Capítulo 45.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

El puñetazo que recibió lo dejó inmediatamente fuera de combate. El aire fue expulsado de sus pulmones y el dolor que le acompañaba lo hizo querer retorcerse en el piso, mas no pudo. No cuando dos malditos alfas lo sostenían de cada brazo mientras lo arrastraban por un largo pasillo oscuro.

Jimin gimió cuando la bilis subió por su garganta. Ahora se sentía mareado y con náuseas.

Uno de los alfas resopló con diversión mientras se detenían frente a una de las puertas.

—Esto cada vez se pone más bueno —le dijo a su compañero, quien hizo un sonidito en afirmación.

Empujaron a Jimin hacia el interior de la habitación, sin ningún tipo de cuidado o consideración. Por suerte, Jimin logró reaccionar a tiempo y plantó las palmas de sus manos contra el piso para no golpearse la cara.

—¿Ahora qué? —preguntó uno de los alfas.

El que le acompañaba se encogió de hombros.

—Nada, solo esperemos al señor Kim...

Imbéciles.

Jimin decidió ignorarlos y tomó una gran bocanada de aire, todavía sentía náuseas y todo parecía darle vueltas, pero se quedó a medias cuando percibió unas notas muy familiares en el aire. Alzó la cabeza con tanta rapidez que su cuello tronó, y lo que vio lo dejó paralizado por una fracción de segundos.

—Papá... —susurró con horror. El estómago se le contrajo tan dolorosamente que su piel se humedeció con una fina capa de sudor frío.

Hoseok tenía sus brazos alzados, sus muñecas estaban unidas a una gruesa cadena que colgaba desde el techo. La cabeza estaba inclinada hacia el piso, su rostro oculto entre sus hebras húmedas y alborotadas.

Jimin lo recorrió con sus ojos, como si le estuviera dando un rápido escaneo. Y mierda, estaba entrando en pánico, considerando que su padre no se estaba moviendo ni quejándose por su deplorable estado.

—¡Papá! —gritó con desesperación, haciendo el intento de ponerse de pie y olvidando su propio dolor.

Los alfas que lo custodiaban dejaron de hablar y le prestaron atención. Uno de ellos frunció el ceño y miró entre Jimin y Hoseok, para luego soltar un sonoro resoplido.

—¿Debemos mantenerlo quiero o algo? —gruñó el alfa, sin mirar a su compañero.

—Supongo que sí, no sé —respondió el otro, mirando a Jimin con irritación.

Jimin se levantó, tambaleándose. Todo le daba vueltas. Intentó dar un paso hacia su padre, pero una mano se cerró con fuerza alrededor de su antebrazo.

—¡Papá! —gritó Jimin, intentando zafarse del agarre, luego giró su rostro para para enfrentarse al alfa— Suéltame, jodido hijo de puta —gruñó.

El alfa le sonrió con arrogancia.

—De todas formas, el señor Kim dijo que podíamos divertirnos si nos daba problemas —dijo en voz alta, sus ojos oscuros clavados en los de Jimin.

El otro alfa también sonrió.

—A divertirnos, entonces.

Antes de que ambos pudieran hacerle algo, Jimin empuñó su mano con fuerza y golpeó con sus nudillos la barbilla de alfa, tomándolo totalmente desprevenido.

El alfa lo soltó cuando su rostro se inclinó hacia un lado por el fuerte impacto, soltando un gemido de dolor e irritación.

Oh, mierda...

Sabían que no podría ganarle a estos alfas, pero no se dejaría vencer tan fácilmente.

—Te arrepentirás de esto, pequeña escoria —la voz del alfa sonó como un gruñido encolerizado. Se estaba sobando la barbilla mientras soltaba feromonas agrias e intimidantes.

Jimin arrugó la nariz en respuesta, totalmente asqueado. Ambos alfas gruñeron ahora, acercándose a él tan rápido que no alcanzó a reaccionar.

Intentó rasguñar, patear y morder, pero fue reducido a una bolita en el piso más rápido de lo que esperaba. Solo pudo cubrirse el rostro, apretando el estómago cuando los puñetazos y patadas llegaban en todas direcciones y le robaban el aliento.

—¡Papá! —gritó Jimin antes de perder la batalla, desgarrando su garganta.

Pero Hoseok nunca reaccionó a su llamado.



Ω

Jungkook frunció el ceño y se movió impaciente en el asiento de su auto. Su vínculo vibraba en tensión y ardía al mismo tiempo.

Acababa de hablar con Jongsuk, quien gracias a sus habilidades de ingeniería en informática y técnica en sistema, había logrado acceder a la información del computador de Sukyeol, el presidente y máxima autoridad del país, copiando todos los archivos, correos y fotos en un pendrive. Casi había sido descubierto, pero con la eficiente ayuda de la señorita Song, había logrado salir victorioso de su pequeña e importante misión encubierta.

Ahora tenían todo lo que se necesitaba para hundir a Sukyeol y a sus cómplices.

Jongsuk le había dado un resumen bastante detallado de toda las atrocidades que Sukyeol estaba haciendo, y era horroroso saber que ese alfa los representaba. El nombre Kim Woobin fue mencionado, lo que provocó que su ira aumentara.

—¿Cuánto falta? —gruñó, sus ojos clavados en el cristal polarizado de la ventana.

—Estaremos llegando en menos de quince minutos, señor —Inguk informó.

—Demasiado tiempo.

Podía sentir débilmente las emociones de Jimin, y lo que estaba sintiendo justo en ese momento lo tenían al borde de la desesperación. Dolor y miedo, eso era lo que su vínculo le transmitía.

Acabaré con todos.

Su lobo rugía encolerizado, repitiendo aquello una y otra vez. Jungkook no era capaz de contradecirlo, porque él sentía con el mismo deseo de justicia. Quería acabar con todos aquellos que hubieran puesto un solo dedo en su omega.

Déjame tomar el control.

Jungkook inhaló profundamente antes de exhalar todo el aire de sus pulmones.

¿Por qué debería hacerlo? Maldición, esto es ridículo.

Nunca había tocado el tema, ni siquiera para averiguar si Jimin se había sentido inquieto o asustado al verlo así. Después, con el paso de los días, asumió que no era el caso. Jimin estaba incluso más apegado a él, como lo estaba él con Jimin. Fue así que la transmutación quedó en esa madrugada cuando pasó el incidente de los alfas al querer rescatar al irresponsable amigo a su omega, para no ser mencionado jamás. Sus hombres no dijeron nada, ni tampoco actuaron extraños a su alrededor, así como Jimin tampoco hizo comentario alguno.

Y debía admitir que sí tenía demasiada curiosidad de saber por qué había pasado, qué había desatado su transmutación y si era posible volver a convertirse en lobo estando tranquilo. Tenía demasiadas preguntas que no sabía a quién hacérselas para obtener alguna respuesta. Tampoco quería que lo vieran raro, como algún tipo de fenómeno, considerando que los alfas y omegas habían dejado de transformarse en lobos hacía muchos siglos, y ahora solo eran historias que los abuelos solían contar a sus nietos, porque se supone que habían evolucionado, cambiando incluso su genética.

¡Porque yo puedo acabar con todos más rápido, maldita sea!

Jungkook bufó. Maldito alfa arrogante.

Encuentra a Jimin.

Era una tregua, una unión por un bien en común. Su prioridad era Jimin, independiente del resto de omegas que necesitaban ser rescatados.

Vete a la mierda. A mí no me dices que hacer cuando sé que hacer.

Jungkook sonrió esta vez. Su lobo era incluso más malhumorado de lo que él mismo solía ser.

—Llegamos, señor.

El auto se detuvo y Jungkook abrió la puerta para bajar, sin darle tiempo a sus hombres de ayudarle. Miró todo a su alrededor, ignorando el auto que se detenía a unos pocos metros de él, donde iban Yongsun y el resto de los amigos de Jimin.

—¿Por donde? —preguntó Jungkook. Sus hombres estaban en posición, con sus armas desenfundadas y listas para ser usadas.

—El rastreador todavía parpadea, señor, pero debemos ser rápidos. Creo que estamos a punto de perder la señal.

—Bien, vamos.

Namjoon y el resto que le acompañaba bajaron del auto. Todos miraron con curiosidad el lugar en donde se encontraban. Estaban en Incheon, no muy lejos del puerto.

—¿Este era el puerto, verdad? —Yongsun preguntó, acercándose a su novio.

Namjoon la miró y movió su cabeza en un asentimiento.

—Al parecer, sí —respondió el alfa, apretando sus manos entrelazadas— Una mierda, ¿no?

—Esto es ridículo —dijo Taehyung con molestia— Estábamos aquí mismo.

—Bastante cerca, a decir verdad.

Se acercaron a Jungkook, todos juntos. Jungkook volteó de malas ganas para mirarlos, sus hombres ya comenzaban a moverse, siguiendo las indicaciones de Inguk.

—Entonces... ¿Qué hay que hacer? —preguntó Taehyung.

Jungkook lo miró por un momento, sin decir absolutamente nada. Taehyung se siente incómodamente nervioso.

—Nada —dijo finalmente— Solo me van a estorbar.

Yongsun resopló.

—Sabes muy bien que no es cierto —ella le gruñó, apuntándolo con su delgado dedo índice.

Era cierto. Jungkook conocía a Yongsun muy bien, y sabía que ella era muy capaz de defenderse sola si tenía que hacerlo.

—Yoon y kim, junto a otros idiotas más, están metidos en esto de tráfico de omegas, así que obviamente tiene algún lugar aquí para almacenar su mercancía. No sabemos donde, pero el rastreador de Jimin todavía funciona —informó escuetamente, sin muchas ganas de perder de esta forma su valioso tiempo— ¿Saben usar armas?

Nadie respondió, quizás porque procesaban el hecho de que apenas se estaban enterando de la gravedad del asunto. No solo era el papá de Taehyung junto a su socio los involucrados, sino que el presidente, alguien con mayor poder.

—Genial —dijo Jungkook con sarcasmo.

—¿Por qué un senador tiene hombres armados? —Seokjin susurró de manera inconsciente, luego apretó los labios cuando las palabras abandonaron su boca. Era un pensamiento, no se suponía que debía decirlo en voz alta.

Jungkook obviamente lo escuchó.

—Porque soy una figura pública, niño.

—No soy un niño —refunfuñó el beta, mientras sus mejillas se teñían violentamente de un intenso color rojo.

Jungkook ignoró el comentario de Seokjin, así que continuó hablando.

—Muevanse, pero no se metan en líos. Mis hombres no tienen por qué salvarles el culo —Jungkook miró a Inguk, haciéndole un gesto con la cabeza. El alfa entendió y se acercó rápidamente al auto para abrir el maletero. Sacó varias armas y les pasó una a cada uno.

—Aquí está el seguro y así se lo quitan —quitó el seguro de su arma, mostrando a todos como se hacía— Apunten al frente y presionen el gatillo si se encuentran en peligro. Es más fácil de lo que parece.

—¿Quedó claro? —Jungkook preguntó.

Todos asintieron con su cabeza.

—Bien, vamos.

Comenzaron a moverse con prisa, pero de manera sigilosa. Si Yoon y Kim estuvieran aquí, lo más seguro es que tuvieran a sus propios perros guardianes vigilando su guarida.

—Alto —Inguk susurró a sus compañeros, quienes se detuvieron de inmediato.

Habían avanzado unas dos cuadras desde donde dejaron sus autos escondidos, cuando a lo lejos divisaron una gran fábrica abandonada.

—¿Qué es este lugar? —Yongsun le preguntó a Jungkook, quien no se molestó en mirarla.

—Una fábrica de autos que se fue a la quiebra hace ya varios años. Fue bastante famosa en su tiempo. El terreno nunca fue vendido y por lo que veo, tampoco pasó a ser propiedad del estado —respondió Jungkook.

—Qué oportuno.

—Señor, alguien se acerca —uno de los hombres alertó. Inguk instó a todos a agacharse, escondiéndose entre los grandes arbustos que los rodeaban para mantenerse ocultos.

Un auto elegante llegó, deteniéndose justo en la entrada de la fábrica, siendo recibidos por los que custodiaban el lugar.

—Debemos entrar —Taehyung dijo, mirando a Jungkook— ¿Pero cómo?

—Habrá que idear un plan.

—Dejenme buscar primero la información que necesitamos y los planos, señor —Inguk pidió, sacando su teléfono para llamar a uno de sus compañeros.

—Bien, pero que sea rápido.



Ω

El fuerte calambre en su abdomen lo hizo abrir los ojos de golpe. Jimin se dobló, agarrándose el vientre y soltando un gemido ronco.

Parpadeó un par de veces, pero no logró ver mucho. Estaba en una habitación mayormente oscura, con una pequeña ventana siendo el punto de iluminación.

Su cuerpo se sacudió cuando una nueva oleada de dolor volvió, obligándose a apretar los dientes con fuerza.

Esta vez fue más intenso, y un grito desgarrador escapó entre sus dientes apretados.

Ugh, mierda...

Estaba sudando, su piel ardía y el dolor se expandía por todo su cuerpo, provocándole espasmos involuntarios.

Otro grito subió por su garganta, mientras él se retorcía en el duro y frío piso.

—Ayuda... —murmuró con desesperación, su voz sonaba como un débil arrullo lastimero.

Su corazón latía con fuerza, y él podía escuchar bombeos en sus oídos.

Su lobo aulló con dolor, y Jimin supo lo que eso significaba.

Movió su mano, guiando a su entrepierna. La tela de su pantalón estaba húmeda. No. Estaba mojada.

Está bien, todo está bien...

Intentó convencerse, pero fue inútil. Un jadeo mezclado con un sollozo se le escapó esta vez.

Se obligó a tomar una gran y profunda respiración para calmarse, pero el intento quedó a medias cuando otro retortijón volvió, haciéndolo jadear y gritar.

Estamos solos... se ha ido.

Su lobo susurraba, una y otra vez. Jimin sabía que estaba sufriendo, tal como él sufría.

El dolor volvió y se expandió por todo su cuerpo, debilitándolo.

Los ojos de Jimin a estas alturas ya estaban inundados de lágrimas que se deslizaban por su rostro como cascadas.

Jungkook...

No quería aferrarse al dolor de la pérdida, sino al alfa que le mandaba cada cierto rato cualquier tipo de señal a través de su vínculo.

No estaba solo en esto. Jungkook lo estaba buscando.

Papá...

Cuando se acordó de su padre, la tristeza lo terminó de abrazar. No entendía por qué su padre estaba ahí, en esas condiciones. Realmente no entendía qué estaba pasando.

El chirrido de la puerta abriéndose interrumpió su lamento, provocando que mirara en su dirección. Y sus ojos se vieron obligados a cerrarse cuando la luz cegadora le molestó.

Alguien avanzó, pasos elegantes resonando y deteniéndose frente a Jimin.

Maldito bastardo.

Incluso en su agónico estado, lograba reconocer la pestilencia que exudaba el aura negra y podrida de Woobin.

—¿Qué tanto le hicieron? —preguntó Woobin mientras lo miraba desde arriba.

Los alfas se encogieron de hombros en respuesta.

—Él empezó a gritar y a atacarnos. Lo redujimos, dándole una lección, señor.

Woobin sonrió.

—Está embarazado —dijo tan casualmente que a Jimin le hirvió la sangre— O bueno, lo estaba.

Decidió ignorar la burla en el tono de voz del alfa, llevando toda su atención a las palabras que había usado.

Estaba embarazado. Estaba.

Jungkook jamás conocería al pequeño ser que llevó en su vientre por tan poco tiempo, esa perfecta combinación genética entre ambos.

Y eso lo rompió. No fue capaz de aguantar el llanto. Estaba sufriendo, maldita sea. Quería llorar la muerte de su hija, de su cachorrita, incluso si eso era material de burla para Woobin.

El alfa se sorprendió un poco, considerando que siempre había visto a Jimin siendo fuerte y altanero. Pero verlo totalmente indefenso, llorando y sin indicios de querer luchar, le gustó. Finalmente lo había reducido a lo que era, un miserable omega incapaz de defenderse a sí mismo.

—Oh, no. No llores, hijo —Woobin sacó un elegante pañuelo de su bolsillo y se agachó, para quedar a su altura y secó con tanto cuidado sus lágrimas que Jimin no intentó alejarse o maldecirlo.

No tenía fuerzas para hacer nada, en realidad.

Cuando su rostro fue secado, Woobin se alejó y le ordenó a uno de sus hombres que lo cargaran para llevarlo a otra habitación. El alfa obedeció, pero Jimin no se perdió la mueca de desagrado.

No le importó.

Cerró los ojos y apretó los labios, reprimiendo un quejido de dolor. Su vientre aún se contraía con la misma intensidad.

No vio hacia donde lo llevaban, pero sí fue capaz de escuchar varios murmullos y sollozos mientras avanzaban por lo que parecía ser un largo pasillo.

Omegas...

Apenas estaba cayendo en cuenta dónde podría estar. Y eso le agitó.

Oh, dioses. Esto no está pasando...

Se detuvieron frente a una puerta y fue Woobin quien la abrió. El olor a humedad y moho lo golpeó con fuerza.

El alfa que lo cargaba entró a la habitación y lo dejó en el piso sin mucho cuidado. Jimin soltó un quejido lastimero.

Malditos hijos de puta.

—Fuera —Woobin ordenó de repente a sus hombres, con sus ojos fijos en Jimin.

Jimin se removió, enderezandose lo más que pudo. Ya no quería verse intimidado, incluso si realmente lo estaba.

—Nunca fuiste de mi verdadero agrado, hijo.

—El sentimiento es mutuo —mordió Jimin, provocando que el alfa sonriera burlonamente.

Parecía ser que ya ningún comentario mordaz de Jimin podría irritarlo.

—Sin embargo, muchas veces los hijos pagan por los errores de los padres.

Jimin frunció el ceño. ¿De qué mierda estaba hablando Woobin?

—Ahorrate tu mierda, maldita sea. ¡No me interesa escucharte, jodido bastardo!

Woobin se rió esta vez, su risa ronca y llena de diversión resonó en la fea habitación.

Maldito seas.

—¿No quieres saber por qué estás aquí?

—¡No! —Jimin le gritó. Deseaba tanto poder levantarse y empuñar su mano en el maldito rostro agraciado del alfa.

—Te pierdes de una buena historia —Woobin se movió hacia la puerta, la abrió y le dijo algo a alguien para luego cerrarla y mirar a Jimin desde donde estaba— Es una verdadera lastima que no te interese saber porque acabaré con la vida de tu padre y de mi esposa.

—¿Qué...? —su corazón se hundió, y estaba seguro que su voz salió casi en un murmullo.

—Para luego venderte —continuó Woobin, ignorando la pregunta de Jimin.

La puerta se abrió y un hombre alto y en traje entró, cargando a alguien. Jimin miraba con horror a Woobin, pero luego se fijó en la persona que el tipo cargaba y su corazón se hundió incluso más.

Era Jiyoon.

—¿Qué es esto? —no pudo ocultar el miedo en su voz, ni la agitación— Oh dioses... ¿Qué le hiciste?

Woobin ensanchó esa desagradable sonrisa que parecía tener pegada en el rostro.

—Le di una lección —comentó como si estuviera hablando de algo irrelevante— Y a ti te pasará lo mismo si sigues con esa actitud de mierda. Eres un omega, Jimin, no lo olvides.

—¡Vete muy a la mierda tú y tus jodidas amenazas!

El hombre que aún sostenía a Jiyoon no esperó órdenes y se movió, agachándose solo un poco para soltarla, dejándola caer al suelo. Jiyoon cayó como un jodido saco de papas, golpeando con fuerza su cabeza.

Jimin gritó con verdadero espanto, dejando de lado sus insultos hacia Woobin.

Se acercó a ella, casi arrastrándose por el suelo, ignorando por completo al resto. No supo si Woobin siguió hablando luego, porque sus sentidos estaban tan horrorizados que lo único que lograba escuchar era el bombeo desenfrenado de su corazón.

Oh mi dios... Esto no es real. No es real.

Jiyoon estaba incluso peor de cómo la vio la primera vez.

Él la movió con cuidado, dejando su lastimada espalda contra el piso. El aire se lenatasco en la garganta cuando le vio el rostro. Su cabello había sido cortado por todos lados, dejándolo totalmente irregular. Su ojo derecho... dioses, su ojo derecho era atravesado por un largo corte que iniciaba desde la ceja para terminar en el centro del pómulo. Su ropa estaba tan rasgada que sus pechos quedaban a la vista, junto a las marcas que cubrían todo su cuerpo, como si hubiera sido azotada con algún tipo de látigo.

Estiró su mano temblorosa y la puso sobre su pecho, buscando los latidos de su corazón. Ahí estaban, aunque eran demasiado débiles.

Está viva... dioses, está viva...

Observó con más detalles ahora, viendo una marca roja en el cuello, como si hubiera sido estrangulada. ¿A cuántas torturas se habían tenido que enfrentar esta pobre omega?

Jimin le dio a Woobin una mirada desafiante. A la mierda este alfa y sus jodidas amenazas sacadas del culo. Él no iba a terminar así. Él pelearía. Él no se la dejaría fácil.

Woobin alzó sus cejas, curioso con la nueva actitud que estaba adoptando el omega.

—Terminarás incluso peor que ella si intentas algo, Jimin —advirtió rápidamente.

Y fue Jimin quien le sonrió burlonamente ahora.

—Intentalo si puedes, pedazo de mierda. Pero intentalo solo, sin tus jodidos perros guardianes.

Un músculo en la mandíbula de Woobin palpito. Furioso, se dio media vuelta y salió de la habitación. Acabaría con Jimin, sí, pero no ahora.

—¡Eso, vete, escapa como el cobarde que eres! —Jimin siguió gritando, y sus gritos se escuchaban incluso desde afuera de la habitación.

—No le den ni comida ni agua —gruñó Woobin mientras se alejaba. Había pensado mantener a Jimin alimentado, considerando que pensaba venderlo. Lo necesitaba sano, o al menos que se mantuviera vivo hasta que llegara la embarcación.

Caminó por los pasillos de la antigua fábrica, con sus hombres siguiéndole el paso. Se detuvo no muy lejos, frente a una oscura puerta, todavía siendo capaz de escuchar las maldiciones que Jimin le estaba lanzando.

—Abre.

Cuando la puerta fue abierta, feromonas cargadas de dolor azotaron sus fosas nasales. Woobin arrugó la nariz, pero aun así entró a la deplorable habitación.

El omega que estaba ahí, ni siquiera reaccionó ante su presencia.

—Fuera —Woobin les ordenó a todos.

Cuando quedó a solas en la habitación, se acercó al omega y lo miró. Hajoon lucía tan demacrado, totalmente irreconocible al joven y esbelto muchacho que trabajó para él no hacía mucho tiempo atrás. La enfermedad y la muerte de su bebé lo estaban consumiendo.

—Era lo mejor —comenzó Woobin, sacándose la chaqueta para ponersela al omega, quien no paraba de temblar a causa del frío— O moría ahora o lo haría después, pero su final sería el mismo.

Hajoon alzó el rostro para enfrentarlo, sus ojos estaban inyectados en sangre gracias a todas las lágrimas que había derramado.

—La mataste... —el omega susurró roncamente— Mataste a tu propia hija...

—No era mi hija. Era solo tuya.

—La mataste. Tú la mataste. La mataste...

Woobin suspiró. Sabía que el omega ya no se encontraba en su sano juicio, así que no podría tener una conversación civilizada con él.

—¡La mataste! —Hajoon de repente gritó, sacando fuerzas de algún lugar para levantarse y empuñar sus huesudas manos en la fina y costosa camisa de Woobin— ¡Mataste a tu hija! ¡Eres un maldito asesino! ¡Asesino!

Sus hombres entraron e intervinieron, golpeando al omega para reducirlo a un cuerpo débil e inconsciente en el piso.

Woobin vio todo. Ni siquiera el espíritu quebrado de este omega, a quien un tiempo consideró algo así como especial, le hizo detener a sus hombres de la golpiza injustificada para salvarlo.

—Llevenlo junto a Jimin y mi esposa. Nos desharemos de él también.

Sus hombres asintieron, y solo uno se animó a cargarlo entre sus brazos para llevarlo a la otra habitación.

—¿Jung? —Woobin le preguntó al alfa que se quedó a su lado, esperando algún tipo de orden.

—Sigue inconsciente, señor.

—Una bala en la pierna lo hará despertar.

—Como ordene, señor.

Woobin salió de ahí, sacando su teléfono para llamar a uno de sus socios.

¿Sí?

—Yoon, ¿cuánto te falta por llegar?

Ya estoy aquí, hombre.

Woobin cortó la llamada y se agachó para tomar su chaqueta que había quedado olvidada en el piso, salió de la habitación y la tiró al primer bote de basura que encontró.

—Deshazte de esto —le ordenó a uno de sus hombres.

Él siguió avanzando, yendo a encontrar a Yoon, pero el sonido de un balazo acompañado de un grito desgarrador, no hizo más que aumentar su extraño estado de ánimo. 





***

tardé mil años en actualizar :c fdhldkghdf perdón, pero si no me presionan no me muevo unu 

les quiero muchioooo <3 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro