus dedos presionando suavemente sus labios. Aún seguían sintiéndose sensibles e hinchados.

El taxi de repente frenó y el chofer maldijo en voz alta. Ella lo ignoró, sonriendo todavía, pero todo rastro de felicidad se esfumó cuando repentinamente su lobo aulló y el vínculo que la unía a su verdugo se tensó.

No alcanzó a asimilar nada cuando la puerta del vehículo se abrió de repente, dejando a la vista al cruel alfa que estaba unida.

—Woobin... —susurró aterrada, encogiéndose en su lugar.

Él le sonrió; esa sonrisa macabra que no anticipa nada bueno.

—¿Divirtiéndote, mi amor? —le preguntó con burla, inclinándose para tomarla del brazo y jalarla con brusquedad fuera del auto.

El chofer del taxi no reaccionó en lo más mínimo, consciente de que se trataba de un alfa y su omega. No había nada que él pudiera hacer, porque muchos alababan las acciones de los alfas, importándole muy poco las consecuencias que le traería al omega.

Woobin prácticamente arrastró a Jiyoon hacia su vehículo, lanzándola sin mucho cuidado al interior. Se subió y ordenó con voz plana a su chofer para que lo llevara de vuelta a la mansión.

Ella se apegó al otro extremo, casi acurrucada en el asiento, sin ser capaz de mirar a su esposo, quien soltaba feromonas agrias y espesas.

Él lo sabe...

Quería llorar ahí mismo, porque que su esposo supiera lo que ella estaba haciendo en el parque, solo significaba peligro para Hoseok.

Woobin la miró, odiando verla tan aterrada. Jiyoon prácticamente temblaba, con la mirada fija en las manos sobre sus muslos.

Molesto, se movió para alcanzarla, jalando del cabello. Ella soltó un gemido lastimero, con las lágrimas ya brotando fuera de sus ojos.

—¿Desde cuándo te lo estás cogiendo? —preguntó con su voz áspera y amenazante. Jiyoon frunció sus cejas con angustia, intentando negar lo que se le estaba preguntando. Woobin se rió de ella— ¿Qué? ¿Acaso crees que voy a creer que no te lo coges? —preguntó, apretando el agarre en sus cabellos.

Jiyoon sollozó, dejando que las lágrimas salieran sin control. Incluso si llegara a afirmar lo que su esposo preguntaba, el castigo sería el mismo.

—Yo no... —intentó decir, pero no alcanzó a decir nada más cuándo una bofetada surcó su mejilla.

Su labio, que minutos atrás había sido acariciado gentilmente, ahora se encontraba lastimado. La sangre se deslizó, provocando que Woobin se inclinara hacia ella para deslizar su lengua sobre la herida.

Jiyoon se asqueó por aquel acto e instintivamente se alejó. Él la sostuvo firmemente por sus cabellos, impidiéndole alejarse, sometiendola contra su voluntad.

Ω

—¿Eso es todo, joven Jung? —Woosung preguntó, mirando el carro de supermercado casi lleno.

Jimin suspiró, nervioso. Se había detenido a mirar unos chocolates, sin prestarle verdaderamente atención, mordisqueandose el pulgar derecho.

—No...

—¿Va a llevar algún chocolate?

—Creo que... no. No quiero chocolates —rió, volviéndose para mirarlo— Creo que eso es todo.

—Bien, entonces vamos a pagar.

—Sí, a pagar —murmuró, tocandose los bolsillos— Jungkook paga —le mostró al alfa la tarjeta que Jungkook le había dado día atrás, con un saldo excesivamente ridículo, que creía no alcanzar a gastar en esta vida ni en la siguiente.

Woosung se rió, comenzando a mover el carro por los pasillos.

Cuando pagaron todo, se fueron directo al subterráneo donde habían dejado el auto. Jimin se subió mientras Woosung guardaba las bolsas en el maletero.

Aburrido y nervioso, Jimin decidió mandarle un mensaje a su alfa.

Yo.
18:15.

Oye 👀

Abuelo sexy 🔥
18:16.

¿Qué?

Jimin soltó un bufido por tan simple respuesta a su mensaje, luego sonrió, porque él era exactamente igual.

Yo.
18:18.

Creo que te extraño


Porque sí, lo extrañaba horrores, incluso cuando se separaban por unos minutos. Y vamos, resultaba ridículo extrañar tanto a la persona que veías todos los días. Por todos los dioses, de verdad estaba completamente jodido.

Abuelo sexy🔥
18:19.

Yo también, cariño.

La respuesta de Jungkook lo hizo sonreír, olvidando por un momento los nervios que le retorcía el estómago.

—Listo —dijo Woosung, poniéndose el cinturón de seguridad y encendiendo el auto— ¿A dónde vamos ahora?

Jimin bloqueó su teléfono y suspiró entrecortado. Los nervios volvieron cuando recordó que hoy sería el gran día para revelar la noticia sobre su estado.

—Donde Tae.

Woosung asintió mientras acomodaba el espejo retrovisor, dándole una última mirada evaluativa a Jimin.

—¿Está todo bien? —preguntó verdaderamente preocupado. Desde que Jimin se había vuelto su preocupación, ya que debía velar por su seguridad, algo en él pareció revivir. Algo que creyó muerto, tan enterrado como su pasado.

Pero estaba equivocado, porque Jimin no hacía más que recordarle a su hermano pequeño. A ese omega alegre y rebelde que no hacía más que llevarlo al límite de la irritación y preocupación, pero que al final lo derretía con una simple sonrisa llena de cariño. Woosung aun lo extrañaba, incluso cuando intentaba no pensar en él, pero ni siquiera el paso de los años menguaba el dolor de su pérdida. Lo extrañaba, así como también extrañaba a su madre, quien no soportó ver el cadáver de su pequeño hijo tirado en un mugroso callejón, como si no valiera nada, desnudo y con evidentes marcas de golpe y abuso sexual.

Jimin miró a Woosung, con sus mejillas calientes y rojas.

—Es solo que... creo que estoy nervioso... —admitió.

—Oh.

—Porque, ya sabes... —Jimin lo interrumpió, sonriendo con nerviosismo— ¿Lo sabes verdad? —preguntó, necesitando estar realmente seguro de que Woosung sabía de lo que él le estaba hablando. No quería tener que explicárselo realmente.

Woosung consideró la respuesta por un momento, porque no quería incomodarlo o hacerlo reaccionar negativamente.

—Sí —dijo al final, porque sabía que Jimin se refería a su embarazo.

Jimin asintió con su cabeza, bajando la mirada hasta sus manos.

—La cosa es que... se lo voy a decir a mis amigos. Hoy.

Woosung frunció el ceño.

—Entonces no hay razón para estar preocupado —dijo, porque Jimin no solo se veía nervioso.

—No estoy preocupado. Sé que jamás me juzgarán.

—¿Entonces?

Jimin se encogió de hombros en respuesta.

—Quiero ir, pero me siento... extraño. Es como si algo malo fuera a pasar. No sé, tengo esa sensación y me está revolviendo el estómago —fue sincero, porque realmente ya comenzaba a sentirse abrumado.

—Si quiere, puedo llevarlo de vuelta a casa, incluso llamar al señor Jeon si es necesario. Puede venir en otro momento, cuando se calme y no se sienta así —aconsejó Woosung, preocupado por Jimin, quien era totalmente ajeno a los pequeños temblores de su cuerpo.

—No. Quiero ir y contarles sobre esto. Necesito verlos.

Woosung suspiró, asintiendo con su cabeza. Entendía que los omegas se ponían más sensibles en los embarazos.

—Bien, pero debe saber que no me iré —Jimin alzó las cejas ante las palabras del alfa— Incluso si debo quedarme encerrado en el auto hasta que decida volver a casa, no me moveré. No puedo dejarlo de todas formas, porque aprecio bastante mi vida.

Jimin se rió, porque entendía que Woosung se refería a la amenaza de Jungkook.

—¿No te vas a aburrir?

El alfa se acomodó en el asiento y comenzó a mover el auto, guiandolo fuera del estacionamiento.

—No. También tengo a alguien especial con quien charlar en mis ratos libres

Jimin parpadeó. Nunca pensó que Woosung tendría tiempo para una relación.

—¿Cómo se llama? —preguntó con genuina curiosidad.

Con la mirada fija en el camino, Woosung sonrió. Y fue una sonrisa encantadora desde el punto de vista de Jimin. Una sonrisa de alguien completamente enamorado.

—Me va a disculpar, joven Jung, pero preferiría no decirle quien es.

Jimin soltó un bufido, olvidando finalmente los nervios que estaban a punto de volverlo loco.

—Oh vamos, no seas así —refunfuñó, pero luego pareció encenderse esa lamparita en su cabeza. Woosung no tenía tiempo para salir e ir a visitar a nadie, considerando que prácticamente se había vuelto su niñero a tiempo completo, así que sean quien sea esa persona, debía estar dentro de su círculo cercano— Oh por dios.

El alfa soltó una risa suave, todavía con sus ojos clavados en el camino.

—Sí —dijo, antes de que Jimin pudiera preguntar— Es alguien que usted ve a menudo.

La sonrisa de Jimin se ensanchó, porque sin mucho esfuerzo estaba deduciendo todo.

¡Por todos los dioses, debería ser detective!

Pero luego pensó, con su ceño arrugado. Todos eran alfas. No había omegas que vigilaran la planta donde ellos vivían, tampoco ningún omega trabajaba para Jungkook.

Entonces, eso solo significaba una cosa.

—¿Estas con un.... Un alfa?

Woosung le dio una mirada rápida a través del espejo retrovisor, todavía sonriendo. Ahora lucía orgulloso.

No era común que dos alfas se emparejaran, porque era prácticamente imposible. El lado dominante de un alfa no era fácil de tratar, porque siempre querían ser mejores que el otro. Pero había casos, muy pocos conocidos, donde un alfa no segregaba feromonas demasiado dominantes, y era como si la genética se hubiera equivocado con ellos. Eran alfas que no les importaba ser dominado por otro alfa, ni ser usados sexualmente.

—Lo estoy —aseguró Woosung, sonando para nada avergonzado.

Jimin se sonrojó más de lo que ya estaba, porque a su mente solo pudo llegar la imagen de una sola persona.

Seo Inguk.

—¿Es... Inguk?

Woosung soltó una risa cuando volvió a mirar a Jimin por el espejo. Jimin puchereó, como si se hubiera ofendido.

Aclarándose la garganta, el alfa habló.

—Lo siento, pero su cara de revelación es increíble. Y sí, es él.

—¿Jungkook lo sabe?

—Sí, el señor Jeon es consciente de nuestra relación.

—Él... ¿no está en contra?

—No. Nunca nos ha hecho sentir incómodos o menos por nuestras preferencias.

—No tendría porque hacerlo, de todas formas... —murmuró Jimin, sintiéndose mareado por todas las vueltas que estaban dando en el auto.

Acomodándose en el asiento, Jimin decidió mirar por la ventana, sin ver realmente el paisaje. Acarició su vientre plano, recordando nuevamente a la hermosa niña de su sueño.

Será una mini copia de Jungkook...

No era justo, a su parecer. Él era quien la llevaba en su vientre, quien sufriría todos los cambios horrorosos del embarazo, quien sufriría al momento de tenerla, para que su pequeña traidora decidiera salir igual a su otro padre.

—Llegamos, joven Jung —Woosung informó.

Jimin miró entonces como las altas y elegantes puertas de la entrada comenzaban a abrirse. Nadie salía a recibirlos, porque la mansión constaba con cámaras de reconocimiento facial, y Jimin sabía que estaba en la lista de personas autorizadas para ingresar.

El auto se detuvo frente a la gran casa. Woosung bajó primero y rodeó el auto para llegar al lado donde estaba Jimin.

—¿Seguro que no quiere volver a casa? —Woosung preguntó, abriéndole la puerta del auto para que pudiera bajar sin problemas.

—Segurísimo —dijo una vez que estuvo fuera del auto. Woonsung cerró la puerta y miró a su alrededor, con su ceño arqueandose poco a poco.

Mucho silencio.

Su lobo advirtió, provocando que Woosung tomara una gran bocanada de aire.

Algo no anda bien aquí.

—Tengo un mal presentimiento, joven Jung —dijo luego, en voz alta.

Jimin se giró para mirarlo.

—No pasa nada —le sonrió.

El alfa negó con la cabeza.

—¿Siempre es así de tranquilo aquí?

—Eh, sí. Siempre.

—No había nadie custodiando la entrada.

—Oh, bueno, generalmente siempre hay uno o dos tipos, pero tampoco es como que te hablen para darte una bienvenida si entras.

—Insisto en que algo no anda bien.

Jimin rodó los ojos con diversión.

—Te estás volviendo paranoico, Woo —Jimin se burló— Todo está normal. Nunca hay nadie porque solo está la tía y Tae. El viejo no está, así que todo está bien.

—Joven...

—Voy a entrar —lo interrumpió— Deberías irte a dar una vuelta o volver a casa, no creo que me vaya hasta más tarde.

—Imposible. No me moveré de aquí hasta que quiera regresar a casa.

—Bien —dijo, comenzando a avanzar hacia la puerta principal— Suerte chateando con Inguk.

El alfa resopló, volviendo a darle una mirada evaluativa a todo el lugar. El jardín era verde y frondoso, llenos de coloridas plantas y una hermosa pileta donde varios pájaros decidió posarse a descansar o beber agua. Pero que todo estuviera tan tranquilo, era jodidamente inquietante.

Volvió a mirar a Jimin, quien tocó la puerta con sus nudillos.

No me gusta esto.

La puerta se abrió de repente y Jimin echó un vistazo al interior, con la duda plasmada en todo su lenguaje corporal.

Algo anda mal.

Cuando Jimin se adentró hacia el interior, volteó a mirarlo, con su ceño suavemente fruncido.

¡Que no entre!

Su lobo gruñó, y todos los vellos de su cuerpo se erizaron.

Mierda, definitivamente algo anda mal.

—Joven, espere —le dijo, intentando sonar lo más calmado posible. La puerta seguía abierta, pero nadie se asomaba a recibirlo.

Jimin se detuvo, observando como Woosung comenzaba a caminar en su dirección. Pero entonces, una mano enguantada apareció desde el interior, jalandolo con brusquedad y cerrando la puerta.

Un grito horrorizado se escuchó desde el interior de la gran casa, y a Woosung se le contrajo el estómago de manera dolorosa al saber que se trataba de Jimin, pero sus sentidos se agudizaron cuando se obligó a no entrar en pánico. Se apresuró en sacar su teléfono y mandar un mensaje de emergencia que iba dirigido de forma automática a Inguk y a Jungkook.

Joder, soy hombre muerto.

Guardando su teléfono y sacando su arma desde el interior de su chaqueta, Woosung se posicionó de manera defensiva contra la puerta, atento a cualquier movimiento o sonido, dispuesto a usar todas las balas que cargaba.

El silencio inquietante volvió a reinar, haciendo que el corazón se acelerara.

Presionó su oído izquierdo contra la gruesa madera de la puerta, creyendo que podría escuchar alguna cosa. No se oía absolutamente nada.

Bien, que empiece el plan de rescate.

Se animó, retrocediendo unos pasos para patear la madera con fuerza, intentando hacerla ceder. Lo logró luego de la tercera patada, logrando que se abriera por completo. La costosa cerradura era tan ineficiente como las comunes.

Con su ceño fruncido, Woosung apuntó con su arma hacia el frente, mientras entraba lentamente hacia el interior de la mansión.






***

Si ven algún error, me avisan. No revisé el cap, porque apenas lo terminé, lo subí. Espero que les haya gustado. Les quiero mucho ♡

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